LUCÍA (Un despertar prematuro) Segunda parte.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Nandincesto45.
LUCÍA (Un despertar prematuro) Segunda parte.
Mi esposa Nuria sigue con la administración de empresas y comunidades.
Los encuentros con Lucía se han hecho esporádicos por falta de oportunidades.
Sin embargo con mi hija María José avance mucho en el trascurso del invierno, como les conté en el relato anterior ella es muy fogosa, no pierde ocasión para pedirme que la acaricie, y se fueron dando las cosas poco a poco, primero besos, caricias en el coño y las tetinas.
Otro día remplazamos la siesta con actos más atrevidos, mamada de coño y le metí un dedo por primera vez con mucha suavidad para no causarle ningún daño pero si para hacerla orinar de la emoción.
La primera vez que llego a un orgasmo total de mujer le faltaban 5 meses para sus diez años, inolvidable para mí porque después de hacerle de todo se lo produje tallándole la polla en su rajita y punteando su virginal entradita hasta introducirle solo el glande, también fue la primera vez que sintió mi semen caliente dentro de ella.
Un par de noches que dormimos juntos porque Nuria andaba por Madrid donde sus padres me desenfrene:
La primera noche fue tanta la pasión que resuelto a desvirgar a mi hija la penetre mas profundo,
– Hayyyyyyyy papito, no mas, duele muchooooo.
Suplico con tanta vehemencia que desistí de continuar y mejor termine en su boquita.
Para la segunda noche conseguí una pomada calmante, después de excitarla embadurne su coñito y mi polla, ¿que quieren que les diga? si no hay sobre la tierra ningún placer comparable al de sentir el túnel calido y palpitante de tu hija, abriéndose entre gemidos y el quejido final cuando la pasas de niña a mujer, ese momento sublime en que se detiene el tiempo y te quedas quieto para dar descanso a lo que más amas, te deleitas con sus teticas haciéndoles hinchar sus areolas y endurecer el pezón.
Los oídos te zumban, tu frente se perla, tus músculos están tensos con movimientos calculados, se siente la sangre que corre a alimentar el miembro del placer divino con mandatos del cerebro a tu perversidad.
Y las palabras trémulas, entre deseosas y temerosas de mi hija, susurran:
– Continúa papá.
La punta del falo sigue por entre paredes jamás holladas aumentando la acumulación de placer y el primer retroceso, cauto, sutil, mirando el rostro de la niña que de temor pasa a sorpresa, se siente que relaja un poco el cuerpo cuando lo saco hasta donde estaba su flor virginal, sus ojos expectantes clavados en los míos, vuelvo a perforar con el deseo de explorar hasta el fondo.
– Haaaaa papaaaa, murmura cuando toco su última frontera.
Varias metidas y sacadas, su rostro se ruboriza, su cuerpo cambia de tenso a gozoso.
Vuelve y se tensa vibrando en su primer orgasmo con mi polla totalmente dentro, no aguanto más, sus fluidos y mi semen se mezclan al pié de su útero.
Relax con mi hija totalmente desnuda sobre mí, sentir la protuberancia de sus senitos en flor ablandarse cuando su respiración agitada se va calmando y la mía también.
Solo hace seis meses que mame estos pezoncitos solitarios sobre su pechito plano por primera vez y ahora sus teticas entran con dificultad en mi boca.
Nos damos un relajante baño caliente, luego a dormir porque tengo que abrir la tienda temprano y mi hija a su tercer grado escolar.
A mediados de la primavera llegaron las niñas de la escuela directamente a mi casa, les prepare de comer, mientras María José se cambiaba el uniforme Lucía fue a la cocina y me abrazo.
– Antonio tengo ganas, dijo
– Yo también, pero ¿mi hija?
– Se quedo pensativa, de pronto se le ilumino la carita y dijo:
– Y si lo hacemos los tres como hice una vez con mi papá y mi hermano.
– Yo no se, tendrías que proponérselo tu.
La idea entro a mi cerebro como un fogonazo.
Las escuche conversando
– Pero a mi primero, dijo mi hija.
– No pasa nada, contesto Lucía, vamos a decirle.
Se pararon frente a mi algo nerviosillas.
– Papá, ¿Qué si hacemos la siesta juntos?
Pero comemos primero.
Quien se iba a negar y menos yo que ya le había cogido el gustillo al incesto con mi hija y a ese coñito tan tierno de mi vecinita.
Tarde maravillosa donde lo que mas intensifico mi excitación fue hacer comparaciones de sus partecitas intimas y el esmero que ponía cada una en hacerme gozar.
Ambas quedaron desmayaditas con el coño lleno de semen cuando baje a abrir la tienda.
Lucía cruzo la calle una mañana que no tuvo escuela, viene agitada, como escapando de su casa para buscar un encuentro furtivo conmigo.
