Mi Amigo el Productor – Capítulo 13
Noche de Placeres.
Andrés con su hermana y su sobrina suben aprisa la escalera. Los tres están ansiosos y sienten ese cosquilleo rico en el estómago, una mezcla de nervios y excitación. Al entrar al aposento las dos hembras, de pie junto a la puerta, se trenzan en un beso descarado, algo impropio de madre e hija. Laurita le palpa las tetas a su mamá por encima de la blusa, mientras ella comienza a besar esa boquita tierna de su hija, buscando que la nena le dé la lengüita, que la bese como si fuese una mujer adulta.
Andrés se aparta un poco y siente su verga levantarse furiosamente dentro de sus pantalones, cuando Lauri entreabre su boquita y le da el gusto a su mamá. Ellas le miran de soslayo, sin dejar de besarse, pícaramente, sabiendo que le van a hacer excitarse, ¡y eso les gusta! Las chupadas y lametones van en aumento, y Gabriela manosea el culito de su hija, a la par que Andrés ya se está quitando el cinto del pantalón.
Ellas hacen de cuenta como que él no está allí, como que no existe… Entonces Gabriela se pone detrás de la nena y comienza a desabotonarle la camisita, mientras las dos miran a Andrés a los ojos, provocándole con la mirada.
“¿Te gusta esta chiquita hermano querido?” le dice ella…. dejando ya al desnudo el pechito tierno de su hija.
Él no le contesta y se acerca a ellas. Pone sus manos sobre los pezoncitos ya duros de la nena, y se inclina para besarla como lo hizo su hermana, en la boca.
Lauri responde con toda la calentura de una pre-adolescente que tiene las hormonas en ebullición.
Tío y sobrina se dan besos y más besos con mucha lengua. Él la aprieta contra su cuerpo y los dos ya comienzan a jadear de la calentura.
Gabriela se va hacia la cama, y se desnuda por completo, dejando al aire sus deliciosas tetas y su concha bien depiladita. Se recuesta contra el respaldo de la cama, abre sus piernas y se mete los dedos, gozando de ver a su hermano y su hija a los besuqueos como dos noviecitos.
“¿Me van a dejar aquí solita?” pregunta melosamente.
Andrés va a un lado de la cama y Lauri se queda de pie del otro lado. Ambos comienzan a quitarse la ropa, mientras miran como se pajea Gabriela. La nena de pronto se queda con los ojos clavados, cuando ve la verga parada de su tío, que la tiene como una lanza apuntando al techo.
“¿Te gusta esta pija mi amor?” le dice el tío a su hermosa sobrina, que asiente con su cabecita, y subiéndose a la cama, se sienta entre las piernas abiertas de su mamá, con su espalda contra el pecho de Gabriela, y también abre sus piernas, mostrándole bien la conchita a su querido tío.
Andrés se echa boca abajo sobre la cama y va directo a buscar con su boca ese delicioso manjar que su sobrinita le está ofreciendo. Con toda su experiencia de hombre adulto, le pasa la lengua y le da besos, haciendo que el clítoris de la nena sobresalga completamente entre los labios de su rajita. Ella gime de placer, con su cabecita cómodamente apoyada sobre el pecho de su mamá, entre esas ricas tetas que alguna vez supo mamar cuando era tan solo una bebé.
“¿No te gustaría cogerme tío? Mamá me dijo que está bien, que me da permiso!” le dice la guachita, que se está metiendo los dedos y ya siente pequeños espasmos de placer en su conchita caliente.
“Gabriela la agarra de las axilas y la echa sobre la cama trasversalmente, dejando su cabecita junto al borde, y mira a su hermano con ojos llenos de morbo.
“Ya metele la verga hermanito, ¡me muero por ver cómo te coges a mi hija!” le dice ella, agarrándole la pija y guiándola entre las piernas abiertas de la nena.
Andrés se la mete entera de un empujón, y para su sorpresa, mientras Lauri arquea su excitante cuerpito desnudo y gime de placer, él nota que la niña ya no tiene himen!
“¡Qué rica que estás putita linda! ¿Que pasó en esta conchita? ¿Ya te la cogieron?” pregunta entre jadeos, y mira a su hermana, quien le había dicho que Laurita nunca se había dejado tocar por un hombre.
“Ya no es virgen porque yo le metí de todo por ahí!” confiesa entre jadeos Gabriela, que se pellizca los pezones gozando de verlos así.
