Los inicios sexuales de Rita.
Los inicios sexuales de Rita. .
Enrique era un hombre fornido de unos 43 años de edad, morocho, de 1,90 metros de altura, trabaja en el puerto y realiza trabajos duros y pesados, de ahí que su físico esté en permanente contacto con la fuerza y mantenga un estado atlético envidiable.
Su esposa, Mónica, de la misma edad que su esposo, es una mujer muy bonita, también morocha, de enormes senos, una cintura pequeña y abundantes caderas con unos glúteos prominentes que llamaban la atención. Ha quedado con unos kilos de más, desde que ha dado a luz a su única hija Marina, a la que llaman Rita. De apenas tres meses.
Enrique llega a la casa a esos de las dos de la tarde, almuerza y se recuesta unos 30 a 40 minutos. En primavera y en verano tiene el hábito de estar desnudo en su casa, lo mismo ocurre con su esposa, quien en ocasiones apenas lleva puesta una tanga, muy pequeña, el hilo de tela por detrás se pierde entre sus enormes y llamativos cantos y por delante la tela no alcanza a taparle el frondoso triángulo de pelos que recubre su apetecible monte de venus.
A medida que ha ido pasando el tiempo Rita fue creciendo en ese ambiente y ha tomado esto de la desnudez como algo natural, incluso ella, en ocasiones, se pasea por la casa desnuda, aunque suele estar vestida con una pequeña calza y una tolerita que apenas cubren sus pezones de sus senos apenas prominentes.
Enrique, suele estar sentado en la mesa viendo la televisión y por lo general, comienza a tomar temperatura, con lo que su verga de unos 16 centímetros de largo y con un grosor de seis, comienza a erectarse, rápidamente se levanta de su silla y va hacia su mujer quien lo recibe con una sonrisa al ver que su verga esta dura, rápidamente se arrodilla y comienza a chuparla con una fruición poca veces vista, muchas veces se encuentra cerca de la escena Rita, que ve con naturalidad como sus padres empiezan a hacer el amor.
Luego se van hacia la pieza, sin cerrar la puerta, allí comienza ese rito de sexo, intercambio de fluidos, gemidos y caricias, Rita suele quedarse parada en la puerta viendo como su padre introduce su gorda pija en la concha de su mamá y en el culo también, o como su madre suele desembarazarse de Enrique y la pide que éste le chupe la ranura de su vagina peluda mientras se contonea como una víbora.
Hasta que llega el grito de Enrique porque ha derramado todo su semen en alguna parte del cuerpo de Mónica, ambos quedan extenuados, a todo esto, Rita se va hacia su habitación o hacia la cocina y espera que sus padres regresen para continuar con la vida de todos los días.
La vida continuó y Rita un día se estaba bañando y comenzó a manar sangre de su conchita, pegó un grito y llamó a su madre, Mónica acudió presurosa, Rita le mostró como la sangre casi le llegaba hasta los tobillos, su mama la miró, sonrió y le dijo que nos se preocupara, que eso era normal en una mujer y que se había hecho señorita.
Mónica, se sacó la pequeña tanga y se quedó con su hija, en el baño, tomó una esponja, le puso jabón y comenzó a bañar a la jovencita, pasó la esponja por su espalda, la dejó a un lado y solo con el jabón comenzó a meter su mano entre los cantos de la pequeña, con el dedo índice le tocó el agujero del culo y hasta lo ingresó un poco, Rita hizo un leve corcoveo, pero no articuló palabra, solo un pequeño gemido, Mónica le dijo que se quedara tranquila que solo la estaba bañando y le estaba haciendo también algunas caricias, luego se dirigió hacia su concha sangrienta y comenzó a acariciarla de adelante hacia atrás, sin cesar y metió un dedo dentro de esa ranura caliente.
La joven, de frente a su madre, la miró a los ojos, Mónica sonreía, la pequeña gimió, su mami le preguntó si le gustaba y Rita afirmó con la cabeza, el juego siguió durante un rato largo, luego Mónica comenzó a secarla, lo propio hizo ella, llevó a su hija hacia a la habitación, Enrique aún no había llegado, ambas desnudas se dirigieron a la cama, Mónica se recostó sobre ella, le dijo a Rita que subiera a la cama también, abrió sus piernas y dejó visible su hermosa concha pulposa y peluda, y le dijo a Rita que la tocara tal como ella había hecho en el baño con su conchita y que luego se inclinara y le pasara la lengua.
Rita comenzó a meter los dedos en la concha de su ardiente mami, hasta que decidió comenzar a pasarle la lengua por esa raja mojada mientras Mónica gemía como una loba en celo y contorsionaba casi con desesperación. Rita preguntó si seguí con su tarea de lengüetear esa concha que cada vez manaba más fluidos sobre sobre la boca de la joven, la madre le dijo que siguiera un par de minutos más, así fue hasta que Mónica quedo extenuada luego de dar u ultimo gemido con fuerza, casi se podría decir que fue un grito de placer.