El vestido que trae deja ver su cintura delgada pero de cadera cimbreante al caminar, revela a las claras su cuerpo de niña-mujer, o al menos así lo interpreto yo que la veo con deseo, como supliendo a su padre que la había iniciado en el incesto y con amor brindándole ternura y afecto que claramente le hace falta en su entorno.
En mi tienda Tengo una butaca alta, tipo bar, con la confianza que ya la caracteriza se sube meneando las caderas para poder sentarse.
Yo atendiendo clientes, mi esposa que entra y saluda a Lucía:
– Hola mi amor ¿Qué haces por aquí tan temprano?
– Anda, que no sabes que hoy hay paro de maestros.
– Mi amor se me había olvidado por preparar estos papeles, me voy ya mismo a llevarlos a Guadalajara, quédate con María José que esta arriba.
– No yo acompaño a Antonio un rato.
– Como quieras, pórtate bien, muuuaaak.
Nuria mi esposa se despidió, los clientes fueron mermando, le doy un donut a la niña.
Lucía que mueve el asiento, se oculta de la vista de los clientes sentada en la butaca abre las piernas dejando ver sus bragas, le miro en su cara la malicia de quien sabe que esta cometiendo la mayor pilatuna de su vida.
Me desespero, atiendo con torpeza, la veo en ese rincón incitándome, el peligro me sube la adrenalina, me excito y acercándome le susurro que se quite las braguitas.
– Venga Antonio, hasta logo, dice el último cliente cuando se marcha.
Es la mayor osadía que voy a cometer con esta niña.
No puedo cerrar la tienda, apenas son las 11 de la mañana, salgo a la puerta y oteo para lado y lado, la calle esta sola, hoy no hay estudiantes que vengan a comprar chuches, a lo lejos una familia que va para el pantano, María José esta en la sala con los juegos del Internet, saco mi polla con dificultad frente a Lucía, hace 6 meses la penetre por primera vez.
Ahí sobre el asiento le lubrico la rajita y la abrazo, ella pasa sus piernas por mi cintura y se cuelga con sus bracitos de mi cuello, le beso su encarnada boca con penetración de lengua, la agarro con las manos de las caderas y de pie se la calo profundo, la niña gime.
Esta situación es mágica, una niña de 7 años cumplidos cabalgando sobre mi polla, solo hace tres meses alcanzo su primer orgasmo, sus gemidos cada vez mas duros; planeo que si llega alguien la descargo en la butaca y me hago el tonto, el peligro es un estimulante, su gemido de orgasmo que hasta lo escucho mi hija, mi descarga abundante con gemido contenido.
Fue un rapidin que me puso al borde del infarto.
Cuando bajó mi hija nos encontró en esta situación:
Lucía limpiándome la polla con su boquita y yo con mi mano recogiendo el semen que le brotaba de su rajita, se lo tomo sorbiéndolo y mirando a mi hija con esos ojazos enamoradores, luego mi hija trajo unas servilletas, le ayudo a ponerse las braguitas y se la llevo para el piso.
Cierro la tienda a las 2 ½ subo y encuentro a las niñas cantando y bailando karaoke, las contemplo un rato pero me voy a prepararles de comer cuando siento que me esta comenzando una erección al verles menear el culito en acciones provocativas.
Otra tarde memorable de desenfreno y pasión con estos angelitos que ya no se cortan para nada, que lejos ha quedado su inocencia, sus actos de lesbianismo infantil al desnudarse aunque simples son supremamente excitantes.
Me acuesto desnudo, tomo el papel de pasivo y dejo que ellas hagan conmigo lo que quieran, mi hija por ser mayor toma la iniciativa, acomoda su rajita sobre mi polla y se ensarta, Lucía espera turno besándome.
María José cabalga, sus teticas firmes aún no vibran, gime grita y llega su orgasmo, pasa su coño a mi boca para regalarme su delicioso néctar.
Lucía ocupa su puesto, como aún esta húmeda de la follada anterior entra más fácil, no tiene teticas solo la hinchazón de sus areolas, me sigo asombrando que en su vagina tan pequeñita quepa todo mi miembro, cabalga con mas practica apoya sus manitos en mi pecho, su orgasmo es mas sutil, también me da su néctar en mi boca, luego mi hija vuelve y se ensarta, Lucía le mama los pechos, yo me corro en mi hija y queda tendida a mi lado, Lucía aprovecha para chupar el semen y los fluidos que salen de la vagina de mi hija.
La rueda de la lujuria se cierra con las dos mamando mi polla por turnos, se beben mi semen pasándoselo de boca en boca.
Uffff que suerte tengo.
