Mi Amigo el Productor – Capitulo 2
Vero empieza a modelar.
“Vero… tengo que hablarte de algo que me propuso mi amigo Pablo”, empecé a decirle aclarando la garganta
“¿Qué cosa papi?”
“Pablo tiene una empresa de fotografía, de producciones artísticas audiovisuales…”
“Ahhh…. ¿y?”
“Y se especializa en chicas jovencitas. Nenas como vos. Pero, por supuesto, solamente elije a las más hermosas!”
“Y para qué las elije?”, me pregunta mi hija en el colmo de la inocencia, o eso pensaba yo.
“Las que son de su equipo de chicas, las más lindas, posan para fotos y videos mi amor, y ganan plata por supuesto, porque ese es su trabajo”, le terminé de explicar.
Vero me miró con sus grandes ojos bien abiertos, ¡de pronto esbozó una sonrisa y luego se echó a reir a carcajadas! ¡A tal punto se desternillaba de risa que se cayó de la cama!
“¡Peeerooo! ¿Qué será tan gracioso? ¡Vero! ¡Te vas a lastimar!” la reté un poco intrigado por su reacción
“¡Papi no quiere trabajar y me manda a trabajar a mí!!!! Jajajajaja!!!!” decía entre risas, tirada sobre la alfombra junto a la cama, pataleando contra el piso, y muy divertida.
Yo la miré un poco más serio, y el chiste me empezó a hacer sentir mal.
La preciosura de mi hija se subió a la cama y me plantó un besote en la mejilla.
“Si mi papi lo necesita, ¡yo voy a trabajar!” dijo con aire pomposo y mirándome a los ojos medio en serio, medio como jugando.
“Vero, amorcito…. la verdad es que por ahora yo no consigo nada y Pablo pensó que podía ser una posibilidad, y también un entretenimiento para vos, algo divertido. Conocerás otras niñas que modelan también y seguro te vas a entretener y divertir de lo lindo. Además me dijo que sos una de las chicas más bonitas que él haya visto o conocido.”
“En serio te dijo eso?” me preguntó entre intrigada y halagada. Yo asentí con la cabeza y ella se me abrazó a la cintura otra vez. Nos recostamos para dormir y apagué la luz del velador, siempre con la dulce sirenita entre mis brazos.
“¿Y entonces? ¿Querés ser modelito?” le digo para estar seguro.
“¡Por supus paaaa!!!! ¡La envidia que me van a tener las chicas del cole cuando vean que soy una modelo!” siguió ella, la mar de entusiasmada.
“¡Bueno, bueno! ¡Ya calma! Todavía tenemos que mandarle fotos tuyas a Pablo para que vea si sabés posar, o aunque no sepas, él necesita saber si tenes talento… Mañana podemos ir en el auto a la playa de los médanos, la del bosquecito, y te saco fotos para que las vea mi amigo, ¿Te parece princesita?”
Verónica aceptó y se durmió apretadita a mi cuerpo, con una deliciosa expresión de felicidad en su carita. En cuanto a mí, me invadían pensamientos morbosos de cómo o qué tipo de fotos podría sacarle a mi hija en la playa, y rogando que no hubiera nadie en esa zona alejada, para que nadie nos molestase.
Llegó la mañana y el viaje en auto, que duró casi una hora, bastante lejos de la ciudad. Vero iba vestida con un top abotonado por delante, color blanco sin mangas, y unos shorts también blancos con cierre al costado, una sandalias y nada más. En un bolso, traíamos una pollerita y un traje de baño de dos piezas, un bikini para niñas.
Llegamos a una zona sobre la costa donde comenzaban las dunas y el bosque y nos bajamos del auto. Había que caminar un rato.
Era temprano, no había turistas ni veraneantes por ningún lado.
Caminamos por la playa unos mil metros y nos metimos entre las dunas, donde nadie pudiera vernos. Encontramos un lindo lugar rodeado de árboles y arbustos bajos y con hierba verde y cortita. Era como un escondite natural.
“Bueno chiquita…. saquemos fotos antes que llegue alguien por estos lados” le dije preparando la cámara digital.
