Memorias infantiles
relatos de mis calientes memorias.
Memorias Infantiles
Cap. I
Siempre me he sentido tentada a escribir las memorias de mi infancia, pues son muchísimas vivencias las que tengo que contar, aunque confieso que algún tipo de barrera sicológica me había impedido hacerlo hasta ahora. No obstante, y al comprobar que existen personas que se han atrevido a contar las suyas por medio de relatos sean fantasiosas o no, ahora que ya soy mayor me veo animada a escribir las mías, aunque en mi caso particular no sea otra cosa que la pura verdad.
Mi nombre es Iliana (en casa siempre me llamaron Ilianita), y viví de pequeña en una aldea de pescadores, que era un bello pueblito donde corría un río que proveía el sustento para la mayoría de los habitantes. Nuestra familia se conformaba sólo de mi padre y cuatro hermanos, ya que mi madre había fallecido cuando yo tenía un año de edad. Tenía dos hermanos varones y dos hermanas, de los cuales yo era la menor. Quiero empezar mi relato recordando mis primeras experiencias sexuales cuando contaba yo con diez años de edad o quizás un poco menos. Como vivíamos en una casita con espacios limitados, había solamente tres cuartos; uno lo ocupaba mi padre, el otro mis dos hermanos, que tenían en ese entonces dieciséis y catorce años, y yo y mi hermana habitábamos el último y dormíamos en la misma cama. Mi hermana Sandra andaba por los doce años y en ese tiempo yo había descubierto en ella ciertas prácticas relacionadas con el sexo, y por la manera oculta en que ella lo hacía me había provocado una suerte de inquietudes desconocidas para mi temprana edad, aunque debo decir que siempre fui una niña bastante despierta para todo.
La primera vez que me di cuenta de su extraño comportamiento fue cierta tarde en que me hallaba jugando con ella por el patio, y estando solamente en casa nosotras dos con mi padre, pues mis hermanos en ese momento andaban jugando con sus amigos por el vecindario, escuché que papá llamaba a Sandra desde el interior de la casa. Al principio no presté la menor atención a eso, ya que era cosa normal y cotidiana que papito nos hablara para algo. Pero lo que sí despertó mi curiosidad de niña, sin embargo, fue ver que Sandrita acudía rápidamente hasta la habitación de papito y después de entrar cerró la puerta, pues desde donde me encontraba ubicada podía ver hacia adentro claramente. Atraída por un extraño sexto sentido que desde niña he tenido, pensé en seguida en la forma en que podía ver lo que sucedía. Me di a buscar la manera de asomarme sin que ellos me vieran, ya que sabía que si mi padre se daba cuenta me regañaría. No encontrando resquicio alguno por donde escudriñar a través de las paredes, se me ocurrió de pronto acercarme a una de las ventanas y, poniendo unas baldosas de cemento que había en el patio me subí a ellas quedando sólo la parte de mis ojos pegados al marco inferior, de modo que ellos no podían verme ya que la cortina me ocultaba perfectamente. Silenciosamente hice a un ladito la cortinilla y pude ver perfectamente hacia el interior. Mi padre se encontraba sentado en el borde de la cama y Sandrita estaba de pie frente a él. Mi padre le preguntó:
-¿Dónde está Ilianita, Sandy…?
-Está allá afuera, papi…en el patio…
-¿Estabas jugando con ella?
-Si.
-¿Crees que si hacemos la tarea ahora venga a buscarte?…
-No lo creo…ella se entretiene solita…
-Bien Sandrita…dime…te gustaría que te ayudara a hacer tu tarea como lo hicimos el otro día?
-Si…papi…si tú quieres…todavía no la he hecho…
-Está bien, Sandrita…pero primero haz lo que te digo…
-Ajá…qué cosa?
-Ve con Ilianita y dile que se vaya a jugar hasta el fondo del patio… y que no venga para la casa porque tú vas a hacer la tarea de tu escuela… dile que más al ratito irás a jugar con ella…pero que te espere allá…
-Si papi…
Al escuchar aquella conversación rápidamente me alejé del lugar rumbo al fondo del patio y fingí dedicarme al juego. Momentos después llegó Sandrita hasta mí y me dijo:
-Ilianita…ya no podré seguir jugando contigo, porque ahora voy a hacer mi tarea…mira, anda vete hasta el fondo del patio y espérame allí; pero no vengas para la casa porque necesito concentrarme, está bien?
-Si Sandrita… yo te esperaré hasta que acabes…oye, pero no te demores mucho, eh?
-No Ilianita… me apuraré a hacerla…bueno…nos vemos al ratito si…?
-Si…aquí te esperaré.
Segura de haber cumplido con la encomienda de convencerme, observé a Sandrita regresar corriendo con una sonrisa en sus labios hacia el interior de la casa, pudiendo ver como se le subía su faldita cortita con el movimiento mientras trotaba, descubriendo y mostrando sin saber sus pantaletitas blancas, mientras que yo, presa de una emoción desconocida, esperé por algunos minutos para después dirigirme nuevamente hasta mi escalerita prefabricada. Una vez colocada en posición y con mis ojitos chispeantes cubiertos por la tela de la cortina, me dispuse a contemplar los sucesos que ahora narraré:
-¿Hablaste con Ilianita, Sandy? –le preguntó mi padre-
-Si papi…se quedará en fondo del patio jugando…allí me esperará hasta que termine…
-Muy bien…¿Trajiste tu mochila con tus libros y cuadernos?
-Si papi, aquí están…
-Muy bien… pues saca tus cuadernos de tareas….
-Si…una es de historia y otra de geografía…
-Humm…a ver… primero haremos la de historia, Sandrita.
-Si papito.
Mientras hablaban y en tanto Sandy se ocupaba en sacar los libros y cuadernos de su valija, observé como mi papito, con movimientos que trataba de ocultar y como tembloroso de sus manos, se bajaba el cierre de su pantalón dejando al descubierto y frente a mis ojos su verga a medio parar, la cual comenzó a tallar suavemente prodigándole masajes con una de sus manos, en tanto que con la otra trataba de cubrirse un poco para que Sandrita no viera lo que hacía. Tomó algunos cuadernos como para taparse su miembro ya erguido al tiempo que le decía a mi hermanita:
-Ven a sentarte, Sandrita…anda…siéntate donde siempre…
-Si papi…
Sandrita puso sus libros sobre la cama a un lado de donde estaba sentado mi papi, y enseguida se colocó de espaldas para subirse sobre sus piernas. Casi de inmediato y antes de sentarla sobre sí, papito le levantó su faldita por la parte de abajo sin que ella lo notara, a fin de que solo quedaran las pantaletitas de mi hermanita sobre su verga pelada y de fuera. Se la sentó encima de él y luego la abrazó por la cintura, de modo que su pene bien duro quedó debajo de las nalguitas de Sandrita, separada únicamente por la telita de la braga.
-A ver…a ver, Sandrita…empieza a decirme lo que te dejaron de tarea…
-Ay si papi…mira, el tema es sobre la segunda guerra mundial…sabes algo de eso?…
-¿La segunda guerra mundial?…mmmmm…a ver…qué es lo que dice la primer pregunta?
-En qué fecha comenzó?…
-Ohhhh….no sé la fecha, mi hija….
-No la sabes, papi?….
-No, Sandy…pero abre tu libro y busca en el tema que vieron hoy en la escuela…de seguro allí debe de estar la respuesta…
Mientras Sandrita abría su libro y se daba a la búsqueda de aquel dato, mi papi comenzó a moverla muy lentamente sobre sus piernas, ya inclinándola hacia delante, ya moviéndola suavemente hacia atrás y hacia los lados, de manera que yo podía imaginarme, sorprendida por lo que estaba viendo, cómo su falo endurecido se refregaba debajo del calzoncito de mi hermanita, frotándolo hasta por en medio de sus piernitas. Pero lo que más me llamaba la atención era la actitud de Sandra, a quien por lo visto le encantaba ese jueguito con papi, pues como si nada sucediera se balanceaba lenta pero rítmicamente sobre las piernas de papá, seguramente disfrutando también de aquel momento de íntima y cómplice calentura. Desde mi escondite, yo podía sentir como la sangre se agolpaba en mi rostro y en mi pecho, y mi corazón latía con una rapidez que nunca había sentido, pensando en lo que mi hermana Sandrita estaría sintiendo en aquel momento montada sobre la verga parada de papito.
Así estuvieron en medio de aquella tertulia y jugueteos de complicidad por largo rato. Papá haciendo las preguntas y mi hermanita buscando entre sus libros y escribiendo las respuestas en su cuaderno, hasta que un rato después sucedió lo inevitable. En un momento dado y habiendo Sandrita cabalgado a sus anchas sobre aquel caballo desbocado que sobresalía endurecido entre las piernas de mi papi y entre las de Sandy, moviéndose ambos de un lado para otro sin detenerse ni un instante, papito derramó su abundante semen debajo de la pantaletita de mi hermana mojándole todas sus nalguitas y sus piernas y llenándole de todo aquel líquido blanco y transparente que se fue escurriendo poco a poco hasta debajo de sus rodillas.
Una vez que papi hubo acabado de gozarla, le dijo a Sandy:
-Ya….ya, mi hija…ya te puedes bajar….
-Ya terminamos papito…?…por qué tan pronto…?
-Por hoy ya terminamos, mi hijita….pero mañana, si te dejan tarea, lo haremos de nuevo.
-Ay si, papito…de verdad lo haremos de nuevo?
-¿Te gusta hacer la tarea conmigo, Sandrita?…
-Ay si …me gusta mucho…me gusta que me subas en tus piernas, papi…
-Bien, Sandy…a mi también me gusta mucho…ahora ven aquí que te voy a limpiar, porque creo que me oriné y te mojé toda sin darme cuenta.
-A poco te orinaste otra vez, papito…?
-Si, Sandrita…siempre me dan ganas de orinar cuando hacemos la tarea….
-Ay si papi…ya lo sé…siempre me doy cuenta cómo me mojas sobre las pantaletas las nalguitas y las piernas…
-Si…es que no puedo evitarlo, mi hija…pero bueno, ven que te secaré el orín de donde estás mojada.
Tomando la sábana de su cama, mi papito comenzó a limpiarle a Sandrita debajo de su faldita y detrás de su calzoncito, el cual pude ver que estaba totalmente empapado de leche, y también le limpió las piernitas y las rodillas. Luego le dijo a Sandra que guardara sus cosas en la mochila, mientras que él, poniéndose de espaldas a ella, comenzó también a limpiarse la lechita del pantalón y de su verga embarrada y semi flácida. Yo pude darme cuenta claramente que ahora su pito ya no estaba tan duro como cuando empezó a jugar con mi hermanita.
