Mejorando la Relación con mi Hermana
Fuimos educados de una manera que entre ella y yo no teníamos vergüenza de vernos desnudos, podíamos estar ambos acostados en la misma cama en ropa interior pegados haciendo cualquier cosa no morbosa, entre otras cosas..
Esta es mi primera vez escribiendo. Como he contado en foros anteriormente, la relación con mi hermana durante nuestra niñez y adolescencia era de maravilla.
Nuestros padres nos educaron de una manera que entre ella y yo no teníamos vergüenza de vernos desnudos, podíamos estar ambos acostados en la misma cama en ropa interior pegados ya sea viendo una película o escuchando música, podíamos cambiarnos enfrente del otro. Tanto así, que la última vez que nos bañamos juntos teníamos 14 y 15 años (yo soy un año mayor), recuerdo que para ese entonces nuestros cuerpos ya estaban desarrollados, ella ya tenía pelitos en su vagina y sus tetas si bien aún eran pequeñas, ya se podían ver, incluso, el agua fría hacia que sus pezones se pusieran duros (cabe mencionar que a esa edad nunca la vi de manera morbosa).
Después de eso las cosas cambiaron, no nos volvimos a bañar juntos y nos distanciamos, nuestros padres ya no nos dejaban vernos en ropa interior y menos cambiarnos frente al otro.
No nos distanciamos solo físicamente, nuestra relación también se volvió más fría, cada y quien con sus cosas.
A pesar de eso, compartimos habitación hasta tener 17 y 18 años.
Para ese entonces, casi no hablábamos más que lo normal y necesario.
Recuerdo que aunque no se cambiaba frente a mi, la veía arreglada, aunque no usaba nada revelador, su ropa era ajustada, para ese entonces su cuerpo ya era el de una mujer.
Recuerdo un día que se arregló.
— ¿Qué tal me veo? — me preguntó.
A mi se me hizo rara la pregunta, pues nunca lo hacía.
Iba con una blusa a rayas manga larga ajustada que levantaba sus pechos que eran (y son a día de hoy) del tamaño de unos duraznos, sin mencionar que al igual que años atrás, sus pezones se seguían marcando, un pantalón de mezclilla que se ajustaba perfectamente para lucir sus muslos y piernas, y una botas.
— Muy bien, ese conjunto te hace lucir. — fui sincero.
— ¿Tú crees? — dijo intentando verse varias partes. — ¿Cómo se ve mi culito?
Ella suele usar ese tipo de lenguaje, y esa pregunta si me extrañó, puesto que fue muy directa y nunca (ni de adolescentes) me preguntó algo así.
— Bien, supongo. — le dije sin saber que responder.
— Gracias, te veo luego. — dijo y se fue sin más.
He de confesar que desde ese día si comencé a dedicarle pajas. Sin embargo la relación seguía siendo la misma, y se volvió más áspera cuando se fue de la casa a los 19 años con su novio, puesto que el chico no era (y a día de hoy no es) del agrado de la familia. Ella y yo terminamos mal, puesto que esa fue de las últimas veces que quise aconsejarle como hermano mayor.
En fin, paso el tiempo, al año siguiente también me fui de casa (para ser independiente), rente un departamento. Casi no hablaba con mi hermana, y cuando lo hacía era para pelear.
Meses después quedó embarazada y se apoyó en nuestra madre. Pero eso no duró mucho, puesto que el chico era un hijo de la chingada, y mi hermana como buena terca decidió ponerse del lado de él, y así fue como nuevamente se fue de la casa de mi madre.
Hoy día mi hermana tiene 22 años, yo 23.
Sigo viviendo sólo, en una ciudad distinta a la del resto de mi familia, a inicios de junio recibí una llamada de ella, me dijo que su novio iba irse a trabajar al norte del país y que no quería quedarse en casa de su suegra, pero tampoco quería quedarse con nuestra madre o padre.
Así que fui a dónde vivía y la traje a ella y a mi sobrino de poco menos de un año, (además de la despensa y una que otra cosa, era la primera vez desde abril que salía de casa).
Para aclarar: Hasta antes de publicar en los foros de aquí, y volver a revivir esos recuerdos que viví con mi hermana, tenía mucho tiempo de no pensar en mi hermana como mujer.
Siguiendo con el relato: Los primeros días me costó adaptarme, pues ya tenía tiempo viviendo sólo, la mayor visita que recibía era una vecina que venía a lavar su ropa a mi departamento (historia para otro momento quizás).
En fin: Los acomodé en mi habitación (pues al vivir solo solo tengo una), y me quedé a dormir en la sala.
