Maravillosos adolescentes – II
Dicen que los adultos enseñan y los niños aprenden, pero ¿no es posible que sea de forma inversa? O tal vez conjunta? ======== .
Yo estaba totalmente sorprendido al ver que mi amiguito Jorge, de 13 años, me había traído a su “novia” Susana, de 12 años, para que la desvirgara y le enseñase a ser puta. Como recordaréis del relato anterior, yo le estaba abriendo el culo a él con mi pollón de 27×4 cm, para enseñarle a ser un buen puto de mis amigos y otros no tan amigos, pero que pagaban muy bien, por poder usar a su gusto todos los agujeros de un cuerpo infantil.
Estaba extrañado además, de ver con qué naturalidad, los dos se habían desnudado totalmente al llegar a mi altillo para subir a mi cama. Los dos sin hablarme, pero con una sonrisa beatífica en sus labios. Cada uno de ellos se había puesto a un lado mío y Susana, sonriente y a la vez con cara de asustada, se agarraba a mi potente mástil. Sorprendida de su tamaño, y es que no es lo mismo las pililitas de sus amigos del cole, que mi famoso pollón, que se había follado, entre otras, a las putas madres de los dos querubines que estaban ahora conmigo.
Y más extrañado y sorprendido me quedé, cuando de improviso, oigo a Jorge decirle a Susana:
–Mira Susana, para masturbar bien a tito Salva, tienes que agarrar esta polla con las dos manos porque es muy gruesa, y luego los brazos los subes y los bajas ¡mira como lo hago yo y tú me copias!
Y el bendito Jorge, cogió mi polla con las dos manos y empezó a masturbarme. Paraba de vez en cuando y le cedía las manos a Susana. Y un rato uno y otro rato la otra, me fueron masturbando y el niño enseñando a la niña. Mientras que yo, que estaba terriblemente excitado con la estampa de esos dos niños desnudos a mi lado masturbándome, me moría de ganas de masturbarme de verdad y a toda velocidad. Pero aún más de enterrarles mi polla a los dos incluidos los huevos, aunque ¿cómo se lo explicas a dos niños inexpertos y con unas ganas terribles de adquirir toda clase de vicios sexuales?
Con esas dudas en mi cabeza, recordé antiguas lecturas mías y pensé en unas ideas de Ovidio, en la antigua Roma: “El amor, a veces es cruel, doloroso, pero el niño debe siempre ser guiado para que aprenda… los viejos, con su experiencia, son los mejores maestros. Los guías del amor”. Y esas frases no me reconfortaron, pero me liberaron bastante ¡yo les guiaría y todos aprenderíamos muy contentos!
Aún con un poco de miedo para no asustar a la niña, puse mi brazo sobre sus hombros y la atraje hacia mí. Mientras dejaba que los dos niños jugasen con la polla, ¡más dura que el mástil de un velero!, fui acercando a la niña hasta que su desnudo cuerpo estaba prácticamente sobre el mío. Y sus ya duros pezones, acariciaban mi peludo pecho. De vez en cuando nos mirábamos los tres y los niños me sonreían. Mis caricias sobre el cuerpo de Susana y el roce de sus pezoncitos, me la ponían aún más dura si eso era posible ¡Qué buena estaba la niña! Y como empezaban ya a destacar sus pechitos con esas grandes areolas y unos pezones medianos, pero tremendamente excitantes para chupar y morder. Y extraordinariamente duros en estos momentos.
Ya no podía yo aguantar más. Necesitaba “pasarme” con los críos y follarlos, pero entonces… Si me follaba a Jorge como ya lo había hecho otras veces ¿no tendría miedo la niña de ver como mi grueso pollón penetraba profundamente en su culo dilatando tanto sus anillos anales? Y si intentaba follar por el coño o el culo a Susana ¿cómo meter mi pollón en esos agujeros totalmente vírgenes y tan estrechos? También podría abrazar y besar intensamente a Susana para iniciarla en los juegos sexuales, pero Jorge era “su novio” ¿no se enfadaría Jorge conmigo y se iría todo a la mierda? Y me lo jugué todo y sin comodín.