Entonces papito le dijo a Sandra:
-Anda ve a guardar tus cosas…y luego te vas a jugar con Ilianita…no vaya a ser que le dé por venir acá.
-Si papito…pero mañana me ayudarás otra vez con mi tarea?…
-Si, linda…claro que sí…pero anda…sal ya al patio…
Al escuchar eso, yo me bajé rápidamente de las baldosas y me fui corriendo hasta el fondo del patio para esperar a Sandy. Minutos más tarde llegó ella como si nada, y nos pusimos a jugar de nuevo. Pero aquella escena, totalmente desconocida para mi, despertó en mi mente un deseo anhelante y febril así como una sensación irresistible de averiguar cómo y por qué hacían ellos todo eso a escondidas de mí, aunque a decir verdad y con mis casi diez años de edad yo ya me imaginaba de lo que se trataba. Pero lo que no sabía era que muy pronto iba yo a aprender también muchas cosas que ahora estaban ocultas de mi conocimiento y que poco a poco les iré relatando.
Después de haber observado por primera vez a mi papi con Sandrita yo quería saber que era aquel líquido blanco y espeso que papito había derramado sobre el calzoncito y las piernitas de mi hermanita. Así que mientras jugábamos y cuando Sandra se agachaba para tomar alguna de nuestras muñecas, yo me le quedaba mirando fijamente a la parte trasera de su culito pudiendo observar que aún tenía la telita de sus braguitas bastante mojadas y como almidonadas. Ella, por supuesto, jamás me contaba nada de eso que hacía con papá, pues para ella era como un juego oculto, secreto y egoísta, del cual hasta ahora yo no participaba en lo absoluto, tal vez porque me consideraban la menor de la casa, aunque no se imaginaban lo despierta que yo era para todas esas cosas, y que de ahora en adelante trataría de espiarlos para saber y aprender todo lo que hacían. Como teníamos por costumbre bañarnos siempre por la noche, y decidida a saber por lo menos como sería el orín que papi le había echado en el calzoncito, urdí un plan y aproveché para meterme primero a la regadera, y una vez que salí, esperé pacientemente a que Sandrita se duchara. Cuando ella terminó de bañarse, se cambió de ropa y puso como siempre sus pantaletitas y su vestidito usado dentro del depósito de plástico que teníamos en nuestro cuarto para la ropa sucia. Esperé a que ella se durmiera, lo cual hizo al poco rato, mientras que yo permanecía con los ojos cerrados pero bien despierta esperando mi oportunidad. Una vez que estuve segura de que Sandy dormía plácidamente, me levanté sigilosamente y me dirigí al cesto de ropa, cogiendo la pantaletita que mi hermana había usado durante el día y me dirigí al cuarto de baño, donde me encerré por dentro.
Sentada en el inodoro y con la luz encendida me puse a buscar sobre aquella prenda íntima los restos de aquel orín blancuzco y espeso que papito había eyaculado por la tarde, y no tardé en descubrir que toda la parte trasera del calzón se encontraba húmedo aún del líquido vertido. Toqué aquella parte cubierta de humedad y la llevé hasta mi nariz con el fin de olerla, dándome cuenta que despedía un aroma diferente, desconocido por mi hasta ahora, y que no olía a orín sino a otra cosa que no conocía, y excitada por aquel momento sublime, me la llevé hasta mi boca y comencé a chupar esa parte mojada que tanto me había atraído. Allí permanecí por largo raro degustando con mi lengua los sabores desconocidos de la leche semi seca en tanto mis manos bajaban hasta el interior de mis muslos buscando aquel lugar secreto que en silencio me pedía ser tocado. Metí mis dedos bajo la braga y me di a hurgar sobre los plieguecillos de mis labios vulvares aún sin pelos, teniendo que meter la yema de mi dedito mayor en la breve hendidura de mi chochito. Sin sacar la pantaleta de mi boca seguí chupando la tela en esa parte humedecida de leche hasta que sentí recorrer sobre mi piel un calor tan intenso y vibrante que hizo que me orinara allí mismo donde estaba sentada. Esa fue mi primera experiencia a solas. Ese fue mi primer despertar a las sensaciones exquisitas del sexo en solitario, cuyas delirantes e increíbles experiencias corporales me llevarían a la práctica de una serie de cuestiones íntimas que cambiarían mi vida para siempre.
Al día siguiente ya no pude estar tranquila, y solamente esperaba el momento en que mi papi llamara a Sandy para hacer la tarea. A media tarde y como siempre, nos hallábamos las dos jugando en el patio cuando mi papito volvió a llamar a mi hermana. De inmediato me puse en guardia esperando el momento apropiado para actuar como el día anterior. Debido a que ya conocía parte del jueguito preferí quedarme en el patio simulando jugar solita, pues yo sabía que Sandy pronto volvería con la noticia de costumbre. Minutos después regresó y me dijo:
-Ilianita…¿Me esperas un ratito mientras me voy a hacer mi tarea?…
-Si…claro… –le respondí-
-Muy bien…pero quédate aquí y no vayas a la casa para nada…ya sabes que necesito concentrarme y a papá no le gusta que me interrumpas…
-Si, Sandy…aquí te esperaré…
Convencida de que por ningún motivo iría yo hacia la casa, Sandy se fue casi corriendo. Esperé con prudencia por algunos minutos hasta que me fui hacia las baldosas que seguían puestas en el mismo lugar. Rápida pero silenciosamente me subí sobre ellas y fisgonee por la ventana. Sólo que esta vez sentía que un hilillo de humedad se desbordaba ya por las comisuras de mis labios vaginales y un intenso cosquilleo me recorría la pelvis. De nueva cuenta se repetía aquel sublime momento que tanto mi papi como mi hermanita me regalaban sin saberlo. Escuché cuando mi padre como siempre, tratando de asegurarse de mi lejanía le dijo a Sandy:
-Sandrita…se quedó Ilianita jugando en el patio?…
-Si, papi…allá estará hasta que yo termine la tarea…
-Muy bien, linda…ahora dime…qué tarea te dejaron hoy?…
-Es algo de matemáticas…
-Oh…no puede ser…allí sí que no doy una, linda…
-Ya lo sé papito…pero yo la haré sentadita en tus piernas…
-Está bien…anda, saca ya tu libro y tu cuaderno…
-Si…
Sandrita volteó la mochila y echó todo su contenido sobre la cama. Cuando se puso a buscar el libro de matemáticas mi papi, muy disimuladamente, se fue bajando la cremallera del pantalón hasta que sacó el pedazo de pito medio parado. Tomó un libro y trató de cubrirse con él, al tiempo que con una de sus manos se frotaba el pito, el cual se le fue poniendo más duro a medida que lo sobaba. En ese momento Sandy le dijo:
-Ya papito…ya encontré todo…
-¿Ya?…bien, Sandy…ahora ven y siéntate en mis piernas…
Mi hermanita se puso de espaldas a él y mi papi, en ese justo momento, le levantó la faldita de manera que el parado pene quedase debajo de su prenda interior. Sandy se fue dejando caer sobre aquel falo enhiesto comenzando ambos enseguida el delicioso y cómplice galopar de sus cuerpos, que los dos trataban de ocultar bajo el supuesto de estar haciendo la tarea. Sin duda alguna mi hermana sabía y por supuesto sentía el pito de mi padre resbalar debajo de sus nalgas cubiertas por la pantaleta. Pero lo que más admiración me causaba era ver a Sandrita montada sobre la escopeta parada al tiempo que movía su grupa con una frecuencia inusual que acreditaba el gozo que el pito parado le producía. Se mantuvieron así por largos minutos disfrutando de aquel juego escondido que por lo visto se había convertido en cosa cotidiana, sin duda animados por pensar que lo hacían en secreto.
En esta ocasión y probablemente inducido por la calentura del momento, mi papi le dijo de repente a Sandy:
-Sandrita…esta vez quiero que hagamos la tarea de otro modo…
-Si, papito…¿Cómo quieres que la hagamos?…
-Mira…lo haremos así, linda…te haré a un ladito tu calzón para que te sientas más cómoda…y yo también me cansaré menos de que estés sentadita sobre mí…quieres?
-Ay papi…pero nunca habíamos hecho la tarea así, no?…
-No…ésta será la primera vez…pero ya verás que será mejor…
-Bueno…si tú quieres…
-Si…quédate así…tú sigue escribiendo en tu cuaderno, que yo te lo haré…
-Si…
Aquel inesperado pedimento por parte de mi padre me dejó perpleja, de modo que abrí los ojos lo más que pude para no perderme de nada. Ví que mi papi empezó a maniobrar debajo de las nalgas de Sandy haciendo a un lado la tela de su pantaletita mientras se esforzaba por acomodar su parado pito entre los pliegues de la braga. Una vez que logró meter su verga debajo de la tela volvió a sentarla sobre sí, retomando nuevamente el rítmico movimiento de sus piernas hacia arriba y hacia abajo, y también hacia los lados. Quise observar el rostro de mi hermanita notando que se hallaba encendido de pasión en tanto adoptaba una actitud cooperativa moviéndose ella también para adelante y para atrás, en un singular accionar que me provocaba una inundación entre mis muslos. No deseando dejar pasar el sublime momento me di a tocar de nuevo la rajita metiendo uno de mis dedos en la mojada hendidura, frotándomela con delirio sin dejar de mirar lo que ellos hacían. Sin pronunciar palabras los dos seguían totalmente perdidos y abandonados en su genial práctica secreta, mientras yo no perdía detalle del increíble espectáculo incestuoso. Llegó un momento en que mi papi, quizás enardecido por la brama, le susurró a Sandy:
-Sandrita…levántate un poquito…hazte más hacia arriba…
Mi hermanita obedeció la petición con rapidez y levantó su culito lo más que pudo al tiempo que mi papi le volvía a decir:
-Así…quédate un momentito así…yo te digo cuando te vuelvas a sentar…
No sé si sería un susurro o si un gemido, pero eso fue lo que escuché salir de la garganta de Sandrita, quien movía la cabeza en señal afirmativa. Pronto mi papi se dio a realizar una maniobra muy distinta a la que anteriormente había hecho, pues tomando su parada verga con una de sus manos la fue sacando de la prisión de tela de la braga de mi hermana y con la otra le hizo a un lado la pantaleta para dejar al descubierto el ansioso tesoro oculto de Sandrita. Cuando su imberbe conchita estuvo a disposición del falo de mi padre, éste le acomodó la punta del glande en la entradita de su cueva, para enseguida decirle:
-Ya, Sandrita…ya te puedes ir sentando…pero hazlo despacio…poquito a poquito…
-Si…si…
La cachonda de Sandra, ahora con los ojos cerrados por el placer, fue bajando su culo sobre el pito endurecido al tiempo que mi papi le agarraba las nalgas con la intención de detener el impulso del peso de su cuerpo. Vi cuando la punta del rojo tolete se perdió dentro de la cavidad de mi hermanita, quien de seguro no se atrevía a gritar del dolor, pero sí acusaba el efecto de la intrusión del pito dentro de su chochito enardecido haciendo gestos inocultables de que el pedazo de carne le molestaba. No obstante, mi papi no cejó en su empeñoso accionar y continuó en su deliciosa tarea, introduciendo un pedacito de verga en la rajita de mi hermana. Fue en ese instante cuando él se desbordó en ríos de semen caliente que se derramaron con furia en el conducto frontal de Sandy, mientras una gran cantidad de leche fue a parar sobre las sábanas. Cuando hubo terminado de venirse mi papi le dijo:
-Ya, Sandrita…ya acabé de orinarme…
-Oh, papi…yo creí que querías que me sentara otro poquito más fuerte…
-Si, linda…yo quiero eso…pero tiene que ser poco a poco…si no te dolerá…
-Ay sí…si de verdad me dolió…
-¿Te dolió mucho?
