LUCÍA (Un despertar prematuro)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Nandincesto45.
LUCÍA (Un despertar prematuro)
Los nombres verdaderos no lo diré por razones obvias, pero lo que me ocurre con una niña vecina me impulso a actos de incesto con mi propia hija.
Voy a narrarlo en esta pagina quizá para desahogarme, quizá para hacer participes a quienes gustan de esto ó quizá para excitarme más al escribirlo, no lo sé.
Soy Antonio, tengo 33 años casado con Nuria, tenemos una hermosa hija María José de 9 años, vivo en un pueblo de Castilla La Mancha (muy turístico por cierto) situado a la orilla de un gran pantano.
Cruzando la calle donde poseo un negocio de frutos secos vive Rosario, una mujer joven y bien plantada que recién enviudo, su esposo murió en un accidente de moto dejándole dos hijos: Paquillo, como le decimos todos de 12 años y Lucía una niñita preciosa de 6 años y medio.
A esta niña la conozco desde muy pequeña, pues por ser vecinita es muy amiga de mi hija María José y sus padres la llevaban a mi negocio a comprarle helados o chuches, ahora la lleva su hermano casi todas las tardes, Rosario mientras gestiona la pensión consiguió trabajo de camarera en una cafetería del parque.
Paquillo estudia en la mañana y la niña tiene pre-escolar hasta las dos, Paquillo la recoge y pasan la tarde solos hasta que llega la mamá a las seis, el problema es cuando Paquillo tiene clases de futbol los martes y los jueves, entonces la vecina hablo con mi esposa para dejarnos la niña lo cual aceptamos encantados para que le hiciera compañía a María José.
Pasaron 3 meses con esta rutina, pero una tarde que Paquillo la trajo a comprar el pan, Lucía se enojo con él porque no le compro lo que ella quería, en medio de la discusión le escuche a la niña algo que me dejo atónito:
– Paco, si no me compra las gominolas no vuelvo a hacer eso ni le chupo la polla.
Paquillo se puso pálido y miro para saber si yo me había enterado, me hice el desentendido haciéndome el que estaba en otro asunto, el caso es que el chaval las compro la cogió de la mano y se la llevo a su casa.
La mollera me quedo dando más vueltas que una noria ¿Qué era eso que hacían los dos chiquillos? ¿Como así que la niña le chupaba la polla?, pensando como interrogar a Lucía cuando la trajeran a casa sentí cierta excitación.
Nunca la había mirado con otros ojos que no fueran de admiración por su belleza infantil, pero visualice a esta niña tan inocente haciendo cosas de adulta.
Como les dije Lucía es una niña hermosa, piel blanca y tersa, cabello rubio en bucles que caen más abajo de sus hombros, sus ojos de un azul claro son grandes e inocentes, su boca de labios rosaditos, casi tan alta como mi hija, de piernas gruesas que deja ver porque siempre la visten de falda, unas veces corta y otras a la rodilla, solo en invierno le colocan jeans ó panty medias bajo el abrigo.
Llego el martes con una faldita plisada diez centímetros arriba de la rodilla, Paquillo desde la puerta le dijo: Lucía, entre que más tarde la recoge mi mamá, pero el no entro a la tienda.
La hice seguir dándole un beso en cada mejilla, y me dispuse a cerrar la tienda, el horario de cerrado es de 2 ½ a 5 de la tarde, da la casualidad que mi esposa Nuria y mi hija María José estaban en Madrid visitando a mi suegra.
– Vamos al piso, le dije.
Lucia echo adelante para subir las escaleras y yo atrás no pude reprimir el deseo de mirarle las piernas que al dar el paso dejaba ver la braguita blanca, yo mismo me pegue una cachetada para tratar de espantar los pensamientos que me estaban invadiendo.
Llegue a la cocina a calentar la comida, le ofrecí a la niña pero solo acepto un zumo, me serví un vaso de vino y me dispuse a comer mientras conversaba con ella:
– Lucía, ¿Qué te enseñan en el cole?
– A jugar, cantar, hacer las vocales, contar cuentos y muchas cosas.
– ¿Y no te han enseñado los números?
– Ha si, los números también.
No resistí más y trate de averiguar lo que me tenía cabezón.
– ¿Tú quieres mucho a Paco?