Luego de unos minutos, se sentó sobre la cama, tomo de los hombros a Rita, la recostó sobre la misma, le abrió las piernas y comenzó a lamer la concha de su hija con una delicadeza sublime, hasta que comenzó a salir un hilo pequeño de sangre mezclado con el fluido habitual de la vagina cuando está encendida. Mónica gozaba como una hembra enloquecida, le encantaba todo ese trabajo sexual que había entablado con su hija.
Por supuesto, que no dejó de darla vuelta y lamió al pequeño agujero del culo de la adolescente. Cuando finalizó la tarea le preguntó a la hija si le había gustado, Rita respondió que sí y mucho, en tanto Mónica le dijo que a ella también y que eso lo iban a repetir de vez en vez. Un rato más tarde llegó Enrique, ya eran las 2 y media de la tarde, las mujeres de la casa estaban desnudas y Mónica comenzó a servirle al almuerzo a su esposo. Rita se fue hacia su habitación y Mónica le contó detalladamente a Enrique todo lo que había ocurrido un rato antes.
Pasaron al menos unos diez días de aquel acontecimiento y una tarde Mónica le dice a enrique que iba a ir a visitar a su madre, hacía u tiempo bastante prolongado que no lo hacía. Enrique asintió y se quedó en casa a esperarla. De seguro entre la ida, la vuelta y la visita Mónica iba a tardar al menos unas tres horas.
Como de costumbre, Enrique estaba desnudo, sentado en un sillón mirando televisión. A todo esto, llega desde la casa de la vecina, en donde se encontraba con una amiga, su hija Rita. Saluda a su padre con un beso y se retira hacia a su habitación.
Al salir de ella le dice:
-Papi, me voy a bañar.
-Bueno Rita, le dijo su padre mientras seguía mirando la televisión.
Al cabo de unos minutos, enrique se levantó del sillón y se dirigió hacia el baño, con cierta curiosidad, intentaba ver a su pequeña bañándose. La puerta estaba ente abierta, la lluvia de agua caliente caía sobre el cuerpo angelical de la adolescente. Quien pasaba por su cuerpo una esponja enjabonada que dejaba la espuma sobre su esbelta figura. Enrique empezó a notar que su verga comenzó a erectarse, abrió toda la puerta, Rita, lo miró con una sonrisa y continuó con su tarea. Cerró la ducha y comenzó a secarse con un toallón, su padre estaba frente a ella jalando se verga desde adelanta hacia atrás, y en ese movimiento dejaba ver la cabeza de la pija roja y enorme.
Rita ya totalmente seca, se arrimó a su padre e imitó a su madre, se arrodilló y comenzó a mamarle la verga a Enrique al tiempo que era ella quien con sus manos llevaba el ritmo de caricias, él comenzó a tocarle sus tetitas, ella sintió un escalofrió y se le erectaron los pezones. Enrique la levantó de los brazos, le dio un beso de lengua y la llevó hacia a la habitación marital, allí la sentó al borde de la cama, la recostó, abrió sus piernas y comenzó a lamer los labios de su conchita hasta que se abrieron de par en par para dejar salir un fluido viscoso y transparente, al tiempo que se le escapó un chorro de pis sobre la boca de su padre.
Él la dio vuelta, la puso boca abajo sobre la cama, abrió sus glúteos y observó con lujuria el agujero de culo, pequeño, sin estrías, virgen, inmediatamente se abalanzó y comenzó a pasar su lengua pro allí hasta hacerle ponerle la piel de gallina a Rita, quien gemía débilmente y se movía despacio de un lado a otro mientras Enrique seguía con sus quehaceres sexuales.
Luego se arrodilló, Rita se puso boca arriba, el tanteó su concha, estaba mojada, tomó con su mano derecha la verga y la introdujo lentamente en ese hueco cálido, era gruesa, Rita pegó un grito, él se detuvo, solamente haciendo ingresar la cabeza de su verga, y comenzó a moverse lentamente intentando ingresar más en su cuerpo, llegó hasta la mitad, le alcanzaba para gozar profundamente, Rita ahora gritaba, pero también gemía de placer. Enrique siguió con el ritmo de ingresar y salir de esa argollita cada vez más mojada y más caliente.
– ¿Te gusta Rita?, preguntó casi con un hijo de voz.
-Sí, papi, mucho, quiero más, dame más, pedía la jovencita con ansia y son los ojos cerrados sintiendo toda esa carne en su interior.
-Voy a acabar, Rita. Te doy mi esperma. Le dijo con voz entrecortada.
Inmediatamente sacó la pija del interior de la joven y derramó su leche sobre el abdomen, ella elevó su cabeza para ver como salían las gotas de semen de la cabeza de la verga de su padre y sonrió con lujuria. Enrique se fue hacia el baño a asearse, luego lo hizo Rita. Ella se fue hacia su habitación y su padre se dirigió al comedor, volvió al sillón y a ver la televisión.
Al rato, llegó Mónica de la visita a su madre. Enrique le dio la bienvenida, la besó con pasión, ella respondió de igual modo. Fueron hacia el sillón y él comenzó a relatarle detalladamente los que había hecho con Rita. Ella sonrió con malicia y llena de lascivia.
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