-Un poquito…pero me aguanté…
-Así está bien…ya verás que poco a poco irá entrando más…y después ya no sentirás dolor…
-No papi?
-No…pero tiene que ser así como te digo…
-Humm…bueno…entonces ya guardo mis cosas?
-Si linda…guarda tus libros…pero antes nos limpiaremos…
Mi padre se guardó la verga con rapidez, como si no quisiera que Sandra se la viera. Luego se puso a limpiar a mi hermana con la sábana de la cama, hasta que le dijo.
-Ahora, acomódate bien tu calzoncito…y vete a jugar con Iliana…no quiero que sospeche nada…
-Si, papi…pero me lo harás otra vez mañana?
-Si, linda…claro que sí…pero ya sabes…ni una palabra a nadie…
-Si…
Me bajé de las baldosas y me retiré corriendo hacia el interior del patio. Cuando mi hermana llegó le pregunté:
-¿Ya terminaste, Sandy?
-Si, Iliana…ya acabé…
-Ay qué bueno…así podremos jugar un ratito…
-Si…anda, vamos a jugar.
De nuevo me di a observar a mi hermana cuando se agachaba, advirtiendo que su calzón se hallaba todo mojado de leche.
Tan enardecida de deseo me encontraba que no pude evitar repetir aquella misma noche lo que había hecho la vez anterior, y cuando la vi dormida saqué su pantaleta del depósito de ropa sucia y me encerré en el baño, volviendo a gozarme con las humedades y los olores de su prenda íntima, la cual chupé y saboreé por largos e interminables minutos que hicieron las delicias de mi conchita, la que dedeé con inusitada intensidad. Por segunda vez descubrí mi sexualidad a solas dándome cuenta que todo aquel juego oculto entre mi hermanita y mi padre me causaba una excitación tan fenomenal que ya esperaba con ansiedad la llegada del día siguiente para volver a ser testigo de sus juegos secretos. Y si he de ser sincera debo confesar que en mi interior yo deseaba que papito me hiciera algún día lo mismo que le hacía a ella, por lo cual en mi calenturienta mente comenzaron a forjarse los primeros escenarios calientes de mi vida, pensando en lo que se sentiría jugar de la misma manera con mi padre siendo yo la protagonista.
Al otro día no podía soportar el ardor entre mis piernas que se manifestaba puntualmente en forma de humedad; de aquella desconocida humedad que inundaba mi virginal chochito, esperando el momento en que ellos se apartaran a hacer la tarea. Cuando llegó el momento en que mi padre llamó a Sandra, yo sentía un nudo en la garganta a causa del intenso deseo que me quemaba por dentro. Esperé con impaciencia el momento de actuar, hasta que al fin ella regresó y me dijo:
-Ya sabes Ilianita…me iré un ratito a hacer la tarea…así que espérame aquí…
-Si, claro… –le contesté tratando de ocultar mis ansias-
Mi hermana se retiró con rapidez hacia el interior de la casa mientras yo actuaba de la misma forma en dirección hacia mi lugar favorito. Con las piernas temblorosas y el corazón amenazando con salírseme del pecho me subí a las baldosas y me dispuse a contemplar por tercera ocasión las peripecias sexuales que ambos sin saberlo me ofrecían. Estaba casi segura de que esta vez las cosas tendrían que ser diferentes, pues en muy pocos días el avance de mi papito sobre el chochito de mi hermana había sido bastante significativo. Me di cuenta de que los dos estaban más que dispuestos, pues los libros ya se hallaban depositados sobre la cama y mi padre se estaba sacando su pito medio endurecido del pantalón. Sandra, mientras tanto, hacía como que buscaba en el cuaderno los apuntes del día para aparentar un trabajo escolar que estaba muy lejos de ser tan didáctico, a no ser que se piense que el aprendizaje de las cosas se manifiesta de muy diversas maneras. Mas me daba cuenta de que no solamente Sandrita estaba siendo enseñada en esas lides, sino que también yo, aunque oculta de ellos, aprendía con rapidez de los goces secretos del sexo incestuoso. Apreciaba tanto esos momentos tan sublimes e intensos que ya mi conchita rezumaba lechita por todos lados. Oí cuando mi padre le dijo a Sandra:
-¿Qué tarea te dejaron hoy, linda?
-Es de Civismo, papi…
-Ah sí?…pues no soy tan ducho en esa materia…así que tendrás que hacerla solita, Sandy…
-Si, papi…tú dime cuando quieras que me siente en tus piernas a hacerla…
-Espera un momento…ahora te digo…
Papá blandía el trozo de carne parada con sus manos en tanto Sandra permanecía de pie de espaldas a él sin siquiera voltear para nada. Tal parece que aquella forma de jugar les agradaba demasiado a los dos, pues ninguno trataba de cambiar la etapa inicial del jueguito sucio que con tanto ardor practicaban. Una vez que él estuvo listo le dijo a Sandra:
-Ya, Sandrita…ya te puedes sentar sobre mí…
Mi hermanita no se hizo esperar y se acomodó presta para subirse sobre las piernas de él. En ese instante mi papi le levantó la falda y le hizo a un lado la braga mientras el culito de Sandy se depositaba suavemente sobre la tranca parada. Sólo que ahora mi papi le acomodó la cabeza de la verga en la entrada del conejito al tiempo que la iba deteniendo con sus manos puestas sobre la cintura. Ella fue bajándose con suavidad al sentir la punta caliente en la puertecilla sonrosada, sobre la cual podía admirarse una breve y suave pelusilla negra que antes no le había visto. Papá se le quedaba mirando al chochito con una ansiedad desconocida, lo que seguramente le causaba una brama incomparable. Cuando consideró que era el momento de meterle la cabeza de la verga, la fue soltando con lentitud al tiempo que Sandy iba cayendo sobre la daga del deseo, la cual se fue hundiendo poquito a poco en el interior de su cuevita imberbe. Yo, mientras tanto, ya me estaba tocando mi cuquita metiendo uno de mis dedos entre los labios mojados.
La verdad es que la tarea escolar estaba completamente olvidada en esos momentos tan sublimes, pues mi hermana Sandra mantenía los ojos a medio cerrar disfrutando con intensidad del caliente momento mientras mi papi la empujaba hacia abajo con lentitud hundiéndolo poco a poco la endurecida verga que ahora admiraba más parada que nunca. Fue por ello que mi hermana, al sentirse atravesada con la mitad del grueso pito adentro, no pudo ocultar lanzar un quejido de dolor al tiempo que le decía a papá:
-Ay, papi…me duele…me duele mucho…
Mi padre, haciendo caso omiso de sus quejas, continuó hundiendo su pedazo de verga dentro de su hendidura, obnubilado y perdido por el deseo que experimentaba en esos momentos. Mi hermanita Sandra comenzó a gritar con fuerza mientras mi papi le ponía una mano sobre la boca, temiendo quizás que yo la escuchase. Desde donde me encontraba podía ver claramente como las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de mi hermana, quien a leguas acusaba el impacto de aquella brutal primera cogida que con seguridad estaba rompiéndole el himen y los pliegues interiores de sus entrañas. A pesar de todo, mi padre no la soltó ni un momento, sino que comenzó a moverse con mayor violencia y velocidad, provocando que Sandrita se quedara quieta por varios minutos mientras él, sin darse cuenta de que ella había perdido momentáneamente el conocimiento, seguía con su característico bombeo hasta que la verga se perdió irremisiblemente en la gruta apretada de Sandrita. Lo cierto es que yo no esperaba aquella agresiva y violenta maniobra por parte de papá, quien hasta donde me daba cuenta no estaba cumpliendo la promesa que el día anterior le había hecho a mi hermana, de irle enseñando todo eso poco a poco. Y aún hoy, habiendo transcurrido tantos años, no puedo dejar de pensar en las motivaciones que impulsaron a mi padre a desflorar a mi hermanita de aquella forma tan salvaje. Pero independientemente de todo, la cosa fue que con el paso de los minutos y sin dejar de empujarle el cañón de carne caliente a Sandrita, ella volvió en sí y como por artilugio mágico cambió su actitud y comenzó de pronto a gozar de las acometidas de mi papi, pues la vi moverse con ahínco y furor montada en aquel regio vergón coloreado, hasta que los dos empezaron a gritar de gozo manifestando de esa forma las urgencias de los espasmos que la venida múltiple les ocasionaba.
