Mari Carmen, una madre muy ardiente. 3.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por hagen2012.
Mari Carmen, una madre muy ardiente.
3.
El agua desciende, cálida y suave, desde la cima de la ducha, diluyendo rápidamente los abundantes restos de semen que cubren el culo y la espalda de Mari Carmen.
La apetitosa cuarentona, desnuda y mojada, tomando su segunda ducha en un mismo día, mira, hipnotizada, como el semen, mezclándose con el agua, desaparece de su cuerpo.
Ya está limpia, pero continúa bajo el agua un rato más.
Es de noche, debería estar haciendo ya la cena.
Pero no puede.
Ahora le parece increíble; al menos a una parte de su mente, la más racional, la que grita que está mal lo que está haciendo, le parece inaceptable, insoportable, el hecho, el pervertido hecho de haber practicado el sexo con su propio hijo Pablo.
Mari Carmen cierra los ojos.
Las imágenes de su hijo desnudo, con su enorme polla apuntándola como si fuera un arma, los impactantes recuerdos de la cocina, cuándo Pablo la penetró por detrás, por el mismísimo culo…Son demasiado reales, demasiado recientes…Mari Carmen jadea bajo la lluvia de agua caliente.
Sin pensarlo, se estruja sus tetas, unas tetas grandes y jugosas, aunque algo caídas hacia abajo.
-Ah…- gime la hermosa madre desnuda.
El agua está tan, pero tan caliente, piensa Mari Carmen.
Sus dedos se deslizan hacia su entrepierna, los pelos mojados de su pubis acarician su mano.
Pronto, un hábil dedo índice penetra en el coño entreabierto y Mari Carmen, casi sin querer, empieza a masturbarse.
-Ahhh- gime de nuevo- ahhh…ahhh…mmmhhh…
El dedo se mueve cada vez más y más aprisa, Mari Carmen, es evidente, desea correrse.
Pero entonces, en el último momento, la parte racional de su mente toma el mando y ordena que todo aquello se detenga.
Mari Carmen abre los ojos, avergonzada.
Se saca el dedo del coño y cierra la ducha.
Comienza a secarse, con prisa, pues debe preparar la cena ya para no dar que pensar a su hija Pili, que está estudiando en su habitación del piso alto.
Luego, una toalla por encima, un rápido correteo hacia la habitación y allí, a salvo, cierra la puerta y, desnuda, se sienta sobre la cama a sollozar ahogadamente.
-¿Qué me pasa, qué me pasa?- se pregunta, intentando olvidar lo inolvidable, intentando conjurar las imágenes de este día tan extraño en el que ha follado varias veces con su propio hijo, el cual la ha llevado a cimas de placer inexploradas.
-No puede ser, tengo que ser fuerte- se dice- A partir de ahora, todo ha acabado con Pablito.
Nada de sexo, nada de nada.
Se acabó.
Y lo mejor es que casi se lo cree.
Más serena, busca unas bragas limpias, pues Pablito le destrozó las últimas en la cocina, justo antes de follársela por el culo.
Las encuentra, se las pone y se dirige a buscar un traje adecuado, nada de trajes cortos y sugerentes.
Pero lo del traje es más difícil.
Con terror, comprueba que solo tiene disponible un traje de una pieza bastante corto por debajo y estrecho por arriba, de esos que marcan las piernas y los pechos.
-Voy a tener que comprar ropa- se dice, atribulada.
Y se pone el nuevo traje, limpio y sexy.
Sus piernas quedan bastante al descubierto y sus grandes tetas también, pero espera que Pablo sepa controlarse y que respete sus deseos de abstinencia.
Por último, se calza sus sandalias de andar por casa y se dirige a la cocina.
-¡Pablo!- exclama la madre, al ver a su hijo en la cocina.
Pablo, por suerte, está vestido, pero a través de sus pantalones se adivina el increíble tamaño de su miembro.
Mari Carmen intenta no fijarse demasiado en el paquete de su hijo y lo mira a los ojos, reprendiéndolo con la mirada.
– Vete de aquí, Pablo- le dice, resistiendo el deseo que la impulsa a desnudar a su hijo y a comérselo a lametones- Se acabó.
Nunca más haremos…eso que hemos hecho hoy…olvídalo y yo lo olvidaré también.
Por favor.
Hazlo por mí.
Pablo mira las piernas de su madre, le mira las tetas, desbordantes bajo el traje.
La polla se le hincha, pletórica, imparable.
Se ha corrido varias veces ese día, pero su potencia, su juventud, son tales que su deseo sexual parece ilimitado.
Solo piensa en follar, y sobre todo, en follarse a su madre de nuevo.
También él siente algunos escrúpulos al desear a su propia madre, pero su polla ha tomado el mando de su cuerpo y parece que no va a cederlo con facilidad.
-Mamá, por favor…- susurra Pablo, acercándose a su madre- Por favor…mira…como estoy…mira esto…no puedo…contenerme…
Y al decir estas palabras, se saca la polla y la muestra a su madre.
Mari Carmen, boquiabierta, contempla la hermosa, potente, gruesa y endurecida verga de su hijo y siente que el ardor más excitante y placentero se instala en su entrepierna.
Sin embargo, resiste:
-Nooo…no…otra vez no, Pablo, no lo vas a conseguir…fuera, vete de aquí… ¡vete!- le dice a su hijo.
Pablo advierte la determinación en la voz y en la mirada de su madre.
Contrariado, se guarda el miembro en los pantalones y, con la cabeza gacha, se va de la cocina.
-Uf- suspira Mari Carmen cuándo oye al fin el portazo que da Pablo en su habitación.
Se siente orgullosa por haberse podido contener y por haberle parado los pies a su hijo.
Sonriendo, se pone a hacer la cena, no sin antes constatar que, de todos modos, un rescoldo de aullante deseo aún hierve en su coño, mojándola de deseo.
