Mi Amigo el Productor – Capítulo 8
La Adopción.
Mientras Pablo le acariciaba las piernas, especialmente por la parte interna buscando llegar con las yemas de sus dedos al pubis del niño, y yo acariciaba su lindo cabello, me puse a pensar o a razonar que lo que íbamos a hacerle era necesario… Sí, ¡claro que era necesario!
Tal vez lo pensé para no sentir culpa, pero sin duda era necesario saber qué tan dócil sería este niño. ¿Estaría dispuesto a todo lo que le pidiésemos hacer, a posar desnudo, a coger con niñas delante de una cámara, a dejarse penetrar él mismo? No había forma que esperásemos hasta llegar a casa, y haberlo adoptado ya legalmente para averiguarlo. Para entonces podría ser demasiado tarde de no resultar su carácter como esperábamos: dócil y sobre todo muy sensual. Tampoco sabíamos si tenía alguna experiencia y necesitábamos revisarlo bien, conocer cada rinconcito de su cuerpo, para estar seguros de llevárnoslo con nosotros.
“¿Te molesta que te acariciemos así?” le pregunté, pasando ahora mi mano por su mejilla y volviendo su carita hacia mí.
“No, señor Héctor, no me molesta…” me respondió con una voz suave y muy dulce.
“No me digas Señor Héctor por favor Sebastián… dime Papá, es lo que voy a ser para ti, ¿vale?”
“Bueno, papá…” me dijo entonces un poco tímidamente, y sonrojándose algo también.
“Así está mejor… es que tiene que haber total confianza entre nosotros. Si vas a ser mi hijo adoptivo, quiero que estemos muy unidos.” le expliqué.
A esta altura Pablo ya había puesto su mano izquierda sobre el vientre de Seba, sobre la tela y debajo estaba su pequeña pija, que ya se podía notar que estaba bien levantada para un niño de su edad…
Acerqué la carita de Seba hacia la mía y le dí un beso, un piquito en su boca carnosa y juvenil. El niño cerró los ojos y entreabrió sus labios sensualmente. Fue la señal inequívoca que estábamos esperando, el pase libre que deseábamos! No me demoré en retomar el beso y esta vez yo también abrí mi boca, y probé suavemente con mi lengua el sabor de sus labios.
Pablo ya le estaba acariciando la pequeña verga sobre la tela, queriendo asegurarse de tener un niño sexualmente excitado para los dos.
El siguiente paso lo dio Seba. Sacando su lengüita tibia y húmeda, ese chiquillo de tan solo once años, la frotó contra la mía. Lo hizo de manera muy provocativa. No podía ser la primera vez y, de inmediato, nos empezamos a besar en serio, él y yo, con ganas, con mucha calentura, compartiendo el aliento y la saliva… diciendo con esos besos que esto era solo el comienzo.
Pablo hizo ademán de quitarle el bóxer al chico, pero yo le interrumpí.
“Vamos a la cama los tres…. Será lindo para nosotros conocerte bien Seba, conocerte todo, toda tu piel.” le dije.
Él se levantó y sin necesidad que se lo pidiera, se bajó el bóxer y lo dejó caer alrededor de sus tobillos, mientras nos miraba a ambos alternativamente. Al bajar el elástico del bóxer a la altura de su pubis, su verga infantil le saltó hacia arriba como resorte de goma, ¡Era divina!
La tenía bien paradita apuntando hacia el techo, dos huevitos muy ricos colgando apenas, nada de pelitos por ahí abajo, suave como la seda…. y lo mejor de todo, la pielcita tirada hacia abajo dejando a la vista su pequeño glande, señal que el niño ya se pajeada, o tal vez ya conociese el sexo. Era una verga un poco más grande que lo normal para su edad, tendría casi diez centímetros y eso era bueno para nuestros propósitos y para nuestro placer también.
Pablo y yo nos levantamos del sillón y nos quitamos los boxers también, para que Seba pudiera ver bien el tamaño de nuestras vergas erectas. Así no le sería difícil adivinar lo que queríamos de él.
