Mi amor por las Lolis
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por onichan.
Nota del autor: Los personajes y las acciones llevadas por estos, son producto de mi imaginación.
Comenzaré diciendo que tengo 36 años, y entre otras experiencias, tuve mi primer encuentro a los 18 con una hermanastra de 8.
Actualmente, Luego de 7 años, me separé de mi esposa por que ella descubrió los videos de mis princesitas, y no logró perdonarmelo.
La primera parte, se desarrolla desde mas o menos los 13 o 14 años, cuando tuve juegos con una primita, Laura, de unos 6 años, quien había visto a mis tíos teniendo sexo, y pues ella repetía conmigo lo visto.
No recuerdo como comenzó todo, pero en un momento dado, yo me arrodillaba frente a ella por que era una nenita, me sacaba el pene y justo ahí, comenzaba algo hermoso.
Le subía el vestido (Casi siempre llevaba uno) miraba su pantaletica de algodón, y ahí me masturbaba un poco.
Luego se la bajaba, y friccionaba mi pene contra su entrepierna, algunas veces de frente, rozando su divina cosita, y otras de espalda, momento que consideraba la gloria.
Esa primera relación fue esporádica y duró algo mas de un año.
Casi al mismo tiempo, tuve mi segundo regalo, Isabel.
Era mas grande, gordita pero siempre olía rico.
Yo visitaba su apartamento muy seguido, ayudaba en cosas a su mamá y ella me ayudaba económicamente.
Siempre estábamos en su cuarto, viendo pelis o jugando nintendo.
Una vez, veíamos Tv, ella estaba acostada boca abajo, y yo arrecostado en sus nalgas.
De pronto sentí un movimiento continuo, pero no le presté atención.
De pronto nos llaman a comer, y yo me levanto diciéndole a Isabel que atendiéramos el llamado, cuando ella con una mano me toma de la muñeca bruscamente, y su otra mano se perdía bajo ella.
Estaba agitada y muy sonrojada, no pasó a mayores.
Me di cuenta que la deseaba, y comencé a acecharla a todo momento.
Cuando coincidíamos en casa de la abuela, cuando se iba a bañar buscaba estar en un lugar exacto para verla, o despertarme más temprano para sentarme a ver tv y esperar ansiosamente cuando ella y su hermana menor salían en pijama al baño, y por segundos podía deleitarme viendo sus pantaleticas de algodón.
Esta vez no fue tan directo el encuentro, de hecho la única vez que se me hizo fácil fue con Laura.
Ella comenzó a darse cuenta que siempre la miraba lascivo, cosa que le incomodó por poco tiempo, por que al tiempo se sonrojaba.
Así pasó un tiempo, sólo tenía la opción de masturbarme dibujando esos 30 o 40 segundos que lograba diluirme en el intenso momento de observarla.
Durante ese tiempo tuve un par de encuentros con Laura, un poco más grande, y me masturbaba sobre ella, que tenía las pantaleticas bajadas y se tapaba la cara con las manos.
Fue la primera vez que eyaculé sobre una cosita.
En esa época no había internet, y por ende me limitaba a los momentos puntualmente, luego de comenzar a coleccionar fotos y videos pues, pensar en el hermoso cuerpo desnudo de una princesita forma parte de mi rutina diaria.
Un día voy de visita al apartamento de Isabel, que estaba acompañada de su hermana y la tía menor.
Luego de almorzar, mi tía se retira a tomar una siesta, mientras yo me quedo con las dos nenas en la mesa supuestamente ayudandolas con sus tareas escolares.
Me senté junto a Isabel, y poco a poco comencé a tocarle las piernas (Vestía una bata de casa, y hermosas pantaletas de algodón.
Rápidamente llegué a su cosita, gordita como ella.
Comencé a acariciarla rápida y repetidamente por encima de su panty, Y ella que ya estaba muy sonrojada, comienza a comerce nerviosamente las uñas mientras fingía estudiar.
Le susurré que se quitara la pantaleta pero no aceptó, y seguí en lo mismo hasta que percaté que mi tía había despertado.
No volvió a pasar mas nada, sólo mirarla y que ella sitiera, o par de veces en su apartamento que la observaba masturbarse y luego bañarse, por un hueco de la puerta del baño.
Ese año me fui de la casa de mi madre, y termine a los meses con la familia de mi padre, entre ellos, mi pequeña hermanastra Vanessa de ocho años.
Luego de un par de años vivendo con mi familia paterna, tiempo en el cual dejé de pensar en lo que había hecho, y no conocía ninguna información, no pensaba como pedófilo por que ni conocía el término.