También me percaté de que ella le daba poca o nula importancia a su privacidad, puesto que andaba por el departamento en ropa interior y solo con una playera encima, o salía en puro brasier y short, (yo también duermo en puro short), dejaba la puerta de la habitación abierta, así que entraba pensando en que ella estaba cambiada, fueron varias las ocasiones que la encontré desnuda o en ropa interior. Yo me disculpaba a lo que ella respondía que no me preocupase, las primeras veces pensé que iba a correr a cambiarse o mínimo a taparse, pero seguía como si nada.
Así que lo próximo que intenté fue cambiarme mientras ella estaba igual, sin ropa en la habitación, pero no le dio mayor importancia.
— ¿No te importa que nos veamos desnudos?
— ¿Por qué debería importarme? — respondió ella. — ¿A ti te importa?
— No para nada. — dije.
— Somos hermanos, nos hemos visto desnudos desde pequeños.
— Si, pero como después de cierto tiempo dejamos de hacerlo pensé que te incomodaba.
— Nop, lo dejamos de hacer porque mamá y papá nos dijeron que no debíamos, pero si de verdad me hubiera importado hubiera pedido mi propia habitación, ¿no crees?.
Esa respuesta me dejo sorprendido, y al mismo tiempo me mostró que decía la verdad, puesto que ninguno de los dos pidió una habitación propia alguna vez.
Después de eso comencé a tomar más libertad. Debido a la cuarentena no salía mucho, más que para lo indispensable, y mi trabajo podía hacerlo desde casa cómodamente, solamente cuando venía mi vecina me ponía una camiseta y ya.
Fuera de eso, tanto ella (mi hermana) como yo, estábamos todo el día en casa.
Así que eso más el calor fue pretexto perfecto para comenzar a pasar los días en ropa interior, o dejaba intencionalmente mi toalla en la habitación para tener que entrar desnudo tras el baño. Ella comenzó a entrar hacer del baño mientras yo estaba dentro y yo sabiendo eso hacia cómo que terminaba y salía mientras ella seguía ahí.
Una de esas ocasiones me atrapó viéndola.
— ¿Qué tanto ves? — me preguntó mientras ella estaba sentada en el baño y yo a unos cuantos centímetros de pie.
— Nada en si, solo que te vez muy bien a pesar del embarazo.
— Ah… gracias.
Con la intención de acercarme más le conseguí una cuna a mi sobrino y le dije a mi hermana que si podíamos compartir la cama, lo cual aceptó sin problemas.
En lo que iba de junio nuestra relación había mejorado y era mejor que nunca, aunque para ese punto obviamente ya no la veía como hermana y sabía que solo era cuestión de tiempo para que pasara.
Las primeras noches compartiendo la cama fueron tranquilas, debido al calor dormíamos en ropa interior destapados.
Fue la cuarta o quinta noche compartiendo la cama que decidí acercarme, puse mi mano a la altura de su abdomen y busque poner mi brazo debajo de su cabeza, solamente tuve que tocarla un poco y ella sola alzó su cabeza dándome autorización de abrazarla así.
— Me alegra tenerte aquí. — le dije en voz baja al oído.
Ella no podía abrazarme, pero a cambio me acariciaba ambos brazos.
— Gracias a ti por recibirnos, sobre todo de como te hable la última vez. — terminando de decir eso se volteó.
Quedamos frente a frente, con mi mano que tenía en su abdomen subí para acariciarle la mejilla y su cabello.
— ¿Qué? — me preguntó.
— Nada, es solo que eres hermosa. — le dije sonriendo.
La jale suavemente hacía mi sin que ella pusiera resistencia, quede boca arriba y su cabeza quedó en mi pecho, era la posición perfecta para abrazarla.
Comencé a acariciarle la espalda hasta tocar su brasier, me puse a jugar con el clip que era para abrocharlo hasta que se desabrocho, comencé a deslizarlo para quitárselo de un brazo, me di cuenta de que ella seguía despierta cuando acomodó su brazo de manera que saliera más fácil.
Estaba por quitárselo cuando el llanto de mi sobrino nos interrumpió, ella se levantó velozmente y fue a verlo a la cuna.
Estuvimos como dos horas despiertos intentando que se durmiera, después de eso ella me dijo que me durmiera, que ella se hacía cargo, al principio me negué, puesto que cuando mi sobrino se durmiera quería seguir donde lo dejamos. Al final el niño se quedó dormida pero quedó entre los dos, y dijo que no lo movieramos para no despertarlo nuevamente.
A la mañana todo parecía normal, mi sobrino seguía dormido así que con cuidado lo tome y lo lleve a su cuna.
Me metí a bañar y aunque quería volver a la cama para continuar lo pausado tenía que terminar unos asuntos del trabajo.
Eran las 11 de la mañana cuando escuche la regadera del baño, a pesar de haberme bañado me había dispuesto a entrar con ella, ya que solo traía un short puesto, cuando note que también estaba bañando a mi sobrino.
— ¿Están bien? — pregunté.
