Madrugada de navidad con mi hermana
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Eran aproximadamente las 2 de la mañana, en un pueblo de la provincia de buenos aires en argentina cuando salíamos hacia un fiesta privada con mi hermana y las amigas.
Era una de esas fiestas que cuando se hacen populares se repiten todos los años, una excusa para ver a la gente que uno no ve el resto del año por motivos de estudio o trabajo.
Mucho alcohol, con barra de tragos libre, música fuerte y gente joven con ganas de descomprimir todo el año.
La fiesta iba todo normal hasta eso de las 4, 4 y media de la mañana.
En ese momento, una de las amigas de mi hermana Natalia viene un poco apurada hacia donde esto yo y me pide que la acompañe a buscar a mi hermana porque se la habían llevado 2 chicos hacía unos minutos y no la encontraba.
Yo, preocupado salí a buscarla enseguida y como nos conocemos casi todos en el pueblo no tarde demasiado.
Estaban en un lugar apartado, se veía claramente que los 3 estaban bastante pasados de copas y que los chicos intentaban propasarse con mi hermana.
Me acerqué lentamente por detrás y no me costó prácticamente nada tomar a uno del cuello y empujarlo contra una pared violentamente para separarlo de Nati.
El otro reaccionó tarde, pero al ver a su amigo tirado y mi cara de pocos amigos, sin decir nada lo levantó y se fueron los 2 medio tambaleantes.
Yo me acerqué a mi hermana y me dí cuenta de que no estaba conciente de todo lo que hacía, así que la levanté en brazos y me fui a la entrada de la fiesta a pedir un taxi que me llevara a mi casa para poder llevar a mi hermana a dormir.
Llegamos a mi casa y todos dormían, por suerte mi casa es una de esas antiguas, con muchas habitaciones y justo la de mi hermana es la que esta más lejos del resto así que no despertamos a nadie.
La llevé en brazos hasta su cama y cuando la estaba recostando me hizo perder el equilibrio por un movimiento brusco y caí sobre ella con mi cara entre sus pechos.
Nunca le había prestado atención hasta ese momento, o al menos no seriamente, al cuerpo de mi hermana Natalia.
Sus senos, de gran tamaño me sofocaron un instante en el que perdí la noción de lo que estaba haciendo ahí y cuando intenté levantarme suavemente para salir de encima de ella, Nati me rodeó el cuello con sus brazos y torpemente comenzó a buscar mis labios con los de ella para besarme.
El olor a alcohol era muy fuerte y ella no estaba consciente de lo que hacía pero en ese momento no supe como reaccionar y terminé besándola.
Fue un beso tierno, casi inocente el que me dio, pero me hizo poner la verga durísima en un instante.
Mi mente se nubló y por unos minutos seguí ahí, encima de mi hermana, sintiendo sus senos apretados contra mi pecho y sus labios suaves contra los míos.
Su lengua entrelazada con la mía me estaba haciendo perder completamente el control.
Reaccioné y quise irme, sentí culpa y consideré que lo que estaba haciendo estaba mal.
Pero nuevamente me fue imposible, ella me rodeó con sus piernas y cuando mi verga se puso en contacto a través de nuestra ropa con su vagina, perdí el poco control que me quedaba y me entregué completamente a mis instintos.
Me separé de ella unos segundos, los suficientes para quedar solo en ropa interior y con la remera que tenía puesta.
Me acerqué a ella nuevamente que sonreía como perdida y comencé a besarla.
Mis manos se posaron sobre sus tetas y comence a apretarlas y amasarlas mientras arrancaba algunos suspiros de Nati.
Pasados unos minutos llevé una de mis manos hacia la vagina de mi hermana y al estar ella con una mini falda pude tocar directamente sus pantys y comprobar, para mi placer, que estaban completamente mojadas.
Esto me excitó muchísimo más asi que le quité las pantys rojas que tenía y me dispuse a chuparle la concha.
Para mi sorpresa estaba depilada, lo que de alguna forma logró excitarme más todavía si es que era posible.
Le pasé la lengua de abajo hacia arriba e hice estremecer a Nati que ya gemía suavemente, comencé a besar, succionar y a meter mi lengua en la vagina de mi hermana y con cada segundo que pasaba la temperatura que salía de ella iba en aumento.
Sentí que mi verga me dolía y supe que no podía esperar más.
La dejé salir de mis boxers, estaba tan dura que igualmente me dolía un poco.
La lubriqué bien con los jugos la vagina de mi hermana y me escupí un poco en una mano para pasar mi saliva por toda la superficie de mi verga y cuando creí que era suficiente acerqué la punta a la entrada de la conchita de Nati y me dispuse a hacerla mía.
Ella gemía pero no decía palabra alguna, se dejaba hacer sumisamente.
Yo me acomodé bien sobre ella y comencé a meter mi verga suavemente.
Estaba muy apretada, asi que descargué un poco mas de mi peso para meter mi verga más adentro.
