Mari Carmen, una madre muy ardiente. 4.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por hagen2012.
Mari Carmen, una madre muy ardiente.
4
La luz cenicienta de las primeras horas de la mañana penetra a través de las persianas que cubren las amplias ventanas, iluminando vagamente una gran cama de matrimonio, dónde un joven y una mujer cuarentona se encuentran acostados, desnudos.
La mujer, de largo pelo teñido de negro y amplias y jugosas tetas un poco caídas hacia abajo, se revuelve, inquieta.
El joven, de no más de quince años, duerme aún.
Es un joven muy bien dotado por la naturaleza, pues su polla, aún en posición de descanso, es bastante grande y gruesa.
La mujer sale poco a poco de su sopor.
Sabe que está ya despierta, que no podrá dormir más, aunque aún no haya sonado el despertador.
Acaricia con lentitud la frescura de las sábanas que cubren el colchón y se mueve un poco hacia el otro lado de la cama.
Algo tropieza con sus desnudas nalgas, algo grueso y grande, algo que empieza a crecer al contacto con su piel.
-Buenos días, mamá- dice Pablo, despertándose de pronto y apretándose todo lo que puede contra el cuerpo de su madre, que está tumbada junto a él, de espaldas y de costado.
Son madre e hijo y están desnudos, ambos han compartido una apasionada relación sexual el día anterior, una relación que culminó por la noche con un imponente polvo en esa misma cama en la que ahora están acostados.
Mari Carmen, una perfecta y normal esposa y madre de cuarenta y cinco años de edad, cierra los ojos, aterrada, mientras las imágenes del día anterior, de sus incestuosas relaciones con su hijo, toman forma en su cerebro.
Pablo acaricia con dulzura el largo y lacio pelo negro de su madre, dejando que su poderoso pene se hinche y se aplaste contra las nalgas de ella.
El chico siente el calor que emana el cuerpo de su desnuda madre, nota el contacto con el culo de ésta, y comprende que va a tener una erección de campeonato.
Mari Carmen no quiere despertar, no quiere enfrentarse a la situación, y lo que es más, no quiere enfrentarse a Pablo, con su gran polla ansiosa de sexo.
La atribulada madre sabe que debe poner término a esta relación, que no debe proseguir más allá, que tiene que guardarse con doble llave en el cajón de los más oscuros secretos.
Pero también sabe que Pablo no lo ve así, que su hijo solo piensa con la polla, y que lo único que quiere es follarse a su propia madre.
Mari Carmen se mueve despacio, hacia el otro lado, y mientras lo hace, su mente intenta tomar la determinación de terminar con todo aquello.
Pero algo dentro de ella, algo salvaje y primitivo, algo que hace que, en este mismo instante, se sienta excitada, le dice que lo deje estar, que disfrute el momento, que goce de un pene como el de su hijo, ya que su marido no le hace caso.
La atormentada y desnuda madre se vuelve hacia su hijo.
Mari Carmen nota como la humedad empieza a tomar posesión de su sexo y como el deseo lucha para dominarla.
Aún así, la mente racional de la jugosa cuarentona parece tomar el control.
-Pablo…mira…tienes que marcharte…Ahora, antes de que se levante Pili y nos oiga o nos vea juntos.
Y además, Pablo, olvida todo lo que ha pasado entre nosotros …no es natural, no es sano.
Y no vamos a hacerlo más.
¿ Has comprendido?- le dice Mari Carmen a su hijo, mirándolo a los ojos.
Por un momento, parece que el chico va a entrar en razón.
Luego, su mirada se torna más pícara.
Acaricia los hombros de su madre y la besa en la boca.
Mari Carmen no se resiste, no se esperaba ese beso.
Los tiernos y deliciosos labios de la mujer son presionados por los labios del adolescente.
La lengua del muchacho penetra en la boca de la madre y pronto, ambas lenguas danzan al unísono.
-Mmmmhhh- se escucha en la silenciosa habitación, mientras madre e hijo se besan con ardor.
Mari Carmen disfruta el beso y nota como su sexo despierta del todo, pidiendo más y más.
Sin embargo, su mente aún no ha perdido la batalla.
Con un gran esfuerzo, se separa de su hijo , poniendo término al beso.
– No , Pablo, más no, te lo ruego…déjalo estar y márchate.
– le dice, con la voz más firme que acude a su boca.
Pero Pablo tiene , en efecto, una imponente erección.
Sin hacer caso de las protestas de su madre, empieza a besarle los pezones, mientras le acaricia la espalda y el culo.
-No…no, Pablo, no , no sigas…ahh…no…ahiii.
no…por ahí, no , por favor…- susurra Mari Carmen, agarrando a Pablo por los hombros e intentando separarlo de ella.
El chico, sin embargo, persiste, y su madre no hace más que darle leves empujones por los hombros y decir una y otra vez, con voz quejumbrosa :
-No, por favor, no , Pablo…por faaavoor…nooo-
El quinceañero, totalmente excitado, se hunde en la entrepierna de su madre y procede a lamerle el conejo.
Mari Carmen deja de quejarse y empieza a emitir una serie de gemidos de placer que aumentan más aún la excitación del muchacho.
-¡AAaaaahhh!¡mmmmmhhh!- gime Mari Carmen, mientras su hijo le lame la vulva con increíble habilidad.
-Slurp, slurp, slurp…-
La lengua del chico penetra en el coño de la despatarrada madre y empieza un dulce meneo que concluye con una habilidosa lamida al mismísimo clítoris.
Para entonces, Mari Carmen ya está tan mojada que lo único que desea es correrse.
Pablo, sin embargo, saca la lengua del sexo de su madre y se yergue frente a ella, con su erecto y poderoso pene apuntándola en toda su gloria.
Mari Carmen, una madre de cuarenta y cinco años, se exhibe ante su hijo, totalmente desnuda, con sus grandes tetas un poco flácidas, con su pelo negro teñido, sus ojos brillantes, sus fuertes piernas, sus evidentes michelines en torno a su estómago, y, sobre todo, con el olor de su conejo ardiente impregnando el ambiente.
Así y todo, cree que es su deber resistirse y toma la determinación de hacerlo.
Pablo, cachondo, con la polla tiesa, avanza hacia su madre, y le pone la polla a un milímetro de la boca.
-No, Pablo, no lo hagas…no….
¡mmmpffffggg!- intenta decir Mari Carmen, pero Pablo le mete la polla entre los labios y, literalmente, se la folla por la boca.
El chico se aferra a la cabecera de la cama, mientras penetra una y otra vez en la boca de su madre con su poderoso miembro en erección.
Mari Carmen, que ha tomado la determinación de resistir, no hace nada, sin embargo, para abortar esta invasión.
Deja que la polla del chico, como un pistón desbocado, se la folle por la boca.
-Aahhh…ahhh…ahhh- gime de placer el muchacho,sintiendo como su verga golpea contra la garganta y el interior de la boca de su madre.
-¡¡Mmmmmpfffggfff!!- gime Mari Carmen, con los ojos abiertos como platos y el coño chorreante, sin intentar siquiera chupar la verga que le ocupa la boca, dejándose llevar y vencer por el placer puro y duro de sentirse follada.
-¡¡Mmmfffpffffff!!
Pablo siente la polla dura y palpitante.
Y sabe que quiere algo más para esa mañana que ya clarea, antes de que su hermana Pili se despierte.
