Mi abuela Sara
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estando yo de visita en casa de mi abuela materna, una señora viuda de cincuenta y nueve años, muy hermosa de cara y un culo imponente, ocurrió la extraña historia que voy a relatar. Yo tenía dieciséis años recién cumplidos y era un chico bastante inocente que estaba despertando al sexo. Pero nunca había estado íntimamente con ninguna mujer , aunque naturalmente ya me hacía pajas fantaseando con ellas , incluso a veces fantaseaba con mi madre y también con mi abuela materna pues aunque ya no era joven seguía siendo una hembra como las que me gustan a mí, y además se parecía mucho a mi madre.
Solía ir yo una vez por semana a su casa a comer con ella. Pero esta vez fui a cenar y luego me quedaría a dormir en su casa. Cenamos, muy bien por cierto, pues mi abuela era una excelente cocinera y nos disponíamos a ver la televisión, cuando yo primero fui al baño pues tenía ganas de orinar. Acabé de mear y al ir a subirme la cremallera un trocito de piel de mi polla quedó atrapada en ella produciéndome un dolor intenso. Yo intentaba liberar la polla, pero ni intentando subir la cremallera ni intentando bajarla me liberaba yo de la dichosa cremallera, además el simple intento de subir o bajarla me incrementaba mucho el dolor. No sabía qué hacer, porque el tiempo pasaba y no sabía que decirle a mi abuela , pero algo había que hacer, así que el dolor hizo que me olvidase del pudor y decidí pedir ayuda a mi abuela. Abuela, grite, ven un momento por favor. Qué pasa, Carlos, por qué tardabas tanto en venir y ahora me llamas cómo con dolor. Yo dándole la espalda para que no me viese la polla le dije lo que me pasaba . Tranquilo, Carlos, que ahora te ayudo, pero para eso tendrás que enseñarme la pollita. Yo tenía algo de vergüenza porque además mi polla no era muy grande y con el dolor aún se había hecho más pequeña. Me dijo, primero quítate los pantalones y el calzoncillo para maniobrar mejor y siéntate en el bidé.
Le obedecí, ella se puso rodillas ante mí y me aplicó jabón en la polla y con un suave movimiento y gracias al jabón logro liberar la polla de su secuestro por la cremallera. Gracias abuela, que lista eres, le dije feliz de verme yo liberado de tan engorrosa y dolorosa situación.
Te duele, me preguntó. Sí, le contesté, me mire la polla y vi que aunque no sangraba sí que tenía como una pequeña moradura interna. Bueno , dijo ella pues ahora curaremos esa pollita con mucho cariño y amor. Yo había visto que cuando alguien se hacía una pequeña herida en la mano o en el brazo se la chupaba y la saliva era buena para la herida , yo incluso lo había hecho alguna vez, pero no sabía yo que eso se hiciese con una heridita en la polla. Pero mi abuela me escupió en la polla y luego la empezó a besuquear y por fin se la metió en la boca, y empezó a jugar con ella en su interior, lo cual hizo que su tamaño fuese incrementándose hasta alcanzar una erección considerable. Yo estaba desconcertado por la acción de mi abuela. Me dijo al ver la erección ¡Vaya cambio! al principio casi ni te la veía y ahora mira que grande se ha puesto, o sea, Carlos que te funciona perfectamente, pero esta noche lo mejor es que duermas conmigo y tengas la polla metida en un lugar seguro, que este caliente y húmedo, y ese remedio sólo lo puede dar una mujer y aquí la única mujer que hay soy yo. Yo creo que mi abuela que llevaba más de diez años viuda, al ver mi polla revivió viejas sensaciones y quiso sentirse otra vez mujer y yo también quería tener una experiencia con una mujer y con quien mejor que con esa hembra madura pero preciosa con la que ya había fantaseado cuando me hacía pajas pensado que la poseía por todos los orificios de su cuerpo. Así que me preste al juego de ser un obediente paciente y hacer todo aquello que mi enfermera me pidiese.
