Me convertí en la novia de mi tío Ernesto en casa de la abuela (Parte 1).
Cuando tenía 9 años, pasé muy buenos momentos en casa de la abuela con mi tío Ernesto, el hermano menor de mi mamá..
Hola me llamo Jennifer, soy una mujer de 25 años de edad y vivo en una ciudad muy pequeña y fría que está situada al norte de mi país. Lo que voy a relatar sucedió hace un poco más de 15 años, justo antes de mi décimo cumpleaños.
En ese tiempo yo era una niña muy tranquila, estaba educada a la manera antigua, donde a los niños no se les permitía desobedecer a sus mayores. Mi infancia fue muy feliz, sobre todo en esta época. Por cuestiones de trabajo, mis padres me dejaban en casa de mi abuela materna. Por las mañanas mi padre me dejaba en la primaria y mi abuela me recogía por la tarde para llevarme a su casa hasta que mis padres regresaban de trabajar por la noche y pasaban por mí.
En casa de mi abuela solo vivía ella y mi tío Ernesto de 19 años, el menor de los hermanos de mamá y que aún estaba estudiando en la universidad. Me encantaba ir a casa de mi abuela en parte por convivir con él, ya que era un chico muy cariñoso y atento, muy educado y tranquilo. Solíamos jugar como si él fuera mi hermano mayor y yo así lo consideraba en ese tiempo. Jugábamos pelota, escondidas, a las muñecas, cuando el clima era malo afuera veíamos tv. Pensándolo bien no sé cómo soportaba estar tanto tiempo conmigo, si yo era muy posesiva con él.
Tenía sus momentos como todo joven, a veces me pedía que no lo molestara porque tenía muchas cosas de la escuela que hacer, así que yo tenía que esperar a que terminara para poder estar con él. Era muy frustrante y solía llorar porque yo quería jugar y él no podía. Pero otras veces lo tenía para mi toda la tarde y era la niña más feliz del mundo.
Normalmente mis padres pasaban por mi alrededor de las 8 de la noche para ir a casa, pero un día pasó algo y no pudieron llegar a recogerme. Quizás tenían algún tema en el trabajo o alguna salida a cenar por que le pidieron a mi abuela que si me podía quedar con ella a dormir y ya que era viernes y no había escuela el siguiente día, la abuela no vio problema en dejar que durmiera en su casa.
Yo estaba feliz, pocas veces me dejaban quedar a dormir en casa de la abuela, de echo creo que esa fue la primera vez de la que tengo memoria. Era muy emocionante, porque la abuela vivía en una casa muy vieja, lejos del centro de la ciudad. A su alrededor había muy pocas casas y estaban alejadas una de otra. Su propiedad era muy grande, la casa era normal, tres recámaras y un baño arriba, cocina y estancia y otro medio baño abajo y en la parte superior de la casa un ático, el cual yo no visitaba porque me daba mucho miedo.
La abuela nos solía contar historias de fantasmas a la hora de la cena, mi tío ya se la sabia todas, pero yo era la primera vez que las escuchaba, así que terminaba con mucho miedo, cosa que a mi tío le daba mucha ternura e intentaba distraerme con juegos u otro tipo de historias para que yo me olvidara del miedo. Ese día fue un poco diferente de las otras veces que había escuchado sus historias, porque ahora solo estábamos mi abuela mi tío y yo. Además, en casa de mi abuela, al ser una casa antigua y alejada de la ciudad, solía ir y venir la luz muy seguido. Se iba de una a dos horas por la noche, así que la abuela tenía repartidas velas por toda la casa para poder alumbrarse en caso de emergencia.
Esa noche se fue la luz alrededor de las 9, justo cuando la abuela contaba una de sus historias. Grité y me paré tan rápido como pude y me subí de un salto al regazo de mi tío Ernesto, que se encontraba sentado a un lado mío en la silla contigua, lo abracé fuertemente por detrás del cuello clavando mi cara en su pecho y mis piernas colgaban una a cada lado de las suyas, tratando de pegarme a él lo más que pudiera.
El soltó una carcajada por mi reacción, pero al ver que me encontraba realmente muy asustada, me abrazo muy fuerte y me dijo, no te preocupes mi niña hermosa no pasa nada aquí estoy yo para cuidarte. Esas palabras hasta la fecha me hacen sentir tan segura y protegida que me gustaría ser niña de nuevo. Me dijo, siéntate tantito aquí en lo que voy a prender las velas porque no creo que llegue rápido la luz. Yo seguía muy asustada y le dije casi llorando, no tío no me quiero quedar sola y me abrace más fuerte de él. Ok, vamos acompáñame, toma mi mano para que no te robe el viejo del costal. Pegue otro grito y me aferre más a él, yo no lo quería soltar y le dije, tío no me sueltes por favor, abrázame tío abrázame.
