ME ENAMORÉ DE MI ABUELO 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Durante las siguientes semanas después de que mi abuelo volviera a su casa, yo le visitaba al menos un par de veces por semana. Mi papá estaba encantado de que hubiera hecho tan buenas migas con mi abuelo, así que no ponía problemas si llegaba a casa un poco tarde después de aquellas visitas.
Las cosas en casa de mi abuelo siempre ocurrían igual: nada más entrar me daba un largo beso en la boca y yo me empalmaba casi inmediatamente. Después me llevaba a la cama, nos desnudábamos por completo y durante un rato acariciaba todo mi cuerpo mientras yo seguía buscando que su lengua entrara en mi boca. Me encantaba sentir en la cara el roce de su barba incipiente cuando no se había afeitado, el sabor áspero del tabaco que fumaba, acariciarle su peluda barriga… Después, cuando la tenía bien dura, se la chupaba hasta que se corría en mi boca.
-¡Qué bien lo haces, niño! -me decía agradecido.
Entonces él me la chupaba también a mi, o me masturbaba mientras me besaba, que ero lo que yo prefería.
Yo era feliz así, y pensaba que también él lo era, pero una tarde en la que llegué a su casa le descubrí desnudo en la cama con una mujer medio desnuda. Aquello me enfadó muchísimo y me fui al salón lleno de ira. Entonces me di cuenta de que amaba a mi abuelo pero que a él no le bastaba conmigo.
Al cabo de un minuto se presentó mi abuelo en el salón cubierto por una bata.
-¿Qué te pasa, niño. Por qué te enfadas? -me preguntó.
-Yo pensaba que eras feliz conmigo -le respondí a punto de llorar.
-¡Y lo soy!
-¿Entonces qué haces con esa mujer?
-Tú no lo entiendes todavía, pero los hombres, a veces, necesitamos follar.
-¿Y no puedes follarme a mí?
-Sí… -respondió tras un instante de duda-. Pero solo tienes 11 años y te haría daño.
-No me importa, si eso es lo que te hace feliz, abuelo.
-Está bien. Espera un momento.
Escuché que mi abuelo hablaba algo con la mujer y, al cabo de unos minutos, oí que salía de la casa. Mi abuelo volvió al salón y se sentó a mi lado.
-Ya se fue. ¿Estás contento?
Estaba feliz, y para demostrárselo lancé mis brazos a su cuello y le besé en la boca.
-Fóllame, abuelo -le dije al oído.
Él me tomó en brazos y me llevó al dormitorio. Mientras se despojaba de la bata yo me desnudé rápidamente y le ofrecí todo mi cuerpo. Durante un buen rato estuvo jugando con su lengua en mi culo, después de untarme una crema en la entrada del culo, apoyó la cabeza de su polla sobre él.
-Te voy a hacer daño, niño, pero luego sentirás mucho placer -me advirtió.
-Fóllame.
El empujó un poco y metió la cabeza. Apreté los dientes por el dolor, y dos lágrimas salieron de mis ojos, pero no me quejé. Poco a poco siguió metiéndola hasta que sentí el roce de sus pelos púbicos en mis nalgas. La dejó así un rato y de pronto el dolor desapareció. Comenzó entonces el mete saca, despacio primero y fuerte después. Mi pequeña polla, que ya estaba dura, se puso que pensé que iba a estallar. La sensación de tener a mi abuelo dentro de mi, de ser completamente suyo, me volvía loco de placer.
-¿Te gusta, nene?
-Sí -respondí entre gemidos.
Él siguió follándome bien duro. El placer que yo sentía era el más grande que había sentido nunca. De pronto comenzó a gemir y sentí cómo mi culo se llenaba de su leche calentita. Entonces, sin ni siquiera tocarme, me corrí yo también.
Aún permanecimos un buen rato así unidos, él desplomado encima de mi y yo inmóvil, para que no se escapara su polla de mi culo.
-¿Te ha gustado, abuelo? -le pregunté cuando pude hablar.
-Tu culito es mejor que el coño de cualquier mujer -me respondió-. Te quiero, nene.
-Y yo a ti, abuelo.
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