Maestro de mis Hermanas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Petruspe.
Recuerdo que mis hermanas querían aprender todo lo relacionado con el sexo y yo les enseñé
Esta historia aconteció cuando tenía 28 años y acababa de recibir mi título de médico, mis hermanas menores en esa época tenían, 11 años Sofi, y 12 años Ana.
Luego de cumplir con el año de residente y recibir mi diploma en una ciudad de otra provincia, volví al lugar donde viví siempre. Antes de ir a la universidad pude estar con ellas pues son las más chicas de la familia y siempre retozábamos juntos, nos llevábamos muy bien, estábamos acostumbrados a todo tipos de juegos, sobre todo a hacernos cosquillas. Siempre estaban persiguiéndome para pasar el tiempo, no me dejaban nunca solo en los momentos en que no estudiaba la secundaria. Siempre estaban encima mío, solo tenía como momentos de soledad las noches en mi cuarto. Mi casa poseía un cuarto para cada uno y otro para mis padres en el otro extremo del pasillo. En esa época, la de estudiante de la secundaria, fue cuando empecé a descubrir la masturbación, y era mi disfrute por las noches.
Ahora, ya adulto y sin destino fijo todavía, estaba sin novia y mis pájaros se volaban continuamente. Esa era una noche calurosa no sólo en el ambiente sino también en mi cuerpo y mis ratones se alborotaron.
Estaba muy caliente, desesperado y con necesidad urgente de hacerme una buena paja, recordando tiempos viejos. La opción era ir de putas o hacerme una hermosa paja ya que mis urgencias eran incontrolables. Así que, después de comer, nos fuimos todos a dormir, cada uno en su habitación. Cerré la puerta de la mía y me desnudé como habitualmente lo hago para dormir, completamente, y me acosté. Apenas me acaricié, mi pene, que no es chico sino más bien tirando a grande y bastante “obeso”, se endureció vertiginosamente. Quería hacerlo lento y suave, más pausadamente que de costumbre, quería disfrutar de la masturbación ese día especialmente.
Estaba boca arriba, las sabanas tapaban lo que hacía, era un disfrute, mi pene tenía lo que tanto necesitaba, estaba en el cielo. Cuando de repente la puerta se abrió y entró mi hermana la más pequeña, Sofía que aunque menor que Ana, parecía la más avispada de las dos. Sólo me dio tiempo a doblar una pierna y levantar la sábana. Ella se dio cuenta en seguida que le ocultaba algo, ella lo notaba, era muy lista, y supongo que su curiosidad se despertó y quiso saber lo que estaba haciendo. Sin querer yo había dejado pruebas. La sábana no cubría del todo mi costado y se veía mi cuerpo desnuda destacando mi pierna muy peluda. Me preguntó que era lo que hacía, y le dije que nada, que me sentía cansado y que dormiría un poco.
Tras esto, con su curiosidad típica, intentó ver que secreto escondía la sábana, y se tiró encima, frotando su cuerpo sobre el mío para luego sentarse sobre mi verga dura a manera de a caballito. Era increíble, lo estaba haciendo de manera deliberada, algo en su pícara mirada me decía que le gustaba, luchaba conmigo para intentar ganarme la jugada, pero lo único que obtenía era excitarme más con sus refregones por mi pene.
Al rato desistió, dejó de moverse pero quedándose encima de mi verga, tenía su joven sexo sobre la dureza extendida y de vez en cuando realizaba movimiento de cabalgata sobre ella, y su mirada la clavó en mis ojos como diciéndome que buscaba algo más. Después se descabalgó y sentó a mi lado en silencio
De pronto me anunció que tenía sueño, tirándose para atrás, empleando de almohada mi pene, el cual estaba como nunca. Apoyó su mejilla sobre mi ingle derecha, dejando su boca al lado del monumento que levantaba la sabana, con su mano enredaba mis vellos a la altura de mi ombligo mientras sus ojitos no dejaban de mirar el bulto que formaba mi pene; se acerca más, hasta que sin ningún recato lo tomó con la mano, alzó su cabeza y me dijo:
– ¿Qué cosa es esta?
