Mas juegos sexuales con mis vecinos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Hacía un par de meses desde que habían llegado nuestros nuevos vecinos, y como les conté anteriormente ya eran parte de nuestros juegos y porque no decirlo también de nuestras aventurillas sexuales.
Ever el mayor de los vecinos finalmente se había ganado la confianza de mi hermana Beatriz y terminó cogiéndola mientras que yo hacía lo propio con su hermana Adriana. Las dos frente a frente en 4 mientras las penetrábamos desde atrás, Ever culeaba a mi hermana como si le fuera la vida en ello, Beatriz jadeaba empapada en sudor, Adriana igual movía sus caderas emulando a una ordeñadora tratando de obtener mi leche, era impensable que estás niñas que apenas llegaban a los 13 se portaran como expertas al tener una verga adentro.
Acabamos, Ever se corrió primero. Uno tras otro derramó chorros de semen en las caderas de Beatriz, yo por el contrario me derrame dentro de Adriana, vez tras vez mi verga echo hasta la última gota de semen, increíblemente mi pene seguía igual de duro, benditos 15 cuando un polvo sólo era el principio. Ever a sus 17 también continuaba empalmado. Nos sentamos uno al lado del otro mientras nuestras respectivas hermanas nos limpiaban con la boca los restos de sus líquidos, vale decir que Adriana lo hizo a Ever y Beatriz a mí. Las dos en cuclillas cada una con el rabo de su hermano como si quisieran mostrarse entre ellas cuál de las 2 era la más experta mamadora, un brillo especial en sus ojos denotaba su secreta pero sana competencia.
– Y Sonia – le pregunté a Ever –
– En la casa. Es que se quedó haciendo los oficios.
– Ummm No la querrás para ti solito – dije mientras le sobaba la cabecita a Beatriz que afanosa seguía pegada a mi verga.
– No. Si quieres le digo que venga en la noche para que te descreme (Sacar la crema/leche del pito).
Ambos reímos. Nuestras hermanas quizás lo tomaron a mal o tal vez habiendo acabado de limpiar nuestros penes se pusieron sus ropas y ya se habían encaminado al patio. Ever y yo continuábamos sentados cada uno con su verga en la mano.
– A Sonia se la coge mi papá – dijo como revelando un secreto –
– ¿Cómo?
– Lo que oyes. Mi papá se coge a Sonia.
– ¿De verdad? ¿Tú los has visto?
– Si. Algunas veces.
– Y ¿sabe que tú te la coges también?
– Jejejej No. Me mata.
Como si Ever quisiera acabar la conversación se levantó, se puso sus ropas y se fue. Yo aún desnudo me quedé pensando lo de mi vecina y su padre. No sé porque, pero mi verga se empalmo al mil.
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Fue una tarde que no hubo escuela. Ever y su hermana Adriana se encontraban en nuestra casa, curiosamente no cogíamos. Las hembras se entretenían en sus juegos infantiles, Ever y yo revisando tareas.
– Creo que llegó mi papá – me dijo Ever –
– ¿Si?
– Adriana. Ya vino papá – grito a su hermana.
Recogieron sus cosas y salieron con prisa hacia su casa. Mis hermanos siguieron en lo suyo y yo cerré mis libros, total ya había terminado lo mío. El pensamiento de que Don Toño el padre de mi amigo se cogía a su hija rondó por mi mente y otra vez mi pene se puso al 1000.
En eso estaba cuando apareció Adriana de regreso.
– Dice Ever que vengan – nos dijo –
Lo seguimos y nomas salir afuera vimos a Ever, estaba oculto tras unos arbustos que dividían la propiedad donde vivía de la calle. Con su dedo índice en la boca nos indicó que guardáramos silencio. Casi de puntillas llegamos a su lado y pudimos ver a Sonia que agachada en cuclillas le mamaba la verga a Don Toño. Su boca parecía no dar abasto, porque el pedazo de carne que le ofrecían era grueso como un bote de comida de bebe GERBER.
Las tetas grandes de Sonia se balanceaban de arriba abajo, su muy bien formado culo se movía como si presintiera que pronto tendría acción, era chiquita pero picosa decíamos entre nosotros.
Don Toño no era el padre Atlético que se diga, pronunciada panza cervecera, nalgas enjutas. Era el cuarentón que se ha dedicado a cuidar a sus hijos. Hoy parecía haberse tomado algunos tragos, su manera de tomar de los cabellos a su hija para penetrarle la boca lo decía todo, su cara de lujuria podía percibirse hasta donde estábamos. Yo por cierto tenía una erección del demonio.
– Mama puta – le decía – cómetela toda. Sácale la leche, ummm eres mi Purita rica.
Sonia parecía excitada. Se sacó la verga de la boca y diligentemente la puso entre sus tetas y con ella empezó a masturbar a su padre. Este gemía enloquecido. El pene no era muy largo, quizá 14 cm pero si grueso, muy grueso y negro.
