Los calores de la mujer de mi cuñado, mi hija y su primita.
Atendiendo a la esposa de mi cuñado y los deseos de mi sobrina e hija..
En 2003 fuimos con mi mujer y mi hija a visitar nuestro país y aprovechar que se celebrarían los 50 años de casados de mis suegros.
La casa era una quinta de dos pisos en la cual vivían dos hermanos casados de mi esposa y una hermana con una niña a cuyo padre todavía no aceptaban en la familia, luego de diez años de convivencia.
Llegamos con dos días previos al gran evento familiar. Al día siguiente fui de visita a mis familiares y mi esposa se quedó con la suya departiendo.
Al regresar como a las 9 de la noche me dijo mi cuñada que Sandra había salido con mis suegros y hermanos a visitar a un tío que cumplía años, y que me fuera a esa otra reunión improvisada.
Yo había llegado con cervezas encima y quería seguir tomando con mis cuñados y mi suegro luego de casi 5 años de no verlos. Me insistía la mujer de mi cuñado que esa fiesta era buena y que me fuera a pasarla bien con su esposo, ya que ella cuidaba a sus hijos, a la niña de mi cuñada, y por su puesto, a mi hija; eso me decía mientras subía a su piso. Yo le contesté, pues que prefería quedarme con mi hija y descansar del largo viaje y prepararme para la celebración de las bodas de oro; y entonces escuché a la nena que dijo en voz alta desde su habitación:-¡Tío yo duermo contigo, porque no quiero estar sola en mi cuarto!. Yo le contesté que sí podía, dormiría con mi hija, yo en la cama chica y ellas en la matrimonial. En eso la esposa de mi cuñado grita desde el 2o piso:-¡Nooo, usted duerme sola!, ya que su tío está en tragos y necesita su cama para descansar mejor.
Yo la miré asomada al balcón y le dije que eso está bien. No había problema y me iba a bañar, y me despedí con un hasta mañana.
La esposa de mi cuñado menor podía tener unos 25 años, de tez clara y alta con un cuerpo escultural pese a los tres hijos varones paridos en fila india, el mayor no superaba los 5 años.
Estaba ya en el cuarto asignado que daba frente a la puerta de entrada al de mi cuñada y su hija; mi hija entró y me dijo:–papi duerma en su cama, nosotras vamos a dormir en la sencilla, ahora que se acueste mi tía allá arriba.
Las pelaitas se encerrón en el cuarto de mi cuñada, y yo me puse a ver TV, apenas eran las 10… Y lo que falta, me decía, para la llegada de Sandra con su familia. Bueno apagué para dormi. Afuera escuchaba que la tía daba ronda y hablaba con las niñas.
Yo caí en un sueño profundo. Depronto siento un cuerpo al lado mío, cuanto tiempo, no sé. Era un cuerpo que estaba de espalda acostado pegado a mi. Lo primero que pensé que era mi hija -con quien había iniciado unas escarceos de apasionados besos y toqueteos sin ir más allá- , y lo toqué desde el pecho hasta la grupa en la oscuridad…
Y no se movió. Yo tenía los ojos cerrados por el sueño de las cervezas. Y mi mano derecha estaba ya entre su piernas y podía sentir el suave lomo de los labios hinchaditos de su pubertad, entonces me desperté al ver que no era la pelera de mi mujer… Y me incorporé, miré y sentí el ronquido de mi hija en la otra cama y el de niña a mi lado izquierdo. La moví y nada… En eso la puerta se habré en la contraluz era la silueta de una mujer que silenciosamente entraba a la habitación, tentando para no tropezar. Era la esposa de mi cuñado.
Yo ya tenía mi erección, y llegó junto a mi cama y metió las manos para tocar, y pasaba subiendo por mis piernas, cuando agarré su mano.
-¿Esta contigo Sofía? -Me susurró.
-No sé, alguien está aquí a mi lado.
-Esa niña es tremenda, se lo voy a decir a su mamá que no respeta ni hace caso.
-No, tienes que hacer eso, ella no ha hecho nada malo, ¿o será que eres tú la que tiene algo contra ella?