– Pues, mi pene, le dije con gran complicidad, tratando de hacerlo muy natural
– Y, ¿por qué está tan duro y grande?
– Es que estoy excitado
– ¿Te gusta que lo tenga agarrado así?, decía mientras lo movía para los lados, apretándolo con fuerza
– Me encanta, ¿te gustaría verlo?, le dije
– Sí
Al decirme que sí, me destapé dejando ante sus ojitos abiertos como platos la dureza de mi pene ganoso y la robusta pilosidad de mis huevos en su escroto deslizante. Ella puso cara de asombro y excitación. Nunca olvidaré esos ojos brillosos de mi hermanita Sofía.
En un primer momento guardo un silencio estático pero luego siguiendo un impulso incontrolable no dudó en agarrarlo de nuevo. Ahora sin la protección de la sabana lo tomó con las dos manos, lo meneaba de arriba abajo, como si conociera como hacerlo, y a la vez se reía.
-¿Te gusta?- Le pregunté y ella contesto
-Parece un salchichón colosal!!! – Preguntándome a su vez- ¿Te gusta que te lo agarre así? – y yo le dije que
– Me gustaría más que te lo metieras en la boca – Me miró a los ojos, luego miró el pene, y como si nada se lo introdujo en la boca y comenzó a chuparlo. Lo hacía muy bien para tener 11 años, descendía hasta la mitad y luego lo sacaba muy lentamente pasando la lengua por la cabeza que ya dije que no es chica. De nuevo se lo metía en la boca, haciéndome doler por el roce con sus dientes, centímetro a centímetro, al mismo tiempo con su mano me acariciaba los huevos. Yo gemía de placer, eso parecía calentarle su pequeña conchita. Le tomé una de sus manos y se la llevé a la base de la chota, marcándole el movimiento que debía seguir, mientras ella seguía chupándolo.
Con una mano acaricia los huevos y con la otra me pajeaba mientras que con su boca chupaba.
Sentía sus dientes subir y bajar, y cada vez que llegaba a la cabeza la trabajaba con la lengua, trazando en la boquita del uréter círculos con su apéndice rosa.
Mi respiración suscitó un cambio de ritmo, esas sensaciones eran inequívocas, percibía que estaba a punto de acabar dejando salir mi leche. Me moría por hacerlo dentro de su boca.
Con 11 añitos estoy seguro que el mío era su primer pene. La primer chota que mamaba mi pequeña Sofi y me pareció que lo mejor para ella era que fuera completa la sesión.
La atraje hacia mí para poder tocar su papo lampiño. Metí mis dedos levantando el costado de su calzoncito y separando los suaves labios vaginales descubrí que Sofi se mojaba. Tenía la conchita hecha sopa con sus jugos. Esto aceleró mi primer acabada en su boquita.
-Sofi por la punta me va a salir una cremita. No te asustes pero tragá todo lo que salga de mi chota. Por nada del mundo la saques de la boca –
Ella movió la cabeza sin poder contestar, sentía que la leche se preparaba para salir, la sujeté de la cabeza y dejé que la leche brotara como de una fuente. Cerró un poco los ojos, pero nunca dejó de tragar toda mi leche.
Al rato se la sacó de su boca haciendo fuerza con sus labios para que no quedara nada dentro, le paso su lengua por la cabeza mientras veía como se volvía blanda y flexible. Cuando ya no salió más nada me dijo
-Ya está, no sale nada más. Me gustó pero ¿Qué es eso que había dentro de tu pene, esa cosa que te salió?.
Esperé unos segundos para responderle. Le dije que:
-Eso sale de los hombres adultos y es muy bueno para las mujeres – Me miró con una sonrisa picarona e hizo como que se lo creía.
Después se limpió la boca, se levantó, tocó en suave caricia mi pene dormido y se fue. Yo me tapé de inmediato, y tome conciencia de lo ocurrido.
No lo podía creer, era la primera vez en mi vida que me ocurría algo tan loco. Fue como un sueño que pasó sin esperarlo ni planearlo. Me quedé despierto pensando en lo ocurrido. Mi hermanita pequeña mamó su primer pija y fue la mía, además se le mojaba la conchita de la calentura
Al día siguiente me levanté preocupado pensando en que ella pudiera decirles algo a mis padres. Todo transcurrió normalmente y al parecer contaba con la discreción de mi hermanita pequeña.