La semana de la fiesta del entierro de la sardina las niñas tuvieron libre y coincidió con un partido de futbol ínter colegiado de Paquillo en un pueblo cercano, Rosario su mamá hablo conmigo para pedirme el favor si yo podía acompañarlo ya que ella estaba muy ocupada en la cafetería, lo consulte con mi esposa entonces saltaron las niñas diciendo que ellas también querían ir.
De la nada se armo paseo, yo propuse que ya que las niñas estaban libres pasaríamos el fin de semana (desde el jueves hasta el domingo) en el camping de Cañamares y aprovecharíamos para hacer senderismo en la ruta del nacimiento del río Cuervo.
Rosario y mi esposa Nuria, (que se haría cargo de la tienda) aceptaron encantadas.
Yo tenía segundas intenciones.
– Bueno alisten todo, que el jueves (día del partido de Paquillo) nos vamos bien temprano, les dije.
Al jueves montamos todo lo necesario para acampar en la Opel Zafira, no se sabía quien estaba más contento si las niñas, Paco ó yo, Lucía y mi hija se disputaban el puesto de adelante.
– No, las niñas viajan en el puesto de atrás y con los cinturones, Paco adelante, les dije.
Se veían hermosas, ambas con short apretados resaltando sus culitos firmes y paraditos, camisetas de algodón tipo esqueleto que en mi hija dejaba notar sus senitos floreciendo y zapatillas deportivas propias para caminar.
Al ponerles los cinturones les apreté las teticas con disimulo, dejándoles saber lo que las esperaba.
Luego de la despedida de rigor de sus mamás arrancamos, el viaje fue normal y agradable pasamos por Cañamares directo al camping para alquilar una cabaña de 4 personas, escogí la más retirada la cual consta de una alcoba con 2 camas grandes, una sala-comedor, baño, cocina y todos los electro domésticos necesarios.
Organizamos las cosas y nos fuimos al partido del equipo de Paco contra los de Priego con la mala suerte que lo perdió, después de comer en el restaurante del camping, regresamos a la cabaña, nos colocamos los trajes de baño y nos vamos a “la playita” formada por el río Escabas.
Ahí comienza la fiesta para mis ojos, Lucía y María José lucen preciosas con sus bikinis que como fueron comprados el verano anterior ya les quedan pequeños, hay pocos turistas y el disfrute en el agua fue corto porque el agua aún esta fría.
Observo las reacciones de Paco con disimulo y noto que le llama más la atención mi hija María José, quizá por sus pechitos ó porque su vagina se nota mas grande.
Regresamos a la cabaña pero de paso encargue la cena para las 7 de la tarde y me lleve 3 botellas de vino Manchego tinto y una de mosto.
En la cabaña nos quitamos la ropa mojada y las niñas que se visten ante nosotros, el nerviosismo de Paco y mío es notorio, sirvo 2 vasos de vino para relajarnos, las niñas también quieren, se los pongo con casera.
– Juguemos a algo, dicen.
– ¿A que? Pregunto.
Lo piensan un rato.
– Ya se, juguemos “a que no te atreves”, dice mi hija.
– Vale contestamos todos.
Al principio las penitencias son inocentes, que bese al que mas quiere, que se tome un trago de vino, que adivine que es, que cuente un chiste, etc.
etc.
Paquillo es el primero en poner una más fuerte.
– A que no se atreven a bailar y cantar solo en braguitas.
Mi polla se reanimo nerviosa dentro de la bermuda.
Ver estas ninfas bailar una J meneando su coñito ante mis ojos no tiene precio.
Ambas con unas tanguitas diminutas, creo que se las pusieron con doble intención.
Pero luego las penitencias suben de tono por el calor del 2º vaso de vino.
Ellas se desquitaron cuando les toco el turno.
– A que no se atreven a quitarse la ropa.
– ¿Toda? Pregunto.
– Siiiiii, contestan en coro.
En mi turno de poner penitencia le digo a mi hija.
– A que no te atreves a besar a Paco en la boca.
María José ni corta ni perezosa se pego como una lapa, y el Paquillo picarón aprovecho para cogerle las teticas, Lucía miro mi miembro palpitando y se sentó en mis piernas.
Con la lujuria brotando por mis poros le digo a Paco.
– A que no te atreves a follar con mi hija.
Para María José y Paco fue como una orden, Lucía se opuso.
– Antonio, no es tu turno de poner penitencia.
– No importa mi amor, le susurro mientras veo a mi hija quitarse las bragas y abrir las piernas ofreciéndose, sus ojos me miran, la evoque en la inocencia de sus seis ó siete años, con su carita sonrosada, sus pestañas largas, labios puros y ojos negros ensoñadores y ahora a punto de ser penetrada en una situación propiciada por mí.
Trato de captar que siente cuando la polla de buen tamaño del chaval comienza a abrir sus labiecitos vaginales y empieza a perderse dentro de lo que mas amo.
Un haaaaa de placer desfogado hizo transformar su rostro.
