Mi abuelo me inició
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Recuerdo que, cuando era niño, me gustaba sentarme en las piernas de mi abuelo y ver la televisión con él. Yo era de esos niños llenitos que tienen un cuerpo bien formado, pero bastante nalgoncito. De piel blanca, ojos cafés, y pelo rubio. Mi abuelo era un hombre de un metro 87. Bastante alto, de piel blanca, y calvo. Sus ojos eran del color de la miel, y tenía una personalidad bastante fuerte, pero con buen sentido del humor. Tenía unos 59 años, más o menos.
De niño, siempre usaba de esos shorts cortos típicos que las mamás suelen comprarle a sus hijos (qué inconscientes! ). Cuando me sentaba en sus piernas, mi abuelo siempre me acariciaba las piernas, que eran bastantes “rechonchas”. A veces mantenía sus manos abrazando mi cuerpo por mi cintura y sentía que me rozaba mi penecito. A mi no me molestaba, de hecho, creo que lo hacía sin intención hasta que pasó lo que les voy a relatar a continuación.
Tenía 7 años, era completamente inocente, no tenía la más mínima idea de la palabra sexo ni de cómo se hacían los bebés. Corrían los años 90’ y, en ese tiempo, la televisión estaba en la época de oro. Siempre había algo bueno para ver, mi abuelo miraba una comedia sentado, como siempre, en el sillón. Un sillón individual, con apoyabrazos. A mi me gustaba sentarme en sus rodillas y ver la televisión con él, yo quería mucho a mi abuelo, era el que me cuidaba cuando mis padres trabajaban y cuando no había escuela.
No sé bien cómo comenzó, lo que si sé es cómo continuó. Mientras reíamos por las bromas que veíamos en la TV, me hice mi cuerpo para atrás, recostándome sobre la barriga de mi abuelo, y mi nuca en su pecho. Mi culito quedó sobre su pene, yo no me había dado cuenta en el momento. Pasaron unos pocos minutos y sentí, de pronto, un bulto duro que se apretaba debajo mío, entre mis nalguitas. Casi en simultáneo, sentí la enorme mano de mi abuelo acariciando mi pierna derecha, y sintiendo su tacto cómo subía hasta que, parte de su mano, entró por debajo de la pierna de mi shortcito. Con sus dedos me acariciaba mis pequeños huevitos lampiños, y recorría con su mano mi suave pubis de 7años de edad.
Yo no entendía, en mi mente me gustaba que mi abuelito me haga “mimos”, y me acariciara. Lo veía como un gesto de cariño hacia mi, mi pequeño pene que no superaba los 9cm, ya estaba bastante durito debido al estímulo de mi abuelo. Yo sentía, cada tanto, que mi abuelo hacía leves movimientos de cintura, y el bulto duro que estaba debajo de mis nalgas se frotaba recorriendo mi raja, sólo separados por mi short y el short de mi abuelito.
Una de las manos de mi abuelo acariciaba mi pene por debajo de mi short, la otra, se había introducido por debajo de mi playera, color blanca, y recorría mi pecho y barriga. Me gustaba sentir sus manos ásperas, recorriendo mi piel blanca y suave de nene de 7, ese nene que es hijo de su hija.
A mi me gustaba lo que sentía, era algo nuevo para mi. Sentía como si “estuviera en un sillón vibrador”, era como un juego inocente. Pero mientras yo sentía que estaba en una “montaña rusa”, mi abuelo me bajó suavemente de sus piernas, y me pidió que me saque la ropa. No sé cuál fue mi motivación, creo que estaba acostumbrado a hacerle caso a mi abuelito, y tenía confianza con él, ya que era el encargado de cuidarme. Con lo que implica eso, debía darme alimento, llevarme y traerme de la escuela, bañarme y ocuperse de hacerme dormir. Mi abuelo era jubilado, por lo que podía cuidarme siempre.
Me quité la playera, mientras mi abuelo me acariciaba la espalda, y recorría todo mi cuerpo. Yo estaba parado delante suyo mirando hacia el televisor, dándole la espalda, yo le hacía caso, para mí era una especie nueva de “darme cariño”, (de hecho, lo era xD). Y luego bajé mi pequeño short, seguido de mi slip de batman. Sentí a mi abuelo que “alargaba más sus caricias”, sus grandes manos recorrían desde mis pequeños hombros hasta mis nalguitas redondas y blancas, un culto bastante paradito donde mi abuelo se quedó acariciando con sus manos un tiempo considerable. Yo sentía rico, esas manos grandes y ásperas me masajeaban todo el cuerpito. Y una sensación que no entendía, generaba que mi penecito esté duro.
Yo – “Abu, qué haces?”. Le dije con voz inocente, y sin quitar la mirada de la TV.
Abuelo – “Te hago masajes, te gusta?”. Me respondió hábilmente. Sin dejar de manosearme todo, incluso hasta donde no da el sol.
Yo – “Si, me gusta… Para qué sirven los masajes?”. Le pregunté nuevamente, contento porque me sentía querido y cuidado.
Abuelo -”Sirven para que tu cuerpo se relaje, y para que no estés estresado”. Me respondió con voz suave, y recorriendo con sus dedos mi raja. Sentía cómo sus dedos separaban mis nalguitas con cuidado, y cómo me tocaba mi pequeño y virginal asterisco.
Mi abuelito se puso lentamente de pié, y sin quitar una mano de mi cuerpo, utilizó la otra para bararse su short, sin la necesidad de bajarse el calzón ya que no traía. Se sentó nuevamente en el sillón, y colocó sus dos manos en mis caderas acercándome hacia él. Yo estaba de espalda, no vi cuando se bajó el short.