–Vamos a ver Jorge y Susana. Tú Jorge, me has dicho varias veces que Susana quiere ser puta de mayor y quiere aprender ya ¿Es eso verdad Jorge?
–Si tito Salva ¡te lo juro!
–Y tú Susana ¿quieres de verdad ser puta y que yo te enseñe? Porque yo te puedo enseñar y hacer de ti una muy buena puta, pero mira el tamaño de mi polla y lo pequeño de tus agujeros. Tendremos que ir poco a poco. Nos costará unas semanas o meses, meterte todo esto dentro de tu coño y de tu culo. Y además ¡te dolerá! No debes tener prisa y debes hacer lo que yo te diga ¡todo lo que yo te diga!
–Ya lo sé. Ya me ha contado mi novio todo lo que le hiciste y lo mucho que le dolía que se la metieses en el culo, pero ahora ya le cabe toda y le gusta mucho. Yo aguantaré, ya lo verás ¡te lo juro por mi madre!
Y cuando la pobre Susana me lo juró por su santa madre, me acordé de la gran cantidad de veces que he follado a su madre, de soltera, de casada, y de divorciada. Y a las madres de Jorge, de Vicente, de Pili… Joder ¡qué cabrón he sido, y a cuantas niñas y niños de esas putas madres me los estoy follando yo ahora! ¿Alguno de ellos podría ser hijo/a mío? Si estos dos no lo eran, seguro que otros sí.
Tal y como estaba abrazado a la niña, levanté su sonriente cabeza y lentamente, por si me rechazaba, le di un suave beso en la boca. Como ni se apartó ni me rechazó ni Jorge se opuso, le di ahora un beso no demasiado largo pero si totalmente lascivo, metiendo en su boquita un poco de saliva y otro poco de mi lengua ¡y ahora si apartó Susana su cabecita!, mientras me decía algo sorprendida:
–Ostras, es verdad lo que dice mi novio ¡tu boca huele a tabaco muy fuerte y tu saliva es muy espesa!
–Y eso ¿te da asco?
–No. Me gusta. Es olor de hombre de verdad, no de los niños del cole que me besan, o de Jorge ¿quieres besarme más? Si quieres meterme la lengua, por mi vale.
Y ella misma me abrió la boquita ofreciéndome esa oportunidad divina. Y allí, delante de su novio de 13 años, desde hoy “cornudito”, empecé a hacerla mujer. Acaricié sus pequeños pechos mientras jugaba con sus preciosos pezones. Besé esos labios una y mil veces ¡qué boca tan pequeña en comparación con la mía, y sin embargo, qué labios más apetitosos! Introduje mi lengua hasta lo más profundo posible. Era lo primero mío que metía dentro de ella. Y Susana no tuvo reparo alguno en jugar con ella, incluso su lengua la pasaba con la mía como si la chupara. Pero… de repente mordió mi lengua ¡su cuerpo se estremeció en una corrida inesperada!
–Tito Salva, tito Salva ¡perdona! Me ha venido la corrida sin darme yo cuenta. No me la esperaba, pero ¡me estás haciendo tan feliz con tus manos y tu boca que me he corrido ¡y sin tocarme! Os lo juro ¡no me he tocado!
Y tuve que explicar a la sorprendida niña y a su amantísimo novio, las mil y una maneras que el cuerpo humano puede excitarse y correrse, sin necesidad de masturbarlo directamente.
–¿Comprendes ahora, querida niña, por qué hay tantas niñas y jóvenes putas? Porque se lo pasan muy bien. Se corren muchas veces. Son muy felices, y además, ganan dinero para poder comprarse todo lo que quieran.
–¿Lo ves Jorge? Por eso quiero yo ser puta. Y hablaré con mis amigas para que tito Salva nos enseñe a todas.
–Me parece muy bien y yo os ayudaré. Y a tito Salva también –dijo el pequeño Jorge-
Mi paciencia se había roto, e incluso estuve a punto de correrme yo también con la excitación que me había provocado los deseos de la niña. La cogí con mis manazas y la tendí a mis pies, con las piernas bien abiertas y su preciosa vulva a disposición de mi boca y sin estrenar todavía. Miré ese infantil y aún cerrado coñito tan sonrosado y sobre una pequeña colina que resaltaba en su entrepierna ¡era tan pequeña esa grieta, que ni siquiera un experto espeleólogo sería capaz de interpretar… y yo iba a ser el primero en penetrar en esa gruta y descubrir sus misterios y placeres! Y la polla se me puso aún más dura si cabe.
