Me encanta chupar pollas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Sonia y me he animado a contar mi experiencia, aprovechando del anonimato de la red y tras haberos leído como contáis las vuestras. Aunque haya dicho mi nombre, hay millones de Sonias por el mundo, así que no tengo miedo a que pueda ser reconocida. Y es que…, las mujeres (o yo en mi caso) no nos podemos expresar sin tapujos acerca del sexo porque nos pueden tomar por guarras y pervertidas, y entonces tenemos que ser más discretas… hasta que llegó internet y nos puso a nuestro alcance infinidad de fotos y vídeos…, y el anonimato para contar lo que queramos.
Mi caso: Me gustan las pollas, los penes, los rabos, las pililas, los pitilines, etc etc, como a todas las mujeres, pero no lo puedo decir en público. Pero, anónimamente en internet, pues sí. Me encantan como huelen y me encanta comérmelos. No sé si a todas las mujeres les gustan los penes y como huelen, pero para mi fue una sorpresa, que me excitó desde la primera vez. Incluso diría que más penes han pasado por mi boca que por mi vagina. Los chicos con los que he salido, con algunos no he practicado sexo con coito, pero mamada o chupada a su pene, eso sí lo he hecho. ¿Y por qué me gustan los penes?
Comenzó en mi adolescencia, y mi hermano fue quien me lo descubrió: Aunque yo ya había visto fotos de penes, blandos, pequeños, flácidos y tiesos y duros, cuando una chica ve su primer pene adulto por primera vez, se acuerda para siempre. Yo, con 12 años tuve esa primicia del pene de mi hermano, de 17…, adulto, desarrollado y con buena polla y testículos. La diferencia de edad hacía que cada uno tuviese sus ambientes y sus cosas…, cada uno con su habitación, así que nunca había visto desnudo a mi hermano, aunque había jugado con él alguna vez quitándole ropa y poniéndole en apuros. Siempre he sido un poquito juguetona y pícara, y esta vez, me lo encontré saliendo de la ducha y yéndose a su habitación. Me adelanté y fue fui a su habitación antes que él y sin que se enterase para esconderle la ropa o hacerle cualquier trastada. Y, él, cuando cerró su habitación, se quitó la toalla que le cubría y se quedó en pelotas y yo le vi. Lo malo es que, tras un minuto, él se dio cuenta que yo estaba escondida en su habitación, y me eché a reír. Me echó una bronca desnudo y yo me quedé impresionada viendo su polla grande y ancha colgando. Fue la primera vez que vi un pene de verdad. Me preguntó: ¿Me querías ver desnudo?. Y yo, entre risas nerviosas, ni me acuerdo lo que le dije. El pobre iba a ponerse la toalla al no encontrar la ropa suya que yo había cogido…., y, de un pisotón, le alejé la toalla y la cogí. Estaba desnudo y no podía taparse, jejeje. Así que, como mi hermano no podía hacer nada, puso cara de hastío esperando que se me pasara las ganas de hacerle la broma. Ni me gritó ni me pegó ni me amenazó, sino que me dijo que “¿hasta cuando me vas a devolver la ropa?”, o algo así.
La cosa se calentó un poco cuando mi hermano, cansado de mi broma, se me acercó y me dijo que si me gustaba ver su polla. Yo dije que sí, con risitas nerviosas, pues era la primera vez que veía una de verdad. Me dijo después: “Agárrame la polla, haz lo que quieras, pero déjame la ropa que tengo prisa que tengo que irme”. ¿Te la puedo agarrar”, dije yo. Y me dijo: Sí, así: y me cogió mi mano y me la puso en su pene, que estaba calentito. “Mira, agárramela así”. La agarré y me fue bajando su mano sobre la mía y la mía agarrando su pene, que empezó a crecer. Fue bajándose el pellejo y asomando el capullo, un glande sonrosado que se estaba hinchando. Yo alucinaba al ver ese pedazo de carne cobrar vida. Empezó a subir y bajar su mano y mi mano sobre su enorme polla que estaba poniéndose tiesa y apuntando hacia arriba: “Ahora tu solita. Sigue así”, me dijo mi hermano, y yo hice eso, subiendo mi mano y bajando por su pene, ahora tieso y muy ancho. Estaba yo embelesada cuando mi hermano dio un respingo y me quitó su ropa. “Ajá, ya es mía. Lo siento, Sonia, esta noche me haces una paja entera, pero ahora tengo prisa y me tengo que ir”. Se empezó a poner su ropa, acomodó su enorme pene como podía (se le notaba en los pantalones un bulto considerable), y se fue.
Olí mi mano cuando se fue mi hermano, y……. era un olor penetrante, muy intenso. El olor de la polla de mi hermano. Me encantó, me puso tontita. No sé si a las chicas les gusta el olor de las pollas de sus novios o maridos. Quizá sea yo la rara, pero ese olor me encantó y no me dio asco. Lo digo porque no olí la polla directamente sino mi mano que había sobado esa polla. Me dio la curiosidad de olerla y de probarla…, pero sería en otro momento.
Ese momento llegó a la hora de acostarse, esa noche. Una vez que cada uno se fue a su habitación, llamé a su puerta y me metí dentro. Estaba en pijama (de verano. Sin camisa y con un bóxer puesto). Le recordé lo que me había dicho: ¿Así que quieres hacerme una paja?, me preguntó. “¿Puedo, no?”, dije como pidiendo permiso y pidiendo perdón. Estuvo un rato con media sonrisa…, y me dijo: “Vale, pero no hagamos ruido, que no se entere nadie”.
