Los Kreunen ‘secta del placer’ (parte 2)
Gabriel habia evitando decirme algunas cosas pero no le reclamaría ya que yo empezaría a hacer cosas que se supone que no debia con la pequeña Laura. .
Lo primero que me hizo desconfiar de Gabriel sucedió después de la noche de bodas…
Luego de quedarme dormido me desperté con la habitación totalmente a oscuras, solo veía una pequeña luz Roja que se encendía y se apagaba, ¿una, cámara? , salí de la habitación encontrando a Laura sentada en el sillón.
– ¿No es muy tarde para que estés despierta?
– Si pero me había dormido, no podía ir a dormir a mi habitación sin antes verlos.
– ¿Se grava todo?
– No sólo se ve en el momento.
– Ve a dormir.
– Esta bien, buenas noches.
– Buenas noches.
La luz Roja que veía si era de una cámara, Gabriel habían omitido algunas cosas, había visto más luces rojas en la casa.
Tenía muchas preguntas para Gabriel.
Aun tenia la pila de papeles por leer, «¿como mejorar el relacionamiento con la familia?», «¿como iniciar niños/niñas…?» ese instructivo debía apartarlo para tenerlo más a mano, Laura pronto cumplía 8 y tendría 1 año más para leerlo muy bien, entre tanta cosa me perdí en mis pensamientos y volví a recordar la noche de bodas y el día siguiente…
Volví a la habitación, Soledad dormía boca abajo con sus piernas semi abiertas, busqué en la canasta los vibradores, introduje una a una 3 píldoras en su vagina y miré los controles para encenderlos, su trasero se veía muy apetecible, tome algo de lubricante e introduje una píldora en su ano, encendi los de su vagina en el primer nivel, ni se movió y aumente de nivel al máximo hasta que se despertó, se giró viéndome y comenzó a mover sus caderas, encendí también el de su ano al máximo, sus ojos se abrieron más, sorprendida, tomó una de mis manos acercándome pero me alejé y solo la observé, su cuerpo se movía, apretaba las sabanas con su mano mientras gemia, en pocos minutos espasmo tras espasmo se corrió, me acerqué apagando los vibradores, tire del cable de uno y lo quité, busque un condón mientras me masturbaba antes de ponérmelo, aún con los vibradores dentro la penetre, sus manos rodearon mi espalda acercándonos, uno de los vibradores estaba a un lado de mi pene y el otro lo sentía cuando lo empujaba hacia su cérvix, era algo extraño pero muy placentero, estar dentro de ella ya de por si era delicioso sumando 2 vibradores lo era mucho más, apretó más sus piernas detrás de mi, tomé su cadera moviéndose más rápido, los vibradores amplificaban la sensación dentro de su cavidad vaginal, si continuaba hacia me correría muy rápido, introduje en su vagina el vibrador que había quitado, me quité el condón,me puse de pie sobre la cama y gire su cuerpo, estaba en 4, flexionando mis piernas, quité el vibrador de su ano y la penetre, con base manos en su cadera, entraba y salía por completo de ella, cada vez que salía veía cuan dilatado quedaba su ano, y volvía a entrar, apenas podía sentir las vibraciones de su vagina, gemia cada vez más alto, sus caderas se movían rítmicamente, puse mi mano en su vulva buscando su clitoris y comencé a moverla, sus gemidos eran continuos, había aumentado la velocidad de mis embestidas chocando ruidosamente nuestros cuerpos, el sudor bajaba por mi espalda, sentí como su cavidad se apretaba rodeando mi miembro mientras se corría, salí de ella estirando mis piernas, gateo sobre la cama buscando mi pene, lo introdujo en su boca, aun su cuerpo temblaba, quitó los vibradores y continuó haciendo su trabajo, estaba usando mucha fuerza, tomé su cara poniendo una mano en su garganta, la embesti duro sintiendo hasta donde llegaba mi pene cada vez que entraba en su boca y traspasada su garganta, se oía el sonido húmedo de su saliva junto con algunas arcadas de ella, me estaba por venir, salí de su boca y comencé a masturbme en su cara, quitó mi mano y con sus dos manos me masturbo, la visita clavada en la mia, su lengua rodeaba mi glande y lo empujaba hasta que me corrí en su boca, con gusto trago toda mi leche seguido de la debida limpiada.