La noche avanza y mientras Mari Carmen trajina en la cocina, arriba, en la habitación de Pablo, el ansioso quinceañero, buscando el alivio para la presión que amenaza con hacerle reventar la polla, se baja los pantalones y, sacándose la verga, empieza a masturbarse.
-Mmmmhh…- jadea, con los ojos cerrados, imaginándose a su madre desnuda.
-Oohh…
Su mano derecha baja hasta el tronco de su polla, se enrosca en ella y empieza a subir, lenta y suavemente, hacia arriba, hasta alcanzar el tembloroso y enrojecido glande, que luce una perla gloriosa de transparente jugo en su punta.
-OH, si…mamá…sigue…sigue…- gime con voz muy baja Pablo, empezando ahora el descenso con su mano derecha.
Llega hasta el final y continúa más allá, estrujándose con suavidad los grandes testículos, repletos y globulosos.
Su mente desbocada mezcla deseo con realidad y en su imaginación, su madre se convierte en una zorra caliente que lo empuja hacia la cama y se lo folla una y otra vez, lanzando gemidos de placer y aullando palabras obscenas.
-Si, mamá…si…puta…puta…puuutaaa….
– Pablo expulsa esa palabra y la paladea, comprobando que lo excita pronunciarla, mientras se imagina a su madre desnuda chupándole la polla.
-Puta…puta…- y luego, más fuerte aún- ¡Puta!
Pablo está perdiendo el control.
Excitado, el quinceañero se desnuda por completo y empieza a masturbarse con violencia, machacándose la enorme verga con ambas manos.
-Ahhh…ahhh…ahhh…sii…ahhhh…- gime el joven.
Cerca, muy cerca, al otro lado de su puerta, su hermana Pili lo observa asombrada y extasiada.
La joven universitaria ha salido a preguntar por la cena.
Pero al pasar por delante de la puerta de la habitación de su hermano ha oído gemidos.
Y se ha puesto a mirar a través del ojo de la cerradura, con los cristales de sus gafitas de diseño casi pegados al pomo de la puerta.
Pablo está tumbado desnudo sobre la cama, justo frente a la cerradura.
Pili tiene así una buena visión del grueso miembro de su hermano, un miembro viril duro y enhiesto, alzando su desafío hacia el techo.
Nunca había visto la polla de su hermano.
Y le parece enorme y poderosa.
Pili, con los ojos como platos, deja que la excitación domine su cuerpo y empieza a masturbarse también, frotándose la entrepierna a través de las bragas.
Luchando por no gemir y, sobre todo, luchando para no entrar en la habitación y ofrecerse a su hermano, Pili se despoja poco a poco de la camiseta que lleva encima y luego, casi sin saber lo que hace, se quita las bragas para poder masturbarse más a gusto.
Desnuda, la joven de veinte años contempla a su desnudo hermano y se masturba con pasión, metiéndose un dedo en el coño, mientras babea de gusto admirando la polla de Pablo.
De pronto, Mari Carmen llama a sus hijos para la cena.
Pablo deja en el acto de masturbarse y Pili, aterrada ante la posibilidad de ser descubierta en tan poco digna postura – desnuda, fisgando a través del ojo de la cerradura – coge rauda y veloz la camiseta y las bragas y corre hacia su habitación.
Pablo se viste y se guarda con pesar la potente polla en los pantalones, antes de abrir la puerta para bajar a la cocina.
-¡Hola, hermanito!- lo saluda, jovial y desenfadada, su hermana Pili, vestida solo con una camiseta que deja a la vista sus piernas, bonitas y apetecibles.
Pablo se fija en las tetas de su hermana, que se transparentan a través de la tela de la camiseta, y nota que le gustan, que le excitan.
– ¿Va todo bien? Te noto…cansado.
– le pregunta Pili, socarrona.
-Oh, si, todo va de maravilla- le contesta Pablo, sin dejar de pensar en que su hermana está más o menos buena, sin ser un bombón y que no estaría mal follársela.
-¡A la cena!- grita Mari Carmen, orgullosa porque ha conseguido hacer la comida en un tiempo record y, además, ha logrado evitar una nueva sesión de sexo con su propio hijo.
…Pasan los minutos.
La pequeña familia cena con aparente tranquilidad, bajo la luz eléctrica de la cocina.
Pablo ha elegido sentarse junto a su madre y Pili está frente a ellos.
La joven universitaria no deja de preguntarse qué le ha pasado, como ha podido excitarse viéndole la polla a su propio hermano…e intenta olvidar la escena.
Pero no puede.
Mientras habla de cosas intrascendentes, en su mente se proyecta de nuevo la película en la cual su hermano, desnudo, se acaricia con primor su enorme verga enhiesta.
Y Pili se excita, muy a su pesar.
Frente a ella, Mari Carmen intenta mantener la compostura.
Y es que Pablo no cesa de acariciarle los muslos desnudos, pasando la mano por debajo de la mesa.
De cuando en cuando, la avergonzada madre le lanza una furibunda mirada a su hijo, pero de nada sirve.
Pablo sigue acariciando los muslos de su madre.
Para evitar cualquier desliz, Mari Carmen elige hablar preferentemente con Pili, pero al poco se da cuenta de algo anómalo: se descubre a sí misma admirando las tetas de su hija, que se le transparentan a través de la camiseta.
Abochornada por esta libidinosa y lésbica novedad, Mari Carmen lucha por desviar la mirada.
Pero aquellas tetitas tan firmes, tan jóvenes y turgentes, la cautivan.
Sigue mirándolas y Pablo sigue acariciándole los muslos.
El chico está a cien y su gran polla parece una montaña encerrada en los pantalones.
Si se levantara ahora mismo, su madre y su hermana advertirían sin género de dudas su erección.
Pero no se levanta.
Continúa acariciando los muslos de su madre, excitándose con el suave y sedoso tacto de la piel femenina.
A la vez, también es consciente de las tetas de su hermana y le echa rápidos vistazos, imaginándose a Pili desnuda, con aquellas apetecibles tetas al aire.
