Los inicios
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Querida putita mia, lo que te prometí te lo cuento y es la verdad: Tuve mis primeras experiencias sexuales amorosas con mi madre, y te podrá sonar extraño pero para mi fue tan natural como amarte.
Tenía como 16 años cuando viajé a la ciudad de Santiago con mi madre, en compañía de un matrimonio (que después te contaré sobre el tío dueño del auto en que viajábamos). Yo iba a una revisión ritinaria al médico. El viaje fue apacible hasta el momento en que me acosté entre las piernas de mi madre y me quedé dormido. Algo me despertó, no puedo decirte si fue el vaivén del auto o el movimiento de las piernas de mi madre (ya comprenderás que íbamos mi madre y yo en el asiento trasero).
Y en mi despertar me encuentro muy cerca del final o comienzo de las piernas de mi madre, que por ese entonces tendría 35 años, y diría que derechamente que estaba muy cerca de su sexo. No aparte mi cara de sus muslos ya peligrosamente cerca del éxtasis, muy por el contrario, empecé a moverme, supuestamente dormido, más cerca de su sexo, y siento de manera cómplice y relajante su mano sobre mi cabeza suavemente que me acaricia. Hoy, con la seguridad que dan los juegos sexuales del despertar, te aseguro que ella sabía que había despertado, y sentí su suave caricia sobre mi pelo invítandome a seguir disimuladamente en el dormir y en el despertar sexual… Mientras sentía su presión acariciadora sobre mi cabeza invitándome a profundizar más cerca de su sexo, y yo le aceptaba la invitación cómplice que nos marcaría durante 5 años…
Estuve tan cerca de su sexo, que disimulando mi jadeo intenté estirar mi lengua y rozar sus calzoncitos en la lujuria secreta de familia que veía venir.. creo que lo lograba (ya mis recuerdos funcionan ahora con excitación), y aseguro con cierta equivocación (en ese entonces) que conseguí rozar con mi lengua su vello pubis que se mostraba en su bulto oculto por la restricción de su conversación con el matrimonio que iba en los asientos delanteros. Ah, pero no puedo describirte la sensación de placer lujurioso que tenía estar tan cerca del sexo de mi madre, yo con mi lengua tocando su calzoncito hermoso, su bulto hermosísimo, que pensaba que era una oportunidad que jámas se volvería a repetir (iluso en mis 16 años, sin saber que me estaba asegurando el futuro con mi madre en las mejores lecciones sexuales que había de tener hasta que llegaste tú a mi vida). Esta masturbación linguistica la tuve alrededor de dos horas. Y sería para mi infinito e irrepetible hasta que llegó el asombro y el despertar disimulado en una parada de repostación. Mi madre, al igual que la esposa de tío que conducía, deciden ir al baño… Ah, asombro de malicia que venía… no te imaginas la segunda lección que me da mi madre…
Continuamos el viaje… mi madre conversando con el matrimonio amigo, y yo mirando el atardecer que se iba por la ventana del Volvo (recuerdo la marca del auto)… hasta el momento en que mi madre me dice dulcemente cogiendo mi cabellera: "hijo mio, sigue durmiendo", y me invita a dormir nuevamente en su regazo lleno de lujuria. Acepté gustoso su invitación, mientras escuchaba la conversación entre ellos. Ay iluso de mí… esperaba encontrame en la tarea constante de seguir estando cerca del sexo de mi madre separado por sus hermosos calzoncitos… Iluso de mí… Siento en mi barbilla sus cálidos pelos del pubis.. creí morir…la degenerada-amorosa de mi madre se había quitado sus calzones…
No te quiero contar el suave ronroneo del paladar de mi boca, nariz y lengua tocando su hermoso sexo que ella ofrecía gloriosamente a su hijo preferido… Entre los movimientos eternos que le hice a su sexo siento en su complicidad la suave caricia de su mano sobre mi muslo, scretamente despierto, pero para el universo de ese Volvo yo iba profundamente dormido, mientras yo plácidamente acariciaba con lo que podía el bello sexo de mi madre…Y la besé, sin querer ella que lo supiera pero a sabiendas que lo sabía, durante toda una eternidad, y su sexo que cada vez mojaba más y más mi cara, miientras ella secretamente se excitaba con su hijo que en definitiva, y para siempre en los recuerdos, besaba su sexo mojado en la construcción de un amor prohibido que nos acompañaría por muchos años…
Ya te contaré la segunda parte y otras que vienen.
Tu marido que te quiere.
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