Mi abuela Sara 3ª Parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
•3ª Parte Por la mañana oí como mi abuela llamaba a mi madre para contarle que por la tarde viniese a casa para realizar el plan que le había propuesto. Mi abuela se iría de casa y la dejaría a ella esperando en la cama al amante que le había proporcionado. Luego sin saber ella que yo sabía quién era su amiga, me explicó que "su amiga" me estaría esperando con la luz apagada en la cama y que fuese a las seis de la tarde. Mi padre me vino a buscar para ir al partido de fútbol.
El siempre venía a verme, pero mi madre no, por eso me extraño ver que ella también venía. Pensé yo que vendría al partido porque tendría el morbo de ver en el campo al chaval que se la iba a follar por la tarde, pues sabía ella que jugaba en mi equipo. Por un lado me gustaba la idea de lo que iba a pasar por la tarde, pero por otro no me agradaba que mi madre fuese capaz de meterse en la cama con quien ella creía ser un desconocido. Aunque me consolaba saber que mi madre quería guardar la intimidad pues en el fondo a ella le daba mucha vergüenza hacer lo que iba hacer.
Yo marqué un gol nada más comenzar el partido, pero después ya no toqué pelota pues andaba yo pensando en lo que iba a pasar por la tarde y no podía concentrarme en el juego, y en la segunda parte me sustituyeron, cosa que casi nunca sucedía pues solía jugar todos los partido completos. Hasta mi padre me preguntó qué me pasaba, pues había jugado mucho peor que de costumbre. Mientras veía el segundo tiempo con mis padres, mi madre aprovechó un momento en que mi padre había ido al bar a buscar unos refrescos, para preguntarme si alguno de mis compañeros de equipo era nieto de alguna amiga de la abuela.
Creo que sí mamá, le dije.¿ Y quién es? Entonces me invente yo la siguiente historia. Hay dos. Te acuerdas mamá que cuando murió el abuelo, vino la abuela a vivir unos años con nosotros y que me llevaba al colegio. Entonces hizo amistad con otras abuelas que también acompañaban a sus nietos pequeños al colegio. ¿Y quiénes son ? Entonces recordé que un compañero de equipo se había roto la pierna hacía dos partidos, y le dije, uno no está pues tiene la pierna escayolada y lo descartaba así para lo que iba a pasar esa tarde. El otro es el portero, el cual por cierto era el más guapo del equipo y por eso le dije eso a mi madre.
Desde ese momento mi madre no le quitó ojo. Me preguntó cómo se llamaba. Se llama igual que yo, se llama también Carlos. Lo cual por cierto era verdad. ¿Y la abuela lo conoce? En condiciones normales yo le hubiese dicho a mi madre qué por qué me hacía todas esas preguntas, pero yo me hacía el tonto y le iba respondiendo lo que a mí me interesaba para el plan que estaba yo empezando a tramar. Sí que lo conoce, pues un día que fui yo a la casa de la abuela, él estaba allí, me dijo que su abuela le había mandado ir para que llevará a la abuela Sara una cosa de parte de la suya. Ahora mi madre ya estaba convencida de que el tal Carlos, el portero y el más guapo del equipo era el amate de la abuela y el mismo con quien ella iba a follar esa misma tarde, después de más de un año sin hacerlo. Mi padre llegó con los refrescos y yo pensé que con lo buena que estaba mi madre, cómo mi padre no intentaba solucionar sus problemas de erección sólo porque le daba vergüenza confesar ante un médico que era impotente.
Pensar que él dormía todas las noches con aquella hembra de ensueño y no la podía montar, no sé cómo lo podía resistir.. Mi madre no paraba de mirar al portero. Creo yo que tenía el chochín hecho agua. El partido terminó con nuestra victoria por uno a cero. Yo sólo había jugado el primer tiempo y había jugado muy mal, pero me quedaba el consuelo de que habíamos ganado gracias al gol que yo había metido. que los padres de Me dirigí a el portero y le dije que me llamase cuando llegara a su casa.
Mientras mi padre hablaba con otros padres sobre el partido, me percaté de que mi madre estaba tan nerviosa como una colegiala que va a tener su primera cita con un chico y me atreví a decirle una cosa con cierta connotación sexual. Menos mal, mamá, que yo ya me duché en el descanso porque no lo pasó bien duchándonos todos juntos pues mi pene no es muy grande y me da algo de vergüenza, aunque otros aún lo tienen más pequeño, por ejemplo Carlos el portero del que hemos hablado antes la tiene más pequeña que yo. Ah, dijo mi madre como con cierto tono de desilusión, aunque ya mi abuela le había advertido de ello cuando mi madre le preguntó. Ya en casa, recibí la llamada de Carlos que yo le había pedido que me hiciese y me aseguré previamente de que mi madre fuera la que descolgase el teléfono para que se enterase de que él me había llamado.
