Madre Soltera Busca Padre Sustituto Para Su Hijo (MSBPSPSH), Capítulo 1
Un gallardo jovencito busca empleo para comprarse el STA 6 que está a punto de salir, y una madre soltera y ricachona busca padre sustituto para su hijo… Te invito a leer el capítulo uno de mi primera novela erótica retorcida..
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Figúrese la habitación del pequeño que hoy es nuestro protagonista con las cuatro paredes tapizadas por cuantos pósteres se habían atravesado en su camino. Nada tenía pintura, pero no hacía falta, pues los cientos de personajes y escenarios futuristas coloreaban bien el lugar, y hasta lo saturaban. El techo era de lámina, cosa horrible cuando llovía, pues ya todos sabemos que no hay videojuego que se disfrute bajo gotas que suenan como piedras. Pero, como seguía diciendo, tres secciones eran las que dividían su pieza: en la primera estaban su cama y su armario, chaparros y agrietados muebles que chirriaban cada que eran utilizados; le seguían una mesa y una silla, ambas muy viejas, que funcionaban como escritorio tanto para las tareas escolares como para las finanzas del hogar, ya que, a la corta edad de x años, el pequeño Alex ya se encargaba de estas cosas, y de otras, más que nada porque su abuelita no sabía ni leer ni escribir; y finalmente, un enorme computador, que estaba encima de una mesa más grande y nueva que la del escritorio, con todas sus piezas siempre impecables e iluminadas por diminutos focos que habían sido rescatados de la navidad anterior, era lo que resaltaba más a la vista, y el tesoro más preciado de Alexander. Este disciplinado muchachito se había esmerado tanto y había ahorrado un año entero para por fin comprarse aquello con lo que tanto soñó: una maquina en donde poder jugar a videojuegos. Aunque tampoco es que fuera algo superpotente, ni siquiera potente, ni siquiera regular (lo había sacado de la biblioteca). Más bien era…, bueno, algo para lo que su humilde economía pudo aspirar. ¡Pero vaya si le costó! Trabajó como empacador de supermercado, y como un burro, y tuvo que depender en su mayoría de las propinas que le daba la gente, pero hacía un mes que ya tenía en casa aquel anticuado aparatejo, y entonces era feliz, verdaderamente feliz. Y si me permites dar una opinión, diría que Alexander, en lo modesto, me recuerda a mi infancia y a muchas otras.
Digamos, además, que era un ferviente admirador de todas las estrellas online del momento, de todas esas que juegan a videojuegos, me refiero. Les seguía siempre el rastro y se mantenía siempre pendiente de cada nueva estrella que surgiera, y le rogaba y le lloraba a su abuelita todos los días treinta de cada mes, para que fuera a presentarse a pagar puntualmente el servicio de Internet, y que este nunca se perdiera de ninguna novedad. Y así, un buen día, o una buena tarde, más bien, de septiembre, se encontraba Alexander ideando formas de ganar más dinero, porque con lo de su empleo en el supermercado no le alcanzaría, no le daría tiempo, para comprarse cierto videojuego que saldría a la venta próximamente; aunque ni siquiera supiera a ciencia cierta si su flamante computador lo iba a soportar —ya te digo yo que no—. Y a sabiendas de que este sería el juego más popular, al menos en los próximos diez años como sucedía con las versiones anteriores, pues la desesperación y el entusiasmo lo llevaron a coger teclado, ratón y buscador y escribir: «¿cómo ganar dos mil pesos mexicanos en menos de un mes?».
Algo extraño, y sin lo que hoy no estuviéramos aquí, fue que, al cabo de dos o tres minutos de una exhaustiva búsqueda, se encontró por ahí, en un foro, con una publicación que a sus ojos figuraba como la más seria, de una mujer que ponía:
Busco padre sustituto para mi hijo: diez mil pesos mensuales a quien venga a vivir con nosotros y cumpla el rol de padre y esposo (todas las prestaciones laborales).
Por supuesto que nuestro chico se quedó atónito, primero porque en su vida había escuchado siquiera nombrar semejante cantidad de dinero, que para él sonaba como un millón, y segundo porque sabía que él era un hombre —o bueno, que había nacido del sexo masculino, para que nos entendamos— y nada más le fue a importar. Así, se puso manos a la obra: se creó una cuenta en SonShineHub, ese foro en línea para encontrar y ofrecer empleo, clicó el perfil de la mujer que solicitaba un padre, la cual en su foto mostraba un blanco e impecable rostro, cabellos castaños, anteojos cuadriculados, un redondo lunar debajo de la nariz y una muy sensual y espléndida sonrisa. Estela Velázquez era su nombre y, a ojos de cualquiera, era muy hermosa, sin importar que por culpa de algunas líneas de expresión se le notara ya cierta edad.