Saca su gruesa salchicha de la boca de su madre y se queda plantado frente a ella, polla en ristre.
-No, por favor…- balbucea Mari Carmen, sin convicción, sin la más mínima determinación de resistir- No me folles otra vez, Pablito, por favor.
Otra vez no, no….
Pero Pablito no está para medias tintas.
Separa los muslos de su madre, que no se lo impide, y le mete la polla por el coño.
-¡¡Oooohhhhh!!¡Pablitoooo!!- gime Mari Carmen, gozando al sentirse penetrada de nuevo por aquel misil invencible- ¡Noooo!¡No …ahhh…no sigas…annnmmmhhh…no…me …folles….
ahhhh!!
Y Pablito, sin hacer caso de las protestas formales de su madre, se la folla a toda potencia.
Se la mete bien metida por el conejo una vez y otra y otra, jodiéndola a fondo , follándola a toda máquina.
-¡Aaaahhhh!- gime la desnuda, despatarrada y ultrajada madre, con las piernas abiertas de cualquier manera , temblando de excitación bajo la presión de su caliente cachorro-¡Oooohhh!¡Pa…Pablitooo….
ahhhh!!¡Otra vez noooo!
El sexo domina a la hembra gimiente bajo el macho cachondo.
La hembra olvida todos sus propositos de castidad maternal y se entrega totalmente a su macho follador, contoneándose más aún, arqueando su cuerpo al máximo para facilitar la labor a Pablo.
-¡Aahh!.
¡Ahhh!.
¡Ahh!- gimotea la madre follada, mientras su hijo le mete y le saca la polla del conejo una y otra vez, con golpes fuertes y embravecidos.
Pablo, cachondo, con la polla tiesa y palpitante, nota que su madre se corre, siente como una inundación de jugos calientes moja su verga.
-¡Oooooohhhhh!!- jadea Mari Carmen, corriéndose.
Pablo saca su miembro mojado del coño de su madre y empieza también a correrse, mojando a chorros las tetas y la cara de Mari Carmen, que consigue tragar bastante, en medio de la lluvia de semen con que su hijo la moja.
Pablo lanza varios chorros de esperma más y luego, con la polla goteante, se tumba, respirando fuerte, junto a su madre.
Mari Carmen se limpia la cara con las manos y luego, se lame los dedos, tragando así más y más semen.
Al fin, también se acuesta, cansada, junto a su hijo, dejando simplemente que pasen los minutos.
Y pasan, lenta, muy lentamente, sobre los dos amantes desnudos, que se miran de soslayo de cuando en cuando.
En los ojos de Pablo, a pesar del orgasmo reciente, refulge la lujuria insaciable de la adolescencia en todo su esplendor.
En los ojos de Mari Carmen, brillan, por igual, la culpa incestuosa y la maravillosa excitación que le produce a la mujer tener a su disposición una gran polla como la de su hijo.
El día clarea ya y la mujer sabe que pronto sonará el despertador.
Así pues, se incorpora, le mesa los cabellos a Pablo y le dice, al oído:
-Vamos, Pablito, tenemos que levantarnos.
Yo tengo que ir a trabajar y tú a estudiar.
Tu hermana se levantará ahora mismo y, desde luego, no quiero que nos vea aquí juntos, como puedes suponer.
-De acuerdo, mamá- susurra Pablo, sin dejar de admirar la belleza de los senos no muy firmes y algo colgantes de su madre.
Mari Carmen, lo que admira es la potente polla de su hijo quinceañero, una polla que aún flácida y tirada a un lado del muslo ,le causa unas ansias terribles de poseerla.
Unas ansias tan terribles, que Mari Carmen no se resiste y se mete la verga de Pablo en la boca.
-¡Oooohh!¡Siiii, chúpamelaaaaa!- gime Pablo, sorprendido por la acción de su madre.
Mari Carmen saborea la joven polla, la llena de saliva, la presiona con los labios, la chupa bien chupada…
-Slurp…mmmhh…slurp…slurpslurp…ahhh- Mari Carmen se saca la polla de la boca, y empieza a lamerla de arriba abajo con untuosa lentitud, disfrutando cada milímetro.
La verga de Pablo, sometida a aquella deliciosa tortura, no tarda en empezar a engordar y a crecer.
Pronto, la mamada de Mari Carmen consigue que Pablo tenga una hermosa erección.
-Oohh…sigue…mamá…sii…ahhh…hazme la mamada completa…siii- gime Pablo, en éxtasis, recostado contra el espaldar de la cama, mientras su madre, semiarrodillada en torno a su cintura, le chupa la polla.
Y justo entonces, Mari Carmen se saca el miembro endurecido de su hijo de la boca.
-Bueno, tendrás que conformarte con esto , Pablo…voy a ducharme y a vestirme, que no llego al trabajo.
¡ Adios!- dice Mari Carmen, riéndo.
Y salta de la cama, con la boca aún babeante y se dirige al baño.
-¡Pe…pero…mamá…yo…yo.
!¡No puedes dejarme asi!- exclama Pablo, arriesgándose a despertar a su hermana Pili en el piso de arriba.
La cabeza de Mari Carmen, burlona, aparece en el quicio de la puerta:
-Pues te estoy dejando, Pablo.
Te estoy dejando empalmado y sin correrte.
Vamos, vístete y vete a ducharte, que tu hermana se levanta temprano para estudiar.
¡Y tú también, a estudiar, que el que me estés follando no quiere decir que no debas continuar con tus deberes!- dice la mujer, triunfante.
De camino al baño, la desnuda cuarentona sonríe sin cesar, admitiendo que esta pequeña victoria sobre su hijo la hace sentirse mejor.
Luego, cuándo el agua cae , reparadora, sobre su desnudez, Mari Carmen vuelve a perder la sonrisa y piensa que lo que está haciendo está muy, muy mal, que incluso está hablando con palabrotas que nunca antes usaba, que se está comportando como una puta cualquiera…pero que , aún así, la excitación , el placer sexual, son contraprestaciones muy a tener en cuenta y que, por ahora, van ganando en la balanza.
Por su parte, Pablo, empalmado y sin correrse, se dirige raudo y véloz hacia su habitación.
Allí, se tranquiliza un poco y luego sale disparado hacia el baño que comparte con su hermana.
La ducha no consigue apagar su sed de sexo y sale del baño más empalmado que antes, deseando meter la verga en dónde sea y lo más pronto posible.
Al fin, suenan los despertadores.
Pili se levanta despacio, después de una noche pletórica de masturbaciones, y se dirige al baño.
Como siempre, su hermano se ha adelantado y está saliendo, mojado, cuándo ella entra.
-Buenos días, hermanito menor- le dice, en plan niñera, mirando de soslayo su paquete.
-¡Oh!- exclama Pili, al ver el hinchado paquete de su hermano, un gran montículo imposible de disimular bajo los pantalones recién puestos.
-¿Qué?- pregunta Pablo, que no sabe que ha sido objeto de las lascivas miradas de su hermana.
-No, na…nada, que …que ya voy a entrar al baño, que ya llevas mucho tiempo dentro, eso es…¡vamos, muévete, Pablito, a qué esperas!- le dice Pili, sofocada, con la cara enrojecida de vergüenza y excitación.
Pablo se quita de en medio, sin comprender gran cosa, dirigiéndose a la cocina, en dónde su madre está preparando el desayuno.
