Lucero duerme
Una noche de leer relatos me puso a mil mientras mi hijastra Lucero y yo estábamos solos en casa.
Eran las 3 am y Lucero a sus10 años dormía profundamente únicamente en ropa interior y yo ahí adentro de su cuarto con la cabeza caliente e incapaz de razonar comencé por manosear sus piernas suaves, subía y bajaba con las manos y llegaba hasta sus nalgas y recorría sus carnes por encima y debajo de su ropa. Queria ver un poco del show. Destape sus cobijas y ahí estaban frente a mi dos hermosas carnes cubiertas únicamente por una delgada tela de figuritas. Yo frenético sobaba, tocaba, urgaba en los pliegues de Lucerito; a veces suave, a veces tosco. Mis dedos gruesos se abrían paso entre esas nalgas que tanto había imaginado. Sin pudor y sin ningún temor baje su ropa interior y seguí masajeando sus tremendas nalgas y sus deliciosas piernas.
Podía despertar en cualquier momento, lo sabía pero no me importaba mucho. Me inventaría algún pretexto, o tal vez lograría calentarla lo suficiente para que ella me pidiera verga.
Boca abajo como estaba y con la pantaleta a medio camino tuve una idea. Le levanté el culo y con cierto trabajo metí una almohada en su vientre para que cómodamente me ofreciera sus dos aberturas. Ella sin despertar cooperó con la acción y en menos tiempo del esperado tenía a mi hermosa Lucero casi en cuatro patas profundamente dormida. Su rostro chapeado descansaba en las sábanas y miraba sus labios entreabiertos por la presión de la postura. Regrese a mi trabajo y acabe de bajar sus calzoncitos a media pierna. El espectáculo que me ofrecía esa visión era alucinante y sin dudarlo me tendi en la cama casi encima de aquella nena; abrí sus nalgas y con el mayor gusto comencé chupar su ano , a meter mi lengua entre sus pliegues y degustarlo cómo si tuviera un helado delicioso. Urgaba con la lengua de arriba abajo. Me divertía chupando sus labios vaginales e introducía la lengua en su orificio mojado, sediento bebía ese jugo ligeramente ácido y la locura invadía mis sentidos. Trepe reptando la cama hasta que mi verga dura llegó a ese delicado coño y empecé a restregar la cabeza entre sus pliegues. Su respiración era profunda y agitada pero seguía dormida. Sus labios estaban más abiertos.
Con voz susurrante entrecortada y por mi excitación le decía al oído: «Lucerito te voy a dar de comer verga por esos ricos hoyos que tienes. Te la voy a meter hasta que grites. Te voy a abrir esas nalgotas para que tragues mi camote». Chupaba sus orejas y metía mi lengua en los oidos y seguía hablándole mientras masajeaba su ano con mi tronco.»De ahora en adelante serás mi puta hermosa Lucerito» . Yo veía sus mejillas coloradas y por la boca jalaba bocanadas de aire pero no se movía ni abría los ojos. Mi verga comenzó a convulsionarse y aventó varios chorros de leche en las virginales nalgas de Lucero y yo no hice nada por contenerlas. Me puse de rodillas con la pequeña Lucero entre mis piernas, me exprimí hasta la última gota de esperma entre sus nalgas y embarre con mi palo la leche regada. La dejé ahí dormida como estaba. No la tape ni le subí los calzones y le quite la almohada. La deje dormir así porque mañana la levantaría temprano como si nada hubiera pasado para llevarla a la escuelita.
Wooow!