— Si, el niño se levantó hace rato y estuve jugando con él, ahorita que se bañe le daré su biberón para que vuelva a dormir un rato más.
Una media hora después entre a la habitación, mi sobrino ya estaba durmiendo en la cuna y ella estaba en la cama con los ojos tapados con una toalla, extrañamente no estaba en ropa interior, tenía un short y un top deportivo.
Me subí a la cama y lentamente me acerque a ella gateando, comencé a acariciarle los pies, piernas, fui subido hasta llegar a su abdomen, brazos y manos.
Comencé a besarle el abdomen a lo que ella se movió un poco pero seguía cubierta con la toalla.
Coloqué mis manos sobre sus pechos, cabían perfectamente y estaban firmes, comencé a frotarlos.
Tras un rato note sus pezones duros a través del top, aquellos pezones que había visto tantas veces remarcados.
Comencé a besar sus pechos sobre el top, se iban remarcando más, pellizque uno de ellos mientras besaba el otro.
— Que rico se siente. — dijo en voz baja.
Esa frase me dio pie a bajarle el top dejando sus pechos al aire, comencé a chuparlos, sorbia la punta, rodeaba con mi lengua, estrujaba con mis manos, era una delicia.
Decidí ir más allá y morderle suavemente un pezón.
— ¡Idiota! — me grito en voz baja.
— ¿No te gustó? — le pregunté.
— Se sintió bien, solo avísame. — diciendo esto jalo mi mano y la llevo a su boca, comenzó a chupar mi pulgar.
— Voy a hacerlo otra vez. — le dije.
— Hazlo un poquito más fuerte si quieres.
Me lance sobre el pezón izquierdo, mordí ésta vez un poco más fuerte y tire de él, mi hermana hacía quejidos de dolor, pero me decía que más fuerte. (obviamente no lo hacía más fuerte pues la iba a lastimar).
Subí a su cuello y comencé a besar, hasta llegar a la altura de su rostro, le quite la toalla de los ojos.
— ¿Sabes cuantas veces deseé que hiciéramos esto hace años? — le pregunté mientras seguía chupando mi pulgar.
— Lo sé, se que te tocabas pensando en mi. — me dijo sonriendo.
Nos hundimos en un beso profundo, nuestras lenguas chocaban, hacían el intento de entrelazarse más de lo que podían.
Sin separar nuestros labios la jale hacia mi, quedando yo boca arriba y ella completamente sobre mi.
Con sus manos buscó sacar mi verga erecta del short.
— Me encantaba cuando me veías como mujer y no como tu hermana. — me dijo entre beso y beso mientras me masturbaba con sus dos manos.
— Lo sigo haciendo, te deseo, deseo tu cuerpo, te deseo a ti, quiero tenerte. — le respondí mientras masajeaba sus pechos.
— Está bien, también lo deseo, quiero ser tuya.
Estábamos comenzando a sudar, quizás por la mera adrenalina.
— Quiero sentir tus labios como lo hiciste con mi pulgar. — le dije.
Ella enseguida se puso a la altura de mi verga, terminó de bajarme el short y comenzó a chuparla, primero la punta de sus labios en mi cabeza mientras su mano subía y bajaba por el tallo. Luego su lengua recorriendo desde abajo hasta arriba mientras me veía.
— ¿Te gusta hermanito? — dijo en tono de burla.
Intenté responderle en el mismo tono, pero no pude por el placer y solo solté un «Si».
Comenzó a meterla a su boca, llegaba por la mitad y la sacaba.
— Metela toda. — le susurre.
— Oki hermanito, como gustes.
Le tomó unos segundos poder metersela toda en la boca, cuando sentí que la iba a sacar, sin avisarle la tome del cabello y la detuve para que no pudiera sacarla.
Escuché como comenzó a dar arcadas y fue cuando la solté.
— ¡Eres un idiota! — me dijo.
— Gracias hermanita, eres la mejor dando mamadas. — le dije en tono de burla a lo cual me devolvió con un manotazo en el estómago, nos reímos. — Quiero chuparte ahora yo por favor.
— Ya sé. — diciendo ésto se puso sobre mi quedando en la posición de «69».
Me ayudó a quitarle el short que aún traía puesto. Quedó ante mi su vagina, aunque los pelos no eran muy de mi agrado, los de ella no me importaron, comencé a comérsela, pasaba mi lengua, la hundía, con mis dedos estimulaba su clitoris. Luego comencé a abrir sus labios y pasar mi lengua más fácilmente. Al mismo tiempo sentía como ella me seguía dando una mamada. Comencé a introducir mi dedo índice a lo que ella comenzó a gemir.
Sus sonidos de placer solo me incitaban más.
— ¿Me deseas? — me preguntó.
— Si.
— Dímelo por favor, sé explícito, quiero escucharlo.
— Te deseo. — le dije mientras la escuchaba gemir. — Deseo hacerte mía, metertela por todos lados.