Buenas tardes, Mrs. Estela, acabo de encontrarme con su publicación. Veo que busca usted un padre para su hijo, y yo busco un poco de dinero, a decir verdad. Lo que pasa es que estoy ahorrando para comprarme el STA 6 que sale el mes que viene y, aunque jamás he sido padre, ni he tenido uno en la vida, soy un hombre, y como hombre tenga la certeza de que puedo funcionarle, y en cualquier cosa que usted me mande. Incluso si por mi nula experiencia y mi corta edad me diese una cuarta parte de lo que ofrece, yo estaría eternamente agradecido.
Quedo pendiente de su respuesta y listo si tengo que partir ahora mismo a su hogar. Por favor, tómeme en cuenta para el puesto, ya que verdaderamente necesito el dinero. Si de algo le sirviese, tengo experiencia como empacador de supermercado y sé un poco de física y matemáticas. Le escribe Alexander Arellano.
Cosa todavía más extraña fue que, apenas Alex se hubo tomado un tiempo para ir y volver del baño, Estela ya le tenía lista una respuesta:
Querido Alexander,
Gracias por ponerte en contacto conmigo. Déjame decirte que, según la información de tu perfil, y la simpática foto que tienes, ¡mi hijo y yo hemos decidido de que eres el candidato ideal! He de decir que, hasta el momento, siete días después de realizar la publicación, he recibido solicitudes de cientos de hombres, tanto jóvenes como ancianos, pero ninguno más apuesto y tierno que tú. ¡Así que por su puesto que estás contratado!
En suma, como me ha encantado tu idea de ahorrar (es una meta interesante), estoy dispuesta a duplicarte el sueldo prometido, siempre y cuando cumplas a la perfección el rol que te estoy solicitando.
Si vienes a casa, podrás jugar con el que será tu hijo a todos los videojuegos que desees, a él también le gustan. Hazme llegar tu dirección en cuanto puedas, que yo mandaré a recogerte.
Mil bendiciones de Estela Josefine Velázquez.
Y así es que fue. Pasaron solamente dos días para que estas dos excéntricas personas se fueran a encontrar, pero no en la puerta de un hogar, todavía, sino en la opulenta mesa de un restaurante de hotel. Mrs. Estela le había hecho llegar nada más y nada menos que una limosina, con un simpático chofer que lo llevó hasta el mismo Nerver Paradise: el hotel más caro y ostentoso de la ciudad. Le había pedido a Alexander que viniese ahí, para que comieran y se conocieran antes de comenzar cualquier labor (punto a su favor es que siempre hace bien desayunar ante un arduo día de trabajo). Y faltaba más si también llevaría su hijo.
Apenas cruzó la puerta Alexander, observó a decenas de mujeres, una más hermosa que la otra, la mayoría jóvenes, esparcidas por todo el lugar, con largos y fulgurantes vestidos de telas caras. Pero tuvo presente en todo momento que su nueva jefa y, aunque no lo supiera todavía, su nuevo amante, no era ya tan joven; y con esta pista la encontró. Aunque tampoco es que fuera tarea tan difícil, pues la misma Estela había reservado la mesa menos discreta del lugar, la del centro, la más grande y la más imponente.
Tan pronto advirtió la mujer, al igual, la llegada del jovencito de estatura ínfima que se acercaba a ella resuelta y sosegadamente, vestido con una holgada camisa blanca a cuadros, unos vaqueros negros cortos, unas botas como de campo tan ruidosas y una ancha y confianzuda sonrisa, se levantó y gritó:
—¡Hey, joven Alexander, por aquí!
En palabras del propio chico, Mrs. Estela casi daba con su coleta al candelabro que iluminaba la mesa, de tan alta que era y de la gran exaltación que la envolvía. Y vaya si cumplía con la descripción del último mensaje que intercambiaron:
Nosotros llegaremos primero, Alexander, para tenerte reservada una mesa. Seré la mujer del vestido azul y la de la coleta más alta. Llevaré mis gafas, las que observas en mi foto, y a mi hijo, que, después de ti, será el muchacho más apuesto del lugar. De cualquier forma, estaré al pendiente y dejaré indicado al recepcionista, que es mi amigo, que me avise en cuanto te vea llegar.