Ambos nos dormimos, cuando me desperté estaba solo en la habitación, tras la puerta oía voces, me di una ducha rápida envolviendome en una toalla, busqué mi ropa y al no encontrarla recordé que la ropa ya no era algo importante, igual preferí salir con la toalla, era domingo y ya era hora del almuerzo.
– ¿Qué tal tu noche Nicolás?
– Muy bien ¿y la tuya?
– Fue buena, muy buena. Estoy por servir la comida, llama a Laura.
– ¿Y Soledad?
– Es domingo, siempre llega después del almuerzo.
Claro, era la visita al líder, pero después de la noche de bodas ¿no era demasiado?.
En la mesa era todo tranquilo bastante normal, Lucía y Laura tenían una conversación sobre temas escolares, después del almuerzo se abre la puerta principal entrando Soledad, fue directo a su habitación, se la veía cansada, probablemente no había ni desayunado, busqué algo rápido para que comiera y lo llevé a su habitación, golpee la puerta y entré, ella estaba acostada en su cama, dejé el plato en su mesita de noche y me senté a su lado, se incorporó dando un gran suspiro quitándose la ropa, se acercó besando mi mejilla.
– Para
– ¿Qué pasa?
– Solo venía a traerte algo de comer y ver como estabas, no vine para eso.
– Oh… Estoy bien.
– Come y luego descansa.
Después de lo de anoche, la visita a Gabriel y ella creía que lo haríamos otra vez, mejor darle un descanso.
Por la noche durante la cena, estábamos comiendo y aparece por detrás Soledad abrazandome y besandome el cuello, se sentó a mi lado para cenar, acercó más su silla a la mia y tomó mi brazo izquierdo llevándolo a su pecho abrazandolo con sus dos manos, se sentó en el borde de la silla separando sus piernas y comenzó a moverse haciendo mi brazo rozar su entrepierna.
– Dejen eso para despues. -dijo Lucía.
– Que aguafiestas eres mamá….
La alarma me hizo salir de mis recuerdos, debía ir a trabajar, me di una ducha y me fuí, conduciendo me tomaba 15 minutos llegar simpre y cuando no hubiese mucho tráfico, volví por la tarde, casi corrí a la casa, necesitaba usar el baño urgente, cuando abrí la puerta estaba Soledad sentada en el borde de la bañera con las piernas abiertas y Laura a 4 patas con un collar y correa de perro en su cuello lamiendola.
– Sigan con lo suyo, solo vine a orinar…pero creo que no deberían estar haciendo eso entre ustedes, no antes de la iniciación.
– No hay prohibición…
– ¿Hace cuanto lo haen?
– Desde…que teníamos 11 años y 5 años. – dijo Soledad.
– ¿Sabe tu madre?
– No jaja, esta muy ocupada con el club.
Era verdad, Lucía estaba poco en la casa, no era que me importara tanto lo que hacia pero si era extraño no verla, en ningún momento Laura se detuvo, Soledad acortaba la correa acercandola cada vez más, el sudor rodeaba la frente de la pequeña, seguramente la tenía así desde un tiempo largo.
– ¿Solo hacen esto?
– Claro, nunca pensé en arriesgarme a que me castiguen.
– ¿Castigo?
– Ya sabes, sin nada de…
– Claro.
Era buen castigo después de todo sin sexo para personas prácticamente adictas, me senté en el inodoro viéndolas.
– ¿Por qué la Correa?
– Bueno no podemos tener perros…
– Sole, para, me duele la boca. – dijo Laura.
– ¿Hace cuanto están?