Cuando casi la mitad de mi verga estaba dentro de mi hermana, pude ver que entre los gemidos hacía gestos como de dolor.
Miré el lugar en que nuestros cuerpos estaban conectados y pude ver un hilito de sangre bajando por mi verga.
Nati era virgen, lo que me sorprendió al igual que me excitó muchísimo porque en febrero de este año cumpliría 21 años de edad.
Yo no tenía experiencia con vírgenes pero sabiendo que podía lastimarla si era muy brusco, dejé que su vagina se acostumbrara al grosor de mi pene y comencé a sacar y meterlo de dentro de mi hermana muy suavemente.
Luego de unos minutos ella solo gemía de placer, y como el volumen de los mismos iba en aumento tomé sus pantys y las coloqué dentro de su boca para amortiguarlos.
Levanté su blusa y pude ver que debajo Nati tenia puesto el sostén de una bikini, así que mientras seguía cojiendo a mi hermana, desaté el sostén con ambas manos y comencé a apretar, amasar y mamar esas tetas hermosas.
Nati estaba extasiada y gemía como una puta.
Yo no podía aguantar más, así que aumenté el ritmo de mis penetraciones y me preparé para acabar.
Unos segundos antes de eyacular, mi hermana me volvió a rodear con sus piernas y ya no pude safarme.
Sin poder controlar el impulso y habiendo llegado al clímax de mi excitación, descargué todo mi semen dentro de mi hermana en 7 u 8 contracciones y caí rendido sobre sus tetas.
Ella acabó casi al mismo tiempo que yo y, exhausta, se durmió casi al instante.
Yo me levanté, le acomodé la blusa, le dejé la ropa interior a un lado de la cama, limpié los restos de semen y sangre que quedaban sobre sus piernas y vagina, la tapé con las sábanas y me fui a dormir a mi habitación.
Al despertar me fui a bañar y cuando fui a la cocina comi los restos de la cena anterior con el resto de mi familia pero mi hermana seguía dormida en su habitación.
Cuando se levantó eran las 3 o 4 de la tarde y luego de bañarse, saludo y salió de casa hacia lo de una de las amigas.
Cuando volvió a la noche, me agradeció por ayudarla la noche anterior y me pidió disculpas por haber sido una molestia.
Yo no lo podía creer, ella no se acordaba de nada!.
Así que actué como si nada hubiese pasado y le dije que no se preocupara, que no me había molestado para nada y que siempre iba a estar ahi para cuidarla.
Ella me abrazó y automáticamente me sentí muy culpable de lo que había hecho esa misma mañana.
Las semanas siguientes traté a mi hermana con más cariño que el de costumbre, tal vez en un intento de no sentirme tan mal por lo que había hecho.
Nuestra relación de hermanos no cambio para nada.
Todo iba a cambiar al cumplirse un mes del hecho en si.
Natalia estaba rara, se la veía claramente preocupada y no actuaba como de costumbre.
Estábamos por volver a capital federal para rendir exámenes de nuestros estudios y ya comenzar a vivir ahí otro año más y ella parecía estar muy nerviosa.
En un intento de ayudarla, entré a su habitación una noche antes de dormir y me senté a hablar con ella para saber que le pasaba.
Luego de unos minutos de infructuoso intento de charla, ella se animó a contarme que le pasaba y me dijo que tenía un atraso.
Me puse blanco y me quedé sin palabras.
Ella me dijo que no estaba saliendo con nadie y que era virgen.
Que sus amigas le habían contado lo de la fiesta y que si no había pasado nada ahí no había forma de que hubiese pasado nada.
Yo traté de recomponerme y le dije que tal vez era por los nervios de los exámenes y que no se preocupara mucho hasta no confirmarlo.
En nuestro pueblo ella no hizo nada por temor a estar embarazada y a que se enteraran nuestros padres.
Una semana más tarde, ya en capital, fue a una farmacia cercana y compró una prueba de embarazo.
Llegó al departamento muy nerviosa y se encerró en el baño.
Luego de unos minutos salio llorando y vino derecho a abrazarme.
Estuvimos así durante varios minutos hasta que ella se calmo un poco y con la voz entre cortada me dijo:- Estoy embarazada y encima no se de quién.
.
.
Los viejos me van a matar.
Yo no supe como reaccionar, después de estar unos segundos en blanco trate de consolarla y le decía que toda iba a estar bien, que no se preocupara.
Ella se calmó un poco y tratando de poner una sonrisa me dijo:- Gracias, no se que haría sin vos.
Cuando escuché eso supe que tenía que decirle toda la verdad y hacerme cargo de ella, al fin y al cabo era mi culpa que estuviese embarazada y sentí que si no me sinceraba no iba a poder seguir adelante con mi vida.
Así que haciendo uso de toda la entereza mental de la que fui capaz le dije que se sentara y comencé a contarle lo que había pasado.
Continuará en el próximo relato cuando tenga tiempo de escribirlo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!