Ella empezó a hacer todo lo que yo le pedía, sonriendo a la cámara, poniéndose de frente o de costado, de espaldas girando el cuerpo y la cabecita hacia atrás. ¡Hasta gateando sobre la hierba como gatita…. Mis tomas eran desde todos los ángulos para que se apreciara la belleza de su cara, sus ojos, su cabello, su cintura, su culito… Me empecé a calentar y la nena estaba completamente entusiasmada y metida en su papel de modelo.
“Verito, ahora, ponete de rodillas mirando para acá y hace como que te estas abriendo los botoncitos del top…” le digo en determinado momento.
Ella me hace caso y no solo hace de cuenta, sino que se va abriendo el top de veras, poco a poco, mostrando la piel suave de su pecho.
“¿Sigo pa? ¿Me desabrocho todo hasta abajo?” me pregunta, entre divertida y seductora.
“Sí mi amor, dejame sacarte una foto por cada botón que abris…”
Su piel quedó a la vista, tersa y tentadora desde su gargantita hasta el ombligo, pero no se abrió el top a los lados para mostrar los pezoncitos! Tenía el nivel de timidez lógico para su edad.
“¡Ejem! Bueno, así está muy bien, cómo mirás a la cámara y esa sonrisita… Ahora podemos sacarte unas fotos en tu bikini, rosa, ¿te parece bomboncito?”
“Si pa… ¿dónde me cambio?”
“Ahí, atrás de esos arbustos” le sugerí.
Unos minutos después estaba fotografiándola en su bikini rosa, cuyo top estaba completamente de adorno, ya que no tenía nada para sostener! Solo servía para cubrir parte de ese delicioso pechito de niña. ¡Estaba re sexi! Se mostraba de tal forma, que parecía una muchacha adulta. La convencí de bajarse un poco la parte inferior del bikini, por el costado, como si fuera a quitárselo para mostrar su conchita infantil…. Vero, Verito, mi inocente y dulce hija de tan solo nueve años se lo bajó hasta el borde de su montecito de venus, ¡provocándome una erección indisimulable!
Me re-calentaba su forma de posar y estaba clarísimo que la pendeja disfrutaba de mostrarse a la cámara… y a su papá. Ella cada vez se divertía más y lo tomaba todo como un juego, pero al mismo tiempo era como que le ponía el alma (y el cuerpito) al asunto.
Había pasado ya más de una hora y media, y decidí que nos volviéramos. En el camino al auto nos cruzamos en la playa con un grupo de muchachos y muchachas con sus tablas de surf. ¡Uffff! ¡Habíamos ido a la hora justa para no ser vistos!
De vuelta en casa, le mandé a Pablo las fotos por un servicio encriptado de mensajería.
Junto con las fotos le pedí disculpas por no haberle contando antes sobre mi situación económica, tal vez por vergüenza.
A la tarde, después de una linda siesta, recibí un llamado de Pablo.
“¡Hector! ¡Muy buenas las fotos y se ve preciosa tu niña posando! Yo diría que le sale naturalmente y la nena va a ser sensación!”
“¿De veras Pablo? ¿Te gustaron?”
“Más de lo que puedas imaginarte… ¿Cuándo podría empezar?”
“Supongo que cuando quieras. Tú decides.”
“Bueno, son casi las 5 de la tarde. Podríamos hacer unas pruebas de luz y de vestuario a las 7. ¿Puedes traerla?” me preguntó él bastante ansioso.
“Allí estaremos.” Le dije, y luego de tomar nota de la dirección, fui a contarle a Vero.
La chiquilla saltaba de alegría y luego de una frugal merienda salimos para el estudio.
El lugar resultó ser bien a las afueras de la ciudad y en una zona de no muy buena fama.
Al llegar al lugar exacto, nos encontramos con un edificio parecido a una fábrica abandonada, o a un gran galpón, o almacén de material. No había ventanas a la vista, solo una puerta pequeña y un portón más grande al lado.
“¿Es acá papi? ¡Qué lugar tan raaaro!” dijo Vero que nunca había frecuentado esa zona de la ciudad.
Me estaba por bajar del auto para llamar a la puerta cuando se abrió el portón y un hombre nos hizo señas que pasáramos con el vehículo.
