Mi abuela y mis tias: follando con nosotros antes de comer.
Mi abuela y mis tías vienen a comer, no sin antes follar con mis padres y conmigo. .
Llegué a la casa de mis padres del trabajo notando como la camioneta de mi abuela ya se encontraba estacionada en la cochea. Fue entonces cuando me percaté de lo que mi abuela, mi tía Cristina y mi tía Gertrudis habían venido a comer a la casa. Me estacioné, bajé del vehículo e ingresé, sino recibí ningún tipo de saludo más que del perro que se encontraba encerrado ya en el área de la cocina. A medida que me iban entrando a la casa pude escuchar algunas risas y también algunos gemidos, todos femeninos, comenzando a darme una expectativa de lo que tal vez llegaría a encontrar una vez que entrara.
Llegando a la sala, encontré una imagen clásica. Mi madre, completamente desnuda, arrodillada en frente de uno de los sofás blancos de la sala de mis padres, con la cara hundida entre las piernas de mi tía Cristina, quien también ya desnuda se masajeaba las tetas, antes que recibía un oral de su opinión. Mientras tanto, al lado de ellas, se encontraba mi abuela, también completamente ya desnuda, masturbándose, mientras que mi tía Gertrudis estaba sentada en el sofá opuesto, simplemente contemplando la escena.
Mi madre es una mujer de unos 65 de altura, de 60 años de edad, blanca, con pelo café oscuro que le llega hasta los hombros, algo pecosa del pecho y de la espalda, por las muertes asoleadas que llegaba a darse en Acapulco desde niña. Tiene algo de sobrepeso y ya su tejido es algo flácido, mismo de la edad que tiene, con tetas copa C. Mientras tanto mi tía Cristina es una mujer también blanca, más que mi madre, propia de la herencia de mi padre, debido a que es su hermana. Su pelo es lacio y corto, apenas le cubre las orejas, y es una mujer obesa, con grandes tetas gordas igual que sus piernas y sus nalgas. Mientras tanto mi abuela es una mujer delgada, también de unos 60 y algo de altura, también blanca igual que Cristina, mi padre, con pelo ya completamente blanco, debido a que ya tiene 85 años de edad. Su tejido, obviamente flácido, a comparación del de mi madre o de mi tía, producto de la mayor edad que tiene en comparación de ellas. Mientras tanto mi tía Gertrudis, la más grande de la familia, tiene 94 años, es completamente flaca, de unos 50 de altura probablemente, encogiéndose debido a su edad, y sus tejidos definitivamente se caracterizan entre hueso y flacidez. Ella como de costumbre se encontraba sentada en el sofá simplemente contemplando la escena, su posición preferida durante las orgías familiares, debido a que considera que ya no tiene ni la condición ni el aguante ni el libido para estar participando.
Inmediatamente a la entrada a la sala, mi tía Cristina fue la primera que notó mi presencia, celebrando que veía llegando, porque representaba la llegada de un macho que desesperadamente necesitaban, según ella. Obviamente interpreté el comentario como chiste y me reí junto con ella, mientras que ésta seguía recorriendo sus dedos entre el cabello de mi madre, que seguía dándole oral en su vulva. Les comenté que subiría a mi cuarto para asearme rápidamente y para bajar a mejores condiciones, no ser desnudo, a lo que ella me dijo que no tardara.
Como de costumbre, llegando a la habitación, llamé por teléfono a mi novia, diciéndole que ya estaba en casa y que me había ido de bien de camino. Cuando me preguntó que qué me disponía a hacer, le comenté que mi tía Cristina, mi abuela y Gertrudis habían venido a la casa a comer y que obviamente allá había algo de acción en la sala, a lo que ella me dijo que no me querían detener y que disfrutara de la follada en familia. Colgué la llamada, pasé al baño, me desnudo completamente, tomé un trapo húmedo, el lavabo, recorriéndolo por todo mi cuerpo antes de aplicarme perfume y desodorante. La costumbre cada vez que uno va a prepararse para follar de forma improvisada, como muchos de los lectores comprenderán. Eventualmente solamente poniéndome en mis zapatos Birkenstock para bajar a la sala, completamente ya desnudo, con polla semi-erecta en mano para participar.