Nunca me imagine lo excitante de ver que se follan a tu hija de escasos 10 años ante tus ojos, sus gemidos son música para mis oídos, el movimiento de su pelvis busca más placer, veo las venas del pene de Paco hincharse más en cada metida y sacada, mi hija que se aprieta los senitos con deleite, siente su primer espasmo, lo abraza, otro espasmo largo, juntan sus bocas para ahogar el gemido de su orgasmo, solo con esta imagen me corrí sin percatarme siquiera que Lucía tenia mi glande en su boquita, feliz con la cantidad de semen que expulsé.
Esos cuerpos jóvenes casi niños uno encima del otro, que se van relajando paulatinamente unidos aún por sus sexos es como una ceremonia sagrada que no me atrevo a interrumpir.
– A que no te atreves, dice Lucia cuando descansamos.
– No mi amor, le digo, mejor vamos a cenar que ya es hora.
En la noche otras copitas de vino, fue a Paco a quien le toco observar como me pongo las piernas de su hermanita en los hombros y se lo dejo ir lentamente hasta la raíz, la chiquilla quiso cabalgar, nos volteamos, ella se pego a mi pecho con mi pene adentro dejando el culo paradito, pienso que es para que su clítoris tenga mas roce contra mi polla.
Me asombro.
– Hermanitooooo, métame el dedo en el culo como cuando lo hicimos con mi papá.
Paco no dijo nada, mojo su dedo con saliva y cumplió su capricho, mi hija también se acerco y me brindo sus teticas.
¡Que noche! Otra corrida espectacular imaginando a Lucía con 6 añitos y ½ ensartada en la polla de su papá y dediada en el culito por su hermano.
Paquillo durmió con mi hija y no se cuantos polvos le echaría, yo le eche uno a Lucía escuchando follar a mi hija, luego acune a la niña en mis brazos y me quede dormido.
El viernes amaneció lluvioso, nos levantamos tarde, a eso del mediodía comimos en el pueblo, tome el coche para ir al río Cuervo, un poco de senderismo y regresamos a tiempo para cenar.
En la noche otro festín de sexo, las niñas iniciaron con sus caricias lesbianas mientras Paco les toma fotos, yo escogí a mi hija para dormir con ella y me la folle en todas las posiciones.
Paco con su hermanita también incluso le dio por el culito, en medio de la lujuria lo intente con mi hija pero a ella le dolió mucho al principio y no hubo penetración.
Más tarde en que ya nos habíamos tomado unos cuantos vinillos me cogí a Lucia por el anito mientras mi hija miraba, esto la animo a volver a intentarlo, por fin mi polla bien lubricada pudo desflorar el orificio que le faltaba, al comienzo con quejidos y luego con gemidos que me dieron a entender que le gustaba, yo que no soy muy de relaciones excrementales pero tratándose de mi hija tuve una de las mejores eyaculaciones de mi vida.
El sábado hace un día esplendoroso en la mañana, mi hija se despertó con mi polla dentro porque la penetre dormidita, hice levantar a Paco y a Lucia.
Paco fue a la tienda a comprar el desayuno, me metí a la ducha con las niñas, al hacerles un aseo concienzudo a sus vaginas las note un poco irritadas, -es lógico- llevamos dos días con sus noches en sexo desenfrenado.
– Papito, dice mi hija, con solo tocarme el botoncito del clítoris se me pone duro y me arde.
– Siiiiiiiii, yo también siento eso, dice Lucia.
– ¿Y os gusta?
– Ufffff, me encanta papito, contesta mi hija enjabonando mi polla.
– Me fascina, dice la voz infantil de Lucía, besándome la boca, como para no quedarse atrás de María José.
La vanidad me picó y les pregunto:
– ¿Con quien les gusta más?
– Contigooooooo, responden al unísono, arropándome en abrazos y llenándome de besos por todas partes cual sílfides en celo.
Desayunamos y en traje de baño nos fuimos a la mini presa de la playita, María José y Lucía se hacen amigas de otras niñas de su edad que están chapoteando en el agua.
La tarde se hace lluviosa y no volvemos a salir de la cabaña, ya se imaginaran ustedes lo que hacemos, contando con que la actividad principal del paseo es el sexo.
Paquillo me confeso esa noche, al calor de los vinos, que había visto a su mamá (Rosario) follando con su abuelo ó sea el papá de ella.
Tuve como una premonición, me lo imagine follándose a su nieta Lucía también, y sentí como un vacío en el estomago y un pelín de celos.
El domingo regresamos a casa, ¡Que maravilloso paseo!
Llego el verano y con él también el abuelo de Lucía, mis presentimientos comenzaron a hacerse realidad pero nos involucraron a mi hija y a mí.
Talvez algún día os cuente esta parte de mi historia.
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