Majo y Karlita (2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Scumm.
Me desperté horas después Majo y Karlita seguían dormidas, Karlita estaba a mi derecha y Majo a mi izquierda, me estaba dando la espalda.
El solo verlas desnudas me provocó una fuerte erección, me volteé hacia Majo, apoyé mi pene entre sus nalgas y empecé acariciar sus tetas.
Esas enormes y duras tetas que me volvían loco.
Empecé a besarle el cuello, con la yema de los dedos acaricié sus pezones, que se pusieron duros sólo al tocarlos.
Mi mano empezó a bajar por su delicioso estómago y llegué hasta su monte de venus.
Empecé a acariciarlo suavemente.
Un gemido de placer salió de su garganta, abrió los ojos sonriendo y nos dimos un sabroso beso.
Majo se giró hacia mí y pegamos nuestros cuerpos deseándonos afiebradamente.
Nuestras manos se confundían en nuestra piel, nos acariciábamos desesperadamente.
Me entretuve en sus tetas disfrutando de su delicioso sabor mientras sus manos se movían primero con suavidad y luego desesperadamente despeinándome.
El movimiento que hacíamos sobre la cama despertó a Karlita que nos dio los buenos días inocentemente.
Se acercó a nosotros y le dio un beso en los labios a su madre.
Me separé de los senos de Majo, y recibí de los labios de Karlita un delicioso pico en los míos.
Majo y yo estábamos muy excitados, Karlita lo notaba, pero a su edad no podía entender lo que nos sucedía.
Mi verga estaba dura, Majo sonrió de esa forma perversa y lujuriosa que me encantaba y le dijo a su pequeña que era hora de desayunar.
Majo le pidió a la pequeña que gateara hacia mí.
Aún llevaba sus pantaletas rosadas.
La pequeña llegó hasta mi verga y la veía con sus expresivos y enormes ojos.
Majo tomó mí pene, descubrió delicadamente el glande y le dijo que lo primero que tenía que hacer era darle unos suaves besitos.
Karlita hizo lo que su madre le indicaba, inocentes besitos en la punta que me hacían retorcer de placer.
El tener a madre e hija así, desnudas, una enseñándole a la otra como se debe hacer una buena mamada es una sensación difícil de explicar, pero que me llenaba de placer y lujuria.
Los besos de Karlita eran deliciosos, Majo le pidió que sacara su lengüita y empezara a acariciar con ella el tronco de mi verga.
Empezó a pasar su lengüita por cada pliegue y vena de mi pene.
Majo empezó a besarme el cuello y la oreja, diciéndome que le encantaba que yo fuera el macho que había satisfecho como nunca nadie lo hizo y que le encantaba que mi verga fuera la primera que Karlita mamaba.
Majo le pidió a la pequeña que se metiera la cabeza a su boca, como si fuera un chupetín, pero que tuviera cuidado con sus dientes.
Karlita lo hizo a la perfección.
La cabeza de mi verga apenas si entraba, su lengua de terciopelo jugaba con el glande quizás torpemente, pero la sensación era indescriptible.
Majo dejó de tocarme y fue donde Karlita, con delicadeza le quitó las pantaletas y le dio un besito en cada nalga.
Yo sentí la risa de la pequeña estrellarse en mi pene.
Con una sensualidad que hacía que mis huevos dolieran, Majo se acercó a gatas a mi verga y empezó a lamerme los huevos y besarme el tronco.
La pequeña se hizo el intento de retirarse pero Majo la retuvo.
Entre las dos empezaron a darme la mejor mamada de toda mi vida.
Era un placer perverso ver como mis dos putitas me la chupaban.
La madre enseñándole a la hija como hacerlo.
Cuando la pequeña agarró el ritmo, las dos al mismo tiempo me la mamaban.
Sus lenguas se enredaban, el aliento de ambas me calentaba aún más.
Ambas jugaban de la cabeza de mi verga a las bolas.
Me acomodé en la cama abriendo más las piernas y elevando un poco la cadera.
Majo pasaba su lengua desde mi ano hasta las bolas y Karlita por el tronco.
En un instante Karlita dejó de chuparme el pene y aún a gatas y la vi con sus ojitos cerrados y la cabeza gacha.
Majo la estaba masturbando suavemente.
La sonrisa de Majo y sus ojos perversos me hicieron decirle que me encantaba que mis dos putitas se quisieran tanto.
Con suavidad tomé la cara de Karlita y la traje hasta mí.
Su madre la seguía masturbando suavemente.
Primero le di un suave beso en los labios, luego pasé mi lengua por ellos.
Una sonrisa mezcla de placer, dolor e inocencia se dibujó en sus labios.
Majo me la seguía chupando y acariciando a su hija.
Yo no iba a poder durar mucho más.
Era demasiada excitación, demasiado placer y aún teníamos todo el día para nosotros tres.
Le dije a Karlita que le iba a dar de tomar mi leche mágica, leche que salía de mí.
Cuando dije eso los ojos de Majo brillaron, dejó de masturbar a su hija y empezó a acariciarse ella.
Coloqué a Karlita a mi lado, con sus coditos apoyados en mi cuerpo, le dirigí la boca al glande y le dije que la chupara como su mamá le había enseñado.
La pequeña me dijo que lo haría pero que también quería que le hiciera “cosquillas ricas”.
Majo y yo sonreímos.
La mano libre de Majo buscó la mía y me enseño a acariciar con ternura la pequeña vagina de su hija.
Karlita lamía, besaba y se metía el glande a su hermosa boquita.
Majo se sentó de tal manera que su coño húmedo quedaba a la vista de la pequeña y empezó a tocarse y respirar agitadamente.
Mientras yo acariciaba a la hija, la madre nos daba un espectáculo húmedo y salvaje.
Karlita empezó a mover las caderas por el placer que recibía.
No pude aguantar más, me vine con fuerza.
Parte de mi semen fue directo a la garganta de la pequeña produciéndole tos, el resto cayó en su cara y cabello.
Cuatro espesos y largos chorros de semen bañaron a la pequeña.
Al ver eso Majo se vino fuertemente, como si se hubiera orinado y sus flujos cayeron en mi verga y unas pocas gotas llegaron a la cara de Karlita.
La pequeña estaba con el rostro enrojecido, lleno de semen y flujos de su madre.
Una de las visiones más excitantes que he tenido.
Las tomé a ambas por la cintura y las besé.
A la madre con lujuria y a la hija con suavidad.
Les dije que ambas eran mis perritas, mis putitas particulares por el tiempo que me quedara en México.
Ambas respondieron que sí.
Me levanté de la cama, tomé a Karlita en mis brazos y esta se acomodó en mi pecho como si siempre lo hubiera hecho.
Agarre a Majo por la cintura nos fuimos a duchar juntos.
Aún teníamos toda la tarde y el día siguiente para seguir disfrutándonos.
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