La solté y ella se quedó de pie en la oscuridad. Podía sentir su respiración ajitada. Su olor de leche materna y a bebé me tenían más embriagado, que al ver que no se movía le toque con la palma de la mano su pantorrilla. Ella no se inmutó. Entonces subí por su pierna por debajo de su camisa de dormir, su piel era suave y sentía erizarse en cada avance hasta sus nalgas, estaba desnuda debajo del camisón. Me incorporé y ella quedó al frente mío. Inmóvil y muda.
-Teresa, eres tremenda mujer. -Abrí y saltaron sus senos lecheros y erecto pezones, que no podía descifrar en la oscuridad.
Ella me tomó la mano y sacó de la habitación, yo la acompañé desnudo y arrecho como estaba. Caminamos en medio del patio interior hasta la parte de atrás que estaba el lavadero. Un pequeño cuarto con un foco en la pared que encendió, para dejarse ver. Era una mujer hermosa, su cara, boca, tetas y nalgas grandes y jugosas. Tenía la vagina rasurada y la visible e indeleble cicatriz de las tres cesáreas de manera horizontal en ese bello vientre. Mi pene estaba casi a la altura de sus pechos.
-Tomamé. Ya no podré parir más, y necesito ser atendida -Dicho eso, tomó el lomo de mi gordo y venoso pene, y metió en su boca, y comenzó a chupar con ansias y dedicación. Le quité todo y me saciaba con sus labios y senos duros por la leche que botaba a borbotones de sus rosados pezones.
-Eres una bella y joven mujer Teresa. Te voy a complacer, pero no molestes más a la niña, ella no tiene culpa de tu frustración matrimonial. -Ella seguía chupando y succionando como una mujer habida de sexo.
-En-tie-rra-me-lo, está grande como me la imaginaba. Tu mujer debe estar contenta con esta verga de macho; el mío la tiene todavía de muchacho.
-Ven, ponte de espalda.
-¿Me lo vas a meter por el chiquito?
-¿Si quieres?
-Metemelo por donde quieras, hoy soy tuya y toma mi chiquito virgen y partelo con esa vergasa de burro que te gastas.
Eran dos tapas como dije, jugosas y duras, y su cuerpo esbelto y firme. Comencé a introducir mi glande en su mojada vagina. Tenía la resistencia de una mujer virgen todavía. Mi pene se abría en esos labios pegados y ese conducto estrecho como si antes no hubiese sido penetrado ni por un dedo. Era hermoso sentir esa cavidad cerrada que friccionaba mi pene en forma de plátano. Ella jadeaba y me apretaba mis manos apoyadas al lavadero. Faltaba todavía la parte más gorda de mi pene, que le causaba dolor al sentir el estiramiento de los bordes e interior de su rosado coño.
-¿Tere, desde cuando no culeas con Federico?
Ella jadiate susurraba:-Parteme, que ese hijueputa no culea nada.
Saqué mi pene al borde de sus labios y lo introducí con fuerza hasta el tope, que sentí haber abierto por primera vez esa cavidad virginal. Ella gritó apagada y se llevó las manos a la boca, y la tomé por sus caderas y comencé a embestir y le salía un sonido del chapoteo de sus blancos fluidos orgasmales. -¡Ah, aah!, qué rico Esteban, me haces sentir mujer.
Me estaba comiendo a una señorita de tres hijos. Una delicia poder disfrutar ese apagado manjar y hacerla encender de gozo y placer sexual a esa joven madre cuya única distracción hasta el presente, era parir y parir.
Ella estaba como poseída de la libides que sola se envestia contra mi mástil. Yo la hacía venir y venir, que sentía su desvanecimiento en cada orgasmo.
-¿No te haz venido?. Eres un toro y un caballo al mismo tiempo. ¡Comeme!
Se lo saqué y busqué con mi cabeza la entrada de su recto. Allí estaba su anillo virgen con sus estrías intactas y se lo chupé. Ella se abrió más las nalgas con sus manos, y escupí para ayudar a mi bien lubricado pene que se encaminó a su entrada. Y pulse un poco y con fuerza cedió y entró todo el glande. Ella jadeo y sostuvo su dolor con las manos en su boca.
-Tienes un culo hermoso, primera vez que me estoy comiendo uno tan lindo y rico,Teresa.
-Eso es mentira, pero partemelo, ese gusto no se lo voy a dar a Fico.