Ella continuó con sus caricias a la Verga de su padre, le lamio los huevos. Después subió besando cada cm hasta llegar a las cerillas y finalmente llegar hasta los labios para fundirse en un apasionado beso. Don Toño la rodeó por la cintura y la llevo hasta el lavadero que estaba junto al baño (Similar al nuestro, tres paredes cubierto por un costal en la puerta). Sonia se colocó arriba sentada al borde, dejando su vulva a disposición de su progenitor quien empezó a darle una tremenda chupada. A esto Ever y yo ya estábamos con la verga en la mano masturbándonos. Beatriz y Adriana a nuestro lado sólo observaban perplejas.
Los gemidos de Sonia eran perceptibles hasta donde estábamos, eran casi aullidos de placer. La lengua de Don Toño parecía poseída dándole placer en todos los huecos de la panocha de su hija. Ever ya le había bajado los calzones a su hermana y está se había inclinado sobre el arbusto donde estábamos ocultos para permitir que su hermano le rosara la verga en su puchita. Beatriz parecía absorta en lo que veíamos.
Sonia y su papá parecieron aburrirse de lo que hacían y se fueron hacía una mesa grande. De un manotazo él tiró lo que había encima y recostó a su hija dejando la con las piernas abiertas, todavía le mamo o un ratito más para luego colocarse entre sus piernas y después de juguetear un rato rosando la cabeza de su pene entre los labios vaginales empujó duro, clavando de una buena vez todo su paquete. Sonia pujo como si la verga de su padre la hubiera partido en dos.
– Ya chiquita – le dijo – Aguanta amor. ¿Qué? No te gusta que te la meta toda.
El sí de Sonia fue más un chillido que una afirmación. Ever ya se cogía a su hermana Adriana, mi hermanita Beatriz se había topado a mí pegando su colita a mi verga que estaba más dura que un palo.
Don Toño ya culeaba a Sonia sin compasión aunque ella había cambiado sus grititos por largos gemidos de gusto.
– Siii Siii Siii papi siiii – atinada a decir –
Beatriz se había empezado a acariciar sus nacientes pechos, sus nalguitas se aprisionaban más a mi mástil parado. Entendiéndola me bajé los pantalones a los talones e igual que Ever había colocado a su hermana la puse inclinada sobre el arbusto y sin más la penetre hasta el fondo. El ruido de nuestros cuerpos chocando en las nalgas de nuestras hermanitas adorno el ambiente.
El padre de Sonia había dejado de penetrarla y otra vez le lamia el coño mientras se jalaba el pene. Luego lo vi bajar a Sonia de la mesa y ponerla a cuatro, con sus manos parecía buscar donde colocarle el pene y cuando lo logró empezó a empujar. Sonia lloraba, su rostro denotaba que era presa de un gran dolor.
– No papá. Me duele mucho, no. Por favor no, sácamela. Por el culo no, me duele me duele.
Don Toño parecía perro en celo y aun escuchando los gritos de su hija seguía en la titánica tarea de meter su gruesa verga en la cueva de Sonia. Cuando pareció haberlo logrado igual que antes la penetró de una estocada. Está vez se detuvo por un momento, Sonia lloraba más fuerte. Ever igual dejo de culear a su hermana y yo también me detuve de montar a Beatriz. Todos quietos sin siquiera estar de acuerdo, el silencio de apoderó de nosotros por unos minutos. Fue el padre de Sonia quien reinició el ritmo, despacio empezó a mover sus caderas empujándole todo el miembro a su hija en las extremidades del culo. Sonia pareció empezar a sentir diferente porque de nuevo volvió a emitir los quejiditos de gusto que le conocíamos cuando la cogíamos, porque como he contado Ever y yo la habíamos disfrutado en muchas ocasiones.
Los tres culeabamos a nuestros parientes hembra, agarrados de sus caderas. Parecía una competencia entre nosotros sin siquiera haberlo planeado, gruesas gotas de sudor cubrían nuestros cuerpos. Uno a uno fuimos acabando, primero Ever quien como siempre terminó en la espalda de su hermana, luego yo derrame mi semen en lo más profundo de Beatriz. Don Toño al último, bufo como toro y empujando con fuerza su estaca se clavó lo más que pudo en el culo de Sonia, ella emitió el más delicioso gemido de satisfacción que pudiéramos escuchar. Se quedaron así pegaditos un tiempo, luego él le sacó su verga semi erecta. Ella se levantó y como agradeciéndole le dio un beso en la boca mientras que con una de sus manos acariciaba el pene que le acababa de perforar el ano.
– Que rica – musito –
Ever, Adriana, Beatriz y yo terminado lo nuestro nos fuimos a mi casa. Ninguno hablaba, a pesar de que teníamos sexo entre nosotros quizá era hoy cuando concebíamos que hacerlo entre familia era prohibido, porque siempre lo habíamos hecho como un juego.
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Seguiré contando. Porque el haber sido testigo del sexo anal de Sonia y su padre también nos mostraba la puerta a nuevas experiencias, algo debíamos poner en práctica.
La sola idea me puso la verga de nuevo como mástil.
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