Era la primera vez que contemplaba un orgasmo tan uniforme y sincronizado y los efectos que este tipo de espasmos provoca en los amantes. Tanto la gritería como los violentos movimientos de sus sudorosos cuerpos trenzados causaron en mí sensaciones desconocidas, por lo cual tuve que arremeter con furia sobre mi encharcada y resbalosa cuquita hundiendo lo que me quedaba del dedo dentro del canal vulvar, hasta que sentí también un tembloroso éxtasis que me llevó igualmente a la gloria. Habiendo acabado de venirse, mi hermana no pudo sustraerse al deseo de tenderse sobre la cama agotada por la agitación y el cansancio, con las faldas subidas hasta la cintura, en tanto mi papi la contemplaba con la mirada lujuriosa de siempre, admirando sus curvosidades que ya empezaban a moldear bellamente el cuerpecito adolescente de Sandra. Fue en ese instante cuando él se dio cuenta de que ella estaba sangrando del interior de sus muslos, por lo cual le comentó:
-Sandy…hay algo que tienes que saber…
-Mmm?…ah, si papito…casi me estaba quedando dormida…hummm..qué rico…
-Te decía que tengo que decirte una cosita…
-Si, papi…dime…
-Ven…incorpórate…necesitamos limpiarte bien allá abajito…
-Oh sí…
Mi hermana se puso de pie y bajando su vista hasta en centro de su tesoro se dio cuenta del desastre y abriendo los ojos le preguntó a papá:
-Ay papi…qué es todo esto?
-Mira Sandy…tengo que explicarte lo que pasó…de todos modos es algo que tenías que saber algún día… al meterte mi pipí en tu cosita ésta se abrió más de lo debido y por eso te ha salido sangre…pero en unos días todo volverá a estar bien, te lo aseguro…
-¿De verdad papito?…quiere decir que ya no soy virgen, no es cierto?…
-Pues si, Sandy…así es…ahora ya no eres virgen…pero eso no es ningún problema…al contrario, ¿de ahora en adelante podremos hacer la tarea sin tener que estar pensando en tu virginidad…comprendes?
-Oh sí..tienes razón…
-Qué bien que lo entiendes, linda…ahora limpiaremos muy bien allí abajo y te irás a duchar para que quedes limpiecita de todo tu cuerpo…
-Si papito…
Al escuchar todo aquello no me quedó ninguna duda de que Sandrita acababa de ser rota para siempre de su conchita y que de ahora en adelante iniciaría una nueva etapa en sus relaciones incestuosas con papá.
Cap.II
Aquel suceso que había presenciado y que culminó con el desvirgamiento de mi hermana mayor vino a ser una especie de catalizador para mí, ya que a partir de ese día solamente soñaba con que mi padre me hiciera lo mismo. Mas no puedo decir si debido a mi edad o a que mi papi no se fijaba en mí al tener a la mano a Sandra, lo cierto es que tuve que esperar pacientemente a que las cosas se fueran dando solitas. Pero de lo que sí no tenía la menor duda era de que todo lo que había visto que ellos hacían en oculto sembró en mi sangre la semilla del deseo y me despertó con brusquedad a una etapa novedosa y excitante que me hacía estar atenta a todo lo que estuviese relacionado con el sexo, y que anteriormente no me inquietaba en lo absoluto.
Como consecuencia de ello y cuando tenía la oportunidad de quedarme sola empecé a meterme subrepticiamente al cuarto de mis hermanos mayores para buscar ansiosamente en la cesta de ropa sucia los calzones que ellos se acababan de quitar. Cuando lograba hacerme de una o varias prendas íntimas me encerraba en el cuarto de baño y allí daba rienda suelta a mis más calientes deseos con un fervor y una lascivia incomparables. Recuerdo que fueron muchas veces las que en solitario me deleité ampliamente oliendo las trusas de Paco, el mayor, que andaba por los dieciséis; y también las de Luis, que a la sazón tenía catorce. Buscaba en particular el sitio central que tiene contacto con el pito de ellos y donde siempre aparecían unas manchas amarillentas que no eran precisamente restos de orín. En ese tiempo tener a mi disposición y en plena libertad una prenda interior de alguno de mis hermanos era para mí como una especie de trofeo con un valor muy especial, por lo cual me dedicaba a chupar esa región manchada de leche con un embeleso inconfesable, aspirando los aromas y bebiendo los restos de la saliva mezclada con semen. Incluso había ocasiones en que mi ardor era tan extremadamente intenso que tenía que frotarme esa parte de la tela manchada dentro de mi rendijita mojada metiéndola y tallándola con frenesí, con la personal creencia de que al efectuar ese prohibido acto de fetichismo podría hacer contacto físico de manera indirecta con el pene de ellos. Y aunque ahora sé bien que eso es algo irreal y fantasioso, a esa edad venía a ser una realidad consumada que me proporcionaba una brama descomunal que me hacía temblar del ardor, gozando y descargándome al final en tremendos orgasmos que por lo menos tenían la virtud de aquietar un poco mis ardientes deseos.
Y ahora que soy mayor, lo único que puedo deducir de todo eso son dos cosas: Una, que siendo yo tan pequeña el caudal de fantasías venían a mi mente a causa del despertar sexual que estaba experimentando, por lo cual buscaba la forma de calmar mis ansias con ese tipo de actos fetichistas. La otra es que siendo mujer y habiendo visto lo que mi papi y Sandrita hacían, en el fondo sentía un deseo escondido hacia mis hermanos mayores sin que hubiese en ese tiempo un reconocimiento tácito de ello. Pero fuese por la razón que fuera, la verdad es que yo continuaba practicando esas cositas con sus prendas íntimas y me satisfacía a mi manera alejada de toda mirada indiscreta. Por si fuera poco, de paso seguía espiando cuando podía a papá y a Sandy, quienes por supuesto continuaron con sus contactos incestuosos con una frecuencia mucho mayor que antes. Quizás fue por eso que al paso de los meses pude advertir que el cuerpo de mi hermanita se fue transformando hasta llegar a convertirse en casi toda una mujer. Destacaban muchas cosas en ella pues Sandra era en realidad una chica muy hermosa, pero en especial llamaban mi atención el desarrollo de sus caderas; las dos frondosas nalgas blancas que mostraba sin pudor cuando cogía con papá y el par de divinas tetas que sobresalían de su escote y que amenazaban con salírseles del pecho. Desde luego que la vellosidad de su pubis adquirió de pronto un desarrollo extraordinario, pues su región púbica comenzó a mostrar el caminillo de abundantes pelos negros que contrastaban con la blancura exquisita de su entrepierna.
Sentir la indiferencia de mi padre había provocado en mí un profundo sentimiento muy semejante al abandono, lo que me motivó a voltear los ojos hacia mis hermanos. Después de luchar mentalmente contra los fantasmas de la moralidad que danzaban dentro de mi cabeza tomé al fin la decisión de comenzar con un plan que me permitiera acceder a los favores de cualquiera de los dos. De modo que cierta noche me levanté de madrugada y me metí en la habitación de ellos. Busqué la cama de Paco con la intención de poder tocarle su pene mientras se hallaba dormido, pero definitivamente ese día la fortuna no estaba de mi lado. Cuando me hallaba de rodillas intentando levantar la cobija que lo cubría, mi hermano se despertó bruscamente y me vio a su lado, preguntándome con molestia:
-¿Qué es lo que estás haciendo, Ilianita?
-Este…nada…no estaba haciendo nada…
-Cómo que no…ya verás…esto lo tiene que saber mi padre…
-No, por favor, Paco…no se lo digas a él…
-Sí se lo diré, para que aprendas…
Salí huyendo de allí con el corazón contrito por el temor y el miedo. Esa noche ya no pude conciliar el sueño y el alba me encontró despierta recostada sobre mi cama. Yo no quise ni siquiera bajar a desayunar para eludir la mirada de mi hermano mayor y la probable furia de mi padre, sintiéndome al mismo tiempo tan avergonzada de mí misma que tuve deseos de huir de mi casa. Pensaba en eso cuando escuché que papá entró en mi cuarto y me dijo:
-Ilianita…tú y yo tenemos que hablar…
-Sí…sí papi…
En ese instante comprendí que el condenado de Paco ya le había contado lo sucedido. Volví a oír la voz de mi padre que me decía:
-Anda levántate y sal afuera…allá te esperaré…
-Si, papá…
El se retiró de la habitación y me salí de la cama temblando de miedo. Cuando salí al patio mi papi me estaba esperando sentado en una silla al fondo de la casa. Me hizo una señal para que me acercara y llegué junto a él. De inmediato abordó el tema que tanta vergüenza me provocaba:
-Ilianita…sé que sabes por qué te he llamado aquí…
-Si…papi..creo que sí…
-Muy bien…ahora dime…¿Qué buscabas anoche en el cuarto de los varones?
-Oh papito…yo…
-No temas…sólo tienes que decirme la verdad…¿Está bien?
-Si…si…
-Perfecto…ahora dímelo…
-Pues…este…yo…andaba buscando…
-¿Tocar a alguno de los muchachos, no es así?
Sentí el rostro caliente por la vergüenza y sólo alcancé a mover mi cabeza en señal afirmativa. Él me espetó:
-Ahora dime por qué querías hacer eso…
-Pues es que yo…no sé…tengo cierta curiosidad…
-Sí, lo sé…y yo te entiendo, linda…pero ábrete conmigo…así será mejor…
-Si..lo haré…
-Dime…¿Qué clase de curiosidad?
-Pues…es que yo…quería saber cómo es el pene de un hombre…
-Oh, sí…¿Es eso no?…ya lo imaginaba, niña…
-¿Ya?…pues entonces…
-Nada…no te haré nada ni te regañaré…
Mis ojos se iluminaron de gozo sintiendo que se me quitaba un peso de encima. Fue por eso que sintiéndome más tranquila le pregunté a papá:
-¿Entonces…no me regañarás?
-No…no lo haré…pero sólo si me prometes no volver a hacerlo…
-Si papi…prometo no hacerlo nunca…
-Muy bien…¿Ya vez que todo era fácil?
-Si…gracias papito…gracias por entenderme…yo…
-Oh, no digas nada, linda…mejor quería hacerte una proposición…
-Si, si, claro…dime cuál es…
-Mira, Ilianita…si tienes curiosidad por saber cómo es el pene de un hombre, es mejor que me lo preguntes a mí…y yo te diré todo lo que desees saber…¿Estás de acuerdo?..
-Si, papi…si…
-Muy bien…ahora dime…¿Qué quieres saber?…¿Quieres ver un pene de cerca?…
-Pues…sí…eso quiero…¿Eso es malo, papito?…
-No, no…para nada…
-¿Entonces?…
-Hummm…está bien…yo te lo enseñaré…pero con una condición…
-¿Cuál?
-Que no se lo cuentes a nadie…ni siquiera a Sandy…
-No lo haré…tú sabes que no lo haré…
-Si, lo sé…por eso te diré que haremos…
-Si, papi…tú dime qué es y yo haré lo que sea…
-Está bien Ilianita…escúchame…hoy por la noche, cuando tu hermana esté dormida, irás a mi cuarto. Yo te dejaré la puerta abierta. Allí te enseñaré todo lo que quieres saber.