Pili, la joven veinteñaera, universitaria de pro, se mira al espejo del baño, un espejo humedecido por el vaho producido por la reciente ducha de su hermano.
Se ve joven y apetecible.
Sus pezones, algo endurecidos, se traslucen a través de su camiseta.
Sonríe.
Se despoja de la camiseta y se queda solo en bragas.
-Tengo unas buenas tetas- se dice a sí misma, hablando muy bajito.
Y mientras lo dice, mientras susurra esas palabras, se estruja los pechos con ambas manos.
Los pezones se le ponen duros del todo y Pili empieza a recordar la erección de su hermano Pablo.
Jadea, cada vez más fuerte.
Sin pensarlo mucho, se baja las bragas y se queda desnuda frente al espejo.
Tiene unas tetas firmes, aunque no muy grandes, coronadas por un buen par de pezones duros como piedras.
Su cintura no es gran cosa, es más bien ancha y no muy estilizada, y sus piernas son, al igual que las de su madre, fuertes y algo gruesas, pero no la obra de un escultor griego precisamente.
-Creo que estoy buena- se dice, hablando suave y quedamente al espejo, como si fuera la madrastra de blancanieves.
Y sin más dilaciones, se mete en la ducha y abre el grifo.
El agua caliente desciende sobre su desnudo cuerpo y Pili se siente excitada.
-Mmmmhhh- gime, mientras el agua la moja por completo.
Coge el gel de ducha y empieza a enjabonarse.
Lo hace despacio, dándose gusto, acariciándose las tetas con pasión, pellizcándose los pezones con suavidad y dibujando inacabables circunferencias en su estómago.
-Si, si, acariciame, si, soy tuuyaa…- gime Pili, imaginándose, ya sin tapujos, a su hermano desnudo y empalmado, con aquella gran polla suya al alcance.
Pili está cachonda.
Muy cachonda.
Se abre de piernas, y se mete el cable de la ducha por entre los muslos mojados.
Su sonrosado y juvenil coñito, una dulce rajita estrecha y recubierta con poco pelo, recibe las suaves caricias del cable de plastico y de ese modo, Pili se masturba , meneando el cable adelante y atrás, una y otra vez, hasta alcanzar un nivel de excitación casi insoportable.
-Ooohh…ohhh…siii…- gimotea la dulce veinteñaera, masturbándose lasciva en el baño.
Su idea es llegar al orgasmo, correrse allí mismo, manchando con sus jugos la cerámica de las paredes y la bañera.
Pero no puede ser.
Una voz imperiosa la obliga a salir de su ensimismamiento obsceno y lujurioso.
-¡Pili!- grita su madre desde el otro lado de la puerta-¡Termina de una vez, estás tardando mucho!¿Qué estás haciendo ahí dentro, eh?
-¡N.
na.
nada, ma.
mama…nada, ya…ya voy, ya he terminado!- tartamudea, nerviosa, la dulce Pili, despertando de pronto de su solitaria aventura sexual.
Deja el cable de la ducha, se sumerge aún más en el agua que desciende de arriba y da por terminada su sesión de limpieza mañanera.
-Vamos , Pili, te estamos esperando para el desayuno…- le recuerda su madre desde la puerta.
Y Pili, contrariada porque no ha podido terminar de masturbarse a gusto, sale del baño y empieza a secarse.
La luz de la cálida mañana entra a raudales por las ventanas de la cocina.
Sentados a la mesa, Pablo, Pili y su madre Mari Carmen, atacan las viandas del desayuno.
Hablan de cuándo en cuándo, pero cada cual está sumido en su propio mundo, un mundo que, ahora, es muy sexual para los tres allí reunidos.
Pablo, sobre todo, casi no puede contenerse.
Junto a él, está su madre, vestida con uno de sus trajes de andar por casa de color azul.
La excitada madre no lleva nada debajo del traje, nada de nada.
Sus piernas están a la vista y sus grandes pechos se traslucen a través de la tela .
Pablo, mientras come, oscila entre la contemplación de su madre y sus potentes melones casi a la vista , y su hermana, frente a él, a la cual se le transparentan los pezones, endurecidos, a través de la camiseta.
Y así, el pobre chico tiene una erección impresionante, y el bulto de su entrepierna parece un volcán a punto de explotar.
Mari Carmen, por su parte, está excitada, no en balde acaba de comenzar la mañana follando con su propio hijo, para a continuación hacerle una mamada inconclusa que lo ha dejado empalmado y sobreexcitado, pero que también la ha dejado a ella con unas casi irrefrenables ganas de sexo.
La cuarentona madre nota como el calor de su coño ansioso le trepa por el estómago y alcanza todo su cuerpo, poniéndola tan cachonda que tiene que esforzarse para no masturbarse delante de sus hijos.
En un momento dado, además, ha podido atisbar la monumental erección de Pablo, imposible de ocultar, un grande y poderoso montículo en la entrepierna del chico que amenaza con desgarrar los pantalones.
Mari Carmen, a pesar de que intenta refrenar su deseo de sexo, sabe que la deliciosa sensación de placer anticipado que domina su coño es maravillosa, demasiado maravillosa para desdeñarla y disfruta del momento.
La cálida y voluptuosa sensación de placer que emana de su sexo se distribuye por todo su cuerpo y la ardiente madre tiene que reprimir un gemido de placer al notar que se está mojando.
No lleva bragas, no lleva sujetador, está desnuda debajo de aquel minimo traje.
Mira a su hijo Pablo.
Y lo que ve en sus ojos es la más pura lujuria.
Mari Carmen no sabe lo que hará su hijo, pero sospecha que si se siente la mitad de cachondo que ella, la mañana acabará en una orgía de sexo desenfrenado.
Pili observa a su madre, se asombra al comprobar que no lleva nada debajo del traje, puesto que la luz hace que se le transparente todo.
La joven veinteñaera está caliente, y el hecho de que su madre esté junto a ella, casi desnuda, no contribuye a su enfriamiento.
La tensión sexual se palpa en el ambiente, casi no se habla, solo ardientes miradas se cruzan entre los comensales, los cuales están todos más que calientes.
La madre, excitada, sabe que es un momento delicado.
Un momento que no ha previsto.
Demasiado tarde, piensa que debió chuparle la polla a fondo a su hijo por la mañana y satisfacerlo.
Ahora, está tan cachondo que no sabe lo que hará.
Y es que tiene una erección tan imponente…
Mari Carmen comprende que debe hacer algo para detener a Pablo.
Un vistazo a su hijo la ha convencido de que está a punto de estallar, de que no podrá controlarse.
En efecto, Pablo suda copiosamente, tiembla, sus ojos se desorbitan, no responde coherentemente y, de cuando en cuando, se lleva la mano a la entrepierna, donde palpa la cada vez más grande erección.
-Pablo…- le dice suavemente.
Mari Carmen le mira a los ojos.
Su hijo le devuelve la mirada.
Mari Carmen, entonces, toma una decisión drástica.
Despacio, muy despacio, sin dejar de hablar ni un instante con Pili, introduce su mano derecha bajo los pantalones de su hijo.
Abarca la polla de Pablo con la mano y la acaricia con suavidad, sintiendo la tersa calidez de aquella verga enhiesta y palpitante.
Pablo está a punto de gritar de placer, pero se contiene y dedica a su hermana Pili una boba sonrisa.
