Madre, siempre te amare
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juandeldiablo1957.
En esa época mi madre tenía 40 años y yo 20, tenía como un año de que acababa de salir del colegio militar y ella acababa de divorciarse de mi padre en forma oficial.
Físicamente estaba bien buena, tenía un par de tetas grandes, algo caídas, pero lo suficientemente duras para que yo me entretuviera con ellas, siempre me encanto mamárselas y estrujárselas con pasión.
Tenía unas amplias caderas, coronadas con un par de nalgas grandes y gordas, que se le ampliaban sabrosamente cuando me la cogía en posición de perrito, en esa posición me encantaba darle de mordiditas a sus nalgas, como si fueran un par de melocotones sabrosos, por supuesto que a ella le encantaba.
Tenía algunos kilitos de más, pero sin llegar a ser gordita; era de facciones delicadas y siempre lucía una bella sonrisa, pese haber pasado por la infidelidad de mi padre y el postrer divorcio con él.
Cuando cumplimos un año de relaciones, esa tarde yo llegue con un ramo de rosas y se las regale, en honor de nuestro primer aniversario juntos.
Mi madre me recibió vestida con una batita de color blanco casi transparente, que me dejo ver su cuerpo casi desnudo, solo vestía, aparte de la bata unos pantis negros que apenas cubrían sus preciosas nalgas, se arrojó a mis brazos conmovida, diciéndome que me amaba más que a nada y que no podría vivir sin mí, el sentimiento era mutuo, ya que nos amábamos y podríamos pasar toda la vida juntos, dándonos todo el placer posible que una pareja de enamorados se podría dar.
Ella me dio un apasionado beso, el cual yo correspondí con igual pasión, así abrazados entramos a su recamara, mientras yo la besaba, le sobaba con pasión sus nalgas gordas, ella hacia otro tanto, ella me sobaba el pene a través del pantalón, ambos estábamos poseídos por una pasión que hasta el día de hoy no he experimentado.
Ya dentro de su habitación, ella se quitó la batita que vestía y el panti que apenas cubría su vagina y se tendió lánguidamente en la cama totalmente desnuda, siempre me producía una gran pasión verla así desnuda y por supuesto, siempre me producía una gran erección verla así, produciéndome un sinfín de sensaciones, ella me excitaba mucho, así que, sin perder el tiempo en nada me quite la ropa y quede completamente desnudo frente a ella, ella me miraba con pasión, sin esperar más me subí en ella y la empecé a besar como a nadie, luego me baje a sus tetas.
Mientras le mamaba una de sus tetas, mis manos recorrían su cuerpo desnudo con lujuria, me entretuve por un momento con su vagina, delicadamente le abrí los labios y le metí tres dedos, con los cuales escarbe suavemente dentro de ella, ella me dejo de besar para abrir la boca y resoplar con lujuria, se notaba que mis dedos la estaban poniendo cachonda y lo notaba, porque ellos estaban empapados con sus jugos.
Así estuvimos por un largo momento, la noche era nuestra y nada, ni nadie iba poder evitar que esa noche ella volviera ser mía, ella con un suspiro se entregó completamente a mí, delicadamente le abrí las piernas y hundí mi boca en su vagina, mi lengua empezó a explorar cada rincón de su vagina, nada más se oían en la habitación los fuertes chupetones que le daba a sus labios vaginales, ella me mesaba los cabellos y a la vez empujaba mi cabeza hacia ella, buscando que mi lengua entrara más y más en sus conchita sabrosa, así estuvimos por un rato, mi lengua logro que se viniera una vez, bebí sus jugos con pasión, mi madre siempre fue muy limpia en su zona intima, además, de que siempre la mantenía depilada solo para mí, cosa que me encantaba mucho.
Después del orgasmo que tuvo, me levanto la cara y me dijo melosa, ¡papi es hora de que hagas feliz a mami!, al oír esto, yo ya sabía lo que quería, ella quería verga y se la iba dar, para eso estaba yo ahí, para complacer y bajarle la calentura a mi madre, ya que, si no era yo, podría ser otro cabron y eso no me agradaba para nada.
Así que, me coloque entre sus piernas, ella me miro con dulzura y me dijo ¡te amo hijo mío!, le respondí, ¡yo te amare siempre madre! No había que decir nada más, la noche era nuestra y era hora de complacer a mi madre, le abrí las piernas, las coloque en mis antebrazos, ella tomo mi verga y se la restregó en la entrada y de un empujón se la metió toda ella solita, al principio la penetraba muy suave y lentamente, pero ya no pude más, me embargaba una gran pasión por ella y la empecé a penetrar a toda velocidad, nada más se oía el chapotear de mi verga en sus jugos cuando la penetraba.
Yo podía ver en el rostro de mi madre los efectos que le hacia mi verga, cosa que me daba alegría, porque sabía que estaba haciendo feliz a mi madre, en cada metida de verga ella abría su boca tan solo para lanzar grititos de placer, me pedía más y yo le daba más, mi juventud y mi verga estaban a su servicio, así que, no había necesidad de que me pidiera más.
Queriendo variar la posición, rápidamente me acosté de espaldas y ella loca de placer se montó en mí y me empezó a cabalgar como loca, se daba sentones largos y profundos, yo casi no hacía nada, solo empujaba mi espalda hacia arriba, tratando de sincronizar los sentones que se daba en mi verga, después de un rato de cabalgarme con fuerza sus movimientos fueron aminorando, yo estaba seguro de cuál era la causa, ella estaba a punto de venirse y cuando lo hizo, lanzo un grito largo de placer y se recostó desmadejada sobre mí, como yo ya estaba a punto de venirme, como pude hice que se bajara de mí y la puse en cuatro patas, mostrándome las grandes nalgas que poseía y sin más se la deje ir de un solo envite, nada más le di como cuatro metidas de verga, cuando sentí que venía el viaje sin retorno y ya cuando mi leche estaba en la punta, se la clave toda y me empecé a venir como loco dentro de ella, ella repego sus nalgas en mi bajo vientre al sentir los chorros de leche que le aventaba.
Ella se dejó caer hacia adelante, mi verga semi erecta abandono su nicho sabroso, ambos terminamos bañados en sudor y en nuestros jugos, jadeando por el esfuerzo hecho quedamos tendidos uno a lado del otro y nos quedamos dormidos.
Muy de mañana ella me despertó, como ella lo sabía hacer con una buena mamada de verga, cosa que me encantaba, me la volvió a parar y me la volví a coger otra vez, como dije ante, para eso estaba ahí, para darle verga a mi madre a la hora que ella quisiera.
A través de los años, sigue recordando esas sesiones de amor que teníamos los dos.
El gusto que tengo es que hice feliz a mi madre por mucho tiempo, hasta que ella le perdió el interés al sexo, debido a que ya era grande de edad.
Y como dicen por ahí, lo que empieza algún día se tiene que acabar.
Algún día les contare, la última vez que hice feliz a mi madre.
Saludos.
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