Puse sus pies sobre mis hombros. La cogí de los muslos y la fui subiendo lentamente. Por algún motivo que yo no captaba, se hizo un silencio sepulcral. Susana y Jorge estaban totalmente callados, como si esto fuese una ceremonia religiosa sobre el altar de la cama. Su vulva estaba cada vez más cerca de mi boca. No tenía prisa. Solo una vez en la vida se le rompe a una mujer el himen y se la haca mujer. Y yo no solo le iba a romper el himen, la iba a preparar y a enseñar el uso de esa grieta, para que miles de espeleólogos pudiesen penetrar después y la llenasen y se llenasen, de múltiples placeres. Imposible tener prisa. Había que hacer una obra de arte y me puse a ello.
Apenas llegó al alcance de mi boca, deposité sobre esa gruta un sagrado y casto beso. Susana reaccionó prontamente. Apoyándose sobre sus manos, levantó un poco su cuerpo para que su coñito estuviese no solo al alcance de mi boca, sino formando parte de mi boca. Entendí el mensaje ¡quería más! Apoyé toda mi boca sobre la pequeña grieta. Mis labios empezaron a jugar con los pequeños suyos vaginales. Y apenas mi lengua intentó penetrar dentro de sus sagrados misterios, la niña empezó a moverse ¡estaba excitándose!
¿Cómo no excitarse si una boca bien entrenada como la mía se estaba comiendo su coñito y su mano seguía cogiendo, más que masturbando, mi gran pollón? Aunque lo más maravilloso de todo era el silencio. Jorge y yo en total silencio, y Susana runruneando como una gatita mimosa en busca de caricias y de toda clase de cariños. Tal y como yo esperaba. Y al igual que tantas otras niñas anteriormente ¡se volvió a correr! Pero no gritó. No hizo nada anormal en una niña de su edad. Dejó mi polla. Levantó la parte superior de su cuerpo, sus brazos rodearon mi cuello y los labios de su boca aplastaron los de la mía ¡era su primer beso pasional y era para mí!
Cuando sus labios se cansaron de jugar con los míos y su lengua de enroscarse con la mía, comprendí que ya era llegada la hora y se lo dije:
–Susana, voy a meter mi polla dentro de tu coñito y como aún no lo has usado nunca y es estrecho, voy a hacerte daño. Pero yo te quiero mucho y Jorge también y no queremos hacerte daño, sino que queremos darte placer ¿verdad Jorge?
–Si, si, mucho placer para que pueda ser una buena puta –dijo su novio-
–Así que voy a meterte la cabezota que se llama glande. Ya ves lo gorda y grande que es. Y ya ves que es más gorda que el resto del tronco. Así que donde entre la cabezota, el resto puede meterse también. Pero la cabezota va primero y va haciendo fuerza para que entre el resto y estira mucho de las paredes y de los músculos ¿verdad Jorge? –y le hice esa pregunta a Jorge por sus primeros dolores anales-
–Si, si, primero duele porque te estira la piel, pero luego le gustará cuando el agujero sea grande. Ya lo sabe Susi y ya verás cómo aguanta –dijo Jorge-
Movimos un poco nuestros cuerpos en la cama, bajo la atenta mirada de Jorque que no nos perdía de vista, y quise que la niña viese totalmente su desfloramiento… ¡en el caso de poder hacerlo! Puse varias almohadas y sobre ellas deposité a Susana. Abrí sus piernas y me metí entre ellas. Jorge vino gateando por el colchón porque mi espalda le tapaba algo de visión y también él quería verlo. Lo que me pareció muy bien, porque a sus 13 años, iba a ser testigo en primera fila del primer cuerno que su “novia” le iba a clavar ¡y nada menos que su rotura virginal! Seguí acariciando su vulva mientras le ponía un poco de lubricante. Le di un precioso beso con lengua en su boca y…
Apoyé mi gran glande sobre sus labios externos, y por primera vez en la vida de la niña, empezaron a dilatarse para dejar pasar una polla nada pequeña. El estiramiento de piernas de la niña me indicó que aquello le empezaba a doler. Tal y como le había preparado las almohadas, su cuerpo estaba prácticamente pegado a ellas y quieto. Mis manos empezaron a jugar con sus pequeños pechos ya totalmente formados y a pellizcar y retorcer sus pezones. Y la niña empezó a notar el peso de sus deseos y el peso de su propio cuerpo. Y a pesar de estar bien ajustada en la cama, aún bajó su cuerpo unos centímetros. Lo maravillosamente necesario, para que sin necesidad de moverme yo, mi polla siguiese penetrando dentro de ella.
