Los vecinos. Una familia extraña.
Hace alrededor de cuarenta años que vivo en el barrio Rivadavia y conozco a casi toda la gente. Es un barrio muy tranquilo. Al lado de mi casa se mudaron hace tres años una pareja con sus dos hijas, de 10 y quince años.
Algo más de cuarenta años que habito en el barrio Rivadavia, tengo muchos conocidos, se trata de un barrio muy tranquilo. Hace exactamente tres años atrás se mudaron a la casa contigua a la mía una pareja compuesta por un joven de 35 años y una mujer de 33, con sus dos hijas, la mayor de 15 años y la menor, de 10.
Familia tradicional y muy discreta. Yo entablé conversación con el hombre a partir de vernos cotidianamente en distintos horarios, pero no pasaba de un saludo cordial.
En cierta ocasión sonó el timbre de mi casa, algo así como dos meses atrás, y este joven me solicitó si le podía prestar un martillo porque tenía que realizar un trabajo y que me devolvería en breve. Por cierto que accedí al pedido.
El joven dijo llamarse Jorge, nos quedamos conversando un buen rato cuando vino a devolverme el martillo. Pregunté por su familia, me habló de cada una de las mujeres que formaban parte de su vida y sin preguntar me dijo que se habían separado de su mujer, pero que ella no se iba de la casa hasta que no pudiera entablar una cierta estabilidad económica.
- ¿No te molesta que ella conviva con vos?, pregunté.
- – Me dijo que no.
Que se llevaban bien y que como la casa es grande ella vive en otra habitación, mientras que sus hijas lo hacen en las dos habitaciones que se encuentran en el medio de la de él y la de ella.
- ¿Cuál fue el motivo de la separación?, pregunté con ansía de saber más y dado que él mismo inició la conversación.
- Ella es un poco fría en general, me dijo.
- Fría en qué sentido, dije con ganas de saber más. Me comía la curiosidad.
- Básicamente en la cama, me respondió muy suelto de cuerpo y sin tener ni una pizca de pretender guardar su privacidad.
- Eso sí que es duro amigo, le dije, con serenidad.
- Sí, me respondió, pero uno siempre encuentra la manera de sortear esos obstáculos.
- ¿Sí? , dije asombrado, y se puede saber cuál es esa manera.
- Te cuento en otro momento, se escapó por la tangente, porque ahora estoy un poco apurado.
- Bueno, le respondía, cuando tengas tiempo podemos ver un partido de futbol por televisión, claro si te gusta el futbol.
- Por cierto que me gusta, acepto la invitación, nos vemos. Se despidió sin más.
La cuestión fue que ya llegada la primavera yo tengo un pequeño jardín que mantengo desde hace años y me gusta trabajar en el todos los años cambiando de flores y arbustos.
Nuestras casas no tienen una medianera de tapia, sino de una simple ligustrina y en el pilar en donde se encuentran las cajas de la luz, hay una separación de casi unos 20 centímetros, lo cual no impide el paso de una casa a la otra.
Cierta tarde yo me encontraba en el jardín regando mis plantas y escuché un cierto sonido que no pude registrar correctamente, de hecho estaba casi seguro que llegaba de la casa de Jorge. No le di importancia, a los cinco minutos volví a escuchar el sonido y ahora me pareció que se trataba de un quejido o un gemido. Me aproximé a la ligustrina, caminé muy despacio y sin hacer ruido hasta el pilar de la luz y pase a la casa de Jorge. Hasta llegar la una de las paredes laterales hay un camino que puede tener de ancho no más de tres metros. Me acerqué y me elevé hasta la ventana para ver a través de ella.
Grande fue mi asombro, Jorge se encontraba tirado de espalda sobre la cama, en bolas y con la verga erecta, en una de las esquinas de la cama su hija menor, también en bolas, y puesta sobre sus rodillas, mirando lo que hacía su hermana mayor, quien chupaba la cabeza de la pija de su padre y movía su mano derecha por el tronco de la misma hacia arriba y hacia abajo con gran arte.
Por supuesto, como bue curioso me quedé mirando la escena que empezó a calentarme y se me empezó a para la pija a mí también. De hecho, empecé a manosearla por encima del pantalón.
Luego la nena mayor dejó de lamer la pija y se la metió bien adentro de la concha, de hecho solo podía mirar a hurtadillas, con lo cual me perdía los detalles. La chica comenzó a cabalgar raudamente y parecía gozar como una perra en celo, mientras la menor de las niñas miraba con cierta fascinación aquella escena erótica.
Mi pija estaba cada vez más erecta, la saqué del pantalón y comencé a hacerme una buena paja, pero muy lentamente ya que quería observar la totalidad de lo ocurría allí adentro.
En un determinado momento cambiaron de posición la chica se recostó y el padre comenzó a chuparle esas dos hermosas tetas bien paradas que tiene esa pendeja putona, luego bajo lentamente por su abdomen hasta llegar la concha de la hija y comenzó a meterle la lengua adentro y a lamerla por los costados también, la chica se retorcía de placer.
La más pequeña miraba todo cuanto ocurría en la estancia hasta que en un momento preciso se paró y pude observar su bello cuerpo, pequeñísimas tetitas y hermoso culito, la concha era imposible de ver a esa distancia. Se arrimó a su padre y le dio un beso en la boca mientras Jorge le metía un dedo en la concha y ella gemía igual que su hermana mayor, pero con un volumen menos elevado.
Jorge dejó a su hija mayor para solicitarle a la menor que le chupara la verga, cosa que hizo, pero con un mínimo de cualidades respecto de su hermana. La pequeña era rústica y un poco atolondrada en ese metier de comerse una pija.
A esta altura de los acontecimientos yo estaba súper caliente, pero faltaba aún más por ver.
La mayor se colocó en cuatro patas cual gata buscona y ofreció sus Agujeros a Jorge, quien lubrico la cabeza de su pija con aceite y le introdujo la chota en el culo, comenzó a darle con gran fuerza, cosa que ponía desaforada a esa mujercita que parecía no tener modo de saciar sus apetencias sexuales.
Terminado este acto de sexo espectacular y excitante, que me dejaba casi co la boca abierta a pesar que alguna experiencia tengo en este tema, ambas chicas se acostaron en la cama, él se colocó de rodillas ante ellas y comenzó a frotarse la verga hasta que las llenó de semen a ambas, la más pequeña se apresuró a colocar dentro de su boca la cabeza de la verga de su padre hasta sacarle la última gota de leche.
Todo eso me puso en un estado en que no pude controlarme y comencé a darle velocidad a mi mano hasta que acabé yo también, sobre la gramilla. Escuché un ruido, me apresuré a levantar mis pantalones, me di vuelta de golpe, pero no pude ver a nadie. Fue una falsa alarma.
Caminé agachado hasta mi casa, me había olvidado la canilla abierta y parte de mi jardín estaba anegado. En realidad lo que pude ver, aunque no del modo en que hubiera querido, valió la pena de un poco de agua de más.
Claro, me quedé con algunos interrogantes que voy a intentar dilucidar, tales como ¿por qué Jorge no ha buscado una mujer de su edad para tener sexo y se quedó en una relación intrafamiliar? ¿Su esposa o ex esposa tiene conocimiento de lo que sucede a dos habitaciones de la suya? Todo un poco raro, pero bueno, no puedo negar que me resultó altamente inquietante. Veremos cómo puedo averiguar más acerca de estos vecinos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!