-Ay gracias, papito…gracias… –le respondí dándole un beso de agradecimiento-
-Bien…entonces así quedamos, linda…
-Si, papi…allí estaré…
-Perfecto…y ahora vámonos…no quiero que tu hermana Sandy sospeche nada…
Durante todo el día anduve inquieta pensando en lo que sucedería por la noche con mi padre en la soledad de su habitación. Así que esperé con impaciencia a que llegara la hora de salirme de mi cuarto, y sólo deseaba escuchar los ronquidos de mi hermana que me indicaran la profundidad de su sueño. Serían tal vez como la una de la madrugada cuando salí de mi dormitorio y me dirigí al de mi papi. Empujé la puerta y entré. Él me estaba esperando sólo con una pequeña lamparilla encendida que alumbraba brevemente parte de la estancia. Mi padre se hallaba acostado en su cama, pero con los ojos abiertos, y al ver que yo ingresaba en su cuarto se incorporó y me preguntó ansioso:
-¿Está dormida tu hermana?
-Si, papi…está completamente dormida…
-Muy bien…anda ven, acércate a mí…
Yo obedecí y me senté junto a él sobre el bordecillo de la cama. Al ver a mi padre a mi lado observé que sólo se hallaba con las trusas puestas. Yo, por mi parte, llevaba encima mi batita de dormir, que era en realidad una frágil prenda que utilizábamos por las noches para no sentir calor. Mi padre inició la conversación mientras yo sentía que temblaba de todo el cuerpo.
-Muy bien, Ilianita…ahora pregunta con confianza todo lo que deseas saber…
-Pues son muchas cosas, papito…pero lo que más quiero saber es cómo es el pene…qué forma tiene…y todo eso…
-Y todo eso…¿Qué significa para ti todo eso, linda?…
-Pues no sé…saber por qué se pone duro…por qué crece tanto…
-Oh, no me digas…¿AcasohOOh
has visto alguno antes?
-No, no…claro que no…es sólo que en la escuela mis amiguitas me han comentado que eso pasa… –le mentí para no decirle lo que yo había visto muchas veces cuando se cogía a Sandrita-
-Mmm…bien…muy bien…¿Y qué más?
-Pues…también quiero saber si es cierto eso que dicen mis amiguitas…
-¿Y qué es lo que dicen tus amiguitas, linda?
-Pues…pues que eso se lo meten a una aquí entre las piernitas …
-Oh, vaya!…sí que te has enterado de algunas cosas, no?
-Pues sí papito…pero es solamente eso…
-Si, claro…entiendo…está bien…iremos por partes…¿Por qué no me vas diciendo las cosas una por una?
-¿Una por una?…no te entiendo, papito…
-Si…lo que quiero decir es que me digas primero una cosa…por ejemplo, lo que más quieras saber…y después la otra…y así, hasta que tus dudas queden aclaradas…
-Ah sí…bueno…
-Dime…¿Qué quieres saber primero?
-Pues…quiero verlo…quiero conocerlo…quiero saber cómo es…
-Bien…ahora lo verás…
Papito se sacó su cosa de adentro de su calzón y la agarró con una de sus manos, para luego comenzar a bajarle el pellejo que le cubría el glande. Inició en seguida una serie de movimientos de frotación sobre el tronco de su pito que pronto le provocaron una reacción eréctil. Al ver aquel pájaro despertar de su letargo frente a mis abiertos ojos contemplé embelesada la forma como el falo le iba creciendo hasta quedar como si fuera un palo parado. Él me preguntó:
-Ahora, Ilianita, obsérvalo bien…no quiero que te quede ninguna duda…
-Si…si, papito…
Me di a mover mi cabeza alrededor del pene endurecido admirando detalle a detalle con toda minuciosidad. En efecto, yo no quería quedarme con la duda de saber la forma que tenía, ya que aún cuando lo había visto cuando se lo metía hasta los huevos a Sandrita, siempre lo contemplé sólo a la distancia. Por eso ahora que lo tenía tan cerca no iba a dejar pasar por ningún motivo esa oportunidad de oro. Por varios minutos estuve admirando el trozo de carne enrojecida que se movía de un lado para otro al contacto de los tallamientos de mi papi, quien se lo pelaba una y otra vez con la finalidad de que pudiera grabar en mi mente los contornos de aquella daga del deseo. Allí me di cuenta por vez primera de la forma, el color y las dimensiones de un pene masculino. Era colorado de la cabeza, lo cual atraía mi atención de un modo especial. El glande era más grueso que el tronco y en la parte de atrás había como una especie de frenillo de carne que lo mantenía cubierto. Vi sin embargo que cuando mi papi jalaba el pellejito hacia abajo aparecía de pronto la bolita rojiza, casi moreteada, de la punta. Y al jalar la capa protectora de piel hacía que surgiera de repente la preciosa punta en forma de flecha. Pero también parecía un corazón; tenía forma como de un corazón. Me imaginé que tenía esa forma para poder penetrar mejor a una mujer, y no me equivocaba. El tamaño del pene de mi papi era regular; ni muy grande ni tampoco tan pequeño. Me di cuenta también que no era tan grueso del tronco, pero no por eso demasiado delgado. Sin duda era un pene normal, de tamaño estándar. Ahora que soy grande sé que es más que suficiente, pues el gozo no depende en lo absoluto del tamaño o el grosor sino de la intensidad del momento. Continué con mi labor ocular explorando lentamente con mis ojos aquel bicho raro que tantas ansias me causaba.
Al verlo en toda su dimensión y desde una perspectiva lateral supuse que todo el conjunto parecía efectivamente como una flecha de carne que apuntaba hacia lo alto. La parte del tronco era de piel oscura, casi negruzca, pero de mucha suavidad, lo que facilita el movimiento para que la punta quede al descubierto con sólo jalar hacia abajo. Haciendo todas estas descripciones mentales le dije a papá:
-Ya lo vi bien, papi…ahora quiero saber por qué se pone duro…
-Oh eso…pues mira, linda…el pene se pone duro cuando se le frota; cuando se le talla; y también cuando un hombre está excitado…
-¿Excitado?…qué es eso, papi?
-Pues verás…un hombre puede excitarse, o en otras palabras calentarse, de muchas maneras. La primera puede ser mediante la frotación o estimulación manual que te digo, pero también se pone duro cuando uno ve a alguna mujer de cierta forma…
-¿Cuándo ves a una mujer?…
-Si…exacto…pero no como tú piensas…te explicaré…por ejemplo, cuando uno le ve las piernas desnudas a una mujer eso siempre es motivo de excitación…también cuando uno ve sus muslos, sus pantaletas, ¿o cuando admira su desnudez…comprendes?
-Oh, sí…ya voy entendiendo…y entonces se endurece, no?
-Así es…al principio comienza a endurecerse un poquito, y gradualmente se va poniendo más duro hasta que alcanza esta forma que estás viendo ahora… –me dijo cacheteando su tensado pito con las manos-
-Si…ya veo…por eso crece tanto, ¿verdad?
-Si…por eso crece todo lo que tiene que crecer y adquiere al mismo tiempo una dureza tremenda para que pueda penetrar en el hoyito de la mujer…
-Entonces si está aguadito no puede entrar, ¿no?
-Así es…tiene que ponerse duro duro…
-Si…entiendo…¿Y por qué se lo meten a las mujeres entre las piernas?…
-Mmmm…vaya que eres curiosa, Ilianita…pero te lo diré…esa es la forma como cohabitan un hombre y una mujer…
-¿Qué es cohabitar, papi?…
-Cohabitar es tener relaciones sexuales…penetrar a una mujer…en otras palabras, cogérsela…
-Ah sí…eso me dijeron mis amiguitas…
-Exactamente…y es así como ellas dicen…
-¿Y así se hacen los bebés, no papi?
-Si, linda…así se hacen los bebés…y eso es una consecuencia de la penetración del pene en la vagina de una mujer…
-Si…comprendo…pero ¿cómo es que se hace un bebé?
-Mira Ilianita…ese es otro tema…cuando un hombre le mete su pene a una mujer, al final le sale una lechita que se llama semen…esa es una mezcla blancuzca y espesa que contiene una gran cantidad de espermatozoides esos son los que llevan la información genética para que un bebé se forme dentro del vientre de una mujer…claro, siempre que ésta tenga la edad suficiente para procrear.
-Oh si…me imagino que debe tener más de quince años, no es así?
-Pues más o menos…aunque a veces pueden embarazarse antes…eso depende de muchos otros factores…como por ejemplo la regla…
-¿La regla?…qué es eso?
-No te lo ha dicho tu hermana Sandy?
-No papito…ella nunca me dice nada…
-Nunca platican ustedes dos de esas cosas?
-No…jamás lo hacemos…
-Mmmm…ya veo que Sandy es demasiado discreta…pues bien, a las mujeres le llega una edad en que comienzan a reglar…eso se llama menstruación y es un ciclo hormonal muy propio de las mujeres…cuando lo hacen entonces ovulan y cuando un espermatozoide entra en el óvulo se forma el bebé…
-Si…ya voy entendiendo…pero entonces quiere decir que si yo no reglo no puedo tener un bebé…verdad?…
-Claro que no, linda…tú, a tu edad aún no menstrúas…pero cuando comiences a hacerlo ya estarás apta para procrear…
-¿Quiere decir que Sandy ya podría ser mamá?
-Si, claro…y ella ya debe saberlo…por eso tiene que cuidarse mucho…
-Pero para tener un bebé es necesario que la penetren y le echen el semen adentro, no?
-Si, así es…pero debes saber que hay varias formas de impedirlo…
-¿Si?…¿Cómo cuales?
-Pues una de ellas es eyacular el semen fuera de la vagina…otra es usar píldoras especiales para ello…y una tercera es utilizar condón…
-Si…mis amiguitas me han hablado ya de eso…
-Qué bien que lo han hecho…así ya sabes cómo podrás protegerte en el futuro…
-Si…entonces papito, si tú me metieras tu pene en mi cuquita y me echas tu lechita adentro, yo no podría embarazarme ahora, no?
-Efectivamente…no podrías porque aún estás pequeña…y no reglas…
-Si entiendo…
-¿Muy bien, linda… qué más quieres saber?
-Ay papito…aún tengo algunas otras dudas…
-Pues dímelas…anda…
-¿Qué es tener un orgasmo?
