Mi amigo y su regalo 4
Brenda y Sandra habían quedado embarazadas y tuvimos dos niños muy bellas: Luna, hija de Brenda y Celeste, hija de Sandra. Había pasado un tiempo y las niñas iban creciendo…..
Ya había pasado algo así como un año que las mujeres de mi casa había dado a luz a dos pequeñas y bellas niñas, una llamada Luna y la otra Celeste. Al hacerse madres parece que estas dos hermanitas se habían puesto más cachondas y querían verga todo el día y todos los días. Cosa que me tenía excitado en forma permanente, solo tenía el tiempo de recuperación cuando me ausentaba de mi casa para ir a trabajar y cuando dormía, junto a ellas y las niñitas en sus cunas en la misma pieza.
A veces, alternativamente cada una de ellas me despertaba para pedirme que la cogiera, y yo no me podía negar, a mis treinta y un años todavía tenía el vigor intacto y estas mujercitas me lo insuflaban con sus actitudes de putitas insaciables.
Me volvía loco que me cogiera a una de ellas y que la otra estuviera mirando o al revés, eran verdaderamente muy calientes y ahora madres estaban con todas las hormonas enloquecidas.
Me encantaba que Brenda se pusiera acostada en la cama volteada sobre su costado derecho y le diera la teta a Brenda, abriera sus piernas y yo le chupara la concha, ella gozaba sobremanera, me dijo que la nena le daba placer chupándole el pezón y yo la argolla. y de paso, le abría los glúteos y le pasaba mi lengua por el agujero del culo. para luego introducirle mi verga dura en ella y derramar mi leche caliente en su hermoso conducto vaginal.
Con Sandra teníamos otro modo de hacer las cosas, ella se sentaba en un banquito bajo, desnuda y dando la teta a Celeste, mientras yo estaba parado delante de ella y me chupaba la pija con fruición devoradora. Luego, sin dejar a la pequeña que chupara su alimento de su bello pezón enorme y ennegrecido, se levantaba, apoyaba a la nena sobre una mesa, se inclinaba y yo le metía la verga en la concha y en el culo, unas bombeadas en cada uno hasta explotar en algunos de sus conductos dándole mi esperma.
Verdaderamente seguía pensando que mi amigo me había hecho un regalo que salía de lo común y que me tenía excitado todo el tiempo, lo cual no dejaba de agradecerle a la distancia.
Mientras estas dos guarras seguían siendo cada vez más fantasiosas y me pedían cosas que realmente me ponían la verga muy dura y me daban inmediatas ganas de cogerlas.
En casa, se vivía normalmente en bolas los cuatro, al igual que las niñas, era una cosa que habíamos pactado con las madres, vivir una vida naturista sin temor al cuerpo ni a nada que tuviera que ver con ellos, como por ejemplo, coger delante de otro u otros. Éramos una familia muy abierta a todo.
En cierta oportunidad, la nenas quedaron en sus cunas, era un sábado por la noche, ambas me incitaron tocándome y besándome entre ambas y comenzamos un juego amoroso de mucha calentura entre los tres, me hicieron de todo desde chuparme el culo, una y la otra, la verga; hasta estar yo acostado chupándole la concha a una y la otra cabalgando sobre mi verga y besándose entre ellas por encima de mí. Era una maravilla, estaba extasiado.
Cuando vieron que estaba cerca de acabar, se detuvieron y me dijeron que yo siempre les pedía cosas a ellas, pero que esta vez ellas me iban a pedir algo a mi. Les dije que bueno, que no había problema, que nunca me iba a negar a sus pedidos.
Se fueron hasta la mesa de la cocina, improvisaron una cama con mantas y frazadas, trajeron a las niñas desnudas, las colocaron encima de las mismas. Ambas sonrieron maliciosamente… le dije chicas que quieren que haga, no entiendo, y de verdad no entendía que pretendían.
Y me dijeron que quería que yo acabara sobre mi hijas, que era un tipo o especie de bautismo, ambas su pusieron una a cada lado de mi y comenzaron a jugar con mis pezones mientras yo me hacia una paja hasta que salió de mi verga ese liquido blanco y viscoso y cayó sobre el cuerpo de las niñas. No puedo describir el rostro de felicidad de mis mujeres, estaban con una gran alegría, me dijeron que hacía un tiempo que lo habían pensado y que era una fantasía que no pensaban dejar de cumplir. Y como corresponde yo hice lo que me pidieron.
Un hombre que se precie no puede dejar de cumplir con los pedidos de sus calientes mujeres.
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