“Que le metiste qué cosa?”
“Le metí todos mis consoladores…. Por eso la tiene bien abierta… por eso tiene tanta hambre de verga!” le cuenta su hermana.
“Tu verga es mejor que todos los juguetitos de mamá tío!”, le dice la ricurita entre gemidos.
Andrés percibe que la rajita de la nena está acostumbrada ya y se la mete a fondo y con todas las ganas, como si fuera un toro! Mientras la penetra fuerte y rápido, le come a besos la carita, la garganta, y ese pechito todavía plano que tanto le excita.
“Te voy a llenar de leche Lauri…. Ah! Qué rico!” gime como un poseído, al tiempo que eyacula dentro de esa conchita deliciosa, gozando de cada espasmo como si fuese el último de su vida!
Deja caer todo su peso sobre el cuerpito de ella…
“Hace años que te tenía ganas sobrinita… años!” le confiesa entre jadeos, tratando de recuperar el aliento.
“¡Pero qué hermano más degeneradito que tengo! Desde que era chiquita te calentabas con la nena?” le dice provocativamente Gabriela, que sigue dándose placer con los dedos.
Tío y sobrina, se acomodan entonces a los lados de Gabriela. La nena chupa las tetas de su mami, y Andrés le mete un dedo en el culo, mientras ella se sigue pajeando.
“¿Mami?” dice Lauri, mientras pasa la lengüita sobre un pezón de su mamá.
“¿Qué mi amor?”
“Mami… ¿nunca me vas a decir quien es mi papá?”
Al escuchar la pregunta, Gabriela tiene un delicioso orgasmo, ayudada por el dedo de su hermano metido a fondo en su culo.
“¿Tu papá?…. Es que no sé… estuvimos en una orgía y… no sé!”
“¿Estuvimos o estuvieron? Tio? ¿Los dos estuvieron?
Andrés asiente, recordando aquella noche y se acuesta junto a su hermana, ahora ella recibe caricias en sus dos pechos.
“Sí, no me acuerdo mucho, creo que estaba un poco borracha…” reconoce ella.
“Y cuántos hombres te cogieron mami? “
¡Muchos! Pero todos me la metieron por el culo, por esta rica concha solamente le dejé al tío,” le explica, haciendo memoria.
“Pero mamá! ¡Entonces eras re-puta! ¿Y yo digo, el tío puede ser mi papi?” pregunta la nena con cara de asombro
“Sí que era muy puta mi amor… en esa época yo me acostaba con muchos hombres, necesitaba muchas vergas para sentirme bien…” sigue ella, y luego se queda pensativa
“Yo me parezco mucho a ti, ¿no es cierto tiíto?” dice dulcemente Laurita.
“Sí, es verdad hermosa, te pareces mucho a mí, pero en realidad no podemos saber si soy tu papi, a menos que nos hagamos los tres un estudio de ADN….” le dice frunciendo un poco el ceño.
Laurita se encoge de hombros.
“¿Puedo dormir en el medio?” dice de forma pícara.
Su madre y su tío le dan el gusto y le prodigan dulces caricias mientras van cayendo en el misterioso mundo de los sueños.
Antes de quedarse dormida, Laura musita algo, casi imperceptiblemente:
“Buenas noches papi…”
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Mientras todo lo anterior ocurría Pablo estaba ´jugando´ con Michelle, con expresas instrucciones de no cogérsela. Entonces aprovechó para convencer a la niña de sacarle fotos. Ella era muy tierna y dulce. Él le decía que sería su princesita, y que le iba a hacer traer trajes de princesa para ella…. A la nena lógicamente le gustaba todo eso, y poco a poco Pablo logró que la niña se fuera quitando la ropa hasta poder tomarle fotos toda desnudita, y en diferentes poses, especialmente sobre la cama.
Ella lo hacía todo inocentemente, sin entender el efecto que sus posturas y su cuerpito podían causar en algunos hombres, como era el caso de Pablo. Y para él era una tortura… ¡con las ganas que le tenía! Pero le había prometido al padre que iría lentamente con la pequeña y debía cumplir con su palabra.
Para colmo, como las últimas fotos fueron sobre la cama, la nena se fue quedando dormida, porque ya era tarde. Dormida boca abajo y con la colita un poco levantada, Pablo no pudo resistir la tentación, y al menos se dio el gusto de pasarle la lengua por el agujerito, por ese culito que estaba tan tentador!