— ¡Si! También quiero. — la escuché decir.
— Deseo escuchar tu voz gimiendo mi nombre por el placer, deseo cogerte hasta el cansancio. — le decía mientras seguía jugando con su vagina.
— ¡Que rico! Hace mucho quería sentirme así, desde que quede embarazada no había tenido sexo.
— Mientras estés aquí lo haremos todos los días.
— ¡Si por favor! — se quedó en silencio de golpe gimiendo y chupando.
Le hice una señal para que se volteara y quedara de nuevo frente a mi.
— Metemela ya por favor.
Me estiré para intentar alcanzar un gabinete del mueble, ella entendió lo que quería hacer. — No es necesario. — me dijo.
Cuando nació mi sobrino, ella tuvo complicaciones y debido a eso no puede quedar embarazada otra vez.
Sabiendo eso, busque la entrada de su vagina con mi verga, se deslizó fácilmente.
Ambos estábamos frenéticos, ella casi no espero para comenzar a moverse, saltaba sobre mi, la sujete de las caderas, subía a sus pechos, me fascinaba la vista, a pesar de no ser muy grandes saltaban lo suficiente.
No aguante más y la jale hacía mi, acomode nuestras caderas y comencé un vaivén a toda velocidad, se escuchaban reventar las gotas de sudor al chocar nuestros cuerpos. Ella comenzó a gemir mi nombre como loca.
— ¡Más! ¡Más! ¡Dame más fuerte! — pedía a gemidos.
Como si sus deseos fueran órdenes la tome de su culo, los estruje para aumentar aún más la velocidad del mete y saca. Al sentirlo, ella abrió la boca en señal de placer, cerró los ojos y para guardar silencio se mordió el labio. Me abrazo y sin soltarnos cambiamos de posición, ahora ella estaba abajo. Se aferró a mi espalda y me rodeó con sus piernas.
No sé si es porque era mi hermana o por el placer reprimido que traía ella, pero cada segundo que pasaba hacía su cuerpo más delicioso, sus gemidos, los sonidos lacivos de su cuerpo, mi mente seguía consciente, pero solo quería disfrutar con ella. Levante mi cadera un poco quedando de rodilla, puse mis manos en su espalda para levantarla tantito de manera que su espalda formara un arco y comencé a moverme como su fuera un perro, un perro al que solo le importa saciar sus deseos.
Ella agarró una de las almohadas y la puso sobre su cara para bajar el ruido de su voz.
— ¡Ah! ¡Que rico! ¡Si, sigue así! — la escuchaba decir bajo la almohada.
— ¡Voy a! ¡Ya voy a! — no podía terminar la frase.
— ¡Termina dentro! ¡Quiero sentir tu leche dentro hermanito!
Acomode mis piernas y con mis manos en su espalda la jale hacia mi, quedamos sentados frente a frente, ella sobre mi rodeandome con sus pierna; le quite la almohada de la cara.
Nos besamos nuevamente, mis manos y su cadera iban a la par con el mete y saca.
Tras unos segundos pude sentir como estaba terminando dentro de ella, sus músculos se contraían lo que me hacía soltar más. Me abrazó con fuerza y me mordió suavemente el hombro, así quedamos hasta que termine de correrme.
Tras unos segundos ambos nos dejamos caer en la cama, ella sobre mi.
— Gracias, lo necesitaba. — me dijo.
Acto seguido se levantó y se dirigió a mi verga para limpiar lo que había quedado, lo recogió con su lengua, lo saboreó y lo tragó.
Cuando vi el reloj, eran pasada la una, estuvimos cogiendo poco más de una hora.
Tras ese día una nueva relación inicio con mi hermana, ambos estábamos de acuerdo en que estaría basada en sexo solamente.
Poco después tuve la oportunidad de estrenar su culito que para mi sorpresa era virgen por ahí, puede que en un futuro escriba eso.
Sin poder salir libremente de casa, más un par de semanas que no tuvimos internet, hemos cogido en la ducha, en el comedor, en la puerta principal, hace unos días incluso estábamos cogiendo mientras ella hablaba con su pareja.
Ya un mes y medio de que está aquí, y parece que su estadía va para largo.
Al principio no quería admitirlo, pero puede que el sexo con mi hermana es el que mas haya disfrutado.
Que excelente historia. Felicitaciones por ti. Dichoso que tengas una hermana que puede hacerte feliz
y aqui una de hija unica jajajja
Si quieres yo puedo ser tu Papá Luissa
Eso no quiere decir que no puedas experimentar el incesto padre-hija, fantasear con tu pareja (o conmigo, que le gusta también esas tendencias) y tener un hijo o una hija e iniciarle al llegar la edad pertinente.
¿Prohibido? Si
Imposible: No. Sino, pregúntale a tantos incestuosos