-Ah…eso es otra cosa…mira linda, las relaciones sexuales son muy placenteras…y justamente la culminación de un contacto de esa naturaleza trae consigo una gratificación…ésta gratificación que te digo es el gozo, el placer, lo que hace bonito el contacto y la penetración…a ese conjunto de sensaciones se le llama orgasmo. Cuando una mujer tiene un orgasmo experimenta ciertas sensaciones muy intensas que le hacen sentir mucho deleite…mucho placer…es algo extraordinario…
-Oh, ya veo…¿Y cuando un hombre tiene un orgasmo, papito?
-Pues es igual…pero hay una diferencia…
-¿Una diferencia?…y cuál es, papi?
-Te explicaré…una mujer puede tener un orgasmo y éste se reflejará solamente en sus sentidos, en un aumento del placer, en un gozo muy intenso…
-¿Y el hombre?
-En el hombre es diferente…aparte del placer y el gozo que te digo, derrama ese líquido que te comenté que se llama semen…algunos lo conocen como lechita…
-Oh…eso sí que no lo sabía…
-Lo sé, linda…lo sé…
-Y de dónde sale el semen?…
-Mira…ves estas bolitas que tengo aquí abajo?
-Si…
-Se llaman huevos…otros le dicen testículos…allí adentro, por medio de unas glándulas especiales se forma el líquido ese que es la lechita…así, cuando llega el orgasmo, el hombre echa afuera el semen por el hoyito del pene que ves en la puntita…
-Oh…que maravilla…ay papi…a mi me gustaría tener un orgasmo…
-Mmm…sí…creo entenderte…y déjame decirte que es algo normal que desees eso, linda…
-¿Si?…ay papi…¿Te puedo pedir algo?
-Por supuesto, linda…con toda confianza…en eso quedamos…
-Lo sé…¿Podrías mostrarme ahora para ver cómo es cuando tienes un orgasmo?…
-Oh, Ilianita…¿En verdad quieres ver eso?…¿Quieres conocer el semen de cerca?…
-Si…si…yo quiero verlo…quiero saber…y tú dijiste que me aclararías todas las dudas que yo tuviera…
-Mmm…es cierto…yo te lo prometí…muy bien, linda… haremos lo siguiente…
-Si…tú dime…
-Mira…para poder tener un orgasmo en este momento necesito excitarme…recuerdas?…necesito tener alguna cosa que me caliente…que me cause excitación…
-Oh si, papi…pero tú dime qué es lo que hay que hacer para que lo tengas…
-Mmmm…pues no sé…necesitaría ver a alguien desnuda…tal vez tocarle su cuquita…meterle el dedito…chuparle su conejito…todo eso puede ser causal de un orgasmo…
-¿Sólo eso?…¿No existen otras formas?…
-Pues si… claro que sí…por ejemplo una penetración…o una chupeteada…
-¿Una chupeteada?…no comprendo…
-Si linda…una chupeteada…y eso es algo que no te he explicado…
-Pues explícamelo de una vez.
-Una chupeteada es meterse el pene dentro de la boca y succionarlo un largo rato hasta que el semen sale de adentro y se derrama…
-Oh..no lo sabía…¿Y se derrama dentro de la boca?…
-Pues eso depende…hay mujeres a las que les gusta mucho beberse la lechita…hay otras que solo lo chupan como si fuera una paletita de dulce…y cuando el semen va a salir se lo sacan de la boca para que la leche se derrame fuera…
-Oh…qué maravilloso…¿Y a ti de qué forma te gustaría, papi?…
-Oh, niña…la verdad es que a mi me gusta de muchas maneras…eso es lo delicioso del sexo y debes saberlo…
-Si…ya veo…pero entonces cómo podrías tener un orgasmo para que yo lo vea de cerca?
-Pues..no sé…ya te dije lo que se necesita…
-Oh papito…yo haría todo lo que tú me pidieras con tal de ver tu lechita…
-Mmmm…¿En serio lo harías, linda?
-Ay claro, papi…lo deseo tanto…
-Está bien…si cooperas y me prometes no decirle nada a nadie lo haremos juntos…¿Qué opinas?
-Que está bien…y no se lo diré a nadie…
-Perfecto…entonces harás todo lo que yo te diga para que tenga un orgasmo y puedas satisfacer tu curiosidad…estás de acuerdo?
-Si, papi…si…
-Bien, linda…anda acércate…ven aquí…
Me puse juntito a él sintiendo que mi respiración se agitaba hasta el delirio.
-Ahora, Ilianita, te quitaré toda tu topita…necesito verte sin nada para excitarme más…
-Ssi…
Mi padre comenzó a desnudarme hasta dejarme totalmente desnuda. Vi que me observaba con deseo y su mirada lujuriosa recorría todo mi cuerpo, poniendo especial atención en mi entrepierna lampiña, donde no había indicios de vellosidad alguna. Creo que a él le gustó eso pues su pito adquirió las dimensiones propias de un pene en completa erección, admirando en particular la colorada cabeza inflamada que se abría paso debajo de los plieguecillos de su funda protectora. Mi papi se despojó de la trusa y me tomó entre sus brazos, apretando mi cuerpo contra el suyo. Yo sentí una serie de escalofríos recorriendo toda mi piel y de inmediato se inundó mi conducto vulvar de un líquido pegajoso. Mientras me mantenía apretujada contra él yo podía sentir su verga caliente pegada a mi piel enardecida. Escuché cuando me dijo:
-Ilianita…quieres chuparla hasta que le salga la lechita?
-Ssi…si quiero…
-Bien…entonces siéntate sobre la cama y abre tu boquita lo más que puedas para que te quepa adentro…
-Ssi…
Hice lo que me pedía y el se puso frente a mí blandiendo su pito parado entre sus manos. Acto seguido me acercó la cabeza de su falo hasta la boca y me metió la punta pelada, diciéndome enseguida:
-Ahora chúpala…pero chúpala suavecito y sólo con los labios…no uses los dientes porque la lastimarás…mejor usa tu lengua…tállale la lengua y apriétala con los labios por toda la cabecita anda…
-Ssi…
Comencé a succionar aquel delicioso palo parado que ya sentía palpitar con fuerza dentro de mi boca. La extraordinaria suavidad y textura de la piel de su glande me encantó tanto que me dediqué con extraña pasión al deleitante placer mamatorio, al tiempo que la gruesa cabeza entraba y salía de mi boca. Ya desde entonces sentía fluir un líquido espeso que se confundía con mis flujos salivales y que yo degustaba por primera vez con gran placer, comprobando instantáneamente el por qué a mi hermanita le agradaba tanto hacer cositas a escondidas con mi papi. Y no era para menos, ya que aquel primer encuentro significó para mí un inolvidable y delicioso secreto que guardo con fuego en mi memoria. No sabría decir con certeza cuánto tiempo pasé chupando aquel pene fenomenal que no me cabía en la boca, hasta que mi padre me anunció la llegada de su primer orgasmo diciéndome:
-Ya, linda…sácatela de la boquita que voy a echar la lechita…anda, pon tus manitas para que la conozcas de cerca…
Hice lo que me pedía y moví mi cabeza hacia atrás para dejar en completa libertad el pájaro de carne, poniendo de inmediato mis manos debajo de la boqueante punta, mientras mi papi se jalaba la verga con violencia. Pronto sentí los chorros de leche que brotaron con fuerza del conducto penil y que me embarraron el pecho, la barriga y hasta las piernas. Pero de cualquier modo pude recolectar una buena cantidad de semen espeso y tibio que se derramó sobre las palmas de mis manos. Esperé a que papito me indicara qué hacer al tiempo que lo observaba, descubriendo que tenía las mandíbulas apretadas, los ojos cerrados y un rictus de placer se dibujaba en su rostro. En ese preciso momento me di cuenta de que estaba viendo las reacciones del primer orgasmo de un hombre frente a mis propios ojos, y quise beberme para siempre aquella imagen de papá viniéndose en mis manos. Cuando cesaron los estertores del orgasmo él reaccionó diciéndome:
-¿Ves linda? …ya tienes bastante lechita en tus manos…ahora puedes observarla bien para que sepas cómo es…
-Ay papito, si…ya la estoy viendo…jamás pensé que pudiera salirte tanta lechita de allá adentro…
-Claro que sí pequeña…¿Ya viste que te embarré toda?…lo que sale es una gran cantidad de semen…
-Si…y está calientito…
-Así es…está tibio porque está guardadito dentro de los huevitos…
-Si verdad?…papito…y puedo tocarlo?
-Claro, linda…anda tócalo…siéntelo..haz lo que quieras con él…
Con la clásica curiosidad de mis años me puse a tocar el espeso esperma chicloso que ahora sentía como pegajoso entre mis dedos. Por largos minutos me mantuve contemplando la densidad de la lechita que había brotado de las entrañas de papá con una delectación sin igual, al tiempo que sentía cómo me fluía de mi hendidura un líquido mojoso que inundaba todo mi chochito. Fue en ese momento cuando le lancé la pregunta a mi padre:
-Ay papito…¿Y la lechita se puede tomar?
-Claro, Ilianita…¿Quieres probar a qué sabe?
-Si.
-Bien…haremos algo…primero métete mi pito otra vez en la boca y vuelve a succionar con los labios…verás cómo sale más lechita tibia…es mejor que pruebes la que sale de adentro…te gustará más que la que tienes en las manos…
Me acerqué de nuevo a su verga y abrí la boca mientras mi papi me la metía otra vez. Allí me di a hacer lo que me había dicho succionando con los labios y el paladar aquel pedazo que aún no había perdido su vigor. Sentí que algunas espesas gotas de leche fueron saliendo a causa del chupeteo, mismas que saboreé con deleite. Entre succión y succión alcanzó a salir una buena cantidad de leche caliente que me bebí golosa, probando de esa forma por vez primera el semen masculino que tanta curiosidad me causaba. Una vez que él consideró que el caudal se había agotado, y sobre todo que su verga se estaba poniendo más flácida, me dijo:
-Linda…creo que por hoy tendremos que dejarlo así…
-Ay papi…¿Por qué?…yo quiero que me enseñes más cosas…
-Si…pero no por ahora…ya no tengo más leche adentro…pero mañana, si quieres, ¿vuelve a venir a la misma hora y volveremos a hacer cositas…esta bien?
-Si…está bien…
-Ahora nos limpiaremos bien para que ya te vayas a dormir…y recuerda no hacer ruido cuando entres a tu cuarto…no quiero que tu hermana se de cuenta de nada…
-Si, papi…
Después de haber efectuado una limpieza a conciencia sobre mi cuerpo, me fui de su cuarto y me dispuse a dormir.