Mari Carmen le saca la polla de los pantalones a su hijo y empieza a manosearla en silencio, a sobarla desde abajo hasta arriba, presionando sobre todo el glande enrojecido y mojado.
-Mmmmhh- gime Pablo.
-¿Qué te pasa, Pablito?- inquiere Pili, un tanto extrañada de la cara de placer de su hermano.
-Oh, no, nada, no es nada…es solo que…que me gusta mucho este…pan…está riquísimo…ahhh- miente Pablo, no muy bien.
Mari Carmen, que no se ha detenido, estruja la verga de su hijo con la mano y se la machaca a fondo, haciéndole una potente paja.
Pronto, abundantes chorros de masculina leche caliente se estrellan contra la parte baja de la mesa y embadurnan la mano de la madre y la entrepierna del muchacho.
-Ooh…sii…un pan buenisimo…- gime Pablo, mordiéndose la lengua, corriéndose en silencio, totalmente satisfecho, mojando con su semen la mano de su madre.
Mari Carmen se limpia la mano en los muslos y la barriga de su hijo y pronto vuelve al desayuno, atacándolo con energia.
Pablo, satisfecho, respira más pausadamente y se guarda la polla dentro de los pantalones.
La madre considera que la crisis ha sido superada con éxito, aunque haya tenido que hacerle una paja a su propio hijo.
La erección empieza a disminuir y Mari Carmen sonríe, satisfecha.
-¡Bueno!- dice- Terminemos de comer.
Y lo hacen.
Pili no alcanza a comprender el por qué de la repentina sonrisa de su madre, pero ésta, contenta al haber evitado la explosión de sexualidad de Pablo, sigue comiendo y riendo.
Pablo, con algunas décimas bajadas de su fiebre sexual, se concentra un poco en la comida y logra terminarse el desayuno.
Luego, los tres se levantan.
-Tengo que vestirme…- dice Mari Carmen- Pablo, tu tienes que ir esta tarde al instituto, así que, desde que termines de ayudar a tu hermana con la cocina, a estudiar a tu cuarto.
-Si, mamá- contesta Pablo, que aún siente palpitar su pene imperioso y endurecido.
-Y tú, Pili, también tendrás que estudiar antes de ir a la Universidad esta tarde…
-Oh, no , mamá…yo no tengo que ir esta tarde, sino ahora, por la mañana, han cambiado los horarios para hoy, asi que, ahora mismo me visto y me voy.
¡Pablo se queda aquí solo!¡Quien sabe lo que hará, un jovencito solo en casa eh!
-Piilii…- dice la madre, sonriendo, con un brillo extraño en los ojos – Deja en paz a tu hermano y vete a vestirte entonces, que nosotros terminaremos de arreglar esto.
-¿De verdad, mamá? No hace falta, no tengo tanta prisa, si quieres…
-Nada, tranquila, vete, vistete , que llegas tarde a la Universidad.
-Me voy arriba, entonces- asiente Pili, abandonando la cocina.
Solos de nuevo.
Madre e hijo se miran y en sus ojos se refleja la lujuria pasada y la porvenir.
Mari Carmen se vuelve de espaldas y comienza a lavar la loza.
Pablo se yergue , sintiendo que su pringosa polla está poniéndose en marcha de nuevo.
Sin ruido, se acerca por detrás a su madre y aplasta su paquete contra su delicioso y adorado culo.
-Ohhh…Pablo…ahora no…ya te dije que…tu hermana- susurra Mari Carmen, que sin embargo siente como el corazón le da un vuelco al notar la verga flácida de su hijo aplastarse contra sus nalgas.
-¿No?- le dice Pablo al oído, levantándole el traje y dejándole el culo al aire-¿Por qué no, mamá?
Mari Carmen gime.
Pablo , sin dudarlo, le saca el traje por encima de la cabeza y la deja totalmente desnuda en un abrir y cerrar de ojos.
La jugosa cuarentona no hace nada para evitarlo, y el joven, envalentonado, la agarra por los hombros y la besa en el cuello.
Mari Carmen siente el calor de la lengua del chico, y el sexo de la madre empieza a arder con más entusiasmo.
-Oh…Pablo…no, otra vez no- susurra Mari Carmen, aunque todo su cuerpo le pide a gritos que deje a su hijo seguir adelante.
Pablo, insaciable, se saca la polla , sin bajarse los pantalones, y la restriega contra las desnudas nalgas de su madre.
Mari Carmen siente el calor y el grosor de la polla de su hijo, una polla, que aún poco después de haberse corrido, sigue siendo poderosa y sugerente.
La desnuda y caliente madre nota el cremoso tacto del semen de Pablo, pues éste tiene la verga totalmente embadurnada de esperma.
-Pablo…ahhh…por favor…es demasiado…déjame ya, Pablito, por lo que más quieras…- susurra la madre, enrojeciendo de vergüenza al verse otra vez dominada por su hijo y por la pasión que encadena su sexo.
Pablo no le hace ni caso.
Hunde su cara en el sedoso pelo de su madre y lo huele a fondo.
Luego, le coge las tetas con ambas manos y empieza a manosearlas.
-Ooooh, Pablo, noo…mis…te…tas…no…por favor….
-jadea Mari Carmen, sabiendo que se dejará llevar por la sensación de placer que la envuelve.
Los pezones de la mujer son como piedras; Pablo los pellizca sin compasión una y otra vez.
-Me encantan tus tetas, mamá- le susurra al oído, sin dejar de acariciar, retorcer y pellizcar las tetas de su madre.
Mari Carmen empieza a mojarse de verdad.
Nota la humedad en su coño.
Pablo, en ese momento, la vuelve a agarrar por los hombros y le da la vuelta, dejándola frente a él.
Y antes de que la atormentada madre pueda evitarlo, el caliente hijo le da un profundo y apasionado beso en la boca.
-¡Mmmmmmhhhh!- gime Mari Carmen, con los ojos casi en blanco, mientras su boca es invadida inexorablemente por la lengua de Pablo.
-No…Pablo no…- balbucea Mari Carmen, una vez libre del beso de su hijo.
– yo creo que deberíamos…¡Oh!¡Se te está poniendo dura de nuevo!¡Es imposible!
Mari Carmen contempla, extasiada, la verga de Pablo, que , en efecto, se está poniendo dura, muy dura, otra vez.
La enorme polla casi tiene su tamaño normal en erección y apunta, victoriosa, al vientre de la excitada madre.
Mari Carmen le toca la polla a su hijo.
La acaricia, la manosea durante varios minutos y la verga responde y alcanza toda su extensión, endurecida y erecta.
-Necesito follarte, mamá- le dice Pablo- Tengo que follarte, no puedo explicarlo.
Solo pienso en una cosa: en follar contigo.
Follar, follar contigo, mamá…ohh…¿no ves lo dura que tengo la polla?
-Yo…yo…Pa…Pablito…nosotros…- tartamudea Mari Carmen, con el corazón a mil por hora.
Y entonces se escucha en el piso de arriba el taconeo de Pili.
La joven se ha vestido y baja las escaleras.
-¡Rápido, mi traje!- exclama Mari Carmen, aterrada.
Pablo se guarda la polla, le alcanza el traje a su desnuda madre y se va de la cocina, a toda velocidad.
Mari Carmen se pone el traje de cualquier manera y para cuando Pili enfila la puerta de entrada, la madre ya ha compuesto una ficción de perfecta ama de casa, hacendosa, lavando los platos del desayuno.