Sobreexcitado, mete una mano bajo el traje de su madre, le agarra las bragas y se las baja hasta las rodillas.
-¡Ohh!- exclama Mari Carmen, asustada.
-¿Qué te pasa, mamá?- pregunta Pili.
Mari Carmen mira un segundo a su hijo Pablo y luego recobra la compostura.
-Na…nada, que por poco me ahogo, je, je…en fin, sigamos comiendo…espero que esto no se repita- dice la madre, enrojecida de vergüenza.
Pero Pablo no capta el mensaje y continúa a lo suyo.
Un instante después, comienza a acariciar el culo de su madre, con total y absoluta impudicia.
-Mmmm…ahh…esto…está… ¡buenísimoooo!- gime Mari Carmen, excitada en contra de su voluntad.
-No sabía que esta comida te gustara tanto- observa Pili, extrañada.
Pero pronto deja de pensar en el asunto.
Y lo hace porque las grandes tetas de su madre captan su atención.
Si antes se sintió avergonzada por haberse excitado viéndole la polla a su hermano menor, ahora se siente aún más humillada, puesto que nota que verle las tetas a su madre, unas tetas grandes y caídas, tapadas solo un poco por la tela del traje, la pone extrañamente caliente.
-Ooohh…que comida tan…bueeenaa…- jadea casi Mari Carmen, intentando que no se note mucho que está cachonda.
Pablo, por su parte, decide poner la guinda y se saca la polla de pantalón.
Luego, toca a su madre ligeramente con el hombro y le enseña la polla.
-¡Dios, que grande es!- exclama Mari Carmen, de pronto, extasiada al contemplar aquel poderoso y grueso miembro masculino.
-¿El qué es grande?- pregunta Pili.
Mari Carmen se vuelve hacia ella.
Durante un instante casi piensa en contestar: ¡La polla de tu hermano, Pili, eso es grande! Pero recapacita y da con una respuesta intrascendente:
-La comida, es demasiado para mí…creo que voy a dejarlo ya…-
-Si, tienes razón- concede Pablo- También me levanto.
-Bueno, pues parece que ya hemos acabado- dice Pili.
Mari Carmen, rápidamente, se sube las bragas y se levanta de la mesa.
Pili aprovecha para tener una buena visión de las jugosas tetas de su madre cuando ésta se inclina hacia delante para levantarse.
Pablo se levanta también y Pili, cachonda, mojada, contempla el voluminoso y henchido paquete de su hermano, aunque no se extraña, achacando tal erección al hecho de que hace muy poco que se estaba masturbando.
-Me…me voy a ver la tele, ya saben, esa película que tanto me gusta…- dice Pili.
Mari Carmen y Pablo asienten.
-Yo me quedaré en la cocina y ayudaré a mamá…no te preocupes, disfruta de tu serie favorita, ya sabes que a nosotros no nos gusta esa película.
– le dice Pablo.
Pili sonríe forzadamente y se va al salón, que no queda muy lejos.
Enciende la tele y se tumba sobre el sofá.
La joven se siente cachonda y con ganas de masturbarse.
Sube el volumen del televisor, se baja las bragas y empieza a acariciarse el coño, mientras echa miradas temerosas hacia atrás, temiendo ser descubierta.
A la vez, su mente inventa eróticas fantasías en las que aparecen su madre y su hermano, ambos desnudos, y empieza a excitarse de verdad.
-¿Qué…qué haces?- pregunta Mari Carmen, hipnotizada por el enorme y duro miembro viril que su hijo acaba de sacarse de los pantalones.
– Te dije que ya no más…no más…ya sabes…se acabó…
La asustada madre retrocede hacia atrás, hacia la mesa de la cocina, mientras Pablo avanza, con la lujuria en la mirada y la polla en la mano.
El chico, mientras avanza, no deja de admirar la belleza del jugoso cuerpo de su madre, con aquellas grandes tetas casi al aire, su largo y lacio pelo negro ondulante, sus ojos brillantes de deseo y sus fuertes y atractivas piernas desnudas.
-No, Pablo, no…otra vez, no…- susurra Mari Carmen, en voz muy baja, temiendo que Pili, virtualmente a dos pasos, los pueda oír.
Pablo no teme nada de eso.
Al contrario.
Se baja los pantalones y, desnudo de cintura para abajo, sigue avanzando despacio, blandiendo su potente polla como arma temible.
Al fin, llega a dónde se encuentra su madre.
Se abalanza en silencio sobre ella, le saca las tetas de debajo del traje y empieza a manosearlas.
Pablo está demasiado excitado como para detenerse y Mari Carmen lo sabe.
-Pa…Pablo, por favor…mira…yo…yo…ya veo que estás muy…excitado…y…oh, no no hagas esooo….
– susurra la semidesnuda y avergonzada madre, puesto que ya Pablo le está subiendo el traje hacia arriba, con la evidente intención de desnudarla.
– Si…si te estás quieto…ohhh…nooo….
por favor…Pili nos va a oír…
Pero Pablo no atiende a razones.
Es más, el hecho de que Pili entre y los vea le parece una deliciosa posibilidad, y solo pensarlo lo excita más y más.
Así pues, tira con fuerza del traje de su madre y se lo saca por la cabeza, dejando a la pobre Mari Carmen casi desnuda, solo con unas braguitas encima.
-Oooohh…- gime Mari Carmen, por lo muy bajo, sin dejar de admirar la gran polla de su hijo, que ahora se aplasta, mojada y temblorosa, contra su vientre desnudo.
-Mira, Pablo, por favor…tu tienes quince años y yo…soy tu madre…tengo cuarenta y cinco…y…hijo…no…no lo hagas… ¡no me quites las bragas! ¡Noooo!
Pablo está ciego de deseo.
Sin oír siquiera a su madre, la despoja de las bragas y la deja totalmente desnuda.
Su intención, clara y sin condiciones, es follarla allí mismo, follarla hasta agotarla de gusto.
