Mi abuelo y yo 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por inocent1967.
Bien continuando, he de decir que a partir de iniciar mamando el pene de mi abuelito, y que ya contábamos con un jardín privado en casa, mi abuelo continuó ayudándome a crecer sana y fuerte, por lo que de 2 a 5 de la tarde debía yo permanecer desnuda en casa.
Salir a jugar al jardín a que me diera bien el sol y el aire en mis pechos y en mi chochito para que no les sucediera nada, las revisiones de mi chocho siempre eran en la casa y después de recibir la leche en mi cuerpo y en mi boca ya podía salir a jugar al patio, mientras mi abuelo se sentaba en la mesita del jardín a ver me jugar.
Alrededor de 2 años después, cuando ya tenía como 8 años, mi abuelito me dijo que ya era hora de ayudar más a mis tetitas, que aparte de mamármelas me iba a empezar a estirar poco a poco los pezones para que crecieran grandes y me iba a poner unas banditas elásticas a ratos para que se mantuvieran paraditos.
Compró un aparatito pequeño de vacío para succionar y levantar los pezones para posteriormente colocarme una liguita en ellos. La verdad dolía, pero me gustaba la sensación y me ilusionaba el hecho de eventualmente poder tener unos lindos pezones cuando fuera grande para darle leche a mis bebés.
Una tarde, después de acabar mis tareas, me metí a bañar y al salir encontré a mi abuelito en el jardín leyendo una revista con chicas desnudas, le pedí que me enseñara las fotos y así lo hizo, me sorprendió ver el tamaño de las tetitas de las chicas en las fotos y lo lindas que se veían con sus ropas sexys, y le pregunté a mi abuelo si algún día estaría así de linda, a lo que respondió que seguramente lo sería más con todos los tratamientos que me estaba dando.
Luego entonces para mostrarme lo linda que iba yo creciendo comenzó a tomarme fotos todos los días mientras le untaba la cremita, me revisaba el chochito, me sobaba las téticas, etc. Así transcurrieron varios años más.
Cuando tenía 10 años, una tarde me dijo que íbamos a ver una película para gente grande dado que estaba ya creciendo y para que fuera aprendiendo algunas cosas. Puso una película porno y me dijo que algún día para que su pene se recuperara por completo iba a tener que guardarlo dentro de mi chochito para recibir la medicina que se producía dentro de él.
Por lo que para que algún día entrara el pene en mí iba a comenzar a meterme poco a poco más dedos dentro de él para que se fuera aflojando un poco, al principio me dolía un poco pero con el tiempo el dolor se iba convirtiendo en placer así me fue entrenando hasta que cupieron con facilidad 3 de sus dedos en mi chocho.
Al cumplir los 11 años, me dijo que ya era hora de guardar su pene dentro de mí, que si estaba lista para recibirlo y le dije que sí. Esperamos un fin de semana en el que mi madre y hermano tuvieron que salir de la ciudad a realizar unos trámites.
Esa tarde me dijo mi abuelo: cariño, hoy es el día no solo iniciaremos la última parte del tratamiento de mi pene sino que además te voy a ayudar a convertirte en toda una mujercita ¿estás de acuerdo?, si abuelito lo estoy ya quiero ser toda una mujercita mis tetitas ya están creciendo finalmente como me dijiste y odio cuando mamá me trata como a una niña.
Muy bien hijita me dijo mi abuelo, el día de hoy es posible que te duela un poco tu chochito al guardar mi pene, pero debes ser muy valiente y aguantar trata de no llorar y verás que el dolor poco a poco irá pasando. Pero antes que nada quiero que te quites toda la ropa que voy a revisar bien tu chochito para asegurarme de que esté bien mojadito para que resbale mi pene más fácil y rápido y te duela menos ¿ok? Sí abuelito lo que tu digas.
Me desnudé y mi abuelo me subió a la mesa del comedor dejando que mis pies se apoyaran en la orilla de la mesa, comenzó a lamer mi chochito con mucha suavidad, luego comenzó a introducir su lengua en él, yo sentía muchas cosquillitas y me retorcía del gusto, me comenzó a meter los dedos mientras decía que ya me encontraba bien mojadita.
