Mi Cuñada XI
Una familia feliz .
Cuando desperté esa tarde, tenía abrazado a mi hijo. Él estaba de espaldas a mi y su trasero pegado a mi. No tenía una erección, pero sentía sus nalgas bien formadas y tersas. En realidad no había gran diferencia entre él y mi hija. Me quedé pensando en nuestro futuro, sin la Emily, ellos había perdido a su madre, algo que no tiene remedio ni consolación. Le hice cariño en su pelo y el puso su mano sobre la mía que tenía en su estómago.
– Hola papi – me dijo dando vuelta la cabeza.
– Hola, hijo – le dije saludándolo como siempre, desde chico, con un beso en los labios. Nos quedamos quietos un rato, cada uno pensando en los acontecimientos. Me dio gusto el sentir que no había ningún recelo por la forma que lo tenía abrazado. Muchas veces lo abracé así cuando era chico, para hacerlo dormir. Talvez le quedaba ése sentimiento y por eso no tenía ninguna intención de separarse de mi. Sentí moverse a mi hija a mi espalda. Me di vuelta y abracé a mi hija de la misma forma.
– Hola, papi – mi dijo dando vuelta la cabeza para besarnos.
– Hola hija, cómo estás ? – le pregunté suavemente.
– Bien – dijo acomodándose contra mí. Mi hijo me abrazó a mí de igual forma y nos quedamos los tres abrazados. Nunca mi hijo me había abrazado así antes y me gustó sentirlo. No había morbo ni nada parecido, sólo cariño y amor. No recuerdo cuánto rato estuvimos los tres así, abrazados y desnudos. Pero sentía el estómago vacío. No había comido nada en todo el día, salvo un par de cafés. No hubo tiempo. Y seguramente mis hijos tampoco comieron nada, salvo un par de galletas.
– Quieren comer algo? – les pregunté.
– Si, dijo mi hija –
– Les parece una pizza o preparamos algo? –
– Algo, no me quiero levantar, estoy bien así – dijo pegándose más a mi y su brazo por mi cintura. No me molestaba sentirlo, al contrario, me gustaba. No tenía una erección pero lo sentía pegado a mi año.
– Yo tampoco me quiero levantar y también estoy bien así – dijo pegándose más a mí. Ahí estaba yo, aplastado entre los dos.
– Yo también estoy bien así y tampoco me quiero levantar – dije moviéndose hacia adelante y hacia atrás. Se rieron y nos quedamos así, abrazados. Se sentía bien, pero alguien tenía que hacer algo y ese era yo.
– Hija, tengo que ir al baño, déjeme pasar –
– No quiero – dijo. Después de mala gana echó la ropa de cama hacia los pies y se levantó, despegándose de mi. Se levantó y esperó que yo me levantara. Me levanté y la abracé, estuvimos uno minutos abrazados y luego se acostó nuevamente, lo que aprovecho mi hijo de abrazarla. Mi hija pegó su trasero contra mi hijo mientras yo los tapaba. Después de la reconfortante ducha me fui a la cocina no sin antes ponerme una remera de manga corta o polera. Estaba preparando todo cuando de abre la puerta y entra la Ale. Dejé todo, me limpié las manos y fui a recibirla. Un beso y un abrazo fue el recibimiento.
– Qué rico que viniste, te estaba echando de menos – le dije.
– Y yo también a ti. Cómo están los niños? –
– Bien, ahí acostados, no quieren levantarse –
– Y tú? Qué estás haciendo semidesnudo – dijo dándome una palmada en la nalga.
– Preparando algo para comer –
– Vamos, yo te ayudo – dijo soltándome. Ya estaba comenzando a tener una erección. Todo ella me envuelve en un mundo mágico que pierdo el sentido del tiempo.
– Despierta a los niños mientras preparo la mesa – dijo Ale.
Los niños estaban despiertos y abrazados tal como los había dejado.
– Ya, levántense, está todo listo y llegó la tía – dije abriendo la cama y tomando a mi hija de la mano la saqué de la cama. Mi hijo tenía una erección, aunque es delgado, su miembro debe tener unos 14 o 15 centímetros, según pude apreciar.
– Qué estaban haciendo ? – pregunté.
– Nada, sólo estábamos abrazados – dijo mi hija .
– Bueno, vayan al baño a lavarse y pónganse algo, no los quiero desnudos en la mesa. Aprovechando de ponerme slip porque no me gusta sentarme desnudo.
Después de comer, los niños se fueron a ver TV en mi pieza y nosotros sentados en el sofá.
– Qué vamos a hacer ahora? – le pregunté a la Ale.
– No sé, no he pensado en nada – dijo
– Te vas a venir a vivir con nosotros –
– No lo sé, no lo he pensado. Tu sabes que me gustaría, pero no quiero dejar solos a mis padres –
– Los niños te aman y yo también – nos besamos.
– Yo también los amo, a los tres –
– Recuerda que la Emily te pidió que nos cuidaras y que yo te cuidara a ti – le dije.
– Qué quieres que haga? – me preguntó mirándome a los ojos.
– Cásate conmigo, por favor –
– Ahora, no es muy pronto? –
– Cuando tu quieras, sabes que te amo y siempre te he amado –
– Si, lo sé, yo también te amo y te he amado desde que te conocí. Casarme contigo sería algo que siempre soñé, pero era eso un sueño –
– Ahora tú sueño se hará realidad, sólo tienes que fijar la fecha – le dije besándola. Los besos siguieron a otros, las caricias fueron aumentando. Se agachó y metió mi erección en su boca, yo cerré los ojos y me dejé llevar a un paseo por las nubes.
– Me tengo que ir – dijo limpendose los labios. La besé sacando todo resto de mi semen de sus labios, su mentón y de su lengua.
– Quédate – le pedí mientras la masturbaba.
– No puedo, les dije a mis padres que venía a ver como estaban y que volvería. Además de que mañana tengo que trabajar y quiero descansar. Algo que no voy a poder hacer si duermo contigo – dijo con se hermosa sonrisa. Me agaché y metí su miembro en mi boca, succionando para tratar de convencerla. Acarició mis cabellos, mi espalda, empujó hacia mí y la sentí quejarse. Me di cuenta que de venia y me preparé para recibirlo todo. Tragué hasta la última gota, mientras ella empujaba hasta mi garganta. Me llenó de besos la cara. Nuestras lenguas se encontraron y jugaron a chuparse.
– Gracias, estuvo muy rico, me hacía falta – me dijo haciéndome cariño en la mejilla y mirándome con sus profundos ojos. Se levantó y fue a despedirse de los niños. La acompañé a la puerta, nos abrazamos y nos besamos.
En mi país no es considerado incesto la relación entre cuñados, ni entre primos de cualquier grado, ni entre tíos y sobrinas o tías y sobrinas. Por lo que no había impedimento para casarme con la Ale. Ahora venía la cuestión del sexo y me puse a estudiar la situación. Para eso compré lubricante anal, un dilatador y condones.
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