Se bajó el bóxer, y ahí apareció de nuevo su pollón, blando. Me quedé mirando…, y agarre esa polla. Ya sabía cómo hacer: bajé mi mano y empezó a asomarse el glande. Acerque mi cara para ver de cerca ese glande y aspiré para olerlo: siiiiiii, un olor penetrante a polla me ponía a cien. Me pasé su pene por mi cara y empezó a ponérsela dura, en muy poco tiempo, era un palo inmenso y duro que me frotaba por la nariz, por mis pómulos por mi cara y empezaba a pajearlo. Él me explicaba cómo funcionaba su aparato sexual y como dentro de un rato saldría leche que tenía en sus huevos gordos que colgaban peludos.
Yo no sabía qué olor y qué sabor tendría el semen, pero esperaba que estuviera rico, como el olor del pene de mi hermano, así que le dije que quería ver y oler esa leche de sus huevos. Le estuve pajeando un rato, y en un momento, le di un lametón al glande para ver si tenía sabor esa polla. Y…., pues es como si chupaba un dedo. Mucho olor, pero sabor no. Tendría que esperar a probar la leche cuando saliera. Pero, como a mi hermano le encantaba que lamiese su glande, pues eso hice: lamer, chupar, meterme su polla en la boca. Para ser el primer día, mi hermano no sé que pensaría de mi, jajaja. Y, tras unos minutos, me dijo que ya le iba a salir la leche: se hizo a un lado, puso su mano como si fuera un cuenco, y allí echó la eyaculación que pudo aguantar en la mano. Rápidamente fui a olerla y….. tenía otro olor. Distinto. Me gustaba más el olor de polla que el olor de leche. Metí el dedo en un charquito de semen y lo probé. No me pareció un sabor espectacular. ¿Quieres beberlo?, me dijo mi hermano. “Dámelo”, contesté y me bebí lo que tenía mi hermano en su mano. Caliente, espeso, como crema. Y así ocurrió esa primera vez que estuve delante de una polla de un hombre adulto. Gracias a mi hermano.
Como ya os he comentado, el olor de pene me sigue excitando y encantando, así que, muchas noches le preguntaba a mi hermano si no quería darme leche (biberón, polla, vitaminas…, lo llamaba de muchas formas): ¿tienes leche para darme hoy?, ¿estas libre para darme biberón?, etc, etc. Cuando podía y me decía que sí, nos íbamos a algún sitio discreto, se bajaba la bragueta, se sacaba la polla y yo me la frotaba por mi cara mientras se iba poniendo tiesa, para luego empezar a chuparla, chuparla hasta que se corría. Ya, por costumbre, me avisaba cuando eyaculaba para que no se desparramase la leche y manchara la ropa de alguno de los dos, de modo que toda me la tragaba. No es que estuviera muy rica, pero me excitaba hacerlo. Sí, me excitaba, pero yo jamás tuve más contacto sexual que chuparle la polla. Luego yo tenía mis sueños eróticos en privado…, pero con mi hermano, solo le pajeaba y le sacaba la leche. Y así durante muchos meses… En mi casa, en mi habitación, en la suya, en el salón, en la cocina, en el baño (siempre evitando que nos descubrieran mis padres)…, en el campo, en la playa, en los lavabos, en un parque de noche, en el coche, en muchos sitios. Me decía: Tengo los huevos llenos de leche…, y con esa frase ya íbamos a buscar un sitio discreto para que yo se los vaciara.
Mi hermano se dio cuenta que me gustaban mucho las pollas y me dijo que había pensado decírselo a algún amigo suyo para que se las chupara también…, pero al final no se atrevió y sintió pena de que alguno de sus amigos se aprovechase y me obligara a otras cosas. El caso es que pasaron algunos años, y me bebí muchas leches de mi hermano. Luego, cuando empecé a salir con algún chico, en muy poco tiempo ya estaba sacándole la leche a su polla, jeje. No es que sea muy ligona, pues no he tenido muchos novios, pero a todos, incluso los que estuvieron poco tiempo conmigo, les he hecho lo que aprendí a hacer con la polla de mi hermano. Olerla, restregármela por la cara, lamerla, chuparla, chuparla, pajearla,…, y luego tragarme el semen. Ellos (los chicos), encantados de que yo les hiciera eso, y yo muy emocionada. Ahora tengo un novio, y le tengo deslechado con frecuencia. Ya han pasado más años y hace ya unos cuantos que no se la chupo a mi hermano. Aquella experiencia ya pasó. Ahora, él que le de “biberón” a otras chicas, jejeje.
Y……., Nunca he sido infiel a los chicos con los que he estado. Pero……., si alguien leyera este relato y me diera su polla para frotarla sobre mi cara y darme su leche, ¿alguien me la ofrecería?. Jajaja, seguro que muchos de los lectores lo harían gustosos y yo más gustosa lo haría. Pero una cosa es el anonimato de internet y otra la vida real. Me imagino que mi novio no estaría contento si me viera mamando leche de otra polla que no fuera la suya…, de igual manera que yo tampoco estaría contenta si le pillara a él dando polla a otra chica que no fuera yo. Quizá tenga que hacerme novia polígama de varios novios, jejejeje.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!