Mi compadre me vendió a sus dos hijas 2
Segunda parte de un relato donde un hombre penetra a dos niñas de 10 y 9 años..
Después de un merecido descanso decidí continuar con el plan de desflorar a las niñas.
Salí de la habitación. Dos minutos después regrese con una pareja de chicos amigos míos y compañeros de swinger. Bruno un muchacho moreno alto y Marina una mujer joven muy atractiva.
Las niñas se sorprendieron.
—A ver niñas —les dije, — ¿ustedes ya conocen a Bruno y a Marina?
—Se los presento.
Patri y Cleme se sonrojaron, no es normal el estar desnudas frente a una pareja de desconocidos.
Marina se sentó con ellas. Las abrazo y le dijo.
— Hola niñas — ¿Cómo se están?
— Bien — dijo Clemencia
— Y ¿tú Patricia?
— Bien, —le respondió con carita de miedo.
—Niñas ellos van a ayudarme a cogerlas sabroso por su culitos.
— Haber mis puticas pónganse boca abajo.
— Si tío — responden ambas.
Bruno y Marina se desnudaron rápidamente.
Me puse detrás de las muchachas.
Agarre mi pene por la punta, jale el prepucio atrás, la cabeza estaba enrojecida.
Le separe las piernas a Cleme.
Me quede extasiado al poder ver su rico culito muy de cerca.
Recorrí de nuevo el canal entre sus nalguitas pero esta vez con la punta de mi daga.
Ubique el pene en la entrada de su pequeño ano, lo presione un poco. Cleme se estremeció.
Me pongo boca arriba, le hice una seña a Patri. La niña se monto encima de manera que su culito quedo justo cerca de mi cara, y su carita pegada a mí pito.
Le abrí las nalguitas con algo de fuerza.
Ella se trato se soltar, pero la sujete con firmeza. No lucho más y aflojo su cuerpito.
Ajuste las almohadas para acercar mí la cara a su agujerito anal.
Percibí ese rico aroma muy peculiar de un trasero de niña.
Le ordene a Cleme que hiciera lo mismo con Bruno, de forma que Bruno podía ver la cara de Patri, y yo la Cleme.
Enzo pelo bien su verga y la puso tocando los labios de la boquita de Cleme. La niña procedió a lamerle el pene de la cabeza a la base. Mordisqueaba el tallo de la verga con una maestría impresionante.
Me éxito mucho más verla chupando el pene de Bruno. El contraste de su carita blanca lamiendo un miembro moreno me despertó más lo obsceno y sucio que todos tenemos.
Estire la mano, le apreté los cachetes a Cleme.
—Mama mi putica linda, chúpalo bien.
Ella me miro con ojos de complicidad como queriéndome decir: yo ya soy una perrita, y me gusta.
Abrí más las nalgas de Patri, percibí ese rico el olor a culito sucio. Mi verga se comenzó a despertar.
Metí mi índice en su agujero, pero esta vez la intención era de remover algún residuo o algo de caca. Retire el dedo y en efecto, salió sucio.
Lo olí. En un acto reflejo mi pene se estremeció. La muy putica sintió un espasmo dentro de su boquita. Me lleve el dedo a la boca. Probé la mierdita de Patri. Primera vez que le hice esto a una mujer.
Termine limpiando con mi lengua lentamente su culito.
Sentí a Pat mordisqueando la punta de mí miembro. Lo sacaba de la boca y lo estuvo oliendo; como buena perrita.
— Vale Patri — chúpala bebé.
— Así, mi putica así, — sóbame los huevos mi perrita, así…
A mi lado Cleme continuaba a lamiendo el pene de Enzo, lo sacaba de su boca y lo metía; un pequeño hilo de saliva corría por su sensual boquita. Se estaba graduando de puta sin saberlo.
A Patri, le abrí más el culito. Lo chupe con fuerza. Se creó un vacio excitante que nuca había sentido antes al chupar un culo femenino.
Mientras a mi lado, Cleme no paraba de mordisquear las bolas de Bruno.
Yo aproveche para estimularle la pequeña vagina de Patri.
La abría, la estiraba la besaba, la deformaba…
Las dos niñas estaban compartiendo divinamente con dos hombres mucho mayores que ellas. El ambiente de la habitación estaba impregnado de lujuria y perversión.
Y usted querido lector o lectora se debe estar preguntado: ¿cómo este señor piensa penetrar a las carajitas sin que le duela?
Temprano compre un frasco de Lilocaina. Este es un poderoso anestésico local que se aplica en el lugar donde se quiere disminuir el dolor.
Le indique a Patri que me soltara la verga.
Bruno y yo sentamos a las niñas en el borde de la cama.
Me froto el pito delante de ellas. Les pelo mi glande, se ve rojo y muy hinchado.
— Bueno netitas llego el momento de la verdad, donde se van a convertir en verdaderas puticas, orgullo papá y de su tío Joaquín.
— Voy a ponerles una inyección en sus potitos con mi pene.
— Pero eso va a doler tío — dijo Clemencia con carita de preocupación.