Pero Mari Carmen sabe que no pueden arriesgarse a eso, no sin que haya muchas posibilidades de que Pili entre y los descubra.
Así pues, obra en consecuencia:
-Pablo, por favor, escucha…se que quieres…que quieres…en fin…follarme…pero eso no es posible, piénsalo, por favor…La tienes muy dura, lo sé, pero yo…no puedo permitir que me folles…ahora no… Sin embargo…sin embargo, si quieres, puedo…puedo…chupártela.
Mari Carmen espera la respuesta de su hijo.
Pablo, con los ojos brillantes, contempla la desnudez de su madre, contempla su propia y anhelante polla, y asiente.
-Si…- susurra, casi al oído de Mari Carmen – Si, hazme una mamada, por favor, te lo suplico…necesito correrme…necesito que me la chupes bien chupada.
-Te la chuparé.
Te la chuparé a fondo y no te arrepentirás, te lo prometo.
Luego, solo se escucha el tictac del reloj de la cocina.
Mari Carmen se arrodilla, desnuda, ante su semidesnudo hijo; abre la boca y engulle la polla de Pablo de un bocado.
Un instante más tarde, empieza a chupársela.
Una apetitosa madre, totalmente desnuda, a cuatro patas delante de su hijo de quince años, chupándole la polla como haría una puta cualquiera.
Mari Carmen engulle la polla, la saborea, la rodea con su lengua, la llena de saliva, se la lleva hasta el fondo de la boca, la paladea y la mastica, luego la vuelve a dejar libre…
-Oooohhh…- gime Pablo, extasiado y excitado, mientras escucha el televisor, el programa que, a pocos metros de allí, está viendo su hermana Pili, Pili, que en cualquier momento puede entrar en la cocina y descubrirlos a los dos y dejarlos totalmente humillados con su mirada de universitaria con gafas…ahhh…
Mari Carmen, también excitada, también temerosa y a la vez deseosa de que Pili entre en la cocina, empieza a masturbarse con un dedito mientras vuelve a engullir la polla de su hijo.
Se la chupa de nuevo, se la chupa una y otra vez, succionándola como si se tratase de un lustroso caramelo de sabor salado y jugoso.
-Mmmmhhh- gime la desnuda y, a su pesar, excitada madre, mientras chupa la polla de su hijo- Slurp…sluuurp…sluurp…slurpslurpslurp…mmmhh…ahhh
Los lengüetazos de Mari Carmen se oyen cada vez con mayor fuerza.
La saliva se le desborda por la comisura de los labios y se pasa la polla de un lado a otro de la boca, produciendo unos excitantes abultamientos en sus mejillas, mientras no cesa de chupar.
-Ooohh- gime Pablo, con voz queda, para no levantar sospechas en su hermana, sentada tan cerca de ellos.
Mari Carmen se lleva la polla al fondo de la boca, la chupa a fondo y la deja salir; luego, se ensarta nuevamente la verga en la boca, alcanzando casi la base del miembro viril de su hijo y vuelve a chuparlo en toda su deliciosa, rugosa y palpitante longitud:
-Slurp, slurp, slurp…sluurp…slurpslurpslurpslurp…- chupetea sin cesar la madre, mientras se da gusto en el conejo con un dedito.
Y entonces, Pablo, sin saber muy bien lo que hace, o mejor dicho, lo que dice, exclama, en voz muy baja, pero que Mari Carmen puede oír:
-Si…si…siguee…puta…puuutaa.
– el chico se muerde la lengua al decir esas palabras.
Mari Carmen, sin sacarse la polla de la boca, lo mira con ojos abiertos y extrañados.
Pablo espera que su madre lo abandone allí mismo, con una erección impresionante, sin terminar la mamada.
Pero no ocurre nada de eso.
Mari Carmen, pasados unos segundos, sigue chupando como si no hubiera oído nada.
-Slurp.
slurp.
slurp…-
Pablo siente que va a correrse, su polla no aguanta más, el tacto delicioso de la lengua de su madre recorriendo toda la superficie de su verga lo vuelve loco de placer…
-¿Va todo bien por ahí?- se oye de pronto la voz de Pili.
En el acto, Mari Carmen deja de chupar.
No sabe que contestar, pero reacciona rápido.
-¡Mmbbff …sii…va bftodo buy bien…!-contesta a su hija, con tantas prisas que lo hace sin sacarse la polla de la boca.
-¿Seguro? parece como si te pasara algo en la boca…- suena la voz de Pili.
Mari Carmen, avergonzada por tanta estupidez, se saca la polla de la boca
-Oh, si, Pili, no es nada, es solo que…que…¡estaba comiéndome un plátano! Eso es , un plátano grande y gordo…nada más que eso…- la contestación excita y hace reír a Pablo, y también a Mari Carmen, que muestra una sonrisa en su claro rostro enmarcado por un bello pelo lacio.
-¿Plátano? Creo que no tenemos …- sigue Pili, con voz cansina, pero sin levantarse del sillón.
En realidad, el motivo de Pili no es otro que asegurarse de que su madre y su hermano no entran en el salón, pues, está tan cachonda que no cesa de masturbarse, totalmente desnuda.
-Oh, si, tenemos…uno…uno bien grande…y me lo estoy comiendo ahora, despacio, para saborearlo…- dice Mari Carmen, la cual, acto seguido, se vuelve a meter la polla en la boca y le da un fuerte chupetón.
-Pues disfruta de tu plátano con tranquilidad, mamá- le dice Pili- yo seguiré aquí un ratito más, viendo la tele.
-Si, cariño, te aseguro que disfrutaré de este plátano…hasta el final- contesta Mari Carmen, con voz baja, sacándose la verga de la boca y comprobando que Pablo está a punto de correrse.
Así pues, mira a su hijo a los ojos, sonríe, y la lame la punta del glande con lentitud y habilidad, poniendo la lengua de perfil y pasándola despacio por la parte baja de la punta rojiza y palpitante.
-Ooooohh- jadea bajito Pablo.