Su cuerpo ya no estaba quieto. Se movía cada vez más intensamente. Cerró sus puños y también apretó sus labios, pero fue Jorge quién habló por ella:
–Joder tito Salva, casi todo el capullo ya está dentro de ella… ¡ya puedes correrte dentro!
Y me sonreí al oírle, porque eso era una de las cosas que yo le decía a él los primeros días de follarle el culo ¡cuando tenga dentro de tu culo mi capullo, podré masturbarme y correrme dentro de ti! Y claro, si ahora ya tenía mi capullo dentro del coñito de su novia ¡o casi! ¿por qué no podía masturbarme y correrme dentro de ella sin penetrarla más? Pero soy cabrón, muy cabrón, un enamorado de la infancia. Un auténtico artista en el arte de degenerarles porque siempre me gusta ir más allá. Y estaba seguro de poder meterla más. La niña lo deseaba y estaba seguro de que aguantaría más polla y más dolor si era necesario. Aunque lo verdaderamente importante, era dilatarla bien ¡muy bien!
Sus ojos estaban clavados en los míos. Su boca estaba con los labios apretados. Su rostro era un conjunto de diversas manifestaciones de placer, dolor, nervios, dudas… y yo quise despejar unas pocas.
–Susana, yo quiero divertirme contigo, para que tú seas feliz y desees ser la puta que Jorge y tú queréis. Quiero que me abraces y me beses. Yo te abrazaré a ti y ya verás como los dos así de juntos y besándonos, tu cuerpo se mueve y mi polla va entrando dentro de ti. Aún eres virgen. No he notado que llegara a tu himen, y mientras no llegue ni lo rompa, serás virgen…
No me dejó terminar y me dijo:
–Esta tarde estaré con mi hermana y mis amigas y quiero decirles que ya no soy virgen. Haz lo que quieras ¡pero cuando me vaya de aquí no quiero ser virgen!
Abracé a la niña con mis fuertes brazos y noté el abrazo suyo, tierno y precioso de sus 12 años. Como también noté como sus labios tomaban la delantera y se aplastaban con los míos. Y otra vez, de forma inesperada ¡se volvió a correr! La niña tenía ganas de follar. Yo también tenía muchas ganas de follarla. Y entre las ganas de una, los deseos del otro, los besos de esa boquita y su pequeña lengua que me volvían loco, y el capullo de mi polla dentro de su coñito, no me lo pensé dos veces, y poco después, mis brazos descendieron de su espalda hasta su culo, la atraje hacia mí ¡y la penetré totalmente!
Su virginidad había sido destruida. Posiblemente, cruelmente destruida por un pollón tan grueso en una gruta tan pequeña y estrecha. Susana no gritó. Vi como abría enormemente sus bonitos ojos, y de repente, noté como su cuerpo se desvanecía entre mis brazos, a la vez que pesaba. Tampoco estaba desmayada, sino mareada.