El portón se cerró detrás nuestro y por un momento tuve le extraña sensación de estar ingresando en un nuevo mundo o algo por el estilo. Algo raro sentí en las entrañas.
Ese lugar era como un estacionamiento. Paso un momento y luego apareció Pablo afortunadamente y nos tranquilizó, ya que la llegada nos había resultado algo tenebrosa.
“Hola! Bienvenidos! Vengan por acá.” Y nos guió por un pasillo hasta una oficina, muy iluminada y preciosamente amueblada. Había cantidad de monitores de TV sobre las paredes y varios mullidos sillones, además de un gran escritorio. Obviamente a mi amigo le andaban bien los negocios!
Nos sentamos en un sillón para relajarnos, con la niña sentada entre Pablo y yo.
Nos explicó sobre las pruebas de luz y los vestuarios, y Vero estaba muy entusiasmada y con ganas de probarse todos los vestidos y ropas que Pablo le mencionaba.
En eso estábamos cuando entró a la oficina una hermosa mujer de unos treinta años. Tenía una figura escultural, cabello oscuro y un busto generoso.
“Ella es Nadina. Será como tu mentora aquí en el estudio para que aprendas todo lo necesario, y yo también ayudaré a enseñarte muchas cosas.” Le dijo Pablo a mi hija que asentía tiernamente con su cabecita y miraba todo con asombro.
“Ven Verónica, te voy a llevar a hacer tus primeras tomas y para que te acostumbres a las rutinas del estudio.” dijo la mujer y se la llevó de la mano.
Pablo y yo nos quedamos en el sillón y nos pusimos a charlar sobre las fotos que le había enviado, sobre el tamaño del edificio, cuántas salas de escenarios diferentes había, etc.
“Con estas pantallas puedo ver lo que pasa en cualquier sala, o puedo ver viejas producciones, o lo que sea.” Me dijo tomando el control remoto.
“¡Qué bueno! Tenés toda la tecnología por lo que veo. ¿Por alguna de estas pantallas podemos ver lo que hace mi nena?” le pregunté.
“Seguro! A ver…. acá está!” me dice, y vemos entonces en unos de los LEDs a Nadina, en un set que era como un jardín japonés, mostrándole un vestido a Verito.
“Ahí está tu hija… Contento?”
“Mientras ella lo esté y tú estés satisfecho con su trabajo, yo también.”
“Si, ya estoy contento incluso antes de que empiece…” me dice, mientras veo en la pantalla que Nadina había desvestido a Verito, dejándola solo en su bombachita, y le ayudaba a ponerse un precioso vestido de geisha para posar en ese jardín.
“Mmmm…. Ahí ya la vimos en bombachita a tu nena!…. Veo que tiene un delicioso pecho de niña, sin tetas.Eso es muy bueno Héctor.” me explica Pablo
“Bueno, pero si tiene nueve años! Es lógico que su cuerpito no esté desarrollado. Tal vez cuando llegue a once o doce años le empezarán a crecer”, le contesto.
“Tenemos que aprovechar para construirle una carrera antes que deje de ser niña mi amigo. Las tetas grandes y las conchas con pelos, no son mi negocio…” me dijo Pablo, e inmediatamente, tomando el control remoto, me cambia a otra imagen. A la cámara que filmaba otro de los estudios aparentemente.
La escena ahí era diametralmente opuesta a la del set del jardín oriental donde mi hija empezaba su experiencia.
En este estudio que estábamos viendo había una niña de una edad parecida a Vero, sentada en una cama, con la espalda recostada sobre un gran almohadón. Era muy bonita, de cabello lacio castaño, largo hasta los hombros. Estaba semidesnuda, solo tenía puesta una camisita y nada nada de la cintura para abajo. ¿Tendría diez años?
“Tiene diez años, y es una de las más putas de todas mis nenas! Se especializa en videos antes que en fotos” me dice Pablo, mientras se deleita mirando.
La nena en la pantalla de pronto toma un cigarrillo de la mesita de luz y lo enciende, mientras se lleva la otra mano entre las piernitas abiertas. La cámara se acerca para filmarla fumando como si fuese una mujer adulta, de manera sensual y mirando como sube el humo. Luego enfoca abajo, para mostrar cómo la pequeña se hace una pajita, metiendo sus dedos dentro de la conchita mojada!