Un día unos primos encontraron a mi hermanita justo cuando tenía sobre ella al primo de un primo.
Me contaron que ella tenía las pantaletas bajadas y el chamito al preguntarle que hacía dijo: La estoy cojiendo.
A partir de escuchar eso, comencé a mirarla distinto, durante unas semanas sólo la miraba, volviendo al juego de esperar esos divinos segundos que podía ver pantaleticas.
Ella también me siguió el juego de las miradas, hasta que llegó el glorioso día del primer encuentro, cuando estábamos en un cuarto y mientras yo veo TV ella intenta subirse a la ventana sin lograrlo.
Recuerdo que en ese momento pensé que era la oportunidad que esperaba, y pe pregunté si quería que la montara en la venta, respondiendo que sí.
La tomo por debajo de los brazos para obligar disimuladamente que ella me abrazara, y al levantarla la apreté contra mi cuerpo a la altura de los genitales, y fue maravilloso hasta que luego de unos 10 segundos de restregar su cuerpo contra el mío se incomodó.
La dejé tranquila.
Luego de ese primer contacto, era recurrente que yo la “ayudara” a subirse a todos lados o para ver por encima, la abrazaba intensamente con el vestido levantado para así sentirla, y luego ya me sacaba el pene para friccionarme contra su cosita tapada.
El juego se amplió a que también le gustaba mirarme mientras tenía erecciones o me masturbaba.
Una tarde yo iba saliendo para el liceo cuando me topo con ella en las escaleras, la arrincono y a pesar de que era la primera vez que lo hacía, muy naturalmente bajé sus shorts y pantys, me saco el pene y divinamente fricciono mi muy erecto pente contra su divina y suave cosita, durante unos 20 segundos.
La dejé y me fui a clases tratando de digerir lo ocurrido.
Los encuentros evolucionaron a que ahora, si estábamos en su casa, ella se acostaba en la orilla de su cama boca arriba, y yo le bajaba el short o levantaba su falda, me deleitaba un momento con sus pantaleticas para luego bajarlas y montarme sobre ella para friccionar mi pene contra su cosita.
Estos momentos eran frecuentes y prolongados, hasta justo cuando iba a eyacular, me levantaba pero ella buscaba verme.
Otras veces era en casa de los abuelos, y tirados en el piso viendo tv, cuando nos qudábamos solos, ella se acostaba boca arriba, apoyando la cabeza en un cojín, y yo disfrutaba sobre ella.
A los meses, ya asumía que era mi primer mujer deseada de verdad, y confieso me enamoré.
En una de las veces que hacíamos el divino sexo de fricción, decidí no apartarme y soltar mi semen en su cosita, fue mágico.
Ella se levantó y se mueve, para luego levantarse el short y mirarse.
Siempre era maravilloso, ver sus pantaletas y friccionar, yo le preguntaba si le gustaba y me respondía que si, también le decía que mirara conmigo nuestros genitales frotándose.
Una vez la encuentro viendo TV en la sala de su casa, y me le acerco para acariciarla y sucesivamente bajarle la ropa.
Ella me advierte que nos pueden ver, y me pregunta por qué me gusta tanto eso, a lo que le respondí preguntándole que si a ella le gustaba, me dijo que si, entonces bueno, a hacerlo.
Ese hermoso juego duró unos 2 años y que también ella había limitado.
Ella solía regalarme memorables momentos, al tener la divina predilección de bañarse en el patio, sólo cargando pantaleticas de algodón, que al mojarse se transparentaban, me masturbaba escondido y mirándola, recorriendo con mis pupilas todo su cuerpecito, y un a vez decidí esperarla en su cuarto.
Al entrar se asusta al verme y me manda a salir, usando un tono poco convincente, me masturbaba mientras la veía vestirse, y cuando sólo le faltaba arriba, se acuesta en la orilla de la cama y comienza el rico juego.
Al cabo de unos minutos sentimos un ruido y nos separamos, pero luego de disimular y ver no había nadie, buscaba pegarme a ella a pesar de su negativa.
Decide volver al cuarto y comienza a peinarse parada frente a un espejo grande,cuando yo me acerco y la arrincono a la pared, quedando justo al lado del espejo.
Ella miraba a través del reflejo de mi pene restregándose en su dulce vagina, hasta que a lo sminutos me dice: “tu no lo sabes meter” y con eso me desconcertó totalmente, por que confirmaba mis sospechas de que también lo hacía con un primo.
(Continuará)
Me gusto mucho tus relatos pero son fantasía realmente o no y te gusta las Louis realmente probaste alguna vez yo soy también amantes de las lolis