En ese momento me felicité por la pequeña reforma que había hecho en mi “altillo de las folladas”. Empapé una pequeña toalla con agua fría del frigorífico y se la puse en la frente. Cogí un vasito de chupito, lo llené de coñac, se lo acerqué a los labios ¡y se lo bebió de un solo trago! Todo, bajo la atenta mirada y siempre en silencio, del ya oficialmente cornudo novio Jorge. Poco a poco, la niña fue reviviendo. Le di otro chupito de coñac y se lo bebió en dos tragos, y al ver que ya casi estaba viva, le dije:
–Susana ¡ya NO eres virgen! Tus besos y abrazos han sido tan calientes para mí, que sin darme cuenta te he clavado mi polla hasta el fondo de la matriz. Ya no eres virgen, mira en los pelitos del coño esas gotitas de sangre. Ya no tienes himen. Ya puedes empezar tu carrera de puta cuando quieras. Y ya puedes follar con tu novio sin preocuparte de si te quedas preñada. Pero para todo eso, solo queda una cosa para hacer ¡correrme dentro de ti! ¿Me das permiso para metértela otra vez, follarte como una puta y correrme dentro?
Y como si se hubiesen puesto de acuerdo los dos, tanto Susana como Jorge, llenos de sonrisas sus rostros, dijeron lo mismo:
–Si, si, si… hazlo.
Y lo hice.
Pero esta vez cambié la posición de su cuerpo. Aunque la parte superior del cuerpo estaba apoyada en las almohadas, del estómago hacia abajo estaba horizontal con el colchón. Quería follarla así para hacer más fuerza y para que empezara a notar el peso de mi cuerpo sobre ella. Ya no tuve reparos y le metí mi capullo sin importarme su dolor. Y cuando Susana notó como entraba otra vez mi capullo en su estrechísimo coño, tampoco tuvo reparo alguno e incorporándose sobre las almohadas, se abrazó a mí, y se me comía a besos sin preocuparse de nada más.
Y me la follé. Y ese día la convertí en mi diosa, en mi Venus, o en Afrodita, o en Isis… ¡qué más da! Su madre fue sexualmente muy importante para mí, pero esta niña iba a ser muy especial. Lo intuía. Ella y Jorge. Dos pequeños novios, que ya eran mis amantes y mis alumnos a degenerar.
Mi polla entraba y salía. Su matriz era algo más profunda que lo normal en su edad, aunque mi glande golpeaba constantemente su cérvix. Pero la niña solo me besaba y me abrazaba, no se quejaba. Sus dos corridas anteriores habían lubrificado muy bien sus paredes ya que a pesar de su estrechez, mi polla se deslizaba bastante bien. Y esa misma estrechez, esa calidez de sus paredes vaginales que abrazaban mi polla como el más delicado guante, me volvían loco de placer. No me daba cuenta de su edad. No me importaba su edad ni su tamaño. Solo la follaba, la follaba, la follaba y la follaba…
Y de forma apasionada me corrí dentro de ella. Apenas salía semen de su coñito porque mi polla hacia tapón. Cuando notó mi niña los chorros de mi semen, dejó de besarme y su cuerpo se desplomó hacia atrás. Y cuando me incorporé de estar casi tumbado sobre ella, la vi respirando muy agitadamente, y con una gran sonrisa en su boca me preguntó:
–¿Te ha gustado follarme? ¿Lo he hecho bien? ¿Me puedes dar otro chupito de coñac?
Por todos los dioses ¿Cómo no iba a gustarme esa preciosidad de niña que quería ser puta ya a su edad? Comprendí su deseo de beber licor como una forma de olvidarse un poco del dolor en su entrepierna. Pero yo tenía mi polla clavada dentro de ella y no deseaba sacarla aún. La miré, la besé mil veces. Y me volvió a pedir un chupito y no tuve más remedio que “desengancharme”. Poco a poco fui sacando mi polla y tal y como lo hacía, mi semen iba saliendo sonrosado desde su interior. Pero de un rosa intenso. El himen de la niña había sangrado más de lo esperado ¡pero ya estaba roto!
Le serví otro chupito que se bebió de un solo trago y apoyó pesadamente su cabeza sobre las almohadas. Miré a Jorge y le vi expectante, como si no supiese ni qué decir ni qué hacer. Y para él y para mí, en lugar de dos chupitos puse dos medios vasos del mismo coñac. Los chocamos como en un brindis y sin prisa nos los bebimos. Yo repetí otro medio vaso y cuando lo estaba terminando, me pregunta el jovencito:
–Tito Salva ¿y a mí no me das por el culo? Yo te he traído a mi novia que era virgen y la has follado. Te traeré más niñas de mi colegio casi todas vírgenes ¿y eso no merece que me folles también a mí? Me lo prometiste. Yo sería tu secretario y tu preferido.