Cap. III.
Al otro día no podía estar tranquila de tan sólo pensar en lo que me esperaba por la noche. Pero fue mi hermana la que se encargó de bajarme de la nube mágica en que me sentía flotar cuando me dijo:
-Oye Ilianita…y dónde andabas anoche que no te vi en tu cama?
La pregunta me hizo palidecer y de momento no supe qué responderle. Mas haciendo un esfuerzo extraordinario le dije lo primero que se me ocurrió:
-¿Anoche?…a qué horas, Sandy?
-Pues no sé…pero yo me paré al baño y no te vi en la cama…en dónde estabas?
-Ah sí…ya recuerdo…es que no podía dormir y me salí un ratito al patio…pero no demoré mucho tiempo…
-Mmm…recuerda que es peligroso salirse de noche…mejor trata de no hacerlo…no quiero que te pase nada…
-Si, Sandy…no volveré a hacerlo…
-Bien…
Después de ese diálogo entre nosotras no pude evitar que sobre mi cabeza divagaran algunos pensamientos de duda, considerando inclusive la probabilidad de que Sandra nos hubiese estado espiando. Tampoco quería arriesgarme a que ella se diera cuenta de lo que yo estaba haciendo con papá, por lo cual decidí comentárselo a él esa misma noche. Cuando al fin llegó la hora de irme a la habitación de mi papi tuve que asegurarme con toda certidumbre de que mi hermana se hallaba dormida, para lo cual ideé una forma de hacerlo, llamándola por su nombre varias veces. Al no recibir respuesta me acerqué hasta su cama comprobando que su respiración era la de una persona dormida. Antes de irme formé un bulto con las sábanas y cobijas imitando un cuerpo en la oscuridad, por si Sandra volvía a pararse a orinar. Fue hasta entonces que me dispuse a salir tomando toda clase de precauciones. Cuando abandoné la habitación cerré la puerta con cuidado y me fui al cuarto de papá, quien como la noche anterior ya me estaba esperando. Cuando estuve sentada junto a él le comenté enseguida:
-Oh papi…hay algo que quiero decirte…
-Si linda…dime…acaso sucede algo?
-Lo que pasa es que hoy por la mañana Sandy me dijo que anoche se paró al baño a orinar y no me vió en la cama…
-Oh no…y tú qué le dijiste?
-Me inventé algo que al parecer la convenció…pero no estoy tan segura…
-Y qué fue lo que inventaste?
-Le dije que no podía dormir y que por eso me salí al patio un ratito para relajarme y hacer tiempo…pero que no había demorado mucho afuera…
-Y ella qué te dijo?
-Pues que no saliera otra vez de noche porque era peligroso…y yo le dije que sí…
-Muy bien hecho, linda…pero crees que ella lo creería?
-No lo sé…tengo mis dudas papi…por eso mejor te lo cuento…
-Y haces bien…sabes qué pienso?…que es peligroso que lo hagamos aquí dentro de la casa…
-¿Por qué papito?…
-Porque puede ser que si se levanta y no te ve en tu cama vaya a buscarte al patio…
-Oh sí…yo también pensé en eso…y hasta puede espiarnos, verdad?
-Si, linda…puede hacer eso al no hallarte afuera…puede sospechar…Sandy es demasiado lista…
-¿Si, lo sé…pero entonces?
-Hummm…pues déjame pensar en algo…
-Sabes papi?…hoy hice un montoncito de telas con las cobijas para aparentar que estoy dormida en mi cama…
-Oh, niña…qué lista eres…pero eso puede no servir de nada…Sandy es muy inteligente, y si sospecha algo irá hasta tu cama para cerciorarse de que estás allí…
-Oh no…si lo hace se dará cuenta del engaño…
-Si, claro…y así sospechará más…
-Tienes razón…tenemos que pensar en algo…
-Si…tendremos que hacerlo de otra forma…
-Ay sí papi…yo no quiero que dejes de enseñarme todo lo que quiero saber…
-Claro que no, linda…eso lo haremos…pero tenemos que asegurarnos de que ella no se de cuenta de nada…comprendes?
-Si…si…pero entonces que hacemos?
Mi padre se quedó pensativo por unos instantes y luego me dijo:
-Ya sé lo que haremos, niña…pero tendrá que ser hasta mañana…
-Ay no, papito…yo quiero que me enseñes ahora…
-Pero linda…tú bien sabes que será muy riesgoso hacerlo aquí…mejor mañana nos iremos a un lugar que yo conozco y donde nadie nos verá…te prometo que allí te enseñaré de una vez por todas todo lo que quieras saber…
-¿Me lo prometes papito?…
-Te lo prometo.
-Oh…está bien…si no hay más remedio…
-Será mejor así, pequeña…tú lo sabes…
-Si…entonces esperaremos a mañana.
-Si…yo te diré cuando tengamos que irnos.
-Bueno papi…entonces me iré a mi cuarto, no vaya a ser que ella se haya despertado.
-Si, linda…nos veremos mañana…
-Hasta mañana. –le dije, dándole un beso en la mejilla que él correspondió por igual-
De inmediato abandoné el dormitorio de mi padre y me dirigí al mío. Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando encontré a Sandra sentada en el borde de su cama en medio de la penumbra de nuestro cuarto, como esperando mi regreso. Ella me dijo enseguida:
-Otra vez te saliste, Ilianita?…no te dije que no lo volvieras a hacer?
-Oh, Sandy, perdóname…no pensé que te dieras cuenta…
-Me acabo de levantar para ir al baño y no te vi…y ya me iba al patio a buscarte…
Aquella revelación me tranquilizó un poco al saber que apenas acababa de despertarse y ni siquiera se había dado cuenta del montón de cobijas que formaban el bulto sobre mi cama. Rápidamente me senté sobre mi colchón y poco a poco fui deshaciendo el montón de colchas, mientras me metía debajo de ellas. De inmediato le respondí:
-Lo que sucede es que en estas últimas noches no puedo conciliar el sueño…y no quiero despertarte…
-Si..te entiendo…pero es mejor que no te salgas de noche…lo prometes?
-Si, Sandy…ahora sí lo prometo…te pido una disculpa…
-Oh, Ilianita…no tienes por qué hacer eso…ahora anda, trata de dormir que ya es tarde…
-Si Sandy…lo intentaré…
-Está bien…ahora regreso que me estoy orinando..
-Si…
Ella salió del dormitorio y regresó a los pocos minutos. Fue hasta entonces que decidí dormirme, no sin antes reconocer que la decisión de mi padre había sido de lo más acertada.
Al otro día, cuando la tarde estaba cayendo mi papi me buscó para decirme:
-Linda…prepárate que ya es hora de irnos…
-Si, papi…pero que le dirás a Sandy?…
-Tú no te preocupes por eso…yo me encargaré…
-Bien…espera un minuto…te busco aquí mismo…
-No…mejor nos vemos en la puerta del frente…allí te esperaré..
-De acuerdo.
Me metí al baño para desahogar los fluidos urinarios que sentía y me salí hasta la puerta frontal de la casa, donde mi padre ya me estaba esperando. Haciéndome una seña yo le seguí y nos fuimos caminando por la calzada de la calle. Pronto comprobé que mi papi tomaba la dirección del embarcadero del muelle, donde él tenía una lanchita de motor que utilizaba cuando se iba de pesca. Mientras avanzábamos le confié a mi padre lo sucedido la noche anterior. Él pensó lo mismo que yo, diciéndome que habíamos hecho muy bien en esperarnos para hacerlo. Dándole la razón le seguía gozosa, sabedora de que muy pronto volvería a beber de las mieles de sus enseñanzas. Cuando hubimos arribado al muelle, nos subimos a la lancha. Con movimientos precisos mi padre desató la embarcación, encendió el motor y se lanzó rumbo al agostadero que formaba una ancha laguna tupida de árboles. Puesto que él conocía perfectamente esos lugares no le fue nada difícil anclar en una pequeña y frondosa bahía en cuya orilla se apreciaban los enormes árboles y los altos matorrales que la cubrían, dándole a aquel magnífico lugar un aspecto casi selvático. No pude menos que admirar la destreza de mi papi, pues estaba segura que en aquel sitio nadie nos vería jamás. Habiendo desembarcado me di cuenta que papá llevaba bajo sus brazos una lonilla oscura que con seguridad destinaría como camita. Pronto nos internamos en la espesura del boscoso lugar buscando el sitio ideal para tender la lona y dedicarnos a lo nuestro. Debimos caminar a lo menos un kilómetro cuando papá divisó el lugar apropiado. Se trataba de una breve oquedad arbórea perdida entre la inmensidad de los árboles, y donde evidentemente nadie iba nunca. Una vez allí se puso a tender la pequeña lona sobre la hierba y me dijo:
-¿Ahora sí, linda…crees que alguien nos pueda ver aquí?
-Ay, claro que no papi…este lugar es genial…
-Si verdad?…te gusta?
-Es divino…
-Qué bueno que te agrada…porque siempre lo recordarás de aquí en adelante…
-¿Por qué dices eso papito?
-¿Porque sí, Ilianita…te imaginas todo lo que podrás aprender hoy aquí?
-Oh sí…en verdad es un paraíso solitario y encantador…
-Si…sin duda alguna…y como que incita a hacer cositas ocultas, no crees?
-Si, papi…si…
-Muy bien…ahora vamos a ponernos cómodos…
Diciendo y haciendo, comenzó a despojarme de toda mi ropa dejándome sin nada encima. Luego él hizo lo mismo hasta que al fin dejó de fuera su verga, que a esas alturas ya comenzaba a mostrar cierto endurecimiento, aunque a decir verdad aún no estaba completamente parada. Para entonces me quedaba claro que mi padre requería de ciertas atenciones para que la excitación se manifestara en él, pues al admirar mi desnudez comprobé que su pájaro empezó a levantarse cada vez más, al tiempo que le prodigaba suaves masajes con sus manos con la clara intención de lograr una total erección, la cual muy pronto se manifestó ante mi vista enfebrecida de deseo. Dándose cuenta de que era el momento propicio para iniciar el protocolo didáctico de aquel día, me dijo con voz trémula:
-Ven linda…acércate a mi…que quiero tocarte tu cosita…
Rápidamente me puse junto a él y estando yo de pie él se arrodilló para que su cara quedara a la altura de mis muslos. Casi enseguida se dio a tocar mi pubis frotando suavemente sus dedos por encimita de mi montecillo de venus, lo cual me provocó una serie de dulces sensaciones que me hicieron suspirar de deleite. Pronto buscó mi apretada hendidura y me pasó uno de sus dedos a lo largo de la rajita, la cual se hallaba plenamente humedecida coadyuvando con ello en la tierna caricia. Cuando lo consideró prudente hizo a un ladito mis pequeños labios vulvares y procedió a insertarme con lentitud su dedo mayor en la hendidura lechosa. Yo gemía de placer ante la genial caricia tratando de abrir lo más que podía mis piernitas con la intención de facilitar sus candentes exploraciones, hasta que al fin quedé completamente anchada y abierta de piernas. Fue en ese momento cuando mi papi hundió por fin su dedo más largo en la rendija del placer, que se contraía latiendo con fuerza y apretándole la falange con lascivos movimientos. Parecía mi cuquita la boca de un pez cuando lo acaban de sacar del agua, y que boqueando trata de aspirar el aire sin conseguirlo.