Primero me acerqué a Gertrudis dándole un beso en la boca y acariciando una de sus tetas láseras por arriba de su suéter preguntándole si ella no quería que estuviera con ella a lo que como de costumbre me dijo que no era necesario y que agradecía la atención. De ahí me dirigí a mi madre quien interrumpió el oral que le daba a mi tía estando de A4 para saludarme, para darme un beso en los labios los cuales ya sabían a jugos vaginales de Cristina antes de resumir el oral que le estaba dando su puñada. Me dirigí luego a mi abuela a quien saludé con un beso en la boca y luego a Cristina a quien también le hice lo mismo. Pregunté que con quien me ponía a lo que mi abuela me dijo que se encontraba completamente libre abriendo un poco las piernas en señal de que quería que le diera oral. No dudé en hacer caso a la indifesión poniéndome yo también A4 al lado de mi madre tomándola de la mano para acariciarla mientras que mi cara se comenzaba a hundir en la mata de pelo gris que caracterizaba el coño de mi abuela.
Tomé ambas piernas de mi abuela, subiéndolas a mis hombros, mi lengua abriéndose pasa entre su cabello y sus labios mayores y menores, buscando el interior de su vulva, alternando entre hacer el abecedario en esa zona y subir a solucionar su clitoris. Los gemidos de mi abuela nos hacían esperar, sintiendo yo como sus dedos se paseaban por mi cabello, mientras que de reojo podía ver una cara de placer que también emitía gemidos por parte de mi tía Cristina, que tenía a mi madre en una posición similar. Mi abuela subió una de sus manos a una de las tetas obesas de su hija para comenzar a pellizcárselas, en lo que ella mantenía mi cabeza todavía en posición para seguirle dando oral. A Cristina se le salió bromear que a ella le había tocado el colágeno de la casa, lo que provocó risa en los cuatro.
Sentí como la mano de mi madre tocaba mi hombro derecho, lo que hizo que interrumpiera los actos que estaba dirigiendo mi abuela. Al voltearla a ver, ella me sugirió que podríamos cambiar, a lo que yo acepté. Los dos de rodillas, caminando a la posición que previamente el otro ocupaba, para ahora comenzar a darle oral al coño contrario. También yo subiendo las piernas obesas de mi tía a mis hombros, mis labios perdiéndose entre los gruesos labios vaginales de ella, ella tomándome del cabello con fuerza, disfrutando de mi lengua, mientras que yo con mis manos estrujaba sus tetas. Eventualmente le introdujo un dedo, luego dos, e inclusive hasta tres, sus gemidos subiendo de volumen, provocándole que llegara el clímax, un gran gemido sin fin, siendo el signo de que había llegado su primer orgasmo, o por lo menos del cual yo había sido testigo. No tardó en unírsele mi abuela, que como buena mujer mayor, con un clítoris más grande e hipertrófico, empezó a llegar a los orgasmos también más frecuentemente, cortesía de mi madre.
Mi tía me dijo que quería devolverme el favor, por lo que yo me puse de pie, ella todavía sentada aunque ahora reclinada hacia adelante, acariciando mi entrepierna con ambas manos, eventualmente dirigiéndose a mi polla, la cual ya estaba semidura. Comenzó a masturbarla, dirigiendo el glande a su boca, envolviéndolo con sus labios, yo sintiendo como su lengua paseaba por círculos en la punta de ella, de ésta. Una de sus manos masturbaba la base, mientras que con la otra comenzaba a juguetear con mis bolas, mientras que succionaba fuertemente la punta, mientras que su lengua también intentaba abrirse paso en el glande, como si quisiera penetrarlo, lo cual provocaba unas sensaciones temecedoras. Yo, por mi parte, comencé a recorrer su cabello con mis manos, clásico, como clásicamente suele ser uno recogiéndoselo en un puño, mientras que con la otra mano bajaba así estujando sus tetas, cerrando los ojos y colgando la cabeza hacia atrás para disfrutar del placer oral que ella me estaba dando.
Le puso fin a su mamada, haciendo que yo entrara hasta el fondo de su garganta, lo cual me provocó un escalofrío estremecedor, antes de salirse completamente, para luego levantarse y volverse a colocar sobre el sofá, pero ahora de a cuatro, con sus tetas volteando al respaldo y su culo hacia el borde que estaba volteando hacia mí, para que comenzara a apoyarla. Al mismo tiempo, mi madre se puso de pie, al igual que mi abuela, las dos dándose un beso, antes de que ahora fuera mi madre la que se ponía acostada sobre el respaldo del sofá, abriendo las piernas, mi abuela con algo de dificultad, todavía pudiéndose poner de a cuatro, hundiendo sus labios en la vulva de mi madre, ahora siendo ella la que gemía, llegaba el clímax y recorría el cabello de mi abuela con ambas manos, mientras que observaba como yo, su hijo, me andaba follando a su cuñada al lado de ella. Introduje mi polla en su vulva, la cual, al ser grande y obesa, la recibió sin ningún tipo de problema, eventualmente tomándola de las caderas y comenzando a bombear. Al principio comencé tuenue por comortesía, pero eventualmente mi tía me pidió que comenzara a bombear más fuerte, los sonidos de sus nalgotas y mis caderas y el impacto que éstas generaban, comenzando a inundar junto con los gemidos de mi madre, toda la habitación.