De madrugada mis padres debieron salir de viaje hasta una provincia vecina en razón de tener un familiar muy grave. Esa noche Ana dormía en casa de una compañera del cole.
Luego que se fueron volví a mi cuarto para dormir. Estaba desnudo ya para acostarme cuando siento que mi puerta se abre y aparece Sofi diciendo que tenía miedo de dormir sola. Se abrazó a mis piernas y pego su cara en mi ombligo hasta donde alcanzaba su estatura. Sentí en mi pija un leve tironcito anunciando que estaba despierta. Quise evitar otro acto como el anterior y le dije
-Bueno, Sofi. Será mejor que nos acostemos – Acto seguido me metí en la cama y me cubrí con la sabana.
Sofi se quedó como pensando qué hacer hasta que de manera decidida se quitó el camisón que traía puesto y se subió a la cama metiéndose entre las sabanas. Sin darme tiempo a nada más que a apagar la luz se abrazó a mí. Estaba desnuda como yo. Apenas vi su conchita lampiña, bien cerradita, guardada entre sus piernas delgaditas mis ratones se dispararon.
Estuvimos un rato en silencio. Tanto que pensé se había dormido. Más estaba equivocado. Su mano comenzó a jugar con mis pelos en el pecho para luego ir bajando lentamente hasta llegar a mi pubis. Allí buscó mi pene y lo abrazo cálidamente. Estaba erecto, enorme.
-¿Qué pasa, Sofi? ¿No tenés sueño?
-No. Quiero jugar otra vez como ayer ¿Me dejás?
-¿Querés tomar lechita mía otra vez?
-No.
-¿Qué pasa no te gustó?
-Sí, pero…
-¿Pero qué?
-Es que… Bueno. Las chicas me dijeron que el pito de los hombres es para meterlo por la conchita o por el potito también. Yo quiero probar
-No
-Dale juguemos al caballito, dale.
Como yo estaba de espaldas, mirando al techo, Sofi se montó sobre mí colocando sobre mi pene duro su sexo lampiño pero jugoso. Encendí la luz del velador y pude ver como mi hermana pequeña se balanceaba suavemente. Vi los pequeños labios de su sexo deslizándose cerrados sobre el largo de mí pene que apuntaba hacia y más arriba de mi ombligo. Acaricié sus muslos hasta llegar a la vagina que en su ir y venir sobre la chota la mojaba con sus jugos.
-Oohhh!
-¿Qué sucede?
-Siento cosquillas en mi chochito
-¿Qué es lo que te hace cosquillas?
-Los pelos que tenés alrededor de tu pito
-Ah, bueno. Es porque vos no tenés
-Es lindo ¡Me gusta mucho! ¿Cuándo me lo vas a meter en la chochita?
-Luego. Ahora juguemos un rato.
A pesar de mi excitación podía controlarme. Ya dije que tengo un pedazo importante en largo y grueso. Además de tener una cabeza prominente que podría dañarla si se la metía lo que me acarrearía problemas serios. Como ella insistía decidí engañarla. Nos pusimos en cucharita y metí la chota entre sus piernas desde atrás. Se la pasaba por la roseta del culito y por entre los labios de la vagina que se abrían a su paso. De la cabeza de mi chota fluía como de una canilla el lubricante que generaba mi calentura y la inundaba mezclándose con el que le salía a ella de la conchita.
Estaba entretenido fregando la entrada de la vaginita con la cabeza de mi pene cuando sonó el teléfono. Al estirarme para alcanzarlo y atender, debí como montarme un poco sobre Sofi y ella grito asustada.
-No grites, espera. Debe ser papá- Sofi se quedó quieta y en silencio – ¡Hola! Eh padre, ¿Cómo están?
-……….
-¿Ya llegaron?
-………………
-¿Todo bien?
-………….
Mi padre me dijo que volverían el próximo lunes. Ese día que nacía era jueves. Me recomendó el cuidado de mis hermanas y nos despedimos.