-Mamá…- dice Pili- ¿Podrías llevarme a la Universidad? Ya que vas a trabajar, te queda de camino y así me ahorro un buen trayecto.
-¿Qué?- responde Mari Carmen, sin volverse todavía , temerosa de que se le note la excitación sexual en la cara- Oh, si , si claro, ahora mismo termino con esto y me visto.
¡Te llevaré, universitaria mía!
Pili acoge con una sonrisa la última frase de su madre y se dirige al salón, a esperar.
Mari Carmen se serena un poco y termina de fregar la loza.
Luego, sale de la cocina.
-Por cierto, mamá- le dice Pili desde el salón- Tienes puesto el traje al revés.
Mari Carmen se queda paralizada.
Es cierto, se ha puesto el traje al revés, se le ve perfectamente la etiqueta y la parte interior del mismo.
La madre se siente atrapada, como si hubiera cometido un crimen sangriento y aquella hija suya la estuviera fiscalizando.
-Ah, si…las prisas…el desayuno…como ahora me voy a cambiar, no hay problema…je, je.
– contesta , esperando en cualquier momento la acusación terrible de incesto.
Pero ésta no llega.
-Ah, bueno- dice Pili, y continúa arreglándose la ropa y mirándose en el espejo grande del salón.
Mari Carmen continúa hacia su habitación, intentando convencerse a sí misma de que no ha sido descubierta.
Cuándo cierra la puerta y empieza a vestirse, Pili, con una extraña sonrisa dedicada a su imagen en el espejo, susurra:
– Y yo juraría que cuando desayunamos tenías el traje bien puesto, mamá.
–
El coche suena suave y monótonamente.
Mari Carmen, al volante, dedica unas palabras a su hijo Pablo, que está en la puerta de la casa.
-Pablo, me voy al trabajo, aunque antes llevaré a la pesada de tu hermana a la Universidad.
–
-¡Mamá!- le grita ésta desde su asiento de copiloto.
-Bueno, pórtate bien, no le abras a nadie y estudia un poco.
Luego, vete al instituto directo y nada de amigotes…¡Adios, Pablito!-
-Adios, hermanito- le dice Pili, mirándolo a través de sus gafitas de diseño.
-Adiós, váyanse ya que van a llegar tarde.
¡Mujeres!- les dice Pablo, sonriendo a su vez.
Mari Carmen engrana la primera velocidad y dirige el coche hacia la carretera que bordea la casa.
Luego, acelera y se pierde en el horizonte.
Pablo se queda solo.
Entra en casa, cierra la puerta y se pregunta qué hacer a continuación.
Mari Carmen ha dejado ya a su hija Pili en la Universidad.
Despacio, conduce hacia su trabajo, aunque su mente está en otra parte, concretamente con su hijo Pablo.
No logra quitárselo de la cabeza.
Aún está excitada y se siente mojada.
El corazón le late deprisa.
Su mente le dice a cada momento que debe terminar con esta relación antinatural, debe dejarle bien claro a Pablo que no va a follar con él nunca más.
Detiene el coche al borde de la carretera y toma una decisión.
Pablo está desnudo, acariciándose la polla con una mano, mientras sueña con su madre, sentado en un sillón del salón.
-Oh, si, mamá…chúpamela…sii…ahhh…puuutaa….
puuutaa…no eres más que una puta…ahhh….
sii…puedo sentir tu lengua de puta recorrer mi polla…ahh…sii…sigue, siguee…¡Aaaahhhh!
El joven ha apartado todos los escrúpulos y disfruta del momento ,dando por hecho que tiene a su madre a su disposición, y que podrá follarla cuando quiera y dónde quiera.
La polla se le pone a palpitar solo de imaginarse a su madre desnuda.
-Oh, si, puta, puta, puta…¡Putaaa!
De pronto, la puerta de la casa se abre.
No ha oído llegar ningún coche y está sorprendido.
-¡Mamá!- exclama, levantándose, desnudo y con la polla tiesa- ¿qué haces aquí?¿No ibas a trabajar?
Mari Carmen le dedica una amplia mirada de reprobación.
Es evidente que Pablo se estaba masturbando, tiene la cara encendida y la enorme polla está tiesa y dura y algo goteante.
Debería regañarlo, eso no se hace, y además, prometió ponerse a estudiar.
-¡Pablo!¿Es que no puedes parar?- le dice la enfadada madre.
Pablo se siente sorprendido, cazado, y algo avergonzado.
Pero pronto se le pasa.
Es su madre, y su madre y él han practicado el sexo esa misma mañana, así que el joven recupera enseguida su compostura.
-No, mamá, no puedo parar, y menos si te veo tan hermosa como estás ahora…- le dice el quinceañero.
Mari Carmen se sonroja a su pesar.
Pablo admira con aprobación la ropa que lleva su madre: unas medias blancas que le llegan hasta algo más arriba de las rodillas, unos zapatos de tacón, una blusa floja de color blanco, una falda corta y una chaquetilla.
Todo eso aderezado con unas gafas oscuras y un bolso rosa a juego.
El chico piensa que su madre va muy incitante al trabajo y que sus compañeros tienen dónde mirar, sobre todo teniendo en cuenta la falda corta que deja a la vista la casi totalidad de sus piernas.
-Déjate de tonterías- le espeta su madre, lanzando a cualquier parte el bolso y las gafas oscuras.
– He venido para hablar seriamente contigo.
Pablo no deja de mirarle las piernas a su madre.
De este modo, continúa muy excitado y su polla está dura y muy tiesa.
Mari Carmen intenta no mirar la verga de su hijo, cosa casi imposible dado el tamaño del miembro.
El sol, que hasta hace poco entraba a raudales en el salón de la casa, parece haber sido tapado por unas nubes y la estancia se oscurece.
La mujer avanza hacia su hijo y pronto nota con claridad el olor a polla que desprende éste.
El sexual aroma invade las fosas nasales de Mari Carmen y la cuarentona comprende que se está poniendo cachonda.
Pablo sonríe y se sienta, insolente, enfrente de su madre.
-Continúa- le dice, mirándola fijamente a los ojos.
Mari Carmen siente el poder sexual de la mirada de su hijo y desvía los ojos de su trayectoria.
-Pablo, de verdad, tenemos que acabar con esto.
¡No podemos seguir así!¡No puedes seguir persiguiéndome, acosándome con tu…tu…gran…pene!¡Eres mi hijo, Pablo, por favor, entiéndelo!- Mari Carmen se ha acalorado con la perorata.
No la tenía prevista, en realidad no tenía nada previsto.
Solo quería poner las cosas en su sitio, obligar a su hijo a respetarla y acabar para siempre con esta relación incestuosa que tan nerviosa y acongojada la tiene.
Pero Pablo la tiene tan grande y tan dura, que la pobre madre no puede dejar de dirigir su mirada hacia la verga de su hijo.
-Lo entiendo, mamá.
Entiendo que tienes ganas de…esto- dice el chico agarrándose la polla con una mano- y por eso has vuelto, para disfrutar de mi polla sin interferencias.
-¡Noo!- exclama la madre, abochornada por las palabras de Pablo- no, nada de eso.
¡He venido para terminar con todo!¡Por Dios , eres mi hijo, no mi amante! Y si yo digo que se ha acabado, se ha acabado…¿Entendido?