– Si
– Pero vosotros hacéis cositas.
Me miro como pensando y agacho la cabecita tímidamente.
No quise acosarla con más preguntas y nos fuimos a la sala a ver el noticiero, ella se sentó a mi lado.
Las noticias me aburrieron y le coloque el programa infantil Bob esponja, puse una mano entre su rodilla y la falda para ver su reacción, primero miro a mi cara y luego a mi mano, le di unos apretoncitos, no dijo nada pero la sentí tensa, no apartaba la vista de mi mano cuando la fui subiendo por su muslo dándole más apretoncitos, llegue a sus braguitas, Lucía se tapo la carita con las dos manos pero abrió las piernitas sin yo pedírselo.
Yo también estaba tenso, y no era para menos, primera vez en mi vida que le acariciaba la vagina a una niña y sentí palpitaciones en mi polla y el corazón acelerado, tuve que aclarar la voz para preguntarle:
– ¿Así te hace Paco, princesita?
Sin quitarse las manos de la cara afirmo con la cabeza.
La fui recostando suavemente en el tresillo (sofá) subiendo la falda para destapar sus hermosas piernas, metí la mano entre su braguita, abarque totalmente su coñito calido, le hice suave para abajo, suave y pausado para arriba, luego en giros, así varias veces y cuando doble un poco el dedo del corazón ubique el botoncito del clítoris masajeando a presión quito las manitas de la cara para apretar la mano con que la acariciaba.
Vi su rostro sonrojado reflejando una placidez total, sus ojos cerrados, yo obnubilado por la pasión, no pensaba siquiera lo malo de lo que estaba haciendo, ni las posibles consecuencias.
Lo más curioso es que Lucia se quedo quietecita dejándose hacer mientras la acariciaba, casi sin dar muestras de emociones.
Acerque mis labios a los de ella y empecé a darle besitos suaves y sonoros, me resolví a más.
Con mis manos tome el resorte de su calzoncito e hice ademán de bajárselo, ella levanto la nalguita y cerró las piernas para facilitar la acción, abrió sus grandes ojos y me miro inquisidora, le sonreí y le termine de quitar la braguita, quise verla totalmente desnuda y le quite también la falda y la blusa.
Su cuerpo estirado como el de una diosa con figura infantil, sin vestigios de teticas aún, solo las areolas un poco mas oscuras que su piel pero sus pezones si grandes y duritos, el coño abultadito y tierno donde los labios vaginales cubrían totalmente el cordoncillo del clítoris mostrando solamente la rajita brillante por un poco de humedad, la imagen acrecentó en mí el instinto pervertido que nunca creí tener, comencé a sacarme lentamente la polla a punto de explotar tratando de vislumbrar en sus ojos un poco de temor ó de excitación, solo miraba expectante mi pene de diez y ocho centímetros, un poco grueso y cabezón.
La volví a besar en su boquita para luego ir bajando a su pechito plano y darle unas pocas mamaditas a sus areolas luego a su coñito donde me deleite con el sabor salado de su rajita que yo estaba conociendo por primera ves en una niña.
Todo transcurría en un silencio cómplice cargado de erotismo, le introduje un dedo con maña, pues no sabía hasta donde habían llegado los actos con su hermano Paco, la acomode contra el espaldar del tresillo quedando semi-sentada con sus piernitas abiertas y colgando, me acomode arrodillado para excitarla con mi pene por entre su rajita, cuando coloque mi polla en su entradita cerro los ojos y tiro la cabeza hacia atrás, hice presión y fue entrando suavemente, ¡no me lo podía creer!
No se quejo, solo abrió los labiecitos y puso sus manitos en mis caderas como para frenar la embestida en caso que le hiciera muy duro.
Unos gemidos entrecortados me dieron a entender que lo estaba disfrutando.
Pero otra sorpresa me esperaba, cuando mi polla había entrado más de la mitad, con su voz de niña murmuro:
– Papitooo, ya no me dueleee.
Esto me estimulo hasta el paroxismo, sentí su coñito estrecho que palpitaba tragándose todo mi miembro, al follarla veía su telita vaginal saliendo y entrando adherida a mi polla, me arrepentí de no haberme quitado el pantalón pero no era el caso volverlo a sacar parar hacerlo.