Me pidió que me siente de nuevo en sus piernas, yo estaba comtentl pero “me hacía el distraido”, disfrutando de las caricias de mi abuelo, sin dejar de mirar el programa cómico que me gustaba. Algo en mí me decía que no debía mirar a mi abuelo, que continuara con mi vista hacia la TV.
Me senté en las piernas de mi abuelo, ésta vez mi abuelo me acomodó arriba de su verga. Fue cuiriosa la sensación de sentir ese pedazo de carne que tenía el ancho y largo de mi antebrazo. Unos 18 cm, más o menos. La sentía bien acomodada entre mis nalguitas, mi abuelo la fregaba y hacía movimientos de arriba a abajo. Yo sentí que se le iba poniendo húmeda, mi abuelito seguía con el juego de sus manos. Esta vez me manoseaba el pene y mis bolitas, también me recorría el cuerpo entero. Debo reconocer que me gustaba el juego, hoy se que debí estar excitado.
Después de un rato, mi abuelo acomodó su pene por debajo de mis piernas, y hacía movimientos con su cintura. Mis piernitas presionaban su pene, y con sus movimientos le jalaban la piel hacia atrás y adelante. La cabeza rosada de su verga estaba en contacto directo con mis huevitos. Sentía que su verga húmeda, humedecía mis bolitas.
Mi abuelo comenzó a hacer movimientos más bruscos, por momentos me apretaba fuerte con sus manos. Y sentía que jadeaba, y que respiraba con dificultad. Me comenzó a incomodar un poco.
Yo – “Abu, me duele que me agarres fuerte”. Le dije tímidamente, con miedo a hacerlo enojar,
Abuelo – “Bueno mi amor, tranquilo…”. Me susurró al oído, y tomando de mis caderas, me hizo pararme delante de él otra vez.
Mi abuelito de puso de pié a mis espaldas, y sentía cómo se masturbaba. Se posicionó de tal forma, que sus gigantescas bolas peludas se posaron en mis hombros. Yo me quedaba quieto, algo en mí me decía que lo deje hacerme lo que quiera.
Mi abuelo se alejó un poco de mí, y posó su verga detrás de mis nalgas. Segundos después sentí dos chorros de líquido tibio que impactaron en mi espalda y nalgas. Era su semen que después fue desparramado por todo mi cuerpo con sus manos grandes.
Me voltié a ver a mi abuelo, se lo veía cansado y transpirado. Nunca lo había visto tan agitado, me miró y me dijo que me amaba. Luego me llevó al baño, nos bañamos juntos. Nuevamente sus manos recorrían todo mi cuerpo, esta vez con jabón.
Un dedo de su mano se había metido “por casualidad en mi ano”, no dije nada, tenía mucha curiosidad por aquellas cosas nuevas que estaba experimentando. Otro dedo trataba de ingresas por mi hoyito virgen, me dolió e hice un gesto. Mi abuelo sacó su mano de mi trasero y me terminó de bañar.
Luego fuimos a dormir, me acosté en la cama de él. Me acomodo de manera que mis nalgas queden junto a su verga. Estábamos los dos desnudos, me abuelo me acariciaba todo el cuerpo, no hablábamos. Yo me quedé dormido.
Me desperté después de unos minutos con la cabeza de mi abuelo entre mis piernas, y su boca sucsionando mi pene. En su boca entraba todo, incluido mis huevos. Él tenía una barba de días, lo que me irritaba la piel. Sobre todo cuando me besaba en el pubis.
Yo- “Abue, tu barba me lucha”. Le dije tímidamente y con problemas en la respiración, estaba excitado sin saberlo.
Abuelo- “Mmmm, no te preocupes, es normal”. Me dijo, creo que sin entender que me dolía su barba al rozar mi piel.
Me quedé callado, viendo a mi abuelo “comiendo” mi hombría. Haciendo gárgaras con mis pequeños testículos, y pasando su lengua por mi perineo y mi ano. Me encantaba lo que veía, no entendía nada, pero era estimulante.
Su boca y su lengua pegadas a mi ano, nuevamente su barba irritaba piel. Esta vez mis nalgas me quemaban, debido al roce de su barba con mi piel suave de nene de 7 años. Mi abuelo vociferaba palabras sin sentido, “si, mm, que rico, Haag, mm, mi amor!”. No entendía cómo le resultaba tan “rico” lamer mi culito.
Mi abuelo se arrodilló entre mis piernas, y veía que se jalaba su pene sobre mí. Se sentía rico cómo sus enormes bolas se posaban sobre las mías. El hacía movimientos de cintura sobre mí, vi cuando cerró los ojos y tirando su cabeza para atrás, decía “oh, si! Bebé… Que rico!”. Y soltó sobre mi vientre tres chorros lanzados desde su pito. Era un líquido blanco y espeso, jamás había visto algo así. Creía que era leche…
Yo- “Abu, eso es leche”. Le pregunté sorprendido y tocando con mis dedos algo de ese líquido sobre mi pecho.
Abuelo – “Si mi amor, y se toma”. Me dijo desparramando ese líquido por todo mi cuerpo, y luego untándome un poco, con sus dedos, en mis labios.
Yo recorrí mis labios con mi lengua, pero no sentí gusto. Le pedí a mi abuelo más, él me dijo que tenía que esperar hasta que “se cargue nuevamente”…. Era el comienzo de unas aventuras que me marcaron para siempre.
Si les gustó y quieren que cuente más, comenten.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!