La última parte del diálogo no la recuerdo bien porque en ese momento me percaté del grito que dio mi hermana cuando intenté tomar el teléfono y de una presión fuerte en el glande del miembro. Sentía la cálida humedad que lo rodeaba y una sensación de succión que atrapaba y atraía a mi falo hacia adentro.
Sin buscarlo, es más tratando de evitarlo, había penetrado a mi hermana que lloraba quedamente asustada. Tan asustada como estaba yo
-Sofi, mamita ¿Estas bien?
-Me duele mucho el chochito –Sollozó.
Con mi mano palpé en la unión desmedida de los dos cuerpos y noté como la mitad de mi miembro horadaba la, hasta un momento antes, pequeña entrada del sexo de Sofía. Decidí esperar un momento hasta que el dolor amainara para retirarme de ella. Mientras acariciaba los pequeños labios abiertos tan procazmente. Besaba y acariciaba la cabeza de Sofi ya que por la posición no alcanzaba a más. Le hablaba dulcemente tratando de distenderla para evitarle dolor.
Sofía dejó de llorar y al rato comencé a sentir como si su vagina latiera rítmicamente en un abrirse y cerrarse comprimiendo y soltando la mitad de mi choto que estaba metido dentro de ella.
-Oooooohhhhhh
Un largo gemido placentero se escapó de sus labios y sentí que el miembro era bañado en flujos vaginales. Me parecía increíble pero debí aceptar que Sofi había tenido su primer orgasmo y su vagina se había dilatado atrapando, por inercia y producto del orgasmo, un trozo más de mi pene en su interior. Casi dos terceras partes estaban dentro de Sofía.
Para comprobarlo inicié un suave meneo y mi pija se deslizó, apretadita, pero cómoda, suavemente y Sofi como que paró la colita para atrás
No demoré en acabar porque a mi hermana se le produjo otro orgasmo y al contraer rítmicamente la vaginita me hizo eyacular en su interior.
Afortunadamente pude controlarme y no la acometí con fuerza. No le hice más daño, físicamente, que el de romperle el himen.
Sin sacarle la verga, la abracé y me levanté con ella para llevarla al baño y lavarla. Por fortuna en la cama no hubo sangre pero si en el baño. Le saqué la pija y la senté en el bidet y abrí el agua fría y yo le lavé la cachuchita que estaba bastante inflamada. Después le puse un apósito y la llevé a la cama. Luego volví al baño a lavarme el nabo que estaba ensangrentado.
Dormimos tranquilos y relajados hasta la media mañana en que se despertó sonriente.
-¿Cómo estás?
-Bien… Me duele un poquito el chochito.
-Ya pasará, no tengas temor. Dolerá un rato y luego pasará… Mirá, Sofi, no vayas a contar a nadie lo que hicimos. Debe ser un secreto de los dos. Si te gustó, no le cuentes a nadie y lo volveremos a repetir ¿Sabés?
-Bueno – Me dijo
Al medio día volvió Ana e hicimos vida normal, hasta que llegó la cena, en la que los tres comimos juntos. Me senté a la mesa muy nervioso, ya que después que volvió Ana no me había cruzado con Sofía. Pensé que iba a guardar el secreto.
Me equivoqué.
Por las miradas me di cuenta en seguida que se lo había dicho todo a Ana, la hermana de 12 años, estuvieron lanzando indirectas toda la cena, diciendo cosas como que les hubiera gustado comer salchichón en la cena. Yo me hacía el desentendido.
Un frío recorrió mi cuerpo, sabía que iba a pasar, y eso me produjo una erección en plena mesa, estaba seguro que esa noche iba a ser más especial que la anterior.
Después de cenar miré un poco de televisión mientras ellas se fueron a sus cuartos “a dormir”. Al rato me fui a mi habitación, me acosté totalmente desnudo, me tape con las sabanas, estaba muy excitado. Tenía el nabo duro, ganoso, caliente.
Segundos después oí la puerta de una habitación cerrarse, se abrió la mía y surgieron mis dos hermanas riéndose.
-¿Que quieren? – Les dije, solo se reían – Creo que sé lo que buscan. Quieren verme desnudo – Tras decir esto, me quité la sabana, y quedé al descubierto, apenas vio mi pene erecto Ana le dijo a Sofía
-Tenías razón parece un salchichón .