Acto seguido me pidió que chupara su pene para ponerlo tiezo y grande mientras seguía con sus dedos hurgando mi chochito, ya que lo tuvo bien parado me indicó que me sentara en la orilla de la mesa dejando caer las piernas y me recostara tratando de abrir las piernas lo más posible mientras se colocaba entre ellas. Yo como buena nieta obedecí.
Acercó su pene a la puerta de mi chochito y comenzó a introducir la punta del pene, con suavidad yo emití un leve quejido y me preguntó si me dolía a lo que respondí que un poco. Me dijo que respirara tranquila mientras sobaba mis tetitas y que me relajara. Así lo hice y empujó un poco más hasta que entró toda la cabeza del pene, yo grité pues me dolió bastante y comenzaba a querer llorar, mi abuelo me dijo tranquila hijita me voy a esperar un poco a que pase el dolor respira tranquila y suelta un poco el cuerpo.
Unos segundos después cuando me sintió más relajada me preguntó si quería que se detuviera a lo que respondí que no, que quería que su pene estuviera recuperado lo más pronto posible con el tratamiento. Entonces me dijo ok hijita coloca tus piernas alrededor de mi cintura sin apretar, te voy a tomar de tu cadera para poder empujarlo un poco más adentro te va a doler un poco más pero tu tranquila que es normal aguanta ¿de acuerdo? Si abuelo le respondí.
Acto seguido me tomó fuertemente de la cadera y comenzó a empujar un poco más fuerte dentro de mí, el dolor aumentaba y comenzaba a llorar, el me dijo, respira hijita hondo tranquila. Así lo hice y el dolor pasó un poco mientras lágrimas escurrían por mi cara, por dentro sentí como que su pene topaba con algo le pregunté y me dijo que era normal, que era la puerta para hacerme toda una mujercita pero que la tenía que abrir, obviamente la puerta era el himen de mi chochito.
Dejó que descansara un momento, me tranquilicé y me dijo, ahora sí hijita voy a abrir la puerta aprieta duro los dientes que esto te va a doler un poco más por un momento. Sí abuelito, respondí. Sin decir más tomó mi cadera y empujó muy fuerte dentro de mí, yo sentí que algo se rompió y como si un enorme fierro caliente estuviera entrando, pegué un grito y me puse a llorar.
Mi abuelo se detuvo después del empujón y me trató de calmar diciendo que ya era todo, que no llorara que no se iba a mover más en un ratito que me dolía porque había abierto la puerta y que era muy normal, mientras sobaba mi cabello y secaba mis lágrimas con su mano.
Así estuvimos unos minutos, quietecitos, yo plenamente ensartada por su pene mientras todo mi chochito palpitaba por el dolor, poco a poco el dolor fue disminuyendo, me dijo mi abuelito que se iba a mover suavemente hacia adentro y hacia afuera para darme un masaje interno con su pene y se me pasara más rápido el dolor que aflojara lo que más pudiera mi cuerpo y abriera mis piernas lo más posible para que el masaje fuera mejor.
Al principio el ardor, el dolor de sentir ese pene dentro mío era muy grande pero efectivamente poco a poco el dolor iba disminuyendo y con lentitud fue siendo substituído por una sensación un poco placentera. Por lo que comencé a dejar salir unos quejidos de placer. Mi abuelo al notarlo me dijo. Hijita voy a darte más rápido el masaje para poder sacar la lechita de mi pene y que te cure pronto.
Comenzó el mete y saca de su pene hasta que logró ordeñarlo y llenar de leche mis entrañas. Cuando hubo acabado lo sacó suavemente y me dijo hijita, ya eres toda una mujercita, eres muy valiente por aguantar este dolor por ayudar a tu abuelito te quiero tanto amorcito. Y besó mis labios, mis ojos, mis téticas y finalmente mi chochito con dulzura.
Cuando me incorporé su semen comenzó a escurrir de mi chochito con un poco de sangre, yo me asusté y me dijo no hijita no te preocupes es muy normal la sangre que está saliendo es el sello de la puerta sólo pasa la primera vez, al igual que el dolor poco a poco conforme te vayas acostumbrando va a doler menos cada vez hasta que lo único que sientas es ese gusto por tener el pene dentro tuyo.
No te preocupes de nada, te voy a bañar para que estés fresquita y relajada, me llevó a la tina y me bañó, me puso mi pijama y yo me quedé profundamente dormida pensando en lo mujercita que me había convertido ahora.
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