Me apoyé en sus caderas y lo fui introduciendo lentamente; ella se entregaba complaciente pese a su dolor. Y avanzó mi pene hasta pegar mi vientre en sus nalga, y comencé arremeter suave y rápido dentro de ese cerrado ano. Ya sudabamos como locos con ese foco casi en las caras. Me la estaba comiendo como nunca antes otro hombre, ya sentía el olor de sus eses que expelia cada mete y saca, hasta que luego de un buen rato, eyaculé en su interior y senti igual su contracción al recibir mi cálida leche. Busqué su boca y la besé con pasión por su entrega.
-Eres un machote, Esteban. Me han dicho muchas de tus historias. Pensé que esto nunca sucedería conmigo y ves, me has hecho sentir una hembra como haz hecho a las mujeres que te conocen desde pequeño.
Saqué mi pene y lo lavé y ella me ayudó y se limpió nuestros fluidos que le rodaban por ambas piernas hasta el piso.
-¿Qué hora serán?
-Las 12 y 30 de la noche.
-Me voy a bañar.
-Yo también, allá arriba, ya casi debo darle teta al bebé.
Ella me acompañó cruzando el patio hasta la entrada de mi habitación.
-Cómo desearía que vivieras aquí en nuestro país. Ya sabes, soy tuya para siempre…
Yo la besé y y agarré sus nalgas desnudas.
-Te confieso -prosiguió- sentí celos de la nena Sofía que iba a dormir contigo y no yo.
-Si eres boba mujer.
-Ella, precisamente está mañana me dijo mientras bañaba al bebé, que tu le gustabas y que quería besarte.
-Pero son cosas de niñas Teresa.
-Si, son cosas de niñas, así también sentía yo desde que te vi y mira donde hemos llegado. Ella también quiere lo suyo.
-Entonces, ¿la que está en la cama es ella? -Le dije como si no lo supiera.
-Si, es ella, ¿por qué no durmió con tu hija en la otra cama?
-¿Se habrá pasado?
-Ya no importa, entra mi adorado y hazla feliz también. -Me dio otro apasionado beso y se fue corriendo para su piso.
La llamé al oído, y nada. Miré y era 1:00 am. La niña sudaba y yo estaba recién bañado. La volví a jalar y ella despertó y me dice:- ¿Tío y ya llegó mi mamá?.
-No –dije: ¿Te vas a quedar aquí o qué?.
Me dijo: -Si tío. Yo seguia desnudo con la sabana encima.
-¿Tío, dónde estabas, no te sentí en la cama hace un rato?
-Estaba en el baño, ¿no sientes mucho calor?
-¿Si, me quito la bata?
No supe que decir, me aventuré a preguntar: -¿No tienes sueño Sofy?
-No tengo ganas de dormir, Tío.
Yo de mi lado de la cama miraba el oscuro cieloraso, ella ahora estaba de lado mirandome.
-Tio, me dijo Lucia que se besa contigo y que es rico…
-¿Te dijo eso? -El corazón se me aceleró del miedo. Que ella ha debido de sentir sus bruscas pulsaciones.
-:..No te preocupes, nadie va a saber eso. ¿Mejor me enseñas a mi?
-Sofy, eso no está bien, pronto llegaran a la casa y debemos estar tranquilos y dormidos.
-No tío, esa gente llega al amanecer cada vez que salen de fiestas. ¿Qué hora son?
-1:20 am.
Dicho eso Sofía cruzó su pierna derecha sobre mí y me abrazo con su brazo el pecho. Yo saqué de su cuerpo mi brazo y la rodeé hasta sus gordas y paradas nalgas. Ella se hizo deseo y subió hasta mi boca y quedó encaramada en mi cuerpo besando mis labios con lengua:-Despacio, nena, despacio. -Ella estaba en panti. Podía meter mi mano y su vientre recostado aplanando mi gordo pene.
-Besas rico Sofy, ¿qué más te dijo Lucia?
-Qué quería verte el pene y jugar con él, como dicen sus amigas allá en los EE.UU., que lo hacen con sus papás y tíos.
-Ven, siéntate un ratito…-Me zafe de la sabana y quedé erecto en la oscuridad frente a sus piernas abiertas- quítate el panti, y siéntate encima de mi cosa.