Pero igual se queda completamente frustrado. Su verga estaba bien parada y necesitaba desahogarse de verdad.
Opta por dejarla durmiendo y sale desnudo al pasillo… al final se decide y se mete en mi cuarto, donde yo estoy echado con Carla y Seba, uno a cada lado, los tres ya sin ropa y a los puros besos y toqueteos…. calentándonos unos a otros sin piedad.
“¡Hola! ¿Aceptan un invitado?” nos pregunta, y como ya estaba con la verga lista para clavarla, entonces mi dulce niño, Sebastián, sin dejar de abrazarme, se gira un poco para ofrecerse, para que se la meta a él y no a la nena.
Carlita me está haciendo una rica paja con su manita y Seba sigue besándome en la boca, cuando Pablo se la empieza a meter por su rico culito!
Los dos gimen de placer al mismo tiempo, y yo me aparto un poco sobre el colchón, abrazado a Carla, que cada vez me gusta y me excita más. Ese cuerpo delgadito, su hermoso cabello, con esa carita de ángel y de diablita al mismo tiempo…
La cama se sacude porque Pablo y Seba están cogiendo con muchas ganas…. Yo dejo que la nena siga jugando con su manita rodeando mi pija, y cada tanto nos damos unos besos, mientras miramos excitados la forma en que mi amigo goza deliciosamente del varoncito, del único niño que tenemos en la casa.
“¿A ti también te gustan los niños además de las niñas?” me pregunta ella con curiosidad.
“Sí, un poco es así Carlita… pero cuando Seba crezca, entonces ya no… ya no, eeeh…” no terminé la frase, porque me dí cuenta que estaba por decir algo que debería charlar con él primero.
Pablo se la sacó por un momento y lo dio vuelta para que quedara cara a cara con él, y para poder verle la pequeña verga paradita mientras lo penetraba en la posición clásica del misionero, como entre un hombre y una mujer. Seba gozaba. Le gustaba mucho la forma en que Pablo se la metía y levantaba sus piernas abiertas para ser penetrado mejor, para que ese falo largo y duro le entrara aún más al fondo.
“Carlita, ¿vamos a fijarnos si le sale lechita a Seba?” le digo a la nena, y juntos nos giramos sobre la cama para ver de cerca cómo mi amigo se lo folla al niño.
Mientras Pablo lo penetraba con ganas, la nena y yo, empezamos a darle besos a Seba, besos calientes! Yo le lamía o mordía el lóbulo de la oreja y la niña le pasaba la lengüita por los pezones, y esto le excitó aún más…. Y también logramos calentar más a Pablo, que al ver lo que le hacíamos, cómo buscábamos hacerle gozar, no se pudo controlar más y comenzó a eyacular chorros de semen dentro del culito abierto de mi hijo.
Sebastián gimió deliciosamente al sentir que Pablo le estaba acabando adentro, y para nuestra alegría, vimos como un chorrito blanco la saltaba de su pijita….. ¡Era su primer orgasmo con semen, y solo tenía once años!
Pablo saca su verga del ano del niño, y se le frota por encima, mezclando la lechita de los dos… ¡Era tan excitante ver esas dos vergas de tamaño tan diferente, siendo frotadas juntas y todas resbalosas de esperma calentito!
“¿Viste Papá? ¡Ya me salta lechita!” me dice Seba jadeando de placer y orgulloso de estar convirtiéndose en un hombrecito. Yo le sonrío y me inclino sobre su vientre para chupársela un poquito…. Por el sabor, era semen sin duda.
Pablo y Sebas se acostaron de lado e hicieron cucharita, con mi amigo abrazándolo. Al rato se quedaron los dos dormidos mientras Carlita y yo charlábamos y nos hacíamos mimos. Por supuesto, mientras la niña me daba charla yo estaba todo el tiempo con la pija parada, ¡todo esto era demasiado excitante!
Si miraba hacia el costado veía a Pablo y Seba abrazados, ¡y eso me calentaba! Si miraba a la niña que tenía en mis brazos me ocurría lo mismo. Y, si miraba hacia arriba, entonces el gran espejo superior de la cama me devolvía la escena más morbosa: ¡podía vernos a los cuatro reflejados allí!
El tamaño de mi erección junto al tierno cuerpo de Carlita era tal vez lo más morboso que me devolvía la imagen del espejo, y ella estaba cada vez más cariñosa conmigo, besándome y tocándome como si yo le perteneciera.