– Media hora, ya iba por…el 3°…
Me acerqué a ellas soltando la correa y liberando a la pequeña, Soledad me vio con mala cara, toqué su hombro de forma sugerente, su rostro de suavizó con una sonrisa, se puso de pie intentando estar al mismo nivel, en puntas de pie se estiró besándome, rodeó mi cuello con sus brazos, la tome en brazos llevándola al lavabo, era una altura óptima, algunos jabones y botes de cremas y lociones cayeron al suelo, sin dejar de besarnos ella movía sus caderas contra mi bulto, la tela se humedeció con sus jugos, me quité el pantalón y el calzoncillo, extendió su brazo tomándolo y llevándoselo a su boca, apoye mi pene en su vulva moviendome, mientras buscaba un condón, me sugirió seguir sin usar uno, era muy arriesgado pero en ese momento no lo pensé mucho, tomé mi pene presionando mi glande en su entrada vaginal y poco a poco entré en ella.
– Avisame cuando estés…por correrte.
– Si.
Lo que menos quería en ese momento era una complicación, jugué un poco con su paciencia, solo entrando un poco y saliendo, daba pequeños golpes dejando rebotar mi pene con ella, hasta que lo tomó con su mano y lo introdujo, me acercó a ella haciendome entrar por completo, la besé riéndome, lo notó y me mordió el labio inferior con demasiada fuerza, ¿me estaba castigando?, su personalidad se prestaba para esos juegos, la giré flexionando su pierna sobre el lavabo, su pecho estaba sobre el, veia el reflejo de nuestros cuerpos en el espejo, separé sus nalgas viendo como mi pene entraba en su vagina continuamente, sintiendo su calor, su humedad, hasta su pulso, escupi en su ano e introduje mis dedos, pronto fueron reemplazados por mi pene, le di nalgadas penetrandola por completo, comenzó a masturbarse, mi pelvis chocaba con sus nalgas, el eco del baño contenía nuestros gemidos, di mis últimas embestidas más lentas corriendome en su esfínter, me puse de rodillas frente a ella abriéndole sus piernas, tomó sus pechos apretando sus pezones y tirando de ellos, mi lengua busco su vagina penetrandola, mi aliento chocaba con su vulva, la moví sobre su clítoris rápidamente, introduje mi dedo medio en su vagina entrando y saliendo de ella, me tomo la cabeza empujandome para que continuara, su cadera se sacudió gimiendo, suavemente aprete su clítoris entre mi lengua y mis dientes, era hermoso verla tener un orgasmo, más hermoso era provocarlos, se apoyó en el lavabo hasta que su respiración se regularizó, dió un gran suspiro y me sonrió.
– ¿Por qué en el baño?
– Es más seguro.
– Bueno, espero que dejes a tu hermana tranquila ¿eh?.
– No se, no se jaja.
Ambos nos reímos haciéndonos cosquillas mutuamente.
Las habitaciones no eran totalmente seguras, si ella no quería ser castigado, no debía ser vista, habían cámaras en todas las habitaciones, menos en el baño.
Por la noche encontré a Laura comiendo sola en la sala, me senté a su lado para hablar un poco.
– ¿Solo haces esas cosas con tu hermana?
– Si.
– ¿Con tu padre nunca?
– Pasó los últimos años enfermo, solo lo hacía con mamá pero era ella la que hacía todo.
– ¿Nunca tocaste uno?
– ¿Un qué?
– ….no.
Tome mi bulto sobre mi topa, después de volver de trabajar no me había sacado la ropa, se tomó unos segundos para contestar.
Después de darme un ducha la llame para que me ayudara con algo en el baño, cerré la puerta tras ella y le pedí que se sentara en el inodoro, cerrara los ojos y abriera la boca.
– No me pongas bichos.
– ¿Bichos?
– Si, Soledad me ponía bichos en la boca.
– Jaja no, solo cierra los ojos, no los abras hasta que te diga y abre la boca muy grande.
Me había untado un gel comestible para sexo oral sabor cerezas, ella cubría sus ojos con sus dos manos.
– Saca la lengua y prueba.
– Mmm cereza.
– ¿Te gusta?
– Sí.
– Ahora lo pondré en tu boca pero no muerdas mi nada y abre los ojos.