Pablo se levanta de nuevo y avanza hacia su madre.
Mari Carmen no sabe qué hacer.
El olor a verga caliente es tan penetrante, que nubla su cerebro, ya bastante nublado por la visión de aquella enhiesta y poderosa polla.
-Terminado- repite- Quiero que lo comprendas.
Nunca más lo haremos.
¿De acuerdo?-
-De acuerdo- dice Pablo, sonriendo.
Y a la vez que sonríe, aferra con sus manos la chaquetilla de su madre y se la quita con facilidad.
-¡Noo!¿Qué haces?- grita Mari Carmen.
-¡Basta, detente, Pablo, por favor!
Pablo no quiere oír nada que no sean las palabras de su propia y calenturienta imaginación.
Con la fuerza de su juventud, domina a su madre, reteniéndola por los hombros.
-¡No digas tonterias tú ahora, mamá!- le grita, fuera de sí- ¡Si has vuelto aquí, ha sido para follar conmigo a gusto!¡Necesitas mi polla, mamá, reconocelo!
-¡No, por favor, no es eso!¡Ten…tengo que irme, dejame ir, por favor!- suplica Mari Carmen, sin hacer en realidad ningún esfuerzo para zafarse de las manos de su hijo.
Pablo la mira a los ojos y ve en ellos el miedo al placer, pero también ve el deseo irrefrenable de sexo que domina a su madre.
Sin hacer caso de sus protestas, le destroza la blusa, arrancándole los botones de cuajo.
-¡Nooo!- exclama Mari Carmen, mientras Pablo la despoja de la blusa.
El chico, lanzado, imparable, aferra la falda de su madre por la parte superior y tira de ella hacia abajo.
-¡No, Pablo, por favor, no me desnudes otra vez!- grita la pobre madre, excitada, mojada, con el corazón palpitando a mil por hora-¡Tengo que ir al trabajo, déjame ir, por favooor!-
Pablo empuja a su madre hacia un sillón.
Mari Carmen, con la falda arremolinada en torno a sus tobillos, está paralizada.
Pablo se lanza sobre su madre una vez más y le quita la falda y los zapatos.
-¡Ooooohhh!- gime la madre, casi desnuda.
Ahora, solo lleva encima unas bragas blancas de encaje y un sujetador del mismo color, además de las medias blancas que cubren sus piernas.
El joven sigue sobre ella.
La cuarentona puede sentir su respiración entrecortada, puede ver la mirada lujuriosa en sus ojos.
– ¡Oh, Pablo, otra vez no!
El chico le desabrocha el sujetador.
Las jugosas y colgantes tetas de Mari Carmen se derraman hacia ambos lados ; el chico las admira un segundo y luego, sin dudarlo, le quita las bragas a su madre de un solo tirón.
-¡¡Nooooo!!¡¡Mis bragas nooo, otra vez nooo!!-exclama Mari Carmen, temblorosa, con el coño mojado por completo, excitada, sin poder dejar de disfrutar viendo a su hijo desnudo y empalmado junto a ella, encima de ella.
Pablo se queda quieto, en pie, mirando a su madre.
Mari Carmen está desnuda frente a él, sentada en un sillón, abierta de piernas, mostrándole una vez más su coño sonrosado y humedo.
La mujer sabe que debería cerrar las piernas, ponerse en pie y salir de allí como sea, pero no lo hace.
Permanece dónde está, despatarrada, vencida, temblorosa y palpitante, esperando el siguiente movimiento de su hijo.
Pablo tarda en decidirse.
Tiene la verga tan dura que parece a punto de reventar.
Y su madre, desnuda, con aquellas excitantes medias blancas , está frente a él, abierta de piernas, mostrándole sin pudor alguno su sexo mojado.
Ni siquiera se tapa el chocho con las manos, piensa Pablo.
Y una oscura voz en el fondo de su mente le grita: "No es más que una puta, una puta, una puta".
-Po…por favor, hijo- balbucea Mari Carmen- tengo que irme, tengo que vestirme, debo ir a trabajar, no puedes…no puedes…
Pero no termina la frase.
Pablo se abalanza sobre ella con la más sucia de las lujurias pintada en el rostro, la agarra por el pelo y la arrastra hacia el sillón grande.
-¡Nooooo!-grita Mari Carmen.
Pablo se sienta, sin soltar a su madre, que permanece junto a él , arrodillada e indefensa.
Luego, el joven, totalmente caliente, tira de su madre hacia arriba y se la pone boca abajo sobre los muslos.
-¿Qué…qué haces, Pablito…qué estás…?- balbucea Mari Carmen, que ahora está en la postura de alguien que va a recibir una buena tunda en pleno culo.
Y eso es lo que Pablo tiene en mente.
Alza su brazo izquierdo, mientras con la mano derecha domina a su madre ; luego, con gran fuerza, hace descender el brazo, hasta que su mano golpea con saña el desnudo y fofo culo de su madre.
-¡Aaayy!- grita Mari Carmen-¡Estás loco!¡No puedes…no puedes…ahhh!- exclama la cuarentona, humillada.
Pero Pablo continúa.
Vuelve a alzar la mano y vuelve a dejarla caer, azotando de nuevo el culo de su pobre madre.
-¡Aaaaayyy!¡Pablitooo, por faaavoor!- gime Mari Carmen, con el culo ya un poco enrojecido.
Pablo está sobreexcitado y no se detiene ante nada, menos aún ante las patéticas súplicas de su desnuda madre.
-¡Cállate, puta!- le grita, de pronto-¡Viniste aquí de nuevo porque quieres que te folle, quieres disfrutar de mi polla!¡Necesitas mi polla!
-¡No, Pablo, yo no…!¡AAAyyyyy!- grita Mari Carmen, dolorida, porque por tercera vez, su hijo le ha dado otro buen azote en el culo.
-¡No puedo más, me excitas, me pones caliente!- aúlla Pablo, frenético-¡Eres una calienta pollas, una puta calientapollas!
Y el chico vuelve a golpear a su madre con la mano, dándole un buen tortazo en pleno culo.
Mari Carmen grita de dolor y de deseo, porque aquel castigo la está poniendo realmente cachonda, tan mojada que apenas puede controlarse.
Pablo contempla el coño mojado de su madre y su excitación no conoce límites.
Vuelve a azotarla, dándole aún más fuerte que antes.
-¡Puta!- le dice mientras la azota con la mano en las indefensas nalgas, que ya están muy enrojecidas-¡PUTA!¡Te pones caliente, te gusta que te peguen, te gusta que te den azotes en el culo!
-No…nooo…¡Por favor, yo no…!- balbucea Mari Carmen ,mientras agita de forma patética sus piernas en el aire, esas piernas enfundadas en sus medias blancas.
Pablo le da otro azote, y otro y otro más.
Enloquecido de deseo, Pablo agarra con fuerza las medias de su madre y se las quita, se las arranca, pues la quiere tener totalmente desnuda.
Después, continúa azotándola, sin compasión.
-¡AAAYYY!¡No, por favor, me haces daño, Pablo…!¡Mi culooo!¡Ayyyy!- gime la desnuda, atormentada y azotada madre, que ahora se siente totalmente humillada.
-Volviste aquí para que te follara,mamá…reconocelo…reconocelo y dejaré de darte tortazos en el culo.
– le dice Pablo, que está perdiendo el control y se encuentra a punto de correrse.