Mi tía, siendo de esas mujeres que pueden ser algo tímidas y emitir una visión conservadora, inclusive en la sexualidad, eventualmente comenzó a gritar todo tipo de blasfemias, particularmente en inglés, debido a que ella vive en Estados Unidos. Mi abuela interrumpió el sexo oral que le daba a mi madre para corregirla, diciendo que esas no eran palabras, como si ella fuera una niña todavía, en lugar de la mujer de 55 años, siendo follada que era en ese momento. Logré llevarle un orgasmo, haciendo una pausa, y eventualmente comenzando a embestirla nuevamente para llevarle a un tercer orgasmo, por lo menos de los cuales yo había presenciado. Fue entonces cuando escuchamos que la puerta de casa se abría y se volvió a cerrar. Mi madre entre gemidos diciendo que probablemente era mi padre, que se había atrasado por temas de trabajo y que apenas llegaría para integrarse.
Dicho y hecho, mi padre, un hombre de 62 años de edad, alto, blanco, de pelo negro, ya con algunos datos de calvicie propios de su cantidad de años en este planeta, entró, todavía vistiendo el traje de su trabajo, sus ojos iluminados por la escena que estaba presenciando. Nos comentó que justo se preguntaba si habíamos decidido esperarlo, o si ya habíamos comenzado, a lo que yo le dije que cuando yo había llegado ellas ya estaban completamente inmersas en la acción. Dejó su portafolio a un lado de la silla de la entrada y comenzó a desvestirse, eventualmente quedándose completamente desnudo ahí mismo. Pasó al baño, seguramente para darse un rápido aseo antes de incorporarse con nosotros.
Mi tía me pidió que si no era con un inconveniente que follar con mi padre, a lo cual yo le dije que no era ningún problema. Yo saliendo de ella, ella nuevamente sentándose al borde del sopá para recibir a mi padre, quien de pie se colocaba enfrente suyo con la polla ya semi erecta. Ella tomándola y repitiendo un patrón similar de sexo oral en la polla de él como el que me había proporcionado a mí unos momentos antes. Mi padre me dio un abrazo saludándome, mi polla brevemente rozando su pierna, cosa supernormal en las orgías como alguno de los lectores comprenderán. Yo volví a centrar mi atención a mi abuela y a mi madre, mi madre diciéndome que le diera pasear a mi abuela como cortesía, a lo cual yo acepté. Al principio me puse yo de a cuatro detrás de ella también, para poder recorrer con mi lengua desde su clítoris hasta su ano, igual con una mata de pelo gris igual que su vulva, antes de quedarme de rodillas pero erguido detrás de ella, dirigiendo también mi polla a lo que era la entrada de su vulva, introduciéndome, tomándola gentilmente de las caderas, de forma opuesta como lo había hecho con mi tía Cristina momentos antes, y comenzando a avanzar y a retroceder, los quemidos de mi abuela ahogándose un poco por la vulva de mi madre, siendo de menor volumen a los que ella estaba produciendo todavía por el oral que su suegra le estaba dando.
Así estuvimos un rato, yo buscando sacarle un orgasmo a mi abuela, pero desgraciadamente tuvimos que frenar la interacción, diciendo que se había cansado. Claro, siendo una mujer de 84 años, no es fácil poder estar a cuatro, sobre todo en el piso, a lo que decidió ponerse de pie y sentarse entre mi tía, quien seguía dándole oral a mi padre, mientras que mi mamá quedaba también entrecostada sobre el respaldo del sofá. Le pregunté a mi abuela que si ella quería seguir siendo follada por mí, a lo que ella me comentó que prefería descansar e inclusive ayudar a mi tía Cristina a consentir a mi por lo que mi madre simplemente me dijo que podía estar con ella. Nos pasamos al otro sofá, ella sentándose al borde de la cama, pidiéndome que me pusiera de pie enfrente suyo. Igualmente tomó mi polla, comenzó a masturbarla antes de metérsela a la boca, ella manteniéndola un poco más al fondo de su garganta en todo momento, a comparación de mi tía. Miraba como sus uñas se clavaban en mis nalgas, invitándome a entrar un poquito más profundo, nada tan agresivo como tal vez me llegaría a gustar con algunas otras personas, pero bastante placentero aún así. Yo recogía su cabello con una mano, mientras que estrujaba sus tetas con la otra.