Y luego, empieza a correrse.
Despacio.
Disfrutando cada chorro, cada lascivo chorro de semen caliente lanzado a la cara de su madre.
Mari Carmen recibe el primer chorro en toda la boca.
Traga bastante y decide engullir de nuevo la polla de Pablo.
Lo hace y su hijo continúa eyaculando, ahora en el interior de la boca de su madre.
-Oohh…si…- gime Pablo, mientras se corre dentro de la boca de su desnuda y chupona madre, que aprisiona con fuerza el nabo tembloroso de su hijo.
Mari Carmen, con la polla de Pablo dentro de la boca, siente como la desbocada verga lanza dos chorros más de semen , una esperma caliente y viscosa que se derrama imparable por toda su cavidad bucal.
La excitada madre palpa y saborea el semen de su hijo, lo paladea y lo traga, aunque no del todo.
Separa los labios y le muestra a Pablo el interior de su boca, lleno de semen viscoso y blanquecino.
Pablo, sin poderse detener, lanza tres chorros más de semen, que esta vez van a parar en toda la cara de su madre.
-¡Ahh!- gime Mari Carmen al sentir el impacto de los tres manguerazos de esperma, que se estrellan en su rostro y se lo dejan lleno de semen por todas partes.
La frente, las mejillas , la nariz de Mari Carmen, están llenas de esperma, una esperma suave y flotante que avanza hacia abajo, inexorablemente.
Pablo mira al rostro de su madre, un rostro chorreante de semen caliente, y eyacula un poco más.
Mari Carmen recibe los postreros y débiles chorros con la boca abierta y se traga todo lo que tiene dentro.
Luego, vuelve a engullir la polla de su hijo y se la lame a conciencia, hasta dejarla limpia, muy limpia y brillante de saliva.
-Oh, mamá…asii…ahh…- gime Pablo, sentándose en una silla de la cocina, mientras su madre le limpia la polla con la lengua.
A escasos metros de esa obscena e incestuosa escena, Pili, ya totalmente desnuda, se masturba en silencio, ardiendo de deseo, imaginándose a su hermano desnudo, con la verga endurecida y dispuesta.
-Oohh…mmh…- gime por lo bajo Pili, con los ojos semicerrados y la lengua fuera.
Vagamente, oye algo que le parecen gemidos, procedentes de la cocina, pero no les da más importancia.
Cachonda, mojada, sigue masturbándose, metiéndose y sacándose una y otra vez su delicado dedito índice de su coño de universitaria modelo, con cara de niña buena y gafitas modernas.
-Rápido- dice Mari Carmen- Tenemos que ponernos la ropa…Pili puede vernos, oírnos, o que se yo…
Mari Carmen, que acaba de limpiar la polla de su hijo con la lengua, se percata de que tiene la cara llena de semen.
Sin pensarlo dos veces, rebaña la esperma con las manos y se las lleva a la boca, donde las lame y las deja limpias, tragando así más semen.
-Mmmm…- gime la desnuda madre- Bueno…creo que ya está bien…debemos vestirnos…vamos Pablo.
Pablo, con la polla colgando flácida entre las piernas, se pone en pie y empieza a ponerse los pantalones.
Mari Carmen, rauda y veloz, se pone las bragas y luego el traje ceñido.
Después, se dirige al fregadero y, rápidamente, empieza a limpiar los platos de la cena.
Pili, que oye movimiento, se incorpora con desgana.
Estaba a punto de correrse.
Pero lo primero es lo primero, no puede dejar que la descubran así, desnuda, masturbándose en el sofá.
Así que, sin saberlo, hace lo mismo que están haciendo su madre y su hermano en la cocina : vestirse a toda máquina.
Minutos más tarde, Mari Carmen y Pablo hacen acto de presencia en el salón.
Pili ya está confortablemente sentada, muy modosita ella, como si no hubiera hecho nada más que ver la tele.
Madre e hijo se sientan , dejando a Pili en el centro.
Los tres tienen el corazón acelerado, los tres están calientes y con los rostros enrojecidos y ardientes, pero hacen como si tal cosa.
Hablan de banalidades, mientras ven , o fingen ver, la televisión.
Al fin, Mari Carmen toma la palabra:
-Ooohh…que sueño tengo…creo que debemos irnos a la cama…¿no les parece, niños?-
– Oh, si- contestan a una los dos, mirando a su madre.
Bueno, Pili lanza una mirada rápida a su hermano y le parece atisbar que tiene una erección.
Eso la pone aún más cachonda y se promete a si misma masturbarse como loca esta noche.
Luego, mira a su madre y su mirada se pierde un confuso instante entre los abundantes pechos de su progenitora, que con las prisas no se ha abrochado todos los botones de la parte superior de su traje , con lo cual, ambas tetas están casi por completo a la vista de Pili.
La desconcertada universitaria contempla, arrobada, las grandes tetas desnudas de su madre, pues puede verle ambos pezones, pezones que, piensa Pili, están demasiado duros…y tiesos.
Pablo también disfruta viéndole las tetas a su madre, hasta que ésta, dándose cuenta por fin, se abrocha los botones distraídamente y empieza a dirigirse hacia su habitación.
La noche es ya total, la oscuridad brilla afuera y madre e hijos avanzan hacia sus respectivas habitaciones, después de apagar las luces.
-Buenas noches, Pili, Pablo…estoy agotada…me voy a la cama- dice Mari Carmen.
-Buenas noches , mamá- dice Pili, dedicándole una extraña mirada a su madre, una mirada mezcla de deseo y de extrañeza.
Pues la joven universitaria , a su pesar, admira el bamboleante culo de su madre mientras ésta les da la espalda y se dirige a su alcoba.
-Buenas noches, mamá- dice Pablo, con media sonrisa que no pasa inadvertida a Mari Carmen.
El joven quinceañero, que se ha puesto cachondo de nuevo, también se deleita contemplando el hermoso culo de su madre mientras ésta avanza por el pasillo hacia su habitación.