“A la mierda! ¡Qué putita más rica!” digo, y ahora ya tengo una erección solo de mirar el video en tiempo real.
“¿Ya se te paró la verga Héctor? ¡A mí sí!” dice Pablo y se baja el cierre del pantalón.
En la pantalla la preciosa pendeja termina de fumar, se saca el resto de la ropa y se tira boca arriba sobre la cama para seguir masturbándose.
Pablo saca su pija del pantalón y se la empieza a pajear. Disfrutando del espectáculo sin preocuparse por mí.
“¡No seas tímido!” me dice “acá si no gozamos de este trabajo nos volvemos locos…”
Entonces yo, como tenía puesto un pantalón de jogging, me lo bajé y saqué mi pedazo de carne para disfrutar de la escena también.
La pequeña en la pantalla, parecía excitada de verdad. No era fingida su actuación. Y al rato pareció tener un orgasmo casi como el de una mujer adulta, luego de revolcarse en la cama, para un lado y para el otro mostrando su cuerpito desnudo de todas formas y gimiendo deliciosamente. La forma en que hizo todo estaba perfectamente armado para excitar a quien la mirase, los ángulos de la cámara, las poses, los gemidos, imposible no calentarse mirando algo tan pornográfico!
Mi amigo y yo estábamos haciéndonos una rica paja los dos, gozando mucho, sentados lado a lado en el sillón, y ya estábamos empezando a respirar agitadamente con nuestras vergas bien duras en la mano, pero no acabamos…. La filmación terminó muy pronto.
“Ufff! ¡Bueno! ¡Qué ganas de garchármela!!! Dejemos el placer para más luego!” me dijo y se guardó la pija como pudo dentro de su pantalón porque todavía la tenía dura. Yo hice lo mismo y me asombré de mí mismo, porque era la primera vez que hacía algo así en mi vida, algo así de morboso: masturbarme junto a otro hombre mirando a una niña haciendo porno.
“Pablo…. esta debe ser una de esas nenas que me contaste que ganan mucho dinero, cierto?” Le pregunto, jadeando todavía un poco.
“Sí, gana bastante… para la cerda de la madre en realidad. Pero hay algunas que ganan mucho más. Todo depende de lo que estas chiquillas estén dispuestas a hacer.”
Pablo volvió a poner el canal del set donde estaba mi hija y la vimos posando con mucha gracias, vestida como una pequeña geisha.
“Si mi hija se hace famosa, o sea si tiene muchos seguidores y viene algún pedido especial, entonces yo tendré que decidir si los hace o no, ¿correcto?” Pablo asentía en silencio. “Y ella tendría que estar dispuesta…” agregué
“Sí, exactamente. Mi experiencia me dice que le pueden llover pedidos especiales…. Sería bueno que la vayas preparando para cosas más zafadas que posar en lindos vestiditos.” Me dice guiñándome un ojo.
“Preparándola? Ah…. Te confieso que ya algo estuve haciendo…..” le dije, recordando la noche de las caricias.
“Me parece bien amigo. Estoy seguro que quieres a tu hija y no vas a forzar nada. Cuando necesites ayuda en algo me dices…”
Vimos luego algunas producciones fotográficas soft y pasada una hora Nadina volvió con mi hija que estaba radiante de alegría.
“Papá, papá! Dice Nadina que voy a ser muy buena modelo!”
“Seguro mi amor! Seguro!”
Pablo la felicitó también y mi hijita saltó sobre sus rodillas y le dio un abrazo, mientras mi amigo no tuvo tapujos en posar ambas manos sobre el pequeño trasero de la nena. Yo los miraba y me hacía mil películas en la cabeza.
Quedamos para volver al día siguiente, también por la tarde, a la misma hora.
Volvimos a casa y tuve que mandar a Vero a darse un baño tibio para bajarle la excitación…
Después pedimos pizza, vimos un rato de tele y nos fuimos a la cama juntitos…
Continuará.
Se pone interesante
Uff está q explota este relato quiero más!!! Jajaja te felicito