Totalmente desinhibido, emprendí a darle movimiento a mi verga, Sofía miraba a Ana, y se dio cuenta que tenía que revelarle todo lo que le había narrado antes, por lo que le dijo
-No tengas vergüenza. Te va a gustar mucho.
-¿Quieren darle una mamadita?
Entonces Sofía se aproximó, me lo tomó por el tronco y mirando a Ana, le dijo
-Vení Ani, acercate. Sentate en la cama – Ana le obedeció – Metelo en la boca como si fuera un helado. Es suave y rico. No seas tonta,vení
Mi hermana Ana abrió la boca y lentamente se fue metiendo la chota mientras la chupaba. Sofía la empujaba con una mano de la nuca, para que sintiera todo. Con la otra mano no dejaba de pajearme.
Mi hermana menor, se agachó y empezó a pasar la lengua por los costados del pene. Ana al ver eso la imitaba. Se lo sacaba de la boca y le daba con su lengua rosa por todo el otro costado, momento en el cual Sofi se la metía en la boca. Estuvieron así un gran rato. Yo gozaba a pleno al ver a mis dos hermanas pequeñas chuparme la chota al mismo tiempo.
Les avisé que estaba a punto de terminar. Les pedí que se tomaran toda la leche.
Sofía tomó la iniciativa y Ana la imitó. Juntas se separaron de mí dejándome en el preciso momento en que comenzaría a derramar mi leche.
-¡No! ¿Qué hacen? Por favor no me dejen así.
Quedé sacudiendo mi armatoste hasta que vi a Sofi quitarse el camisón y quedarse desnuda. De inmediato pensé en lo que eso significaba. Ella quería o mostrarle a Ana que mi chota le había entrado o quería que Ana también la probara.
Se subió a la cama y se ubicó sobre mí con las piernas abiertas, una a cada lado de mi cuerpo y a la altura de mis muslos. Era evidente que quería sentarse con la conchita puesta en la cabeza de mi nabo. Rápidamente distribuí el flujo lubricante en la cabecita y parte del cuerpo de la verga y esperé. Sofi comenzó a sentarse y yo puse con mi mano a la pija en posición de firmes.
Poco a poco y no sin algo de dolor, Sofi se fue metiendo el pene hasta más de la mitad y yo se lo moví un poquito en metisaca. Sofi se desacopló y se bajó de la cama. Ana tomó su lugar y sin temor se sentó en la cabeza de mi choto. Primero le entró una parte hasta que hizo tope con el himen. Le dolió y se incorporaba para salir de esa postura y se resbaló dejándose caer sobre mi miembro en exceso lubricado y se lo enterró hasta la raíz, emitiendo un grito agudo de sorpresa y dolor
-Aaaaayyyyy mamita mía
Desesperada trataba de incorporarse para escapar y sacarse el pene de su cuerpo hasta recién virgen pero no podía y comenzó a llorar.
La calmé un poco diciéndole que el dolor ya pasaría mientras le acariciaba los labios súper abiertos de su conchita. Le toqué un poco las futuras tetitas y repitió el fenómeno de Sofi empezando a orgasmar con violencia arrastrándome en su acabada, provocando también mi orgasmo
Los días siguientes yo siempre esperaba las visitas de mis hermanas y en esos tres días las cogí hasta tres veces al día a cada una-
Luego del regreso de nuestros padres debimos ordenar nuestras sesiones viniendo una cada noche por media a mi cama.
Durante varios años mantuvimos esa relación. Todo fue cambiando a medida que fueron enamorándose y cada una vivió su sexualidad a pleno.
Ahora tengo 34 años, trabajo en un hospital regional, estoy casado, tengo cuatro hijos gemelos de dos partos, dos varoncitos y dos nenas que se llevan un año, pero con mi esposa tengo problemas en la cama. No soporta mi medida. Dice que le duele mucho. Yo pienso en mis hermanitas que se la comían toda y las extraño. Con ellas era hermoso coger todo el tiempo. Hasta sexo anal tuvimos con mucho placer para los tres.
En otra contaré más.
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