Carlos, te llaman por teléfono. ¿quién es mamá? Tu amigo Carlos, el portero del equipo. Hablé con él de cosas del partido y de los estudios, pero luego a mi madre tenía yo planeado contarle una cosa muy distinta sobre lo que yo había hablado con él, pero se lo contaría en su debido momento. Después de comer mi madre nos dijo que iba a casa de la abuela y que pasaría allí la tarde. Mi padre tenía planeado estar viendo fútbol toda la tarde con sus amigos.
A la hora convenida me dirigí a casa de mi abuela. Allí estaría solo mi madre, pues mi abuela se habría marchado para no interferir en el asunto. Debo decir que la casa era un chalet de dos plantas, y el dormitorio donde mi madre ya esperaba estaba en la planta superior, así que ella desobedeciendo las indicaciones de mi abuela de que no intentase saber quien se la iba a follar, miraba por la ventana. Ella tenía curiosidad por confirmar que su amante iba a ser Carlos, el portero del equipo de su hijo. Cuando vio que era yo el que llegaba por la calle y entraba en el chalet, en principio no sospechó que fuese yo quien se la iba a follar; simplemente pensó que iba yo a ver a mi abuela y que cuando viese que no estaba me marcharía, pero estaba asustada por si coincidía yo con mi amigo el portero del equipo.
Ella escuchó como entraba yo en la casa y se percató de que subía las escaleras. Me dirigí a un cuarto junto al dormitorio y allí me desnudé por completo. Mi madre rápidamente se dio cuenta de que iba a ser yo, su propio hijo, quien iba a meterse en la cama con ella y no se explicaba lo que estaba pasando. Ella no podía descubrirse pues ello significaría dar a conocer a su hijo que ella , su madre, se había prestado a follar con un desconocido, ya que ella naturalmente no sabía que su hijo sí que sabía que la mujer que yacía en la cama esperándole para follar era su propia madre. Así que sólo tenía una opción la de follar cómo si no supiese con quién iba a joder. Ahora se arrepentía de haber mirado por la ventana, pues si no lo hubiese hecho no estaría ahora en la situación en que se encontraba, que no era otra que la que tener que follar con su propio hijo. Pero las ganas de follar que tenía eran tan grandes que se dijo así misma, bueno, pues si tiene que ser mi hijo quien me dé placer que me lo dé, incluso de repente se dio cuenta de que ello le producía un morbo especial y se dispuso a disfrutar del placer de joder, de ese placer del que no disfrutaba hacía mucho tiempo.
Entré en el cuarto, que estaba a oscuras y dejé la puerta no totalmente cerrada para que entrase un mínimo de luz que me permitiese ver dónde estaba la cama pero insuficiente como para ver la cara de la mujer que en ella estaba. Allí estábamos los dos dispuestos a gozar del sexo incestuoso sin saber que el otro sabia quien era cada cual, pues mi madre sabía que iba a follar con su hijo, pero no sabía que yo sabía quién era ella, y yo sabía que ella era mi madre pero en ese momento no sabía yo que ella me había visto por la ventana y por lo tanto yo no sabía que ella sabía quién era él que estaba con ella en la cama. Sin mediar palabra, tal como habíamos acordado con mi abuela, empecé a acariciar el cuerpo de mi madre, sus tetas, su culo, su entrepierna y ella llevó su mano hasta mi verga, se ve que tenía muchas ganas de volver a sentir una polla erecta y dura.
Rápidamente se puso encima de mí y embocó mi verga hacía su mojadisimo chocho . Ella dirigía la jodienda y a mí me encantaba que mi madre me estuviese follando, pues lo hacía como una auténtica maestra en el arte del bien follar; si con mi abuela lo había pasado bien ,ahora era aún mucho mejor, la carne de mi madre era más tersa, su chocho mucho más húmedo, su ímpetu sexual mayor . Si mi abuela tenía ganas de follar. mi madre tenía muchas más y se notaba, me estaba devorando, su boca me mordisqueaba por todo mi cuerpo. Yo quería hacer algo, pero era ella la que llevaba totalmente la iniciativa. No hablaba , pero jadeaba como una perra en celo y emitía gritos de placer.
Después de unos diez minutos de sexo frenético ambos nos corrimos prácticamente al vez. Pero mi polla seguía dura, mi madre se percató de ello y volvió a la carga. Esta vez fui yo un poco más activo. Le di uno de mis dedos a chupar, luego lo saqué de su boca y con ese dedo humedecido con su saliva empecé a hurgar con delicadeza en su ano, por los jadeos que daba parecía gustarle y no tardó en tener su segundo orgasmo. Luego me hizo girar en la cama quedando yo encima de ella, me metió un dedo en mi boca y lo sacó para hacerme a mí lo que yo le había hecho a ella. Una vez introducido el dedo en mi ano, empezó a estimular la próstata, lo cual me produjo un orgasmo fabuloso, después del cual mi polla quedó en flacidez y bastante más pequeña que en el estado de erección. Ella empezó a juguetear con sus manos tocándome la polla flácida, lo cual también parecía gustarle, pero ahora su disfrute era como sereno y relajado, tan relajado como el pene que tocaba para su deleite. Yo en cambio hubiese preferido tenerlo duro y grande, pero el hecho de que siguiese ella jugando con el pene en estado de flacidez en cierto modo también me gustaba.
