Madre Querida Madre Adorada
Continua mi relación con mi Madre.
A la mañana siguiente, y una vez que mi cama estuvo libre, pude dormir a mis anchas, y cuando desperté ya era tarde y tenía la sensación de haber soñado que me había cogido a mi madre, mi corazón empezó a latir con fuerza y un sentimiento de culpa me invadió. Salí de mi cuarto hambriento y aun crudo por el licor ingerido la noche anterior, y ahí estaba mi mamá, fresca como una lechuga, preguntándome “¿ya quiere comer mi hijo?” con una naturalidad que me hacía pensar que en realidad lo de anoche había sido un sueño de borracho. Pero cuando me acerqué a saludarla disimuladamente me agarró la entrepierna y me guiñó un ojo, “cada vez estoy más enamorada de ti, mi chiquito”.
Mi verga automáticamente empezó a levantarse y mi madre me dijo “lástima que están todos en casa” y continuó como si nada.
Encontrar un momento a solas en una casa donde vivían nueve personas era realmente difícil, así que mi madre dejó las cosas en paz por lo que restaba del día, que por cierto era domingo.
Así, amaneció el lunes con el ajetreo de las mañas mandar a los más chicos a la escuela y a dos más grandes a la prepa y los restantes a trabajar, el primero que se había ido fue mi padre y yo me levanté también para ir a la prepa, pero mi mamá me dijo que siguiera durmiendo que todavía no me reponía de la fiesta del sábado. Yo le hice caso y fui a mi cama a seguir durmiendo.
Al rato entró mi madre a mi cuarto, me despertó y me dijo que fuera a su habitación que teníamos que hablar. La casa ya estaba sola, nada más estábamos los dos, y entramos a su cuarto, nos sentamos en la cama y mi mamá me agarró las manos y dijo, “No sé qué pienses de lo que pasó la otra noche, sé que eso se llama incesto y sé que es un pecado muy grande, que cuando me muera me voy a ir al infierno, pero siempre has sido mi favorito, siempre te he querido por encima de los demás, pero esa noche, cuando saliste con esa muchacha, sentí unos celos terribles, me sentí tan celosa y tan enojada que por fin me di cuenta que te he amado desde que naciste, desde que te tuve en mis brazos y cuando te amantaba, para mí era algo erótico, que me hacía sentir un calorcito en el cuerpo que no lograba explicarme, y así fue hasta esa noche, cuando por fin me di cuenta de la realidad. Yo no supe que decir, solo me acerque a ella y la bese tiernamente en la boca, “mamá, yo también la quiero mucho” y la abracé y nos besamos primero suavemente, pero después con una desesperación que me dolieron los labios. Hoy gozaremos, pensé, no hay nadie que nos oiga ni estamos borrachos. Así que la desnudé, completamente y pude observar detenidamente su cuerpo robusto, sin llegar a la gordura, admiré sus pechos enormes y su monte de venus que advertía entre su follaje la tierra prometida. Una vez que yo estuve desnudo, la besé con pasión y seguí por su cuello deteniéndome en sus orejas, lo que la hizo jadear levemente, bajé a sus tetas y empecé a absorber como cuando era pequeño hundiendo mi cara entre las dos chichotas, recorrí todo el camino ensalivando su vientre y su ombligo, hasta llegar al El Dorado, al Paraíso y separando sus labios vaginales, mordí su clítoris suavemente mientras mi nariz se enterraba en sus profundidades, lamí y sorbí cuanto líquido encontré en el camino, mordisqueé los labios y mi lengua se dirigió más al sur, levanté un poco sus nalgotas y encontré el precioso agujerito, arrugado y herméticamente cerrado, lo lamí alrededor e intenté introducir mi lengua, como no pude succioné y ensalivé toda el área, mi madre solo gemía lastimeramente, diciendo “Martin, mi Martin, mijito chulo, no te detenga, se siente tan bien, sigue lamiendo el culo de tu madre, por favor”. Aproveché que estaba ahí y volteándola, besé y mordí sus nalgas, que es lo que siempre me ha excitado de una mujer. Giré mi cuerpo e hice que ella quedara de espaldas y la invité a que practicáramos un delicioso sesenta y nueve metiendo mi verga bien parada en su boca