Mari Carmen ya no ofrece resistencia y Pablo, con la mano que tiene libre, se masturba desenfrenadamente.
-¡No, por favor, Pablito, yo no quería…yo quería…yo…AAYYY!- balbucea la pobre Mari Carmen, mientras Pablo, una y otra vez, la azota en el culo con la mano.
A Mari Carmen le arde el culo, le duele.
No puede más.
Sabe que tiene que rendirse y decir la verdad, decirla, gritarla a los cuatro vientos, si no quiere que su hijo le destroce el trasero a golpes.
-¡Di la verdad, puta, dila!- le grita Pablo, enrojecida la cara de ira y de deseo incestuoso y prohibido.
Y Mari Carmen, la desgraciada, desnuda y azotada madre, sumida en el más obsceno de los deseos, exclama, al fin:
-¡Si!¡Si!¡He vuelto para follar contigo, Pablo!¡Necesito tu polla, necesito tu polla!¡Soy una puta, una puta, una PUUUTAAA!- Mari Carmen rompe a sollozar, presa de una intensa excitación sexual y de un gran nerviosismo.
Su cuerpo tiembla y Pablo deja de apalearla.
La coge amorosamente por el pelo y la pone de rodillas, frente a él.
Se inclina hacia su madre y la besa en la boca.
-MMmmmmmmh- gimen los dos , besándose con amor durante varios segundos.
Luego, las bocas se separan y Mari Carmen, sin que Pablo se lo diga, se introduce entre los muslos de su hijo, le agarra la polla con una mano, se la mete en la boca y empieza a chuparla.
-Ohhh, siii…- gime Pablo, acariciando el pelo sedoso y negro de su madre- si, chúpamela, mamá…chúpamela, puta, puta, puta….
ahhh…siii…puta…puta.
–
Mari Carmen está muy excitada.
El que su propio hijo la llame puta la excita.
Las palabras sucias la ponen cachonda, es como si estuviera viviendo una de sus obscenas fantasías sexuales.
Con la gran polla de su hijo en la boca, la jugosa cuarentona ansía oír que su hijo Pablo la llama puta.
Y éste lo hace, de cuando en cuando, entre gemido y gemido de placer, mientras acaricia el pelo teñido de su ultrajada madre.
La cuarentona chupa muy bien, lamiendo a la vez que succiona la verga de su hijo, llenándola de saliva, recorriéndola arriba y abajo una vez y otra y otra…
-Slurp.
Slurp.
Slurp.
SLURPSLURPSLURP.
– se oye chupar a la ardorosa , desnuda y excitada madre, que ya ha olvidado casi por completo sus propósitos de enmienda sexual.
-Oh, si, puta, sigue así, chupas muy bien…ahhhh…PUTA…PUTA…PUUUTAA…-la palabra puta brota con naturalidad de los labios de Pablo, aunque al principio hasta pronunciar la palabra le costaba bastante.
Llamar puta a su madre lo excita, lo pone caliente.
Y aunque la excitación y el deseo hacen que prácticamente olvide que la mujer de cuarenta y tantos años que le está chupando la polla, haciéndole una maravillosa mamada, es su madre, el hecho es que una parte de su mente no lo olvida y eso hace que llamarla puta sea tan excitante.
Mari Carmen, actuando como una experta chupapollas, lleva a Pablo al borde del orgasmo y luego, deja de hacerle la mamada.
La polla reluce,-plena de saliva recién derramada por la boca ansiosa de Mari Carmen – dura y erecta, temblorosa, gruesa y enorme, con su glande enrojecido y ensalivado amenazando con furiosas penetraciones.
Mari Carmen la agarra con una mano y, mirando fijamente a su hijo, le dice, con el brillo del apenas ocultado deseo en los ojos:
-Oh, Pablo…eres muy malo…muy malo…yo…yo…glubs- balbucea la madre, cachonda de verdad- no debería decir esto, pero…pero…te necesito, si…yo , tienes razón, Pablo…necesito tu…verga…no dejo de pensar en ella, es tan…tan …potente…es increíble…yo…he intentado superar esta…especie de adicción a tu polla, pero no he podido, por ahora…lo he intentado, de verdad, hijo, lo siento.
Y mientras habla y tartamudea, Mari Carmen se incorpora, se sienta a horcajadas sobre su hijo desnudo y se ensarta de golpe en la verga de éste, metiéndose la polla hasta el fondo del coño, ayudándose en esta labor con la mano.
-¡Oooooohhhhh!¡siiiiii!- gime Mari Carmen, extasiada de gozo, con la polla de su hijo plenamente insertada en su coño-¡Oooooh, que grande y que dura…ahhh.
siiii…fóllamee…toda….
ahhh!
Pablo no se mueve.
Se limita a estarse quieto, allí sentado, desnudo, con su madre ensartada en su polla, su madre, que no cesa de menearse , ni de dar saltitos, arriba y abajo, arriba y abajo, follando con cada vez más intensidad.
-Si, si- jadea Mari Carmen- fóllame, fóllame, déjame sentir tu polla dura y tiesa otra vez, Pablito, por favor…mmhhh, oh, sii…
Pablo tiene la mirada fija en los grandes melones de su madre, que se bambolean a un lado y a otro, graciosa y eróticamente, al compás de los meneos de la ardiente cuarentona.
El joven, con la polla tiesa y mojada, hace todo lo posible por no correrse todavía.
Se inclina hacia delante y abarca con ambas manos las tetonas de su madre, estrujándolas la una contra la otra, sin compasión.
-Oh, si, mis tetas, Pablitooo, cometelas, comételas, son tuyas…ahhh…- jadea Mari Carmen, con los ojos casi en blanco y la lengua fuera, el coño más que mojado y la excitación dominándola por completo.
Pablo hace caso a la recomendación maternal y se mete una teta en la boca.
La chupa, la muerde, la succiona…
-Slurp.
slurp.
mmmmm…tienes unas tetas de ensueño, mamá…ahhh…me gustan mucho tus tetas…si- musita el muchacho casi al oído de su descarriada madre, que no hace otra cosa que saltar y saltar, follando con su hijo de modo incesante.
-Si…¡SIII!.
¡oooohhhhh!- Pablo se saca la teta de la boca y se introduce la otra, chupándola con más fuerza aún.
Mari Carmen empieza a saltar cada vez más rápido, totalmente excitada y cachonda, ensartándose una y otra vez en la enhiesta verga de su propio hijo.
-¡Aaaahhah!¡Aahhh!¡AAHHH!- gime la madre desnuda y emputecida, con el lacio pelo negro danzando al ritmo de sus obscenos meneos , sus grandes y colgantes tetas moviéndose a un lado y a otro y sus nalgas temblando como flanes cada vez que chocan contra los muslos de su hijo.
Pablo , de pronto, agarra la cabeza de su madre con ambas manos y le susurra al oído una sola y definitiva palabra:
-PUTA-
Y luego, se levanta, haciendo acopio de todas sus fuerzas, alzando en vilo a su madre, que está ensartada en su pene.
La agarra por la espalda y avanza unos pasos, hasta dejar caer a su presa en otro sillón, pero sin sacar nunca la polla de su agujero.
Ahora, es Mari Carmen la que está debajo.
Pablo cabalga sobre ella con pasión increíble, metiéndole y sacándole la verga del coño a velocidad de vértigo, mientras la follada madre grita de pasión.