Fue tanto el placer que sentí que trate de prolongar la eyaculación lo más posible, hasta que emitiendo un rugido me corrí en el primer espasmo, luego otro y otro así hasta siete veces siendo el último solo un estremecimiento y volví a la realidad.
Mire a la niña para saber si le había causado algún daño en mi desenfreno.
Pero no, solo vi su carita sonrojada perlada con gotitas de sudor empezando a abrir los ojos le note uno un poco torcido y pensé: ¿Qué he hecho? ¡¡Puse a una niña a mirar para Cuenca!! descanso con un suspiro largo cuando se lo saque.
Vi en su pequeña vagina el enrojecido hueco que le quedo expulsando mi semen como un manantial de leche blanca, la lleve cargada al bidé y le hice un buen aseo.
Luego colocándole la ropa empezaron los remordimientos a taladrar mi conciencia, ¿Cómo es posible que yo un hombre de 33 años me hubiese follado una niña que aun no cumple los 7 años?
Pero la conciencia también me justificaba: ella ya follo con su padre y con su hermano, además le gusta aunque aún no tiene orgasmos.
Otra cosa es el aspecto legal, el juez no va a reconocer ningún alegato a mi favor, mi matrimonio se ira al chorizo y a mi hijita no la veré más, cavilando en esto le di un beso en los labios y peinando su cabello alborotado le dije:
– Princesita, no puedes contar a nadie lo que hicimos.
– No señor, pero cuando se pueda me da la lechita en la boca, (recordé lo que le dijo a su hermano).
– Si mi amor, te lo prometo, pero ya sabes ni una palabra a tu mamá, ni a Paquillo ni a nadie.
– Así me decía mi papito y yo no cuento nada.
– Bueno vamos que tengo que abrir la tienda y para que comas lo que quieras.
Se le iluminaron sus hermosos ojos azules, se aliso la falda y estiro la manito para que le ayudara a bajar la escalera.
Esta fue mi primera experiencia con Lucía pero no la última.
Al día siguiente vino con Paquillo a comprar el pan pero como estaba mi esposa y mi hija María José, pues nada de nada, pero si advertí que es experta en disimular, lo cual me tranquilizo.
El jueves en la tarde Paquillo la dejo en la tienda y se fue a sus clases de futbol, llego con una bata enteriza de tirantes cuya falda llegaba hasta la rodilla, el cabello cogido con una diadema, me saludo con un beso en los labios.
Cerré la tienda y nos fuimos para la segunda planta donde solo estaba mi hija María José, pues mi esposa Nuria había salido a unas diligencias.
Al subir las escalas Lucía iba 3 ó 4 peldaños adelante, de pronto se paro y volteándose hacia mí se levanto con las dos manos el vestido dejando ver su coñito peladito sin bragas.
Fue como si me hubiesen pegado un corrientazo en la polla, reaccione con susto diciéndole que no, que arriba estaba mi hija, se bajo la falda y siguió subiendo, al llegar al piso mire a la alcoba de María José y la vi dormida haciendo la siesta, entonces cogí a Lucía de la mano y me la lleve a mi alcoba cerré la puerta y le señale la cama.
Mientras me quitaba el pantalón y los yiyos ella se recostó con la faldita a la cintura y las tirantas abajo.
No se pero la noté más segura, con menos vergüenza, sentí ternura al verla así tan pequeñita, tan indefensa, esperando sin temor que un adulto le penetre su tierno coñito, yo mismo me preguntaba como un pene normal pudiese caber ahí sin hacerle daño.
Mis labios besaron su boca fresca y mi mano acaricio su rajita haciendo énfasis en su clítoris, luego mame sus areolas hasta hacerlas enrojecer, mi lubricada polla prácticamente buscaba sola la entrada a ese calido y estrecho túnel, cuando lo encontró se deslizo con alegría propia hasta el fondo.
En esta ocasión Lucia no cerro los ojos al hacerle el mete y saca, me miraba fijamente con sus mejillas encendidas y emitiendo pequeños gemidos en cada envión, blanqueo los ojos cuando sintió mi pene mas grueso por la acumulación de semen a punto de explotar.
Recordé la promesa que le hice y pare, susurrando le dije:
– Princesa ¿quieres lechita en la boca?