y yo volviendo a lengüetear su vagina, sintiendo como mi madre chupaba y mordía mi verga, y eventualmente se llevó mis huevos a la boca y los jugueteó con la lengua, yo estaba como una olla de vapor y mi madre apretaba su chocho contra mi boca, “Ya no puedo más”, me dijo, “cógeme, méteme la verga quiero sentir la verga de mi hijo dentro de mis entrañas”. Y poniéndome de rodillas frente a ella la levante de las nalgas y le metí mi grande y gruesa verga, arremetí con enjundia y la hice gritar y maldecir, “chingada madre, eres un cabrón, cógete a tu madre hijo de la chingada méteme la verga duro, no tengas piedad de mi”, ella estaba en un estado como de shock, y mientras más gritaba y me enterraba las uñas en las nalgas, más fuerte arremetía contra ella, “me voy a venir mijito chulo, has que tu mami se venga, mi bebé, hazme venir, te amo mi chiquito, mamá te quiere mucho, mamá quiere que te la cojas”, Y yo también estaba jadeando y le decía,” Mami, tienes un culo hermoso, tus tetas son grandes y suaves, estas bien buena mamá, quiero coger contigo siempre, quiero que seas mi mujer, quiero que te cases conmigo y que tengas un hijo mío que también sea mi hermano”. En esas discusiones poéticas estábamos cuando explotamos con un grito al mismo tiempo, “Me vengo mijito, me vengo, con espasmos y contracciones de su cuerpo y ya casi riendo, casi llorando terminé a chorros dentro de la vagina de mi madre.
Al terminar, saqué mi verga y la lleve a su boca, mi madre golosa la devoró completa, la lamió y la besó dejándola completamente limpia.
Tu papá nunca me hizo mamársela, y tampoco me comió la panocha, decía que eso es asqueroso y vulgar además de ser pecado, cuando lo hacemos el se me sube, lo mete y cinco minutos después ya terminó.
No se preocupe mami, yo le voy a dar todo lo que mi papá no le da.
Diciendo esto la besé profundamente, jugando con su lengua, después tiernamente le mordí los lóbulos de las orejas y metí mi lengua en su oído, para después hacer lo mismo con el otro, fui bajando a su cuello y lo besé, sorbiendo su perfume, con mi lengua fui descendiendo por entre sus senos, siguiendo hasta su peluda vagina, la cual saboree un buen rato, abriéndola con mis manos para lamer a profundidad, solo escuchaba los gemidos de mi mamá, que me empujaba la cabeza la cual tenía agarrada por mis cabellos, estaba tan absorta en el placer que le proporcionaba que no se daba cuenta que me estaba jalando fuertemente los cabellos.
Dejé su chocho en paz y busqué su ano, su delicioso agujerito, el cual lamí y ensalivé completamente, pero mi viaje aun no terminaba, besé la parte interior de ambos muslos y continué mi camino hasta sus pies.
los cubrí de besos y llevé sus dedos a mi boca, los chupé uno por uno y lamí las plantas de sus pies, mi madre estaba al rojo vivo y me pedía verga a gritos.
¡Ya méteme tu verga por favor! ya me vine tres veces, cógeme mijito, no hagas sufrir a tu mami, ¡necesito que me la metas ya!
Así que para no hacerla esperar más, me acerqué a su boca y la volví a besar, al mismo tiempo que le clavaba mi verga hasta el fondo, mientras le apretaba los pezones que estaban duros como una roca.
Empecé lentamente, como en cámara lenta mis embestidas haciendo que sintiera mi verga centímetro a centímetro y gradualmente aumentaba la velocidad hasta que eso se convirtió en un mete y saca frenético que hacía gemir y llorar a mi madre.
mi bebé chulo no pares, sigue cogiéndome con esa sabrosa verga tuya que tantas veces limpié cuando eras chico, vente dentro de mi, quiero sentir tu leche inundar mi vientre, quiero tener un Martincito igualito a ti o una mujercita que cuando crezca también la puedas hacer tan feliz como a mí.
En esas estábamos, cuando colisionaron dos mundos en el momento que ambos nos venimos, y gritamos al unísono y lloramos y reímos y terminamos de enamorarnos, en ese momento sabíamos que nunca nos podríamos separar, que estábamos hechos el uno para el otro.
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