Ella lo hizo rápidamente y se montó a caballo sobre mi cuerpo colocando sus labios abiertos en el ancho lomo de mi verga. Apoyada en mi pecho, comenzó a moverse arriba y abajo en el largo y venoso pene. Se le salían unos gemidos y se notaba que gozaba esa, su primera experiencia.
-Tío, esto es rico, me gusta. -Ofreciendome su boca y abrazada a mi cuello.
-Tu también estas rica. No le puedes decir de esto a nadie, ni a tus tías ni amigas. Es un secreto.
-¿Y a Lucia?
-Si, a ella si, ella te lo dijo, ahora tu se lo dices.
Ella seguía con sus fricción y estaba ya bien mojado su chochito de diez años. Era una hembrita en celo que acariciaba toda.
-Ven vamos a hacer un 69.-Se puso de pie y la voltié de espaldas para chupar su coño y ella se instaló sobre mi vientre sosteniendo mi falo hasta su pequeña boca en la que cabía enteró el puntudo glande.
Ahora la coloqué de lado poniéndole mi erección dentro de las piernas y me aventure meter un dedo entre su cerrado coño, y ella se ayudó abriendo su pierna.
La abracé fuerte y la comencé a sunguiar y ella sólo decía ¡aah, eezh!. La dije al oído que la amaba. Ella no dijo nada sólo suspiró. La besé por todos lados pero no la penetre. Estaba exhausto y ella también. La dije: -Mi amor ve a tu cuarto que ya va a venir tu mamá. -Dijo: -Si tío. Le contesté dejara su puerta abierta que yo dejaba la mía. Y se fue. Pero como a los 15 minutos sentí la bulla de la familia, que caminaba y hablan en la oscuridad. Debían ser las 2:00 de la mañana. Mi mujer entró a la habitación y me llamó -me hice el dormido-, y me dijo que la mamá de Sofía se trajo a dormir al marido despreciado, cosa que no había hecho nunca, y le pedía el favor que su hija durmiera en nuestro cuarto. Entonces, borracha la mujer, la condujo a mi cama. Yo le agarré la mano a Sofía y la puse del mismo lado izquierdo y mi mujer desnuda se acostó al derecho y sin más, empezó a roncar. Ya sabía que ese sueño se prolongaría hasta las 11 del día siguiente.
Sofía quedó con su espalda metida en mi y yo con mi mano en su coñito y mi pene entre sus piernas. No se qué, pero como a las 6:00 am, sentí un cuchichar, era mi hija Lucia y Sofía con mi pene en sus manos.
-¿Papi queremos besarla?
-!Siiiiiitoooo!, ¿ve que tu mamá y tu tía está aquí mismo?
-Siiii tío, vamos a chupartelo.
Yo ya no aguantaba más mi excitación con las bolas llenas de dolor por las ganas de culiar de nuevo, me puse al borde de la cama; mi mujer roncaba con las piernas abiertas y los brazos, ocupando toda la cama.
Antes les ordene que se bajaran los pantis y se colocarán cerca para poder manipular mi miembro en sus cuquitas; ellas sonreian mientras le daba brochazos y puntueaba con mi glande sus ya casi grandes rajas. Ellas alzaban la pierna para sentir mejor y se pegaban a mi boca una y otra en turnos. Era una verdadera gloria y adrenalina con mi mujer al lado y en casa de su familia.
-Bueno ahora van a chupar hasta que salga mi lechesita y se la toman toda. No puede caer nada en el piso ni en sus ropas.
Así se pegaron esas dos bebas por unos 10 minutos a mi palpitante extremidad hasta que llegaron a raudales los espasmos de mis ferozes eyaculaciones llenando sus bocas y caras de mi blanca esperma.
Las limpié bien. Entonces ellas salieron a orinar y no supe más hasta que mi mujer me despertó con un sobó de güevos y me dijo en susurro:-Mijo, mijo, mijo ven, entierramela.
Fin.
Escribir: [email protected]
@Kuripi.
No he podido acceder a leer este relato, y otros lectores me han informado lo mismo ¿Cuál será el problema?
Hay segundo relato de esta historia está buenísimo me quedé con más ganas de saber si penetraba a la sobrina
Excelente relato, me gustaría saber que paso después si se cogió a las niñas y otra ves a su cuñada
Saludos