-¡¡OOOHHH, SIII, SIII, FÓLLAMEE, FOLLAMEEE, FOOOLLAMEE TOODAA…AHHHH…SOY TODA TUYA, SOY TUYA…SOY…AHHHHHH!- Mari Carmen no puede resistir más.
Totalmente abierta de piernas, con el chocho mojado, rezumando jugos como una cascada imparable, Mari Carmen sabe que va a correrse.
Y lo hace.
Una explosión de placer inunda su sexo y un torrente de jugos se derrama sobre la polla de Pablo.
El chico, subido en una nube de placer sin fin, se sigue follando a su madre, sin pausa, meneando su poderosa polla como un émbolo desbocado, metiéndola y sacándola rápidamente de aquel maravilloso y adorado coño.
-¡Ooooohhh…me coorro…ahhh…sii…que gustooo…ahhh!- exclama Mari Carmen, con los ojos cerrados.
Pablo acerca su rostro al de su madre y le estampa un amoroso beso en la boca, retorciéndole la lengua con la suya propia.
Luego, le dice, pegando sus labios a la oreja de su madre:
-Si, puta.
Córrete, puta mía, córrete…ahhh…sii…-
-Si- susurra Mari Carmen, volviendo la cabeza y buscando y alcanzando con su labios los labios de su hijo- Soy una puta, soy tu puta…ahhh…sigue, cariño, sigue follándome, asii…eres increíble…ahhh.
Pablo la tiene muy dura, pero aún puede aguantar.
Pletórico de excitación, lleno de ultrajantes fantasías en las que su madre es su amada protagonista, el joven saca la verga del sexo de Mari Carmen.
La mujer emite un quejido de sorpresa, pero es temporal.
Pablo la agarra por el pelo y le da la vuelta sin ceremonias, poniendo a su madre boca abajo, de rodillas sobre el suelo y de espaldas a él, con el culo plenamente al alcance de su verga.
-Oh, si, Pablo, eso es…ahora…ahora por el culo…oh, si….
ahora métemela por el culo, méteme bien adentro esa maravillosa polla tuya, jódeme por el culo…ahhhh- balbucea Mari Carmen, que ya ha perdido todo vestigio de compostura y solo piensa en follar.
El chico separa las nalgas de su madre, dejando a la vista el agujero anal, negro y atrayente como un pozo del más oscuro deseo.
Sitúa su enorme verga frente al ano ,agarra a su madre por el pelo y, a la vez que tira del mismo hacia atrás, le mete su gran polla por el culo.
-¡¡OOOOOHHHHSIIIIIIIPAABLOOOAHHHHHHMICUUULOOOOO!!- exclama Mari Carmen, penetrada analmente una vez más.
La polla de Pablo se abre paso inmisericorde a través del conducto rectal, haciendo trizas las defensas del anillo elástico que protege el agujero del culo.
Mari Carmen se siente llena por dentro, con aquella gran polla dentro de su culo.
Pablo comienza a darle por el culo, con fuerza, sin la más mínima compasión, penetrando a su madre por detrás con violencia casi, babeando de gusto.
-Oh, si, puta…trágate esto…seguro que te gusta que te enculen…ohhh…zorra…ahhh- gime el chico, insultando a su madre, deleitándose con cada palabrota, casi tanto como con la penetración en sí.
Sus embates son muy potentes, tanto que la pobre Mari Carmen resulta empujada sin miramientos una vez y otra contra el respaldo del sillón.
La polla entra y sale, victoriosa, del trasero de la cuarentona y ésta no hace otra cosa que gemir de gusto, pues su ardiente coño vuelve a estar de nuevo en forma, pidiéndole guerra a gritos.
-¡Aaaahhh!¡¡Aaaaaahhhh!¡Mi culiitoooo!- exclama la sodomizada madre, con la lengua fuera, relamiéndose, mientras Pablo la encula una y otra vez, sin parar.
El joven, sin embargo, sabe que está a punto de correrse.
Tiene la polla más que dura, tiesa y temblorosa y nota que le llega el orgasmo.
-Ooooh…pu…puta…- gime el joven- Creo que voy…que estoy…a punto de correrme…ahhhhhh…
Y casi sin proponerselo, saca la verga del culo de su madre.
Mari Carmen, rapidamente, se da la vuelta y se pone de rodillas frente a su hijo, de rodillas y con la boca abierta de par en par, dispuesta a recibir la lluvia de semen que se avecina.
-Si…córrete, Pablito y dame de beber…ahh…sii…quiero tu leche….
tu leche caliente en mi boca, dámela, por favor, dámela…- musita la madre, desnuda, con las grandes tetonas bamboleantes coronadas por un endurecido par de pezones, arrodillada ante su hijo, esperando la eyaculación de éste.
-¡Oooohhh, siii, ya llega…mamaaa…ahhhh!- exclama Pablo, que sin poder contenerse más empieza a correrse, eyaculando a borbotones sobre la cara de su madre-¡Siii…ahh…ahhhhh….
puutaaaa!!
Mari Carmen recibe los primeros y poderosos chorros directamente dentro de su boca.
Se los traga después de saborearlos y vuelve enseguida a estar preparada para recibir los siguientes.
Pablito continúa corriéndose a chorros, lanzandolos una y otra vez contra la cara y las tetas de su madre, que a los pocos instantes se queda llena de semen.
-Oohh…ahhh…ahhh….
¡aahhhhh!- gime el joven, eyaculando todavía, derramando su semen caliente sobre las mejillas de su madre, que recibe la cremosa sustancia con agradecimiento, relamiéndose y tragando todo lo que puede.
– ¡Aaaaahhh!
Mari Carmen abre la boca y le muestra a su hijo una lengua llena de esperma viscosa.
Pablo, entonces, le mete de nuevo la polla en la boca y termina de correrse allí, con la verga aprisionada entre los labios de su madre.
Pablo se derrumba sobre el sillón.
Mari Carmen, sin sacarse la polla de la boca, se sitúa entre los muslos de su hijo y continua chupándosela, lamiéndola por completo, desde los testículos hasta el glande.
El joven gime, con la respiración entrecortada, intentando recuperarse de un fantástico orgasmo.
Mari Carmen, sin embargo, sigue chupandole la polla, sin pausa, sin descanso…
De cuándo en cuándo, Pablo le mesa los cabellos a su madre y le dice, suavemente.
-Eso es , puta, sigue, sigue chupando…pronto se me pondrá dura de nuevo y seguiremos follando…ahh…sigue, sigue…puta…PUTA.
Mari Carmen continúa chupando, sin parar, mirando de cuando en cuando a su hijo con cara de pobre e ingenua mujer ultrajada.
La polla dentro de su boca lasciva se mueve de un lado a otro y su increíble habilidad como chupapollas pronto logra que el pene del quinceañero entre de nuevo en fase de endurecimiento.
-Slurp,slurp, slurp…mmmmhhh- gime Mari Carmen, la madre chupona, sin sacarse la polla de su hijo de la boca, pensando que nunca había sido tan féliz, que nunca había sentido tanta plenitud en todo su ser.
Ahora, sabe que lo único que desea es estar así para siempre, desnuda, chupándole la verga a su hijo, anticipando el delicioso momento de la penetración, saboreando el semen recién derramado…sintiéndose, de un modo extraño y total, una auténtica puta.
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