Como pudo, se puso de pie y yo lo que hice fue aferrarme a su cuello y a pasar mis piernas alrededor de su cintura, de modo que el pudiera cargarme y llevarme a donde el fuera, como si yo fuera un changuito. Le costó un poco de trabajo porque yo ya no era tan pequeña. Otras veces ya me había cargado, de muchas maneras, pero era más pequeña y pesaba muy poco, por que siempre he sido muy delgadita. Recuerdo que ese año me dijeron me había dado una buena estirada, que ya parecía una pequeña señorita, así que me imagino que mi peso también cambio y eso debió notarlo en seguida mi tío, porque pujo un poco al ponerse de pie conmigo encima y me dijo, nena como has crecido.
Paso una de sus manos por debajo de mí, como siempre lo había hecho, para que yo no me resbalara. Recuerdo sentir sus dedos fríos en mi pompa, donde su mano no tocaba mi ropa interior, supongo que como yo había crecido en todos aspectos, ya su brazo no me alcanzaba a rodear completamente para poder alcanzar mi pierna por el otro lado.
En ese tiempo mi madre me vestía con vestidos cortos de olanes, parecidos a los de Alicia en el país de las maravillas, que por cierto ya también me quedaba chicos. Además de vestidos cortos, usaba calzones de algodón con encaje, muy lindos a mi parecer, con figuras de algún animalito o flores y calcetas altas hasta las rodillas.
Mi tío me sostuvo todo el tiempo con su mano libre mientras recorría los lugares donde se encontraban las velas y las encendía con otra vela que ya traía para tal efecto. Al caminar por los lugares oscuros antes de encender las velas, yo me aferraba tan fuerte como podía a él, apretando mis piernas que rodeaban su cintura y mis brazos alrededor de su cuello. Mi tío al sentir mi fuerza, solo me decía, con calma hermosa ya casi terminamos. Poco a poco su mano se fue calentando y como es normal en algún momento le sudaba y se pegaba a mi pie, de tal forma que la despegaba de ese sitio y la movía a otro. En ese movimiento yo sentía como recorría mi pompa de un lado a otro por sobre el encaje de mi ropa interior, era una sensación bonita y cálida.
Por el peso de mi cuerpo, poco a poco me resbalaba por debajo de su abdomen y en esos casos él me tomaba con ambas manos y me subía de nuevo hasta su ombligo, dejando la vela que tenía para encender las demás en algún lugar sobre los muebles. No es ningún secreto que una de niña es muy curiosa con respecto al cuerpo de los niños. Yo ya sabía las diferencias entre los niños y las niñas en relación a los órganos sexuales, pero aun así la curiosidad nunca se va hasta ver y sentir las diferencias en la vida real. Nunca había visto a mi tío desnudo, obviamente, pero si notaba su bulto por sobre su ropa y eso me causaba mucha curiosidad, sobre todo cuando se ponía un pantalón de deportes o su pijama que era muy delgada. Ese día traía puesto su pantalón de algodón que usaba como pijama y una sudadera también de algodón, de manga larga. Cada que me resbalaba por debajo de su ombligo sentía su bulto por sobre mis chones. Era caliente y blando. Otras veces ya lo había sentido, cuando lo abrazaba o cuando me sentaba sobre él, pero nunca lo había sentido mientras me cargaba de esa forma, mi sexo quedaba exactamente en el suyo.
La primera vez que me resbale ese día y lo sentí justo en mi vagina por sobre mi ropa interior, pegue un pequeño gemido, que por pena con mi tío trate de ahogar escondiendo mi cara en su pecho. No sé si él se dio cuenta, por que de inmediato me subió. Eso sucedió 3 o 4 veces durante nuestro camino de encender las velas y cada que mi sexo pegaba con su bulto yo me apretaba contra el en automático. En ese tiempo no tenía yo ningún tipo de maldad, solo sé que se sentía muy bien y lo hacía. No pensaba ni si mi tío sentía algo o no, solo pensaba en lo que yo sentía.
Por su puesto que mi tío sentía algo y más al tener ropa de dormir que normalmente es muy cómoda y holgada. Mas o menos a la cuarta vez que me resbalé sobre su abdomen, al llegar a la altura de su sexo, sentí algo muy diferente. Esta vez su bulto estaba más grande y además estaba duro. Yo me extrañe un poco al no saber que pasaba, porque se sentía diferente, así que no me aprete contra el cómo lo venía haciendo. Yo creo que eso hizo que a mi tío le diera mucha pena porque en seguida me subió y me dijo, hay Jenny cada vez estas más pesada ya no crezcas más por favor y siguió caminando.
Le dije que ya no crecerá más porque me gustaba mucho estar así con él, que me gustaba que me cargara y me llevara a todos lados. Eso lo relajo un poco y me dijo que se lo prometiera porque no quería terminar chueco de la espalda por mi culpa. Nos reímos y escuchamos que la abuela nos gritó, ya niños ya dejen de jugar y apúrense con esas velas. Mi tío le respondió que sola faltaba la del pasillo del baño que estaba debajo de las escaleras y la del baño en sí.