— No te voy a mentir mamita, si va a doler.
—Pero después te va a gustar.
—Tranquilita mi cielo.
—Van a ser mis puticas —pero me tienen que prometer que no van a gritar, cuando les meta mi dedo especial.
— Si tío Joaquín — respondieron ambas.
Las pusimos a mamar. Patri recorrió mí pene desde la base hasta el glande, mientras que Cleme chupaba con gran avidez las bolas de Bruno. Me sorprendió ver que las dos se portaron como mamadoras experimentadas.
Le movimos las caritas para verlas a los ojos mientras no lamian nuestros penes y chupaban nuestras bolas.
Manteníamos siempre el contacto visual con ellas.
Patri se metía mis bolas en la boca y chupaba suavemente.
Lo ojos de Patri reflejaron un tono picardía. Yo tome su cabecita y le metí la verga en su pequeña garganta lo más que pude. La niña comenzó a toser y a botar saliva.
Al rato hicimos un alto.
—Miren mis puticas.
Le muestro el frasco de Lilocaina.
— Y ¿eso para que tío? —Pregunto Patri.
— Esto es para que les duela menos la inyección.
— Si tío, — me dijo Patri con voz temblorosa.
Colocamos a Patricia y Cleme en cuatro paticas las niñas no ocultaban sus nervios.
Patri movía sus piecitos estaba muy inquieta, buscaba liberar la tensión.
Y Cleme se veía con ganas de llorar.
Tome por los pies a Patri.
Mientras le hice un masaje le dije.
— So, so, mi niña, deja el miedo.
Luego le sobe la cabecita a Cleme.
— Tranquila mi putica linda.
—Va a pasar rápido.
Me inclino hacia adelante y huelo de nuevo los culitos de ambas. Que rico es sentir el aroma de dos niñas vírgenes, que excitante, que arrecho.
Muevo mi cara unos pocos centímetros más abajo y llego a la vagina de Pat. La ausencia de vello y la exacta simetría de los labios me indico que en efecto era virgen .
Por otro lado Enzo tenía instrucciones de no penetrar a Cleme, solo debía mantenerla caliente.
Me concentre en Patri. Apoyo mí dos manos y abrí su vagina con los pulgares, la niña dio un saltico nervioso.
Con la mano derecha apreté duro mi pene, porque sentí la sensación previa a la eyaculación.
Y dije con voz temblorosa.
— Tranquila, tranquila.
Me sentía muy tenso, no todos los días tienes una niña indefensa en tus manos a un paso de penetrarla.
Me quede quieto hasta que nos tranquilizamos los dos.
Le di un vistazo a Cleme, seguía tranquila, Enzo la mantenía estimulada.
Tome tres respiraciones profundas, y en cada expiración repetía:
— Cálmate, cálmate… como si de un mantra se tratara.
Me pare detrás de Patri. Con dos almudadas compense la diferencia de altura. Mi herramienta quedo a la misma altura que su culito.
Enzo también puso a Cleme, la altura correcta para encularla.
Le dije a Patri:
—Te voy solo a tocar.
— Tranquilita…
Ella respondió moviendo la cabeza, no tenia deseos de hablar.
Le acerque la punta de mí falo a la vagina. Le di toques suaves. Me detengo y comienzo a mover la cabeza por los labios, solo apoyándola sin presionar.
Patri se estremeció, otra vez comenzaron los temblores, es más estaba paralizada del miedo. Sentí una corriente que surgía de la base de mi columna, y una fuerte palpitación en mi pene.
Tome la cabeza mí pene y apreté con fuerza.
El cuadro era delirante, ver la niña temblando, paralizada me calentó al máximo, y si no me detenía, iba a eyacular.
Solté mi pene hasta que disminuyo la sensación de acabar.
Le comienzo a sobar la espalda a Patri.
De nuevo no calmamos los dos.
Enzo apoyo la punta de su pene en el culito de Cleme. Lo movía muy lentamente.
Alcance la Lidocaina. Separe los labios del coñito de la niña y le puse un poco del analgésico.
Patri se estremeció.
—Tranquila solo te puse crema.
Espere unos minutos a que hiciera efecto.
Alcance una paleta de esa que usan los médicos para revisar la garganta.
Le abrí la vagina a Patri, y con la paleta le comencé a dar unos toques
—Cielo dime si sientes algo.
—No tío.
Le pongo mas Lidocaina para asegurarme que el coñito este lo menos sensible.
Tomo una almohada y le digo.
—Pega tu carita a la almohada y no vayas a llorar.
Marina le sujeta la cabeza.
—Si te duele me dices y paro.
—Sí, me responde con un tono de resignación.
Mi pene no paraba de palpitar. No sé, si podría contenerme. La sensación de una descarga involuntaria de semen me acosaba.
Tomé a la inocente niña por la cadera. Le pongo la punta de mi machete y lo centro en la entrada del coñito.
Le abro la cuquita y comienzo a presionar muy lentamente.