“Yo pensaba que mi papá era el hombre más lindo del mundo…” empieza a decirme en un momento dado la pequeña. Yo la miro a los ojos, esos preciosos ojitos color miel.
“¡Claro bonita! Para toda niña su papi es el hombre más lindo, el más bueno, el más valiente…”, le digo, acariciando su hermoso cabello.
“Pero tú me gustas mucho también… “, dice ruborizándose un poco, mientras mis manos acarician temblorosas el culito más rico que había tocado jamás!
“Y tú también me gustas mucho preciosa!” le digo yo con toda sinceridad, ya que la nena me estaba robando el corazón, además de excitarme aún más que las otras.
Ella sonrió y se montó sobre mi vientre, con la cabeza de mi verga rozándole la rajita, que ya la tenía bien mojada. ¡Y yo no me hice rogar!
Tal vez haya sido el momento sexual más delicioso de mi vida, por la forma en que ella se entregaba a mí, por la manera como gemía de placer. Cogimos sin apuro, gozando cada momento, cada beso y cada caricia. Yo sentía cada tanto cómo su vaginita se contraía, con pequeños espasmos, que delataban el placer que la niña sentía.
Yo se la metía a fondo y luego se la sacaba un poco, excitándole la vaginita, y poco a poco fue ella misma la que aceleró el vaivén, montada sobre mi cuerpo, con la verga bien metida, arqueando su cuerpito, mostrándose para mi… disfrutando de mi grandes manos que la tenían agarrada de sus nalguitas… hasta que llegó el clímax y gocé como nunca antes, ¡aún más que al cogerme a mi hija!
Esa noche me quedé dormido con Carlita acostada sobre mi cuerpo, abrazada a mí, los dos transpirados y felices. Y yo tuve el extraño sentimiento de que esta niña era cada vez más mía…
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Pero el placer también había sido protagonista principal en la habitación del papá de Carlita.
Rafael fue literalmente acosado por mi hija y la nena mayor de Andrés.
Valentina y Verito se había dedicado a competir entre ellas, para que él les dijera cuál de ellas le mamaba más rico la verga!
Al principio mi hija le enseñaba a Valentina, porque ella era ‘más grande’.
Rafael estaba recostado con la espalda contra el respaldo de la cama, gozando de ver y sentir esas dos boquitas una primero y luego la otra, besando, chupando y lamiendo su erección. Los deditos jugando con sus huevos, acariciándole suavemente.
Después de un largo rato de tan deliciosa tortura, no aguantó más y dejó saltar varios chorros de semen en la boquita y las caras de ambas, ya que en ese momento se la estaban chupando juntitas!
Verito se tragó el semen que pudo, pero Valentina, siendo más pequeñita, no se animó.
“Ustedes me quieren matar, ¿no es cierto?” les pregunta Rafael, mientras intenta recuperar el aliento y acaricia las cabecitas preciosas de las niñas.
Las nenas se ríen y Valentina se limpia la boquita con la sábana. Luego, acostada boca abajo, apoya su cabeza sobre el vientre de Rafael, quedando son su carita al lado de la verga ya fláccida del hombre.
Luego de un rato Valentina se queda dormida en esa posición, y Rafa charla con mi hija.
Ella se sienta a horcajadas sobre su pecho, con las piernas bien abiertas y su rajita rozando la piel del hombre.
“¿Te gusta estar conmigo?” le pregunta, juntando sus labios con los de él.
“Por supuesto que sí hermosa! Desde aquella primera vez en el jacuzzi que siempre pienso en ti..” le dice, recordando aquella tarde en su casa, algo que ya le parecía lejano en el tiempo.
“A mí me gustas mucho, mucho mucho, desde aquella vez que me consolaste en el auto, cuando hicimos aquel video..” le dice ella, recordando cómo él le había pasado esa crema sanadora por la colita, y se había mostrado tan cariñoso con ella.
“¡Eres tan bonita Verónica… nunca conocí una niña como tú”.
“¿De veras?” dice ella sintiéndose halagada.
Rafael asiente y comienza a besarle toda su carita, ella le responde buscando su boca y le da varios besitos, hasta que ambos se excitan y comienzan a darse unos largos chupones con lengua! Cuando paran con eso por un instante, Verito acerca su vientre de niña a la cara de Rafael ofreciéndole su sexo de niña, y él se dedica a saborear la deliciosa conchita de mi hija!