Papito mantuvo su dedo hundido dentro de mi mojado conducto al tiempo que lo movía con suavidad como si estuviera escribiendo muchos ceros sobre un papel. Aquella exploración ondulatoria me calentó tanto que le dije:
-Ay papi…así me gusta…sígueme haciendo así. Sígueme haciendo…no pares…por favor…
Por supuesto que mi padre no estaba dispuesto por ningún motivo a detener sus manipulaciones, sino que por el contrario las arreció poco a poco hasta que el dedeo se convirtió en un violento mete y saca que hizo que explotara por primera vez con algo carnoso metido dentro de mi virginal hendidura. Al darse cuenta de mi explosión orgásmica mi padre me sacó el dedo y modificando su posición me pidió que me sentara ahora sobre sus piernas. Mientras me aprestaba a hacerlo eché un vistazo a su pito dándome cuenta que estaba completamente endurecido. No había duda que la motivación que necesitaba se la acababa de ofrecer al dedearme de esa forma tan salvaje y poder sentir al mismo tiempo la suavidad y el embrujo de mi inviolada conchita. Sospechando lo que esta vez trataba de hacer me puse a recordar lo que había visto realizar con mi hermana la tarde en que ella fue desvirgada por él; más por un extraño sortilegio no sentí miedo en lo absoluto. Por el contrario, confieso que ya estaba ansiosa por sentir su verga penetrarme hasta el fondo y ser ahora yo quien le entregara la flor de mi virginidad. Así que decidida a llevar las cosas hasta sus últimas consecuencias me dispuse a dejarme hacer todo lo que él quisiera, pensando en no abandonar aquel lujurioso sitio por nada del mundo si no era con mi cuquita rota para siempre. Experto como era en esas cosas mi padre debió advertir mi actitud decidida, pues esta vez no quiso esperar mucho y sin más preámbulos me acomodó la punta de la cabeza de su inflamada verga en la puerta de mi pasadizo secreto, que ya se agitaba latiendo con furor a causa de la brama que experimentaba ante la expectativa de sentirla adentro por primera vez.
Claramente noté cuando él comenzó a empujar con suavidad su grueso glande colorado hacia el interior de mis intrincadas paredes vaginales. Teniéndome agarrada de las caderas con sus dos manos se dio a jalar mi cuerpo sobre el suyo al tiempo que su pito parado se iba abriendo paso por en medio de mi abertura, la cual se fue dilatando poco a poco hasta que logró aforar la preciosa cabeza de aquella verga del delirio. No niego que al principio sentí cierto dolor atravesarme los huesos de mis caderas, pero aguanté a pie firme la primaria embestida hasta que la punta de su pito halló albergue en mi cuevita inviolada. Al darse cuenta de que yo no me quejaba para nada mi papi tomó confianza y volviendo a jalar mi cuerpo hacia abajo con más fuerza logró hundir la mitad de su enhiesto falo en mi bollito, que se abría anheloso ante la intensa y salvaje presión de aquel tremendo invasor que intentaba conquistar mi tesoro secreto y esconderse dentro de mi sonrosada gruta. Aunque esta vez si me dolió mucho más la furiosa embestida traté de no emitir queja alguna deseando agradar a mi padre, pues recordaba que cuando había escuchado llorar a mi hermana Sandra él se puso como loco y la acometió con tanta furia que ella se desmayó del dolor. De modo que apreté mis mandíbulas con fuerza para que no surgiera ruido alguno de mi boca, al tiempo que sentí la última acometida del tremendo cañón de carne que esta vez se hundió sin piedad dentro de mi cuquita, la cual se rompió para siempre de un solo chasquido. Y aquí debo confesar con toda honestidad que aún cuando mis deseos más íntimos eran de no proferir ningún tipo de sonido que aludiera al dolor que sentía, ésta vez no pude mantener mi causa en alto, pues cuando aquella cosa me traspasó hasta sentir los huevos golpeando mi culito, el alarido se me escapó sin control de la garganta, debiéndose escuchar a varios cientos de metros de donde nos hallábamos cogiendo.
Como mi padre no dejaba de empujarme su verga con furiosa lujuria, los gritos de dolor continuaron escapándose de mi boca, llegando en un momento dado a desear con toda sinceridad que me sacara aquella cosota de adentro de mis entrañas sin que eso se hiciera realidad. Al sentir mi cuerpo partiéndose en dos sentí que perdía la visión y que mi mente volaba hacia una profunda oscuridad. Perdiendo el conocimiento por algunos instantes sin haberlo deseado. Ahora podía darme cuenta cabal de lo que mi hermana Sandra había experimentado aquella tarde de su brutal desfloración. No supe cuanto tiempo me mantuve sin sentido, pero cuando logré despertar comprobé que mi padre continuaba ejercitando su parado pene dentro de mi desvirgada vulva acometiendo mi grupa con mayor fuerza que antes. Al parecer la pérdida del conocimiento desvanece el dolor y éste se transforma como por arte de magia en placer, pues eso fue justamente lo que comencé a experimentar cuando volví a tener plena conciencia de lo que él me estaba haciendo. De modo que ante la ausencia de molestias y ante las brutales arremetidas de la verga de mi papi dentro de mi chochito comencé a mover mi culo hacia delante y hacia atrás disfrutando ahora sí de las geniales sensaciones que su pito me causaba. Él, mientras tanto, seguía moviéndose dentro de mí sin parar ni un instante, hasta que al cabo de varios minutos de frenéticos estremecimientos explotamos al unísono en un orgasmo tan intenso y lascivo que me hizo bramar y delirar de gozo. Esta vez los gritos debieron escucharse más lejos, aunque debo decir que no eran precisamente gritos dolorosos sino todo lo contrario. Por otra parte, tenía que reconocer que mi padre era un gran cogedor, pues no se amilanaba ante nada; ni siquiera cuando vió que me había desmayado ensartada con su pedazo de carne viva dentro de mis entrañas. Nos mantuvimos pegados por largo rato disfrutando de las delicias del múltiple orgasmo. Finalmente fue mi padre quien inició el consabido movimiento de sacarme la verga semi flácida de adentro, comprobando que se hallaba toda ensangrentada. Como yo ya sabía que eso tenía que suceder ni siquiera le dije nada, sino que dejé que me limpiara completamente hasta dejarme como nueva; aunque lo que en verdad no estaba nuevo para nada era mi roto bollito. Habiendo acabado con las enseñanzas aquel día y viendo que empezaba a oscurecer, nos vestimos apresuradamente y regresamos a casa.
Después de aquel día en que mi padre me desvirgara, tanto yo como mi hermana Sandra nos convertimos en sus amantes, compitiendo las dos por ganar los favores del macho de la casa. Con el tiempo, mi hermana Sandy quedó embarazada y ante aquel inesperado pero lógico suceso tuve que tomar las debidas providencias para evitar otro desaguisado e irme apartando poco a poco de las relaciones incestuosas con mi padre. Mi hermana tuvo un precioso bebé al que nos dedicamos a cuidar juntas. Aquel desafortunado hecho hizo que mi padre se fuese también desligando de nosotras hasta que al fin terminamos para siempre con aquella triple relación sexual en mi familia. Dos años después de ser madre mi hermana Sandra se casó y se fue a vivir a otro país. Yo, por mi parte, formé también mi hogar con un chico que conocí en la escuela, cambiando de residencia. Mis hermanos se casaron también y abandonaron el hogar paterno, donde finalmente se quedó mi padre viviendo solo.
De vez en cuando lo visitamos, pero ya no recordamos para nada todos los sucesos que he relatado y que forman parte de mis memorias infantiles.
FIN DEL RELATO.
Qué gran relato. Me hubiera gustado que explorara mas con sus hermanos, pero de igual manera esta increible.
He quedado extasiado, impactado y con una tremenda erección al leer tu historia. Me gustó bastante y, en honor a la verdad, es la primera historia que considero cabalmente como erótica, ya que además de narrar a detalle las escenas que viste y que experimentaste, describes placenteramente las ricas sensaciones que te provocaron al principio cuando viste a tu padre y a tu hermana y, después, al experimentar el goce sexual con tu papá. A lo mejor te resulto cursi, pero tu relato lo concibo lleno de ternura y (aquí te haré una confesión, motivado por lo excitado que estoy) porque me hizo recordar la manera en que yo experimenté por vez primera un gran dedeo sexual al ver a mi hermanita y cómo fue que conocí y sentí también por primera vez un orgasmo. Con tu historia me arrepiento de no haberle dedicado la atención debida a ella para que en realidad gozara (bueno, supongo que sí gozó pero sin llegar al clímax. Si te llegara a interesar mis inicios en la sexualidad (que fue con ella), con gusto te contaré al respecto, a través de mi dirección, 2005.leonardoarrobagmail. Me has inspirado una confianza especial que por eso me he animado a plantearte esto y hasta de haberte hecho esa confesión muy íntima. ¡Qué pena que sea muy difícil expresar a alguien este tipo de situaciones!, pero esta sociedad cargada de muchos prejuicios sociales y de más índoles origina esa dificultad. Mil gracias por compartir tu historia y mi mayor agradecimiento porque me hiciste no sólo revivir esos encuentros con mi hermana, sino, de verdad, también me provocaste tener las mismas sensaciones que con ella tuve, apenas entrando en mi adolescencia.
Me atrevo a decir que es de los mejores relatos que he leído. Puedo percibir que es real y realmente estaba esperando la parte donde alguno de tus hermanos se aprovechaba de esa calentura. Te felicito y espero que puedas contarnos más.
Sería lindo q los hubiera visto otros hombres y se unieran