MI CUÑADA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando llegué aquella mañana, mi hermano mayor, que me había ido a buscar solo al pueblo cercano, dónde se hospedó mi hermano Manuel (quien viajó conmigo desde Albany N.Y.) me presentó a su esposa. Una mujer de unos 30 años, normal, blanca de larga caballera negra, anchas caderas y fina cintura. Sucede que al ser de la religión pentecostal, su ropa no la hacía ver deseable, pues tapaba su cuerpo exágeradamente. Me presentaron sus dos niñas de unos 7 y 8 años. Notaba que los ojos de mi cuñada brillaban, reía y eso me hizo sentir en confianza. A mis quince años, me había desarrollado bastante, un chico alto, trigueño, pelo lacio color brown, compartido al medio y un poco largo por la moda de entonces, bien parecido según me decían las jebas, y mi cuerpo fuerte, cortado (músculos definidos).
Esa noche me indicaron dónde iba a dormir. La primera habitación era la del matrimonio, mi hermano Luis y su esposa Sara, la próxima de las niñas y la del final, la más pequeña… ahí dormiría yo, en una cama bastante cómoda, pero no muy ancha de una plaza y media apróximadamente. Me había bañado y cambiado de ropa, y me fui a dar una vuelta por aquel barrio pobre, sencillo pero de gente muy comunicativa y amable que me recibieron como uno más, sin ningún rechazo por ser nuevo. Al fin cuando llegué, escuché que mi hermano Luis discutía con su esposa Sara. Me sentí mal, y pensé, será por mi? Y decidí meterme a la habitación que iba a dormir, me quedé en boxers y nada más, así dormía, aparte que el clima de Puerto Rico es cálido, aunque por allí pasa un río que genera un fresco muy bueno. Pero yo ya estaba habitúado al frio intenso de New York y por eso me sentía con calor.
Al rato de acostarme, no me podía dormir, pues por ser mi primera noche ahí, no conciliaba el sueño; cuando de repente mi cuñada Sara, irrumpió en mi alcoba, y me dice: Tito dejame un ladito, voy a quedarme contigo a dormir, por que con ese hermano tuyo, no se puede. No te sientas mal, son problemas de él y mio. Él mismo me botó del cuarto. Yo no creía lo que oía y no me importaba tampoco. Sara apagó la luz y en la penumbra se despojó de la bata de casa, quedando en una batita transparente, que con mi vista ya acostumbrada a la oscuridad, puede apreciar un trasero redondo, ancho y un par de tetas, erguídas, redondas y firmes, que querían salirse de su brassier. Se me paró el guebo (verga) de un maniguetazo. Me viré de espalda y tapado con la sábana a medio cuerpo, para que nada me fuera a perjudicar, hize que me estaba quedando dormido. Sara se me pegaba por la noche, y yo estaba ardiendo, tenía miedo y a la vez la excitación me mataba. Despierto en la penumbra sentí como su culo, quedó pegado a mi verga. Dura como la tenía yo también me moví disimuladamente y se la coloqué entre las nalgas, como lo lees, la tenía paradísima y me la saqué del boxer, por que hasta me dolía de lo dura que estaba.
Ella se quedó quieta y pude notar que la batita de dormir no tapaba su panty, y mi guebo quedaba separado de sus nalgas y su vagina (bollo, chocha, crica… como decimos en la isla) por la suave tela transparente, de esa pieza intima de mujer. Comenzé a moverme como si se lo estuviera metiendo, le refregaba mi bicho bien caliente entre las nalgas, fui más atrevido y la sujeté por la cintura. El diablo es puerco dicen y yo perdí la vergüenza y el recato, de que esa era mi cuñada, la esposa de mi hermano. Mi cuñada respondió y comenzó a culearme, a seguirme el paso. Ya tenía pues el permiso para seguir. Sin hablar, sin decirnos nada, le bajé la panty y ella ayudó a quitarselas. Mi precum le bobotiaba toda su cueva anal y su crica que estaba enchumbada de jugos. Ahhhhhh que rico se sentía, que delicia….mis manos recorrían sus curvas, sus senos…que clase de tetas. le hacía circulos con mis dedos en sus pezones, mientras mi verga se hundió en lo más profundo de su ansiosa vagina. Ella gemía muy quedo (bajo) y se movía cada vez más fuerte.
Luego de darle verga y más verga, levantandole una pierna sobre mi, me la senté sobre mi guebo, Sara cabalgándome… me apoderé de su pechos, los que mamé, chupé y mordí desesperadamente, haciendo que ella tuviera múltiples orgasmos, en los cuales parecía que me iba a arrancar el pene. Que bellaca era mi cuñada y al parecer mi hermano, no le daba lo que ella pedía. Aunque fuera una mujer religiosa, era mujer y quería ñema y más ñema, y estaba riquísima, todo lo que aquella ropa de cuando llegué, ocultaba! Yo, ya desde mis 13 años o antes, sabía lo que era hacer gozar a una mujer o a quien quiziera tu guebo sin ningún problema, pero esa era mi cuñada, el morbo me ponía más ardiente. Apretándole las tetas y ella aprentándome la verga, con su crica, me vine como hacía mucho no me venía dentro de su vagina. Cuando nos separamos los dos estabamos fatigados y solo alcancé a decirle, si mi hermano no nos escucharía desde su cuarto. Ella me contestó que él se dormía como piedra y no escuchaba nada, y que por favor no dijera nada de lo que sucedió. Yo le dije que yo era muy reservado y un hombre.
No bien pasó media hora, ya estabamos ensartados de nuevo, Mamó mi guebo y como se lo gozó, le mamé sus crica y su culo, el cual no perdoné esa noche. Se quejó, culeo, pero se la metí por el culo y la muy zora me pedía más y más. Fue como si todas sus inibiciones, frustradas con Luis, se abrieran como caja de pandora conmigo. Fuimos al baño nos limpiamos y me dijo que le esbaraté el culo pero que le encantó. El último polvo de esa noche se lo eché de madrugada: ella quería y yo también. Amanecidos gozando, ella se levantó a las 6:30 a preparar las nenas, para el cuido y ella a trabajar en una fábrica y yo me quedé recuperando fuerzas. Cuando me levanté, mi hermano se había ido al trabajo. Ese fue el comienzo de mi estadía en casa de mi cuñada y mi hermano, el mismo día que llegué. Y que muchas cosas sucedieron luego de esa deliciosa noche! Si desean les sigo contando!
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