– Siiiii señooooor.
Con prisa lo saque y lo puse en su boquita y al mamar sus cachetitos se sumían, al sentir su lengua pasando por mi glande no aguante más y la corrida fue superior a la anterior.
La niña como con hambre se trago todo mi semen saboreándolo.
Nos vestimos en silencio, fui a la alcoba de mi hija a buscar unas braguitas para prestárselas a Lucía, pero ya estaba despierta y no se si porque me sentí culpable ó que, creí ver su mirada interrogante.
Con disimulo saque unas del cajón de su ropa interior y se las lleve a mi amante niña.
Me senté a comer y escuche cuando mi hija le pregunto a Lucía que estábamos haciendo encerrados en la alcoba.
El alma se me fue al piso.
– Estábamos jugando, contesto Lucía.
– Y ¿porque te quejabas?
Me adelante a la respuesta y le dije:
– Mi amor, es que a la niña se le torció un tobillo y yo se lo estaba sobando.
– Pero tú también te quejaste muy duro.
– Ah si mi vida, esta tarde te explico mejor, pero no le cuentes a tu mamá.
Bajamos a la tienda y allí las atosigue de chuches para calmar mi sentimiento de culpa, ellas se pusieron a jugar felices como siempre lo hacían.
Toda la tarde pase en una sola desazón, siento que esta situación me esta desestabilizando emocionalmente, tomo la determinación de hablar con María José y tratar de involucrarla para asegurar su silencio.
A las seis recogieron a Lucía.
– Papá, ahora si dime ¿porque te quejaste y porqué Lucia tiene unas braguitas mías puestas?
¡Vaya con mi hija! Que espabilada me ha salido y eso que recién cumplió 9 años.
Cerré la tienda temprano para hablar a solas con mi hija.
Nos subimos a conversar a la sala, me senté con ella acomodada en mis piernas, no sabia como empezar.
– Mira mi amor, la verdad es que la niña se golpeo entre la piernita y yo empecé a sobársela y le gusto.
– ¿Cómo?
– María José, yo le explico pero como le dije no puede contarle a su mamá.
– Vale papá, te lo prometo, ¿pero como la sobaste?
– Así: metí mi mano entre su faldita y me di cuenta que no tenía calzones, le hice masajes en su coño y a ella le gusto por eso se quejaba y por eso le preste tus braguitas; no le dije que la había penetrado.
– Papá, si usted me masajea ¿a mí también me gustaría?
– Me imagino que si mi amor, le conteste.
Esa fue mi oportunidad, la bese en su boquita preguntona, la acaricie por debajo de la falda y por encima de la braga, mucho rato, muy amorosamente, mime su clítoris y con la otra mano excite sus pezoncitos, se quedo como desmayada cuando en un gemido largo mojo la braguita.
– ¿Te gusto tesorito?
– Si papá, me gusto lo que se siente, prométeme que me volverás a hacer.
– Claro mi amor, las veces que tú quieras, pero recuerda es un secreto.
Me quede tranquilo, había asegurado el silencio de mi hija.
Han pasado 8 meses, Lucía se ha convertido en mi amante, desde su casa vigila cuando mi esposa sale y cruza la calle sola para nuestros encuentros furtivos, ha progresado mucho en su técnica para follar gracias a mis enseñanzas.
He de contar que estuvo 15 días de vacaciones de verano y cuando regreso nos pegamos una follada tan fenomenal que alcanzo su primer orgasmo a los 7 años y 2 meses.
Me contó que paquillo también se la folla, pero que con el no siente tan bueno como conmigo.
A mi hija María José, 2 años y medio mayor que Lucía, la noto más fogosa aunque no la he desvirgado aún, si le he punteado su coñito y sus tetinas que ya se están empezando a hinchar nos han deparado momentos sublimes de incesto sobre todo después que le produje su primer orgasmo.
Y yo al superar los complejos de culpa disfruto más, ya ves, eso es lo que me esta tocando vivir.
Acepto sugerebcias y comentarios en mi perfil.
GRACIAS.
«– Princesa ¿quieres lechita en la boca?
– Siiiii señooooor.»
Ay me derrito de morbo y ternura si oigo a una chiqui pedirselo así a su macho, qué ricooo >///< encantada los filmo