Mi abuelo, mi amante, yo su putito (Tercera Parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PasivoMorboso42.
En la parte 2 les conté cómo fue que mi abuelo me desvirgó a los 11 años y de cómo pasé a ser “su esposa amante” luego de que mi abuela falleciera en un accidente de tránsito cuando yo tenía 13 años. Además, de nuestra fantasía de ser su prostituta o sea que él me entregara a otros hombres. Recuerden que a mí me gustaban dos amigos de mi abuelo que llamaré Horacio y Alfredo, en ese entonces de 55 y 49 años respectivamente ambos casados y respetados en el barrio del conurbano de Buenos Aires donde vivíamos. Pero es así, que mi abuelo me contó, que ellos en confianza cuando hablaban de sexo, le habían confesado que solían ir a los barrios más bajos, aquí llamados “villas”, en busca de chicas adolescentes y también cuando había, de varoncitos bien femeninos que por pocos pesos “hacían todo lo que ellos querían”.
Por eso mi abuelo, al saber esto pensó que yo, si lo deseaba, podría probar el sexo con otros hombres y encima obtener un rédito económico. Tengo que destacar, que mi abuelo para los negocios siempre fue muy bueno tanto o más que en la cama, y la oportunidad de tener con él a su nietito bien putito no la iba a desaprovechar. Cuando supo que a mí sus amigos me excitaban y que me gustaría que me cojan, no perdió tiempo y fue preparando el terreno. Primero habló con Horacio que era el de más confianza y más discreto y le contó que yo no vivía con él solo como nieto sino que en cierta forma cumplía el rol de esposa. Mi abuelo me contó que Horacio al escucharlo se puso como loco de excitación, se le salían los ojos y le decía “mirá loco cómo me hiciste poner la pija” y mi abu me contó que se le notaba un bulto más que prometedor, como a mí me gustan. Lo que mi abuelo no sabía es que yo a Horacio ya le había mirado el bulto y me había dado cuenta que era un hombre dotado, además una vez en el taller de mi abu, yo lo había escuchado hablar con mi abuelo sobre que no podía “hacerle el orto” a la esposa porque a ella le dolía y por eso buscaba más que nada ponerla afuera de la casa. Horacio era un hombre más o menos del mismo físico que mi abuelo pero de piel más morena y más velludo aproximadamente de 1,75 bien fornido un poquito de pancita como la mayoría de los hombres de más de 50, pero eso a mí en cierta forma me calentaba. Por supuesto él a mí me conocía del barrio desde que yo era pequeño y realmente ahora que lo veo después de tantos años siempre tuvo como miradas de deseo hacia mí, más que nada a partir de mis 10 años me miraba la colita muy disimuladamente pero lo pesqué varias veces.
La cuestión es que a los días de hablar con Horacio y contármelo, mi abu “arregló” con él un precio y me dijo que si estaba dispuesto al día siguiente por la tarde vendría Horacio a casa para “encontrarse” conmigo. Mi abu me dijo que iban a llegar juntos alrededor de las 15hs. Y yo debía esperarlos en la habitación con una tanguita color lila que me había regalado mi abuelo y una remerita tipo top color blanca, los labios pintados de un rojo bien fuerte y si así lo deseaba que me pusiera alguna otra cosa de las que me había ido comprando mi abu en esos dos años de estar juntos. Llegada la hora me había vestido tal como mi abu lo había pedido y además decidí ponerme unas medias de red negras que sé que a mi abu le excitaban mucho pero quizás no deseaba que las usara con su amigo-cliente.
Al escuchar las llaves en la puerta, los escuché entrar hablando de cosas sin importancia y dirigirse hacia la habitación, yo me coloqué en el medio de la cama tratando de imitar a las divas eróticas que ya en ese momento yo tanto admiraba. Al ingresar mi abuelo le dice “bueno Horacio aquí tenés a la nenita que te contaba, no es una preciosura?”, Horacio me miraba como extasiado los ojos parecía que se le salían de la cara y eso que a pesar de ser moreno tenía unos ojos verdes claros hermosísimos. Mi abuelo se acercó y me dio un piquito y tras él lo hizo Horacio y mientras también le daba un piquito yo le dije “Hola Horacio, ponete cómodo” con una voz de nenita que me salía más que naturalmente. Horacio se sentó al costado de la cama y empezó a besarme desesperadamente y le decía a mi abuelo que “era un hijo de puta por tener la grandísima suerte de comerse todo los días tremendo carámelito” jajaja eso me dio mucha gracia, con mis 13 años era un caramelito para él. Mi abuelo me preguntó si deseaba que él se retirara o prefería que se quedara, yo los miré a los dos como diciéndoles “decidan ustedes, a mí me da igual” y entonces Horacio le dijo a mi abu que a él le excitaría más si mi abu se quedaba en el sillón mirando mientras él me hacía suyo. Ahí supe que Horacio además de ser muy buen cogedor, le gustaba ser exhibicionista. Y realmente, con el dinero que le había entregado a mi abu para tenerme, se merecía cumplir todos sus deseos.