Ángeles del cielo ¿cómo no iba a follarme ese precioso querubín que tantas alegrías me había dado y me iba a dar en el futuro ya cercano? Me acerqué a él, con un dedo en su mandíbula levanté su rostro y deposité en sus labios un dulce beso, mientras que con toda la mala leche del mundo le decía:
–Cómo no voy a acordarme de ti. Por supuesto que voy a darte por el culo hoy y todos los días de mi vida que sean posibles. Voy a convertirte en un chapero precioso. Cornudo ya eres desde hoy, pero tú mismo venderás tu culo aunque dices que no te gustan los maricones(1). Te follarán ese precioso culo mientras a tu lado follarán el culo y el coño de tu novia que tú mismo habrás ofrecido. Si Jorge, voy a hacer de vosotros dos mi obra perfecta. Mi pareja ideal ¿cómo quieres que me olvide de ti?
Y mientras yo le decía todo esto a mi amado niño, me calentaba tanto lo que le estaba diciendo, que no necesité nada para que mi polla se pusiese tan dura como el acero. Ni tampoco necesitó Jorge que le dijese nada. Sin más palabras ni gestos, agarró mi polla, se arrodilló ante mí y se fue metiendo mi pollón en su boca muy lentamente. Mis manos acariciaban con cariño su cabeza. Giré un poco la mía y vi como Susana, agotada pero con una ligera mueca en su boca, no nos perdía de vista. Y mis deseos sexuales crecieron brutalmente.
Aparté la cabeza del niño. Saqué mi polla. Lo cogí en mis brazos y lo deposité junto a su novia en la cama. Por primera vez, los dos iban a ser follados juntos en la misma cama, uno junto al otro y ya unidos para siempre en la entrega de sus cuerpos. Lo tumbé boca abajo, le puse uno de los almohadones bajo su vientre para subir sus glúteos y puse saliva en la entrada de su ano. Y de forma maravillosamente extraordinaria y llena de cariño, Susana puso su mano sobre su rostro y empezó a acariciarlo al mismo tiempo que mi polla empezaba a meterse dentro.
Esa estampa de cariño, hizo que empezase a follarle el culo de forma dura, brutal, salvaje. Cuando yo me follaba a Susana, él solo miraba. Y ahora que iba a follarle a él, ella, llena de cariño hacia ese novio, lo acariciaba ¡verdadero amor de mujer! Le follé retardando dos veces mi eyaculación. Susana y yo nos mirábamos, pero también Susana miraba a Jorge mientras le acariciaba. Y de repente me pregunta la niña:
–Tito Salva ¿Cuándo me abrirás el culo a mí? Yo quiero que me lo folles como a Jorge que no le duele ya.
–Pronto cariño, pronto. Ten paciencia.
Seguí follando al niño, aunque la verdad es que yo no comprendía como Jorge no se quejaba, porque yo le estaba haciendo daño. Se lo estaba haciendo adrede ¡por cabrón, por cornudo! Pero todo tiene un fin, y mis deseos de follar ese culo precioso y al mismo tiempo tener junto a él a la niña, todavía chorreando semen rosáceo, aumentó la libido y un enorme chorro, un tremendo geiser de semen salió de mi polla e inundó los intestinos de Jorge. Susana se incorporó un poco y yo comprendí que quería ver salir el semen del culo de su novio. Saqué lentamente la polla y mis manos separaron los glúteos para que lo viera salir mejor. Me dedicó una amplia sonrisa y le dijo a su novio:
–¿Lo ves Jorge? Ahora si podemos decir los dos que ya somos puta y puto ¿verdad tito Salva? Y ya verás qué pronto nos follarán a los dos pagando por hacerlo. Y ganaremos dinero para casarnos.
Yo sonreí intensamente. Lo de “casarnos” no lo tenía yo muy claro, pero que esa preciosa pareja iba a ser muy follada y muy bien pagada, de eso estaba yo muy seguro.
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-(1) Podéis leer en el anterior relato su opinión de que los hombres se diesen por el culo.
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Libre95 *** [email protected]
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