Se retiró mi polla de su garganta para preguntarme si quería follarla, a lo que yo le comenté que obviamente quería hacerlo, pero primero quería devolverle un poco el favor. Igual ella todavía sentada hice que se reclinara sobre el respaldo del sofá, yo poniéndome de rodillas en frente de ella subiendo ambas sus piernas sobre mis hombros, comenzando yo ahora darle oral en su pulva, la cual tenía un triángulo de pelo todavía negro a su edad de 60 años, sin embargo con algunas puntas blancas y bien recortado de forma triangular, propio de una mujer que creció en los 60 70s y 80s.
Gradualmente fue introduciendo dedos, estimulando su punto G, mientras que mi lengua se centraba en su clítoris, al igual que la succión que provocaba con mis labios. Ella alternaba sus manos ante deslojarse los pensones, hipertróficos por sus embarazos, y entrejalarme el cabello a mí, eventualmente subiendo de volumen cada vez más sus rumidos, hasta que llegó a un orgasmo. Terminado ese, y yo dándole una pausa, me levanté, no sin antes pasar a darle un beso en los labios. Ella, asumiendo una posición de A4, similar a la que había asumido mi tía Cristina brevemente, y en la cual ahora ella nuevamente se encontraba, siendo apoyada por mi padre. Me coloqué detrás de mi madre, acercando sus caderas a las mías, dirigiendo la punta de mi polla a su vulva, ella con una mano entre sus piernas ayudándome a guiarla a su interior, entrando hasta el fondo. Yo acariciando y rascando su espalda con las uñas, alternando este movimiento con estrojar las tetas por debajo de su tórax, mientras que comenzaba a embestirla cada vez de manera más firme.
Me tomé el tiempo de voltear hacia atrás lo más que podía, solamente alcanzando a ver de reojo la escena que se estaba produciendo. Mi tía y mi abuela, las dos a cuatro, sus tetas volteadas hacia el respaldo del sofá, sus culos hacia el lado contrario, a la altura de la polla de mi padre, quien por su altura de todas formas tenía que estar arrodillándose un poco, o acuquillarse para que su polla estuviera a la altura de sus respectivas vulvas. Oveaba un poco la vulva de mi tía, su hermana, antes de pasar a la de mi abuela, su madre, eventualmente acerquéandolas ambas a un orgasmo, logrando que ambas pudieran alcanzar un último pibes. Por mi parte yo también logré sacarle dos orgasmos a mi madre, antes de que yo comenzara a sentir que el mío se aproximaba. Le avise a ella de esto, ella eventualmente empujándome hacia atrás y sentándose al borde del sofá, yo todavía de pie enfrente suyo. Tomé mi polla un poquito agresivamente, dirigiendo la punta hacia su boca, masturbándome con ambas manos. Mientras que yo hacía una coleta de su cabello con una de las mías. Eventualmente cerré mis ojos, abrí mi boca, y solté un gemido que se perdió acompañado por una contracción de mis glúteos, inundándola la boca de ella con semen. Se tomó el tiempo de limpiarme completamente la polla, antes de que ésta saliera de su garganta. Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org
Nos colapsamos los dos en el sofá, ambos abrazados, ella abrazándome como el niño que siempre fui y que seguramente como el que ella siempre me va a ver. Observando la escena que seguía reproduciendo en el sofá contrario, mi tía Cristina y mi abuela, tomadas de la mano, hundidas en un beso, todavía de a cuatro, mientras que mi padre se turnaba para embestirles las vulvas a ambas. Noté como mi madre todavía se frotaba un poco el coño y le insistí que si quería integrarse que lo considerara, a lo que ella solamente me respondió que dejaría que tuvieran su momento. Yo le dije que por mi parte también tenía que subir a mi cuarto para hacer algunas cosas rápidamente antes de sentarnos a comer del trabajo, a lo que ella aceptó. Me puse de pie junto con mi madre, ella dirigiéndose a la cocina para terminar de preparar uno de los patillos que comeríamos después, motivo por la reunión actual, mientras que yo me dirigí, algo sudoroso todavía, a mi cuarto para darme un rápido aseo y para dar por hecha la tarea que estaba pendiente, dejando atrás los gemidos de mi abuela, de mi tía y eventualmente de mi padre que llegaría a su punto de eyaculación.
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