Fuimos a la cama, me eche en ella con solo la camiseta y desde allí contemplé como mi abuela se desnudaba y se ponía un camisón cortito sin bragas que la hacía verse preciosa, un camisón que por delante le tapaba justo su sexo y por detrás le dejaba ver la parte baja del culito y por lo tanto enseñando esa parte de la rajita del culo que se curva para ir a buscar el chochín. Se metió en la cama conmigo y me preguntó Carlos tú sabes para qué sirve la pollita. Para mear le contesté y para……. Para qué, no te calles dijo ella. Pues para que la curen las buenas abuelas a sus nietos si se la pilla una cremallera. Muy bien dijo ella, porque las abuelas como yo disfrutamos mucho curando la pollitas que tienen pupa. Yo seguía en erección, mi abuela que me dijo que en la cama la llamase Sara que era su nombre de pila se puso encima de mí y empezó a jugar con mi polla diciéndome este tratamiento que te voy a hacer es secreto así que no se lo contaremos a nadie. Yo le dije Sara será nuestro secreto.
Me tomó la polla en su mano y la llevó hasta las puertas de su chochín. Yo estaba preso de una gran excitación pues me daba cuenta de que estaba a punto de penetrar por primera vez a una mujer y mi inexperiencia me daba algo de vergüenza. Sara me dijo, es tu primera vez ¿verdad? si le contesté. Ella me dijo yo esto no hago desde que murió tu abuelo, casi ni me acuerdo de como se hace , pero estate tranquilo Carlos que lo vamos a hacer con mucho amor. Me dio luego un beso en la boca, nuestras lenguas jugaron un rato, yo la agarré bien por el culo y ardía ya en deseo de penetrarla, pero no sabía muy bien cómo hacerlo pues tenía miedo de no hacerlo bien y de defraudar a mi abuela.
De pronto ella me dijo espera un momento Carlos, se levantó y fue hasta el armario y abrió su puerta apareciendo un espejo que la puerta tenía en su parte posterior. Volvió inmediatamente a la cama y me dijo esto le encantaba a tu abuelo, ver mi culo mientras él me follaba. La verdad es que era impresionante ver el precioso culo de Sara mientras a la vez que la tenía yo encima . Le toque sus tetas. Eran firmes, jugosas y le empecé a succionar un pezón, lo cual la excitó mucho de forma que tomó otra vez mi polla y la embocó a la puertas de la que iba a ser la sala de curas de mi erecto y duro pene. Así que teniéndola yo agarrada por el culo y viéndoselo en el espejo, me dijo Carlos empuja sin miedo, y entonces la penetre despacio pero hasta el fondo experimentando yo un placer que no podía comparar con nada experimentado por mí en mi vida.
Ella empezó a mover las caderas con un ritmo sensual y muy sexy que yo podía contempla en el espejo y pensé yo en lo bien que se lo tuvo que pasar mi abuelo con esa hembra que si ahora era hermosa figúrense como sería cuando se casó con él a los dieciocho años. Sara , Sara repetía yo invadido por el placer, Sara que bien follas. Notaba yo que ya me venía y pronto me iba a correr pero quería prolongar el placer pero en ese momento Sara tuvo el orgasmo y las convulsiones de sus músculos perineales fueron tan intensas que hicieron vibrar mi pene de tal modo que me corrí también depositando por primera vez en mi vida mi semen en el chocho de una hembra, de una hembra que había follado conmigo como una gata en celo. Nos besamos los dos y me dijo que bien me has follado, serás un gran amante como lo fue tu abuelo, el cual hasta hoy había sido el único hombre que había penetrado mi vagina pero él era un hombre muy tradicional y nunca me penetró por , así que ese placer Carlos vas a ser tú el primero en tenerlo y yo también pues mi culito es virgen aún. En la siguiente parte de este relato contaré como desfloré el culo de mi abuela Sara y otras cosas que hicimos juntos con gran placer para los dos.
(CONTINUARA)
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