Abrió los ojos sorprendida y con sus manos me empujó un poco.
– Soledad dijo que era no era rico… Pero que me acostumbraria y que me iba a gustar…¡que mentirosa!
Me provocó mucha gracia su reacción, le pregunte si quería seguir probando, asintió con su cabeza sin dejar de lamer mi pene, lo hizo como si fuera una paleta, nunca lo introdujo en su boca ni la force a hacerlo, me tomó unos 10 minutos comenzar a sentir lo bueno, ella se veía muy linda de la forma que lo hacía, tan inocente, muy distinta a su hermana, quería sentir su boca, pero me contuve, ya me dolía, la aparté y me masturbe sobre su lengua, su cabeza estaba tan hacia atrás que un chorro cayó sobre su ojo, sobre su nariz y el último en sus labios, le dije que probara el «jugo», tomó un poco con su dedo índice y viéndome un poco temerosa lo lamio probando, por su cara no pareció gustarle demasiado, la ayudé a lavarse la cara y salió del baño como si nada, desde luego ese sería nuestro secreto.
A eso de las 4 am siento un movimiento en la cama, Lucía recién venía a la cama.
– ¿Oye donde estabas?
– ¿Ah? en el club.
– ¿Todo bien con el bebé?
– Sí, normal.
Ella se giro y se durmió, recorde la primera noche juntos…
Era viernes, casi una semana de casados y no le había tocado ni un pelo a mi esposa. Acordamos hacerlo los viernes, por la noche tomé la mano de Soledad y la de Laura llevándolas a la habitación donde estaba Lucía, sentada desnuda en el borde de la cama con las piernas flexionadas y abiertas, tenía un buttplug y un dildo en su vagina, me acerqué y tomó mi pene con su boca, sus labios tocaban mi pubis y la base de mi pene, con una mano tomó mis testículos masajeandolos, fácilmente lo tragaba entero y con mucho entusiasmo, con su otra mano movía su dildo hacia afuera y lo volvía a introducir muy rápido, ella tenía preparado otro dildo, uno especial, me senté en la cama y ella se acercó para colocarlo, tenia dos anillos uno para la base de los testículos y otro en la base del pene para doble penetración, se sentó encima de mi y se quitó un buttplug, seguidamente introdujo mi pene en su vagina y el dildo en su ano, comenzo a cabalgar sobre mi y a gemir, a un lado de la cama en un sillon estaban las niñas observando, ambas llevaban túnicas blancas, Soledad se movía en vaivén en su sitio, extendi mi mano y ella la tomó, la acerqué a la cama subiendola con nosotros, apoyó sus rodillas a cada lado del cuerpo de su madre, levanté su túnica exponiendo sus desnudo cuerpo, su vagina estaba tan húmeda que goteaba, pegué mi boca a ella penetrandola con mi lengua, comenzó a gemir, Lucía tomó su cabeza dándole un profundo beso, madre e hija besándose y acariciando sus pieles mientras penetraba vaginal y analmente a la madre y le hacia sexo oral a la hija.
– ¿Les gusta?
– Sii…
– No pares papi…
Levante la vista viendo a Laura algo sorprendida, nunca dejó de vernos.
Introduje dos dedos en la vagina de Soledad, con el dedo gordo masajes de forma circular su ano, giro su cabeza viéndome y abrió su jadeante boca, Lucía nalgeaba y separaba las nalgas de su hija, no era mi primer trío pero nada había sido tan interesante como ese, tomé a Lucía con ambas manos, afirmándome en sus caderas, Soledad movió sus caderas rozando su vulva con la de su madre, mientras yo embestia duro a Lucía, sonidos humedos, gemidos y el choque de nuestras caderas inundaron la habitación, casi los tres a la vez llegamos al clímax, me corrí dentro de la vagina de mi esposa, asegurándome que todo mi semen se depositará allí.
Esas sesiones se repitieron una vez incluso dos veces a la semana hasta que Lucía quedó embarazada.
CONTINUARÁ…
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