Besos.
Pero lo que Mrs. Estela no le había informado era que medía un metro ochenta de estatura, que su vestido era exageradamente elegante, y que sus caderas eran inconmensurables. Se diría que el restaurante entero, ocupado en parte por hombres viejos y ricachones, aprovechó la ocasión en que esta buena mujer emprendió la marcha hacia su invitado de honor, para contemplar cómo rebotaban aquellas dos enormes masas de carne que, en lugar de glúteos, parecían pelotas de baloncesto, bajo el azul celeste de un vestido que llegaba hasta el suelo.
—Va-vaya… —dijo Alexander en cuanto la tuvo delante —¿Tu-tú eres Estela? Quiero decir, ¿es usted Mrs. Estela? — Y la miraba como si mirara a una nube.
Entonces solo se le ocurría examinar su lacio y largo cabello que, por el fulgor de las luces, parecía más rubio que castaño, y que pendía de una gruesa banda elástica como un chorro de agua pende de una fuente. Por primera vez en la vida Alexander supo lo… impresionante, llamémosle así —pues recordemos que el chico era todavía un novicio en la materia—, que pueden lucir un discreto lunar, unas gafas como de oficina, unos labios colorados, unas cuantas arrugas en la frente y unas muchas sombras en los ojos, en el rostro de una mujer madura.
—¡Ella misma! El placer es todo mío. Y tú debes ser Alexander… Vaya, no me lo puedo creer. ¡Eres mil veces más tierno y guapo que en la foto! —Y en seguida la robusta mujer plantó las rodillas en el suelo, igualándolo en altura, y, después de analizarlo un rato, con los ojos llenos de ilusión, siguió diciendo—: Luces tan refinado…, hueles bien…, tu peinado me recuerda a los actores de Hollywood… y tu piel es tan tersa… Ahora sé que no nos equivocamos mi hijo y yo en esta decisión.
Alexander la miró ahora directamente a los ojos, un tanto confundido, y, a partir de este instante hasta lo que quedara de la velada, comenzó a percibir los latidos de su corazón, y a sentir correr su sangre más de prisa; aunque, ciertamente, jamás llegó a perder su compostura, que era la más inquebrantable.
—Mucho gusto —dijo, lo más tranquilo que pudo, el pequeño; le dio una mano y con la otra se acomodó el cabello —. Es usted también muy bonita, y me atrevería a decir que la que más en el lugar.
—¡Vaya si eres refinado, y cuan emocionada me tienes ahora mismo! Y, ay, tendrás que disculparme por no ofrecerte asiento todavía. Por aquí, por favor. ¡No te imaginas lo ansiosa que estoy de que conozcas a tu nuevo hijo!
Y caminando gravemente ambos, uno detrás de otro, llegaron a donde aquel otro joven los esperaba. Pero antes pudo Alexander advertir eso que tanto juzgaban los hombres, esas dos inquietas cosas que aceleraban hasta el más senil de los corazones. Y es que justo delante de él daba pasos largos Mrs. Estela, sacudiendo ante sus narices lo que para él era el más gelatinoso y mayúsculo trasero. Entonces, sin más reservas, el inocente Alexander se atrevió a preguntar:
—¿Siempre ha tenido usted, Mrs. Estela, tan grandes las pompis?
Mrs. Estela, sintiéndose alagada otra vez, ahora por la ternura que solo sabía infundir la airosa voz del chico, no le dijo otra cosa que:
—Así es, que yo sepa—. Y volteó a mirarlo de reojo, terminándose de enamorar él.
—Pues sepa también usted que todos le miran el trasero.
—Lo tengo en consideración, joven Alexander. Pero que eso te tenga sin cuidado que, a más tardar esta misma noche, mi trasero y el resto de mi cuerpo serán solo para ti.
Si te ha gustado el principio de esta novela, sígueme en X @mommysonshine para estar al pendiente de cuándo publicaré una segunda parte. Y muchas gracias por leerme.
Me interesó, especialmente las nalgotas de la madre, desde hace rato busco uno donde sea el hijo y la madre. «Oyakodon» de cierta forma xd