Ella se la frota contra la cara de Rafa para sentir bien los labios y la lengua del hombre sobre su clítoris completamente salidito! Al rato Vero comienza a gemir de placer y tiene un rico orgasmo, dejándole la cara toda húmeda con sus juguitos de hembra!
Así fue como los dos gozaron esa noche, y ella se quedó dormida abrazada a él, con la cara sobre ese pecho velludo y bien masculino.
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Pero no todo fue amor y placeres aquella noche…
Ya debían ser más que las cuatro de la madrugada cuando Andrés, que tenía el sueño liviano, se despierta súbitamente. Abre los ojos y escucha sobresaltado los ladridos furiosos e insistentes de los perros, que llegaban desde el patio trasero.
Se viste apresuradamente y baja a la sala para luego atravesar la cocina y salir al patio trasero. Allí, bajo la luz de la luna, lo ve al monje que tiene una vara de metal en la mano y la pasa de lado a lado por los barrotes de la gran jaula de los perros, haciendo ruido para ponerlos furiosos intencionalmente. Cuando el monje, vestido en su túnica negra con capucha, nota la presencia de Andrés, lo encara agresivamente.
“¿Dónde están los huesos?” le pregunta con su desagradable voz.
“”Los huesos de qué, cuáles huesos?” le contesta haciéndose el tonto.
“Pues los huesos de la mujer, de la ladrona!” exclama furioso el Monje.
“No tengo idea…. Si no están allí será que han limpiado la jaula como se hace cada semana, y se los habrán llevado, tal vez al lugar donde se quema la basura…” le contesta, improvisando sobre la marcha.
“Es que yo necesitaba el cráneo para mi colección!” vuelve a contestar el siniestro personaje, revelando uno de su lúgubres pasatiempos.
“Bueno, lo lamento. Luego preguntaremos, cuando sea de día. Seguramente ocurrió lo que le acabo de explicar!”
“¡Maldita sea si le creo una palabra señor Andrés… para mí acá hay algo raro y voy a averiguar qué es!”
Y dicho esto, Rasputín arroja la barra de metal dentro de la jaula y hace ademán de regresar a su sótano, pero al instante se gira y pregunta:
“¿Y qué pasa con la niña con Michelle? Tengo que continuar con el programa de disciplinarla, ¿por qué se la llevó usted?” le reclama al padre de la pequeña.
“Porque quiero probar otros métodos… y aprovechando que ahora hay un sicólogo en la isla, me pareció un buen momento…”, le dice Andrés volviendo a inventar lo primero que se le ocurrió.
“¿Un sicólogo? Usted está muy equivocado si cree que puede hacer lo que se le antoje. Recuerde a quién escucha el Supremo por sobre todas las personas! No le conviene ponerse en contra de mí!” le dice, casi a los gritos, y finalmente da media vuelta y se va.
Andrés vuelve a su habitación con el corazón palpitándole a mil, y se pregunta cómo irá a terminar aquello.
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Más tarde, al salir el sol, Pablo se despierta y vuelve a su habitación, un poco perturbado al darse cuenta que dejó a la niña sola toda la noche, pero gracias a dios Michelle sigue durmiendo como una santa.
Un rato más tarde todos van despertándose y bajan a desayunar. ¡Se los ve más que felices!
El plan para el día es hacer tomas, fotografías grupales, aprovechando los paisajes de la isla.
A media mañana, antes que Pablo pueda organizar la actividad del día, se escucha un fuerte sonido. Andrés sale de la casa y ve descender un helicóptero frente a la mansión.
Dos hombres armados bajan de la nave. Son hombres del Supremo.
“¿Dónde está el Monje?” le preguntan secamente.
Andrés los guía hasta el sótano, y al rato salen llevándose al Monje por la fuerza.
Mientras lo llevan hasta el helicóptero, el Monje le lanza una mirada llena de furia a Andrés, y también a Pablo.
“¡Ya me las van a pagar!” les grita desde la nave justo antes de despegar. El helicóptero asciende y se pierde en el horizonte rumbo a tierra firme, seguramente hacia el cuartel central de la organización.
Continuará
increible, muy bien narrado y muy morboso, como siempre.
Gracias Gale333!
Es gratificante recibir comentarios.
Excelente relato. Está serie es tan morbosa y deliciosa que quiero que siga. Espero ansioso la catorceava parte.
Bueno, amigo…. pronto escribiré la parte 14, promesa.