Mari Carmen está excitada.
A su pesar, reconoce que está cachonda, que el chuparle la polla a su hijo no ha sido una buena idea, porque ahora , en su mente, la imagen de la polla de Pablo adquiere tintes desbordantes y no puede dejar de pensar en aquel magnífico miembro.
De pronto, la excitada madre ve algo tirado en el suelo, una tontería.
Y sin pensarlo, se inclina para recogerlo.
Dobla el espinazo y mantiene rectas y tiesas las piernas y eso, unido al hecho de que el traje que lleva es muy corto y muy estrecho, hace que tanto Pablo como Pili obtengan una obscena visión de la casi totalidad del culo de su madre – cubierto, eso si, por las bragas – y de sus potentes piernas.
A Pablo se le pone la verga aún más dura.
Y Pili, azorada, reconoce en su fuero interno que se ha excitado sexualmente al verle el culo a su propia madre.
-Buenas noches, chicos- dice Mari Carmen, entrando en su alcoba y cerrando la puerta tras de sí.
Los chicos casi ni responden, de tan excitados como están.
Luego, ambos se dirigen hacia sus respectivos cuartos.
Pablo se las arregla para subir las escaleras por detrás de su hermana mayor, para así poder disfrutar viéndole las piernas desnudas y el contorno de su culito, un culito que a él le parece muy sexy, no tan rotundo ni hermoso como el de su madre, pero atractivo.
Y una voz autónoma dentro de su ser le dice que, ya que se ha follado a su madre, no hay problema en follarse a su hermana.
Pablo intenta detener esa voz, intenta olvidar las piernas y el culo de su hermana y se despide de ella en el rellano de la escalera.
Cada uno se dirige a su habitación y cierra la puerta.
La noche comienza.
La habitación de Mari Carmen, es decir, la habitación de matrimonio que comparte con su marido, el cual, últimamente, no parece hacerle mucho caso.
La cuarentona madre enciende la luz de la mesa de noche y se desnuda rápidamente, sin dejar de pensar en Pablo y en su enorme polla.
Eso la excita mucho y pronto se tumba boca arriba sobre la cama y empieza a acariciarse las tetas, con los ojos cerrados, imaginándose a Pablo, desnudo y con su potente miembro tieso y duro y…también, extrañamente, se imagina a su hija Pili, se la imagina desnuda, con sus apetitosas tetitas al aire, se la imagina cerca, muy cerca de ella, tan cerca que puede casi besarla…y la besa.
La besa en su calenturienta imaginación y nota como su coño se moja más aún.
Mari Carmen apaga la luz, gime de placer y se mete dos dedos en el conejo, masturbándose a gusto, revolcándose por la cama, con sus hermosas tetas meneándose a un lado y a otro, su cuerpo ardiente temblando de deseo y su corazón galopando desbocado.
-Mmmhh…ahh…ahhh…si…ahhh…bésame, Pili, bésame….
ahhh- gime la excitada, desnuda y más que cachonda madre, metiéndose los dedos hasta lo más hondo de su sexo hambriento.
Y su imaginación, sin control, la hace ver, con los ojos cerrados, a su hija Pili desnuda, y junto a ella, a su hijo Pablo, también desnudo, con su gran pene al aire, poderoso y palpitante.
Mari Carmen se abre de piernas.
La luz de la Luna se filtra por la ventana entreabierta y la esposa y madre de cuarenta y cinco años se abre aún más de piernas, hasta quedar totalmente despatarrada, como una puta cualquiera.
Luego, sigue masturbándose, aislando en un compartimiento olvidado de su mente las llamadas a la castidad y a la normalidad.
La lujuria toma posesión de todo su ser y lo único que quiere es correrse.
Mari Carmen se masturba desnuda y abierta de piernas, bajo la luz de estrellas remotas, gimiendo de placer y de deseo, mientras el tiempo pasa inexorable.
En su habitación, Pili, también desnuda, se masturba, ya sin gafas, en la oscuridad.
Principalmente se imagina a su desnudo hermano, y a su gran polla tiesa, pero , para su incomodidad, no cesa de interferir en su fantasía la imagen de su madre, totalmente desnuda, con sus grandes tetas al aire y su magnífico culo bamboleante.
La joven veinteñaera se mete y se saca un dedito de su coño aterciopelado, mojándose cada vez más, mientras se pregunta si será una especie de lesbiana muy sucia que desea a su propia madre.
Y, en el fondo de su ser, sabe que solo pensar eso la pone muy, muy cachonda.
Pablo, en su cuarto, no ha podido conciliar el sueño.
Desnudo sobre la cama, juega con su miembro de vez en cuando, sin dejar de pensar en su madre, sin dejar de imaginársela desnuda, tal como la ha visto con frecuencia este día tan extraño.
En su mente rememora una y otra vez los detalles de sus encuentros sexuales con su propia madre, follándosela de nuevo en la fantasía, tal y como hizo en la realidad.
Sabe que la desea, que desea follársela otra vez, que necesita follar con su madre.
Y también sabe que a su madre le gusta follar con él.
Es obsceno, sucio, incestuoso…pero le gusta.
A ella y a él.
Además, ahora está Pili.
Pili se ha introducido en sus deseos y también le gustaría follársela, aunque no sabe como abordar el asunto.
¿Sería capaz de follarse , no solo a su madre, sino también a su hermana? Pablo piensa que sí.
En este día ha aprendido que con una polla como la suya puede llegarse muy lejos.
Si, seguro que podrá follarse a su hermana, y también, seguro que volverá a follarse a su madre.
Pablo sonríe al imaginarse de nuevo a su madre, lista para ser follada.
Y la noche avanza y llega la oscura y silenciosa madrugada.
No se oye nada en la calle, el sueño domina el mundo…o al menos, casi todo el mundo.
Porque Pablo se levanta de la cama, desnudo, abre la puerta silenciosamente y se dirige a la habitación de su madre.