El chico se echó boca abajo sobre la cama, en el medio y levantó apenas ese culito desnudo, siguiendo con las provocaciones, un poquito separadas las rodillas, para que se le notaran los huevitos y se le viera el ano.
Mi amigo ya se estaba frotando la pija, preparándose para usarla, pero yo le hice una seña hacia la mesita velador, recordándole que allí teníamos la crema íntima, para facilitar las penetraciones.
Me acosté de lado junto al nene, y puse mi mano derecha sobre su espalda, acariciándole, mientras reanudábamos los besos de lengua.
Pablo, con esa loción aceitosa en los dedos la paso primero por su propia verga, y después directamente en el culito de Seba. Yo le eché una mirada, rogándole que no ocurriera lo mismo que con mi hija, que no le rompiera el culito al nene sino que se lo cogiera con paciencia, de a poco.
“¿Me van a coger los dos?” me preguntó Seba, entre beso y beso. Y me lo preguntó con esa vos dulce que yo ya le conocía y que me comenzaba a cautivar.
“Solamente si tú nos permites… no me parece bueno que te dejes hacer cosas que realmente no quieres.” le dije tentativamente
“Quiero.” fue su única respuesta.
Pablo ya se estaba frotando sobre el cuerpito desnudo del niño, pasando su verga hambrienta de placer entre sus suaves nalgas, sobre esa carnecita tierna de mi futuro hijo, pero sin metérsela todavía.
“Seba, alguna vez ya te cogieron o tú se lo hiciste a alguien?” le pregunté, con algunas dudas.
El chico paró de besarme, algo que hacía deliciosamente, y dudó por un momento.
“No tengas miedo de contarme Seba…” le susurré al oído, y le pasé la lengua por la orejita.
“Bueno, sí… ¡¡aaah!!!” exclamó deliciosamente, echando su cabecita hacia atrás, pues en ese momento Pablo le metió media pija en el culito.
“¿Te duele Seba?” preguntó Pablo, consciente ahora de tratar de darle placer al chico, y no dolor.
“No… es rico!” dijo él, y continuó contándome, o confesándome los secretos de su corta vida. “Mi papá me cogía… mi papá y sus amigos también.” me dijo
“Y como era eso de los amigos? seguí preguntándole.
“Papá me llevaba a sus juegos de póker, y me apostaba, me usaba como si yo fuese dinero… el que ganaba la partida me podía usar como premio…” me dijo, con una voz quebrada. Pero aunque el recuerdo no parecía serle grato, al mismo tiempo meneaba su pelvis, ya que la verga de Pablo, parecía estar causándole placer.
“Ya veo, hummm…. Eso no lo voy a hacer yo contigo… serás una personita que quiero y nada más. “ le dije, besando luego toda su carita con ternura, como un consuelo para esos recuerdos que no parecían gustarle.
“¿Te la puedo chupar papá?” me pregunta entonces, buscando y encontrando mi verga con su manito izquierda.
Por toda respuesta yo me incorporé un poco sobre la cama, quedando con mi espalda contra el respaldo de la misma y mi sexo a la altura de su cara. El chico se puso de perrito y con Pablo detrás, metiéndosela rítmicamente, apoyó su boquita sobre mi falo, y empezó a pasarme la lengua y luego se lo metió en la boca. Me chupaba de maravillas! Mejor que cualquier mujer, puta o niña, hasta aquella noche!
Yo estaba super excitado y se la mostraba y se la daba con gusto, buscando que también me chupara y lamiera los testículos y todo el tronco de mi órgano sexual.
Siguió a eso un rato de sexo sin palabras, solo resonaban gemidos de placer. Gemidos roncos y bien masculinos de los dos adultos, mezclados con gemidos de niño, muy sensuales y excitantes.
El primero en llegar al orgasmo fue Pablo, que se deslechó a gusto dentro del culito de Seba. Después se la sacó y se tiró sobre la cama jadeando, recuperando el aliento.