Patri pega más la cabeza a la almohada. Marina la sujeto por el cuello para evitar que se moviera.
Presiono con más fuerza mi verga en su vagina.
Patri volvió con los movimientos de los piecitos. Era así como ella expresaba su nerviosismo.
Le di un rápido vistazo a Enzo. Cleme estaba más tranquila. Enzo le metió el dedo índice en el culito mientras le frotaba el coñito con su pene.
Ahora me concentro en Patri.
Centro bien mi verga en la estrecha vagina de Patri. Mí pene está extremadamente duro y muy hinchado, listo para la embestida.
Suelto el pene y tomo con ambas manos a Patri por la cadera. Poco a poco la voy trayendo a mi pelvis, mientras mi verga no puede avanzar por una fuerte resistencia en el interior de su pequeña abertura.
El himen de Patri se comienza a estirar, los labios de la vagina se deforman grotescamente, ya que mí glande es extremadamente grande para ese pequeño espacio. En realidad era una penetración anti natural. Fue muy excitante ver como un coñito tan diminuto se preparaba para tragar una verga larga, gruesa y venosa acompañada de un par de bolas peludas.
Le atraigo hacia mi con más fuerza. La piel circundante de su vagina se estira casi al límite de su resistencia. Empujo mi daga con toda mi fuerza de macho excitado. La cabeza penetra medio centímetro. Retraigo de nuevo la verga. La segunda embestida penetro poco más dentro de la niña.
Después de una resistencia inútil el himen sede, ya la cabeza rompió una parte del virgo de Patri.
—AYYYYYYYYYYY!! —AYYYYYYYYYYY
—YA SACALO, SACALO —DUELEEEEE.
La niña se contorsiona por el fuerte dolor. Al arquearse violentamente se inserta ella misma la verga, Marina la sujeta con más fuerza.
La sigo penetrando medio centímetro más y… Percibo que rompí algo más dentro de la niña.
Que sensación más rica, me detuve para no acabar. La leche estaba casi en la punta para ser expelida con fuerza. Le retire el pene a la niña. Estaba ensangrentado, si, con sangre de niña virgen.
Revise el pene y en el surco quedaron restos del himen.
A todas estas Enzo sujeto fuertemente la nuca a Cleme para que no viera a su hermanita llorando.
—No te muevas putica…—Le dijo con un tono fuerte.
La niña paró en seco y se quedo quieta.
Ensarte de nuevo a Patri, ignorando toda suplica y llanto.
Patri se retorcía del dolor, pero a la vez pegaba más su pelvis a la mía. El dolor se estaba convirtiendo en placer. La fui pegando poco a poco hasta que la pude penetrar completamente. Ya era mía, solo mia.
Comencé sacando el pito hasta la mitad, luego lo metí a fondo otra vez.
Una y otra vez se repetía el mete y saca. La niña paró de llorar y lanzo un suspiro de excitación.
Poco a poco aumente la frecuencia de las embestidas. Aproveche para abrirle el ojete del culo y meter mi pulgar derecho. La sensación de sentir en mi dedo como mi verga se movía dentro de Patri fue una vaina más que divina, yo diría morbosa y aberrante.
Patri comenzó a jadear con más fuerza.
— ¿Te gusta mi putica? —¿Sientes como te cojo?
—Si tío cógeme fuerte, soy tuyaaaa.
Coñoooo!!! Eso me calentó al máximo y la embestí con más fuerza y, más y más fuerza. Nuestras pelvis chocaban, la criatura se retorcía de placer.
Al normalizarse la penetración Enzo soltó a Cleme para que viera a su hermana, esta vez Patri no lloraba. Su carita mojada mostraba una sonrisa de puro placer.
Le dije a Patri que si en algún momento sentía deseos de orinar me lo indicara para sacarle el pito de su cucharita.
Me la seguí cogiendo, pero esta vez con la más feroz intención ya que en vez de penetrarla en ángulo recto, desviaba mi taladro hacia los lados para aumentar la sensación de goce.
Así transcurrieron uno minutos más…
En eso Patri me dice.
—Coño tío, tío… me estoy orinando.
—Aguanta un poco le dije.
Aumente la velocidad de penetración al máximo. Sentí algo extraño en la base de mi columna, de pronto solté una fuerte descarga de semen en el interior de mi Patri.
La niña se arqueo del placer, a sentir mi leche dentro, ya ella se convirtió en mujer…, ahora era mi perra.
Mi semen y la orina de Patri se escurrieron por sus blanquitas piernas. Saque mí daga se su maltrecha vagina.
Pegue mi boca a su coñito y bebí esa extraña mezcla de orine y semen que me embriago, que rico, la niña sintió su primer orgasmo y yo expulse hasta la última gota de liquido que me quedaba.
Los dos quedamos exhaustos…
En la próxima entrega la mega cogida de la niña menor, Cleme.
Comenten que le pareció el relato, se aceptan sugerencias de cómo cogerme a Cleme.
Suertuda ella, con esa pija
se tiro el relato metiendo dos personajes de la nada