Durante el eterno camino, su mente le grita que no debe seguir, que no debe follarse a su madre de nuevo.
Pero su cuerpo, su pene, tiene el poder.
Pablo está excitado con toda la desbordante pasión de sus quince años.
A pesar de haberse tirado a su madre varias veces el día anterior- porque ya es el día siguiente- , el joven siente el ardor del deseo recorrer sus venas, y sobre todo, siente como su polla, hinchada y potente, se menea de un lado a otro de su cuerpo con cada movimiento.
Necesita follar.
Y va a follar.
Al fin llega a la habitación de sus padres.
Con suavidad, abre la puerta, que no está cerrada con llave.
La luz de la Luna ilumina el amplio y bien amueblado interior de la alcoba.
Y allí, tumbada boca arriba sobre la cama, con las sábanas arremolinadas a un lado, está Mari Carmen.
Está totalmente desnuda, y sus ojos se clavan en Pablo nada más entrar.
El joven titubea.
Pero su madre no dice nada.
Está bellísima, allí tirada, desnuda, con la luz blanca recorriendo su voluptuoso cuerpo.
La cuarentona mujer se halla tirada sobre la cama, boca arriba, abierta de piernas por completo, mostrando a Pablo una excitante panorámica de su coño e incluso de su agujero anal.
La polla se le pone tiesa a Pablo y , deslizándose como un fantasma, avanza hacia la cama, se acuesta en ella.
-Te estaba esperando- le susurra Mari Carmen al oído.
Luego, la madre acaricia la polla del hijo durante unos segundos.
Después, lo atrae hacia sí y lo besa en la boca, un beso de amor, apasionado y duradero, que hace que la verga del chico alcance dimensiones espectaculares.
Pablo, una vez se sustrae del beso de su madre, se dedica a acariciarle las tetas, con dulzura y ternura infinitas.
Mari Carmen, tumbada, extendida cuan larga es, con los brazos en cruz, jadea, excitada y alegre.
-Aaaahhh…aaaahh…siii.
Mmmhh…- gime la desnuda madre.
Pablo , ahora, le chupa los pezones , después de lamer por largo rato ambas tetas.
El chico, una vez satisfecha su hambre de teta, lame es estómago de su madre y, al fin, alcanza el suave vello púbico.
Lo huele y lo acaricia , lo lame, aspirando el sexual aroma del deseo.
Después, sigue hacia abajo y , simplemente, empieza a lamerle el coño a su madre.
-¡Oooohhh!¡Siiiiiii!¡Siguee!- jadea susurrante la hermosa mujer, apretando la cabeza de su hijo contra su vientre desnudo.
Pablo comprueba que su madre está cachonda, que tiene el coño completamente mojado.
Lame y traga los jugos femeninos y penetra con su lengua en el conejo oloroso de su progenitora, penetra muy, pero que muy profundamente en aquel chocho maravilloso y prohibido.
Y nota, sabe, que esa prohibición hace que aquella lamida sea aún más ardiente y le produzca aún más placer.
-Slurp…slurp…slurp…- se oye lamer a Pablo, con la boca mojada con los jugos derramados por su madre.
Mari Carmen, casi fuera de sí de tanto placer como está sintiendo, mesa los cabellos de su joven hijo y lo incita a que siga chupando, a que siga comiéndole el conejo.
– Siii…sigue…ahhh…Pablitoooo….
que bien lo chupas….
ahhh…me encanta….
sii…- gime Mari Carmen, babeando de gusto, con la lengua fuera y los ojos desorbitados, las piernas abiertas de par en par, y los pechos subiendo y bajando cada vez más rápido, al ritmo de su acelerada respiración.
Y entonces, Mari Carmen siente que está próxima a correrse, y no está dispuesta a que eso ocurra …no tan pronto.
Agarra a su hijo por el pelo y lo obliga a dejar de comerle el chocho.
-Mamá…que…qué…quieres…- susurra Pablo, que estaba realmente concentrado en comerle el conejito a su madre.
-Quiero que me folles, Pablo…quiero que me metas esa enorme y dura polla tuya hasta el fondo…quiero sentirme follada, jodida, penetrada…¡Fóllame, Pablo, fóllame!¡Ahora!- exige la desnuda y cachonda madre, con la lechosa luz de la Luna derramándose sobre su bello cuerpo.
Pablo, sobreexcitado al escuchar a su madre hablar como…como…si, como una puta, se lanza sobre ella y le mete la polla hasta el fondo de un solo embate.
-¡Oooooh, si….
fóllaaameee!¡ Aaahhh…sii…bien adentro…sii…ahh…eso es…muévete…no pares…no pares de moverte, hijo…fóllame bien follada…ahhh! Si…si…¡Si…!¡SIIII!¡OOOOHHHH, SIIIII!!-
Pablo le mete la polla hasta el fondo, y la vuelve a sacar casi del todo, luego vuelve a meterla, sintiendo en cada embestida el calor del sexo de su madre y el tacto de las paredes de su vagina.
Pablo solo piensa en follar, follar a todo trapo.
Y lo hace bien, y rápido, embistiendo a su madre una y otra vez, a su madre desnuda y abierta de piernas de par en par, a su madre que no cesa de gemir de placer.
-Sii…sigue…sii…asiii…¡Ohhhh!¡Que dura la tienes, y que gordaaaaa!¡ Es maravilloso, tienes una polla de ensueño, Pablito…ohhhhh!!¡Ahhh!¡Aaaahhhh!¡Ooooh, siii, es magnífica…increíble…ahhh!
La polla de Pablo entra y sale una vez y otra del coño de su madre, mientras él no cesa de manosearle las grandes tetas ni de besarla en todas partes.
Pronto, Mari Carmen queda al borde mismo del orgasmo.
-Pa…Pablo…por favor…ahora…sigue follándome…no te pares…pero…pero…ahhh…insúltame…insúltame, por favor…- le dice a su hijo.