Entonces Horacio siguió besándome mientras me iba quitando el top y comenzó a chuparme mis tetitas que quizás por ser mi punto G y ser siempre chupadas por mi abuelo eran como más gorditas que las de otros chicos de mi edad. Yo creo que siempre tuve esas hormonas femeninas mas intensificadas en mi cuerpo que hicieron que tuviera más que tetillas, tetitas chiquitas y gorditas. Horacio me besaba todo el cuerpo y mientras yo le fui, a su vez, quitándole su camisa, el cinturón del pantalón, al momento que él llegaba a mi tanguita y prácticamente me la arrancó de la desesperación y me levantó las piernas, las puso sobre sus hombros y comenzó a chuparme el anito con firmeza y furia, yo lo miraba a mi abu que estaba ya casi desnudo en el sillón con su verga dura y era como que me sentía en el paraíso del placer. Luego de unos minutos chupándome la cola, Horacio se quitó el pantalón y su calzón y realmente lo que apareció ante mi vista fue una tremenda pija, de gruesa diría como la de mi abu, pero unos 2 o 3 centímetros más larga, hasta en las pijas eran parecidos. Así como estaba yo en el medio de la cama me la metió en la boca y me hizo garganta profunda por largo rato, yo a esa edad ya era un experto chupador, tenía aprendida mucha teoría en el sexo porque con mi abu leíamos mucho material erótico y porno pero también tenía mucha práctica con él y mi amigo del colegio. A los minutos me di cuenta que me iba a largar toda su leche en la boca que tragué golosamente mientras yo también acababa sobre mi vientre.
Alguien dijo en el testimonio mío anterior que a los 11 años no sale leche, pues me gustaría confirmarles que si bien fue hace 29 años lo recuerdo como leche, por supuesto que luego la “calidad” mejoró y también la cantidad. Bueno dejando este paréntesis de lado, Horacio se desvivía besándome todo el cuerpo y agradecido que me haya tragado toda su leche caliente y lo observaba a mi abuelo que nos miraba con su pija semiparada desde el sillón y lo alentaba a Horacio para que siguiera gozando de mi cuerpo. Horacio a los minutos estaba con su verga dura nuevamente y lo que hizo fue poner mis piernas en sus hombros y sin perder mucho tiempo apoyó su verga en mi ano. Sinceramente yo estaba más que lubricado con su saliva y prácticamente acostumbrado al tamaño de esa pija que como les dije era similar a la de mi abu, no fue difícil la penetración, a los minutos la tenía metida toda hasta los huevos. Comenzó a serrucharme ferozmente mientras mi abuelo en el sillón hacía lo suyo con una paja furiosa mientras nos observaba. No les miento pero Horacio estuvo serruchando mi anito por más de 15 minutos cuando me hizo cambiar de pose a la de perrito y me penetró por atrás tomándome fuertemente de las caderas y penetrándome muy profundamente. Mi abuelo realmente me cojía muy bien pero este hombre era muy aguantador cuando yo pensaba que estaba por acabar me volvía a cambiar de posición. Hasta cogiéndome de frente se paró y me apoyó contra la pared y mientras me penetraba me besaba desesperadamente y bien fuerte. Yo estaba totalmente en otro mundo, no podía creer que este hombre tuviera tanto aguante cogiéndome, mi abu en un momento le dijo “che Horacio vos sí que le sacás provecho a lo que pagaste HDP” y ambos se reían mientras nos volvimos a tirar en la cama y allí sí cogiéndome bien fuerte sentí que me llenaba la colita de leche caliente, al tiempo que mi abuelo se seguía pajeando frenéticamente y Horacio con una seña le indicó guiñándole un ojo que tomara su lugar. Mi abu se incorporó y me la metió con furia casi violentamente diciéndome “te gusta putita no? te gusta que te den pija dos machos no?” yo deliraba y le decía “sí sí abu soy tu putita me gusta” a los minutos también llenó mi colita de leche.
Al acabar ambos hombres se fueron a higienizar al baño mientras Horacio comentaba por lo bajo a mi abu aunque yo pude escucharlo “que era afortunado, que tenía una mina de oro, que era un hijo de puta porque sabía que mi abu iba a saber “sacarme provecho” y ambos se reían. Yo con mis 13 años ya me sentía una puta total había debutado como putita y me gustaba, me gustaba sentir en mi colita caliente la leche de dos machos que se deslecharon en mí, tener mis labios pintados con la pintura corrida, sentirme en cierta forma objeto de deseo de esos machos. Yo sabía que mi futuro próximo se repartiría entre la escuela por la mañana, mi “vida de prostituta” casi siempre por la tarde y mi “vida de esposa amante de mi abu” por las noches. A pesar de que mi abu le cobraba sus buenos dólares a Horacio (podría decir al día de hoy unos 300 dólares, aquí en Argentina lo valen), él los pagaba sin problemas cada 10 o 15 días, tampoco quería mi abu que fuera más seguido, había que ser discreto en esto.
El siguiente amigo-cliente fue Alfredo, él sí que fue de los hombres más dotados que conocí en mi vida, yo mismo le quise medir su verga porque era imponente y me sorprendí, en esa época si hubiera vivido en EEUU, seguramente hubiera trabajado de actor porno, pero la primera vez con él la contaré en la próxima…
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