Mi Cuñada XII
Mi cuñada Alejandra y yo. Felizmente casados. .
El sábado en la tarde llegó la Ale a cenar con nosotros. Después de saludarnos a todos como siempre, preparamos la mesa y cenamos. Mi hijos se fueron a acostar y nos quedamos conversando con la Ale en el sofá. Finalmente la convencí que se quedara. Nos fuimos a acostar y le mostré lo que había comprado. Nos acostamos completamente desnudos y comenzamos a besarnos, acariciarnos y masturbarnos.
No me considero gay, no me atraen los hombres, ni menos pienso en tener nada con ninguno. Tampoco estoy en contra de la homosesualidad, casa uno tiene derecho a tener sus preferencias sexuales. Esto lo aprendí con la Ale. Me gusta tocar y acariciar su miembro erecto, si no está erecto también me gusta. Me gusta verla desnuda, me gusta verla con sus calzones pequeños, donde apenas cabe su bulto y me dan ganas de acariciarlo. Me gusta tenerlo en mi boca y chuparlo, me gusta tragarme su semen, sólo falta que me penetre y lo deseo. Por suerte para ella es lo mismo, entonces lo que viene ahora es hacerlo.
Después de chuparnos mutuamente e introducirnos los dedos con lubricante anal, comenzamos a usar el dilatador. Le puse un condón y comencé lentamente y poco a poco a introducirlo en su ano hasta que no pudo más. Entonces la dejé descansar y boca abajo ella comenzó a hacer lo mismo conmigo. Cuando el dolor era mucho, parábamos y descansabamos. Me di cuenta que cuando se me pasaba el dolor, quería comenzar de nuevo. El dilatador iba aumentando su diámetro hasta una cintura cada ciertos centímetros. La primera noche llegamos a la mitad y después de descansar le dije que me lo metiera. No fue fácil, pero aguanté todo lo que pude. Lo aguanté todo, pero no lo disfruté como había pensado. Después me tocó a mí y ella aguantó más que yo, o se quejó menos. Además de que el suyo era más grueso al final y más largo también.
Probamos distintas formas y poses. La que más me gustó fue aquella en que estoy de espaldas con una pierna en su hombro. Ella me sujeta la pierna con una mano y con la otra me masturba. Es delicioso. Hago lo mismo con ella, me gusta sentir su eyaculación cuando la estoy penetrando y masturbándo. Una de las primeras cosas que tuve que aprender fue a no eyacular a la primera, por decirlo de algún modo. Ella comenzaba a penetrarme y yo comenzaba a eyacular, sin que ella me tocara siquiera. A ella no le molestaba, pero lo ideal era que acabara dentro de ella. Fuimos poco a poco conociendo nuestros gustos y adecuánsonos.
La Ale comenzó a quedarse los fines de semana en las noches la echaba de menos. Me gustaba que me abrazara por la espalda. Finalmente después de 5 meses le dijo a mis suegros que se venía a vivir conmigo. Fue un domingo que fuimos a almorzar. En la tarde estábamos los 4 en la terraza del patio.
– Papá, mamá, me voy a ir a vivir con él Roberto. Los niños me necesitan, Roberto me ama y yo lo amo – les dijo. No sabía que reacción iban a tener.
– Que bueno hija, ellos te necesitan más que nosotros – le dijo mi suegra parándose y a razandola.
– Estoy tan feliz – me dijo abrazándome fuertemente.
Mi suegro abrazó a la Ale y después me dio la mano.
– Sé que van a estar bien – dijo escuetamente junto con el apretón de manos.
Yo creo que ella sabía que pasaba entre nosotros. Me conocía desde hace años, pero más conocía a la Ale. Obviamente que nuestra relación fue aumentando a tal punto, que nos besábamos en todos lados, tratábamos de hacerlo cuando no estaban o no miraban los niños. Ella usaba faldas cortas y en la casa un delantal corto y calzones. Por lo que me costaba poco abrazarla por detrás y a acariciar su paquete. Yo con slip o boxes y una remera. Seis meses vivimos juntos antes de fijar una fecha para el matrimonio. Fue un matrimonio civil, discreto íntimo con pocos invitados.
Mi hija ya antes le decía mamá, no quiso decirle más tía. Mi hijo dijo que preferiría decirle Ale.
– No importa cómo me digan, lo que me importa es que me amen como yo los amo. Obviamente se le fueron encima. La amaban desde niños, ahora éramos una familia completa.
Aunque el dolor había desaparecido, seguíamos usando lubricante anal. Ahora ya controlaba mis eyaculaciónes, a ella le gustaban adentro, bueno, a mi también, y bien adentro. Teníamos un rico sexo y una amorosa relación entre todos. El único problema, si es que era un problema, era que a mi hija le gustaba sentarse en la falda de su mamá.
– Sabes, tengo que contarte algo – me dijo un día la Ale.
– Sí ? Qué pasa? –
– Me estaba secando el pelo después de la ducha y entró la niña – me dijo preocupada.
– Qué te dijo ? –
– Nada, sólo me miró y salió del baño. Creo que vas a tener que hablar con ella –
– Si, me imaginaba que un día iban a tener que saberlo. Esperaba que ella tuviera más edad y no 11 años. Me va a sser más difícil explicar porqué su mamá tiene pene – le dije sonriendo.
– No te rías, no es gracioso –
– Si, bueno, voy a buscar el momento propicio –
Y el momento llegó, pero no lo busqué yo, lo busco ella.
– Papi – me dijo un día metiéndose a la cama. La Ale había tenido que ir a la empresa a ayudar con el inventario de fin de año y era un día sábado como a las 9 de la mañana.
Esta historia la contaré en otra ocasión. Sólo puedo decirles que éramos y somos una familia feliz.
Como me encanta esta historia.. Quiero saber mas…