Los recuerdos de mi abuela 2
Nunca me imaginé que a mi abuela le gustara tanto el sexo a su edad. De joven debería ser insaciable.
Cuando estamos solos en casa, la hago andar desnuda, dormimos desnudos, nunca me dice que no a nada.
Muchas veces está cocinando y yo estoy en casa, la hago sentar en su silla, ya que no quiero que se arrodille por sus años, y me hago chupar la pija con ella.
Está un buen rato chupando y lamiendo mi pija, hasta que le agarro su cabeza y con todo placer me acabo en su boca, deliciosa, viendo como se traga toda la leche y sigue cocinando.
« Abuela, cuantos hombres te cogieron?», le pregunto acariciando sus nalgas por encima de la ropa.
«Y eso a vos que te importa?», me responde sonriendo, dejando que le manosse la cola.
« Quiero saber, soy curioso», le digo levantando su pollera, «pero que haces?», me dice, «sacándote la bombacha», le digo bajandola hasta sus tobillos y ella levanta sus pies para que se la saque.
«Dale abue, contame cuantos te cogieron», le dije haciéndole unos mimos.
«La verdad, siempre me ha gustado más chupar la pija que coger, ya que no habían tantos medios de protección y podía quedar embarazada», me respondió.
«Y a todos les tragaste la leche?», pregunté abrazando por detrás a mi abuela agarrando sus tetas.
Ella me miró con su eterna sonrisa en sus labios, «no me acuerdo, hace tanto tiempo de eso, pero creo que si, a casi todos se la tragué, pero deja de manosearme que me pones nerviosa», me dijo haciendo que la suelte.
Yo la solté riendo, aunque enseguida la volví a abrazar, siempre jugamos así.
«Vamos al cuarto?», le pedí, «pero si recién te chupe la pija, otra vez me queres coger?», me dijo, «dale abu, dame la colita que me encanta cogerla», le pedí todo mimoso.
«Hay con este chico, eres insaciable», me dijo apagando la cocina, cerramos la puerta con llave y nos fuimos a nuestro dormitorio.
Nos desnudamos y nos metimos en la cama bien abrazados los dos.
Yo le pase el dedo por el ojete, «abu, que abierto que está», le dije metiendo mi dedo en su cola, «y quién tiene la culpa, quien me coge la cola casi todos los días desde hace cinco años?», me dijo acariciando mi pija.
«Pero si es chiquita», le dije besando sus arrugadas tetas.
«Chiquita?, chiquita era cuando me empezaste a coger, ahora tenes una pijota que me hace ver las estrellas cuando me la metes», dijo sin dejar de acariciar mi pija.
«Veni, ponete cómoda», le dije, sentado en el borde de la cama moviendo mi pija.
Mi abuela refunfuniando se levantó, se puso de espaldas a mi abriendo sus nalgas y se sentó sobre mi pija haciendo que le entre toda en su cola, escuchando como gemia.
«Así, bien clavadita por la cola está mi abu», le dije agarrando sus tetas mientras ella movía sus cola en círculos, para los costados.
«Bien abierta me tenes la cola con esa pijota», me decía sin dejar de mover su cuerpo.
«Pero bien que te gusta que te tenga así de abierta la cola», le dije metiendo uno de mis dedos en su concha.
«Sabes que sí, que me encanta que me tengas la cola así de abierta», me dijo abriendo sus nalgas y sentándose bien fuerte sobre mi, haciendo que no quede nada de pija fuera de su cola.
«Ponete boca arriba y levanta tus piernas abu», le dije haciendo que se levante de mi pija.
Mi abuela siempre complaciente conmigo, se levantó y se puso como le dije, con mis manos levanté más sus piernas viendo su enorme ojete, me acomode entre sus piernas y se la volví a meter toda en su cola, haciendo que de un fuerte gemido.
«Me detrozas el ano con esa pijota», me dijo gimiendo.
«Pero bien que te gusta», le dije metiendo y sacando mi pija de su ojete.
«No lo voy a negar, me encanta tener esa pijota bien metida en la cola», dijo abriendo sus nalgas.
Mientras le cogía la cola, jugaba con los bellos de su cancha.
La abuela gemia a medida que sacaba y metía la pija de su ojete.
«Que sentís abuela?», le dije agarrando sus tobillos, «que siento?, tu pijota entrando y saliendo de mi ano, como me coges la cola», dijo mirándome y sonriendo.
«Como me gusta cogerte abuela», le dije agarrando fuerte sus tobillos y cogiendo bien fuerte la cola de mi abuela, «sí, y a mi que me destroces el ojete con tu pijota», gritó la abuela, cuando yo grite tambien empezando a acabarme, volviendo a llevarle la cola de leche a mi adorada abuela.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!