-¿Qué?- pregunta éste, extrañado de la petición, aunque en su fuero interno la desea más que nada.
-¡Que me llames puta!¡Si, llámame puta mientras me follas, por favor!- Mari Carmen, cachonda al máximo, desea escuchar esas palabras dirigidas a ella mientras Pablo se la folla.
Y Pablo no la decepciona.
No lo duda un segundo, no en balde en su torturada mente ha llamado puta a su madre en estos días de sexo y obscenidad.
-Siii…puta- le dice- Puta…puta…Ábrete bien de piernas, sucia puta…ahhhh….
ahhh….
-Si, no te pares , sigue, cariño…estoy a punto y eso me pone…¡cachondaaaaaa!¡Me corro, me corrooo…ahhh…siii….
soy una puta, sigue…ahhh…ahhh!
Pablo siente como oleadas de cremosos jugos inundan la vagina de su madre, siente como su erecta polla se ahoga en aquellos jugos.
-¡Puta!¡Puta!¡PUUTAAAA!- estalla el chico, sabiendo que él también está a punto de eyacular.
Pero no piensa hacerlo allí, como está ahora, no señor.
Haciendo gala de una gran fuerza, saca la verga del coño de su madre, agarra a ésta por los costados y la pone boca abajo, con el gran culo a la vista y a tiro.
Mari Carmen gime aún más deprisa, corriéndose todavía, manchando la cama con su torrente de pasión.
-¡Ohhh, siii, Pabloooo….
siii…métemela por el culo…dame por el culo…ohhhh…siii!!- exclama la follada madre.
Pablo no se lo piensa dos veces, tiene la verga demasiado dura y gorda, y palpitante.
Separa sin contemplaciones las nalgas de su madre, deja a la vista el agujero del culo y, sin más dilaciones, se la mete bien adentro.
Le mete la polla a su madre por el culo, con violencia, con fuerza, con potencia invencible.
-¡Toma esto, puta!¿Te gusta que te den por el culo, eh?- dice Pablo, apretando los dientes, mientras menea la polla adentro y afuera, adentro y afuera, varias veces, follándose a su madre por el culo, sodomizándola deliciosamente, como ya hizo el día anterior en la cocina, pero ahora, con una pasión más incontrolable aún.
-¡Oooooh, Pablitoooo….
me corro otra vez…me corro todaaa…ahhhh….
!- gime Mari Carmen, con el pelo alborotado, puesta casi a cuatro patas sobre la cama, mientras su propio hijo de quince años le da por le culo.
La lasciva madre sigue corriéndose, enlaza un orgasmo con otro, y Pablo, controlándose todo lo que puede, continúa dándole por el culo, una vez, y otra, y otra más…La polla de chico, que se ha abierto paso con gran facilidad a través del ano de su madre, ocupa todo el conducto rectal de la misma, haciendo que ésta gima de gusto, sintiéndose totalmente follada por el culo.
-Oohh…sii…Pablito…mi culo…ohhh…me vas a destrozar el culo…ahhh…pero sigue, por favor, no te pares…estoy …tan…tan…ahhh…tan cachonda….
ahhh
Pablo, por supuesto, no piensa detenerse.
El coño de su madre gotea jugos sin cesar y él se siente tan a gusto jodiéndola por el culo, que piensa que está en el cenit de su existencia.
-¿Te gusta…PUTA?- pregunta Pablo, que ahora nota que le llega el orgasmo.
– Porque a mi, me gusta a rabiar…ahh…ahhh…ahhh…yo…me …corrooo…me corrooo…ohhhh….
Y sin poder contenerse ya más, Pablo empieza a eyacular dentro del culo de su follada madre.
Mari Carmen, en éxtasis, corriéndose a su vez todavía, siente como el semen caliente de su hijo le llena el culo.
Y luego, siente como la poderosa verga sale despedida de ese mismo culo ultrajado, impelida por su propia fuerza.
Pablo lanza un par de potentes chorros de semen sobre las nalgas de su madre.
Mari Carmen, rápida, se da la vuelta y recibe el resto de la abundante corrida en sus tetas, en su vientre, en su cara, en su pelo…
-¡¡Ooohhhh, siii, mamaaa…ahhh…me cooorrrooo…ahhhh!- exclama Pablo, con los ojos cerrados, lanzando su leche a los cuatro vientos, manchando por completo a su despatarrada madre.
-Si, Pablo, sii…hummm…sigue…ahhh…más…más…más lecheeee….
ahhh…me gusta tu leche…oohhh, si, lechero mío…¡cuanta leche tienes, eres increíble!¡Ahhhhh!¡
Que me mojo todaaa!
Los chorros de semen hacen piruetas en el aire, antes de estrellarse contra la boca de Mari Carmen, que los recibe encantada, lista para tragarselos y bebérselos como una zorra caliente.
Al fin, Pablo cae exhausto junto a su desnuda y mojada madre.
Mari Carmen lo besa en la boca y Pablo traga su propio semen.
Luego, se permite mirar largamente a su madre.
Y la visión es maravillosa.
Mari Carmen está chorreante de semen, tiene leche cremosa cayéndole por las tetas, por el ombligo, por la cara, sobre todo por la cara, y también por el pelo y las orejas…
-Oh, Pablo, me has follado…tan, tan bien…me has dejado totalmente follada…ha sido…¡maravilloso!
Pablo no dice nada.
Simplemente, acaricia a su madre con ternura y la besa en los pezones.
Luego, se pone a manosearle los grandes melones, pensando en que estaría muy bien dormir allí, junto a ella, desnudos los dos, y recibir la mañana pegados el uno contra el otro.
Y sobre todo, piensa que sería una maravillosa forma de recibir el nuevo día, follándose a su madre antes de desayunar…ahhh…piensa…piensa…y casi se queda dormido.
-Duérmete, hombretón mío- le susurra Mari Carmen, que de cuando en cuando le acaricia la polla- Duérmete y relájate…asiii….
La madrugada es profunda y rodea a los amantes desnudos.
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