Seba me miró pícaramente, con mi verga dentro de su boca, y se sonrió sabiendo el gusto que le había dado a mi amigo. Al Tío Pablo, como le diría en adelante.
“Ahora le toca a mi papá.” dijo suavemente, y se giró sobre cama para quedar ofreciéndome el culito de donde chorreaba ya un poco de semen.
Nunca me había cogido a un niño en mi vida, solamente mujeres y dos niñas hasta ahora. Fue un placer delicioso. Se la metí con cuidado, y el nene me indicaba si en algún momento le lastimaba. Me lo culié largo rato, traté que durara lo más posible, mientras Pablo miraba satisfecho la escena, como si fuese una de sus producciones.
Cuando estuve cerca de acabar, me monté sobre Seba, mi pecho sobre su espalda, mi cara junto a la suya y le dije morbosidades al oído. Le hablé de su hermanita, le dije que a ella también me la cogía, y que la íbamos a disfrutar juntos, y le manosee la verguita, que la seguía teniendo parada. Fue un orgasmo muy intenso y largo! Y al finalizar los espasmos de placer, también se la saqué y me tiré boca arriba sobre la cama. El niño me miró con gusto y se acostó entre los dos hombres. Nosotros lo abrazamos y acariciamos, hasta que nos dimos cuenta que esa pequeña verga seguía completamente dura!
La noche de placer terminó con dos hombres chupando juntos y con muchas ganas la verga de un niño, la verga, los huevitos y hasta el culo… al final logramos darle un orgasmo seco. No le brotó semen, pero las contracciones de toda su pijita y su respiración agitada nos indicaron que había disfrutado de nuestras bocas y nuestros dedos jugueteando entre esas lindas piernas bien abiertas.
No quedamos los tres dormidos completamente desnudos, entrelazados y transpirados.
A la mañana nos despertamos sintiéndonos como familia y luego de bañarnos y desayunar, nos dirigimos con Sebastián a las oficinas del juez.
Le volvimos a presentar el caso al magistrado, esta vez con el niño elegido en su presencia. El hombre parecía un poco confundido de ver que fuésemos dos hombres buscando adoptar un niño.
Me tome el trabajo de explicarle que yo era viudo, y Pablo solamente un amigo que me acompañaba, pero que era yo el que quería adoptar a Seba. Y que tenía una hija un poco menor, que vivía en una linda casa, etc, etc.
Todo eso no pareció interesarle mucho y comenzó, en cambio a dar vueltas, a buscarle la quinta pata al gato, por así decirlo.
Era obvio que buscaba algo. Por eso Pablo no tardó en acercarse al hombre por detrás de su escritorio y le entregó un sobre, que ya tenía preparado de antemano.
El digno funcionario, se limitó a mirar dentro del sobre y, con cara de satisfacción, finalmente nos dijo que pasáramos al otro despacho, donde un secretario nos redactaría los documentos necesarios.
Un par de horas después, salimos de aquellas oficinas con toda la documentación que me acreditaba como nuevo tutor legal de Sebastián, sin lugar a reclamos de ninguna índole ni por parte de ninguna persona, bla, bla, bla!
Tomamos el vuelo de la tarde de regreso a casa. Seba ya tenía nueva ropa y se veía de lo más encantador.
En el avión, y asegurándome que nadie nos viera, le mostré a Seba más fotos de su hermanita, de las decentes y de las otras. El chico se mostraba embelesado por la belleza de mi hija.
Estaba seguro que los dos se llevarían de maravillas.
Nos separamos de mi amigo en el aeropuerto. Seba se despidió de él cariñosamente, llamándole Tío Pablo.
Nos subimos al auto que había dejado estacionado allí y nos dirigimos a casa de Rafael, para buscar a Verónica. Durante el viaje Seba se mostraba un poco nervioso. Quería saber si yo pensaba que ella iba a gustar de él. Estaba como un adolescente enamorado, lo que me hizo sonreir interiormente y le aseguré que Vero era una niña muy cariñosa, y que ella ya sabía que yo iba a regresar con un lindo hermano mayor para ella.