Mientras caminaba en dirección al baño, yo seguía preguntándome que había sido eso debajo de la ropa de mi tío. Al principio pensaba que era algún objeto que mi tío se había metido debajo. Yo con esa duda ahora me deje caer a propósito muy lentamente para no alertar a mi tío. En cuanto toque la parte superior de esa protuberancia que tenía debajo, pare un poco y voltee a ver la cara de mi tío. Él estaba viendo hacia arriba donde se encontraba la vela con su brazo extendido para poder alcanzarla, así que decidí ir más debajo. Esta vez sí que me quede a sentir lo que era, me aprete más contra el para tratar de sentir su forma con mi sexo, lo cual se sintió super rico. Mi tío solo se quedó quieto mientras hacia el esfuerzo de prender la vela, yo pegué mi cachete a su pecho y comencé a mover mi pelvis adelante y atrás. Mientras yo hacía eso, el trataba de disimular estirándose para prender la vela del pasillo, pero no decía nada.
Mi tío termino de prender la vela del pasillo y dijo, vamos a prender la última dentro del baño mi vida, pero esta vez no hizo por subirme, me dejo que yo siguiera frotándome sobre su pene. Entramos al baño y prendió la última vela, mientras yo seguía restregando mi sexo contra ese bulto que me estaba haciendo sentir tantas cosas. Mi tío coloco la vela que traía el en la mano sobre una repisa que estaba sobre el lavabo, me agarro ahora con sus dos manos por debajo de mi vestido sobre mis pantis de olanes y me pego hacia el subiéndome y bajándome por sobre su sexo, que de alguna manera había crecido y endurecido tanto.
Yo no dije nada, porque estaba sintiendo demasiado rico y quería seguir lo más que se pudiera. De pronto de tanta excitación que me hacía sentir, algo invadió todo mi cuerpecito, desde lo más profundo de mí que fue recorriendo todo mi cuerpo rápido como un relámpago. Fue algo muy fuerte y placentero que solté un gran gemido. Me abracé a mi tío tan fuerte como pude respirando agitadamente. Mi tío se dio cuenta de eso y acelero sus movimientos, solo fueron unos segundos, pero yo sentí que fueron largos minutos en los que mi cuerpo se convulsionaba sin control. De pronto sentí como mi tío dejo de moverse y solo se pegó hacia mi más fuerte, poniendo mi espalda contra la pared y apretando mis nalgas con sus manos tibias y grandes. Su bulto comenzó a brincar muy fuerte, era como un corazón palpitando en mi entrepierna. Después de un momento si hinchazón comenzó a bajar y mi tío un poco agitado me dijo, ya mi amor ya te puedes bajar, vamos a regresar con la abuela.
Yo sin saber exactamente que había sucedido, pose mis pies en el suelo y con las piernas temblorosas, me di cuenta de que el miedo que tenía había desaparecido por completo. Mi cara estaba muy caliente y tenía un poco de mareo, pero me sentía feliz. Mi tío me dijo, adelántate al comedor hermosa, yo te alcanzo en un minuto. Yo solo le dije, no te tardes y me dirigí a con mi abuela.
Al llegar con ella me preguntó ¿pues qué tanto hacían chamaca, que se tardaron tanto y donde está tu tío? Solo le pude responder que mi tío se cansó por cargarme todo el tiempo y no podía prender rápido las velas y que se quedó en el baño. Ella me hizo cara de enojada y me dijo, pues claro cómo no va a ser, si ya estas bien grande niña, le vas a sacar una hernia a tu tío.
Mientras estábamos esperando que el regresara a la mesa, comencé a sentir mojado mi calzón, discretamente metí una mano debajo de mi vestido para tocarme y mi sorpresa fue que estaba completamente empapada de mi entrepierna. Me hice del baño, pensé, pero no se sentía como si me hubiera orinado, me hubiera dado cuenta en seguida, mis piernas estaban secas. Me preocupé un poco, pero en eso llegó mi tío, me vio con la mano metida debajo, no dijo nada solo se sentó en su silla a un lado mío y agarro mi cabeza cariñosamente y me sonrió. Mi abuela me dijo, bueno niña ya es hora de que te bañes para irnos a dormir. Mi tío me pico la panza con su dedo índice y me dijo, si niña ya vete a bañar has de estar bien mugrosa. Yo le puse cara de que no me pareció, pero él al contrario de dejar de molestarme me comenzó a hacer más cosquillas y a decirme fuchi fuchi, apestas niña mugrosa. Eso me dio mucha risa y comencé a hacerle cosquillas de manera desquiciada lo que nos puso en modo feliz a todos, hasta a mi abuela.
Nos bañamos y nos fuimos a dormir, esa noche extrañamente dormí como un angelito, nada más pegué la cabeza a la almohada y me perdí en mis sueños.
Ese día fue la primera vez que disfruté a mi tío, pero no la última. Ya les contare como mi vida cambió a partir de ese hermoso día.
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