Por fin me dispuse a realizar el plan que había tramado. En ese momento yo no sabía que ella sabía que estaba follando con su hijo y mi plan consistía en revelarle sutilmente quien era yo sin que ella sospechase que yo sabía quién era ella. Así que me dispuse a romper la promesa de no hablar, con el propósito de que ella al reconocer mi voz supiese quien era yo. Empezaría por tratarla de usted y con mucho respeto para dejar bien claro que yo no sabía nada acerca de quién era ella. Le dije, señora, ha sido maravilloso, pero debo confesarle una cosa, yo he venido aquí en el lugar de un amigo mío que es el que usted esperaba, pero que me pidió por favor que viniese yo pues a él le era totalmente imposible venir. Mi amigo me comentó lo que tenía que hacer, yo al principio me negué, pues me daba miedo, ya que no había estado nunca íntimamente en la cama con una mujer, pero a la vez y precisamente por no haber estado nunca con ninguna, tenía también las ganas de hacerlo, y al final yo accedí a hacer lo que mi amigo me pidió y estoy muy contento de haber aceptado, pues ha sido maravilloso. Señora, es usted estupenda y me gustaría volver a estar otras muchas veces con usted para follar y gozar de usted y usted de mí. Ella no decía nada, cumplía su promesa de no hablar, pero ahora yo sí que sabía que ya sabía quién era yo y por eso seguí con mi plan.
Le había hecho creer que mi presencia allí era accidental, algo no previsto que el destino había hecho que sucediese así. Ahora ella estaría pensando en la llamada de Carlos el portero y creería que en esa llamada él me había pedido que lo sustituyese. Entonces le dije: Mi amigo me explicó que no podría verle la cara, pero le ruego que me deje usted verla, quiero ver la cara de la mujer con la que acabó de follar. No tema, nunca revelaré a nadie su identidad, se lo juro por lo que más quiero en este mundo que es mi madre, nunca rompería un juramento que yo haya hecho por mi madre que le repito es lo que más quiero en este mundo, lo más sagrado para mí. Con este juramento por mi madre quería yo remover sus más profundos sentimientos y lo logré , pues al momento oí que lloraba y se abrazaba a mí. Señora, ¿qué le pasa? ¿por qué llora? la verdad es que mi comportamiento estaba siendo algo cínico pues me había yo aprovechado de la situación de saber quien era ella mientras yo creía saber que ella no sabía quien era yo.
En ese momento me dio un beso en los labios sin introducir la lengua y sentí sus lagrimas sobre la piel de mi cara. Le dije, señora no sé porque llora, pero sea por lo que sea yo siempre le perdonaría. Entonces ella también rompió su silencio y habló. Hijo, te llamó así porque por tu edad bien podrías ser mi hijo, lo que acabó de hacer contigo ha sido maravilloso pero a la vez ahora siento una gran vergüenza por haberlo hecho y nunca lo hubiese hecho si….. Entonces le interrumpí. Yo tenía otra vez la verga dura y tiesa y le dije, si nos vamos a sincerar el uno con el otro será mejor que lo hagamos uniendo nuestros cuerpos y experimentando el placer sexual que uno le da al otro.
Ella se dejó penetrar y me dijo si, vamos a sincerarnos y apretó el interruptor de la luz de la mesilla. Al ver su hermosa cara, dije mamá que hermosa estás, perdóname mamá, pues el otro día escuché la conversación que tuviste con la abuela y me he aprovechado de ello para poder hacer el amor contigo, pero es que tenía tantas ganas de poseer tu cuerpo mamá, el cuerpo de la mujer que más quiero en el mundo. Sé que papá no puede follar y que tú tenías muchas ganas de hacerlo, pero ahora lo podrás hacer conmigo siempre que quieras.
Carlos, hijo perdóname. Mamá, no hay nada que perdonar. Yo volví a introducir mi dedo en su ano, un ano que no estaba tan limpio como el de mi abuela el día anterior, un ano que no olía a agua de rosas como el de mi abuela. Y luego de haber hurgado el ano saqué el dedo y me lo llevé a la boca, lo chupé y saboreé haciéndole ver que nada suyo me podía dar asco, algo que sólo se puede hacer con una persona que amas de verdad. Y juntos volvimos a experimentar otro orgasmo, esta vez un orgasmo muy diferente a los anteriores, un orgasmo que sabía a sinceridad y que anunciaba otros muchos orgasmos fruto del más maravilloso de los amores. (CONTINUARA).
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