“Vero tiene dos años menos que tú, Seba…. estoy seguro que te tomará cariño y admiración, porque tú serás su hermano mayor, el que la quiere y la protege…. Será muy lindo todo entre nosotros, te lo aseguro.” le dije, imaginándonos a los tres en la cama juntitos, gozando del sexo en familia.
Eso pareció tranquilizarlo. Me resultaba obvio que a este niño le había faltado, en sus cortos años de vida, amor y cariño. Que su padre lo había usado, y su madre… de ella no sabía nada, y no quise preguntarle, al menos hasta que él mismo mencionara el tema.
Al llegar a casa de Rafael, me abrió la puerta Isabel su mujer. Rafael estaba trabajando y las niñas jugando en el patio trasero.
“Y quién es este caballerito tan hermoso?” me pregunta ella, acariciando la cabecita del chico cariñosamente.
“Desde hoy él es mi nuevo hijo, Sebastián!” le dije con orgullo.
Isabel lo miró de arriba abajo, y supe que el chico era de su agrado.
Entonces las niñas escucharon nuestra conversación desde el patio y vinieron corriendo como torbellinos a saludarnos.
Vero se quedó como pegada al piso al ver a Seba, y una gran sonrisa se dibujó en su carita preciosa. Entonces se acercó y le dio un gran beso en la mejilla, haciendo que Seba se ruborizara.
Después saltó a mis brazos! Yo la alcé feliz de verla y de tenerla conmigo, y ella me estampó otro gran beso pero directo en la boca. El beso se prolongó porque ella no me soltaba, y delante de todos me dio su lengüita, me besó con pasión, como hembra que recupera a su macho y que no lo ha visto por largo tiempo.
“¡Qué hermoso ver a una niña que quiere tanto a su papá!” exclamó Isabel, a quien la escena le había deleitado.
“Yo también quiero un beso!” exclamó entonces Carlita, tal vez un poco celosa.
Bajé a Vero de mis brazos, y me arrodillé para estar a la altura de Carla, que sin dudarlo me abrazó y también me besó de manera impúdica en los labios, delante de su mamá y de Seba, que miraba todo con ojos de asombro.
“Bueno, bueno! Que cariñosas están estas niñas! Espero que Verito se haya portado bien y no les haya dado demasiado trabajo.” Le dije a Isabel, un poco turbado, porque no estaba completamente seguro de cuál sería su reacción al ver la forma en que su hijita me había besado.
“Héctor, no puedo explicarte qué placer ha sido tener a tu hija con nosotros estos dos días.” me dijo la bellísima mujer, clavándome una mirada de esas que te derriten. “Ya te contará ella lo bien que la pasamos…” remató sonriéndose de gusto.
Nos despedimos, diciéndole yo que estábamos cansados del viaje, y me fui a casa con mis dos niños.
Vero se sentó junto a mí en el asiento delantero, y estuvo todo el viaje, charlando con Seba, preguntándole todo sobre su país y como Vivian allí, etc.
Pero Sebastián tuvo problemas para responderle. Era comprensible que una niña de nueve años no tuviera la sensibilidad o el tacto, para ser cuidadosa con sus preguntas. Posiblemente no entendiera que Sebastián no había perdido solo a su mamá, como era el caso de mi hija, sino a toda su familia, y que podría estar un poco apabullado por toda la situación.
Al llegar a casa descargamos el poco equipaje. Debía decidir dónde acomodar a Seba. ¿Tal vez darle el cuarto de Vero?
En eso estaba yo pensando, en el hall de entrada, cuando noté unas lágrimas en los ojos del niño.
No todo sería tan fácil como yo pensaba.
Continuará
Excelente historia!! Me muero por saber como sigue
Cada vez se pone mejor👍
que Buenos relatos!!!
Soy fan de esta saga