Mi cuñadito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Como todos los días llegué a mi negocio muy temprano, porque ya era costumbre que antes de abrir llegaba Anita, la niña que me cogía desde hace un par de meses y tuviéramos sexo. Me había salido bastante calentona, lógico a sus 17 añitos.
Entré dejando la puerta entreabierta, me daría un baño. Quien y apareciera mi niña y pudiéramos hacer el amor mientras nos duchábamos. Con esa idea me metí bajo la regadera y aunque el agua estaba fría no pudo contener la erección de mis 17 cm de verga. La verdad – pensé – que aunque estés chica, esta gruesa. Y como si pudiera entenderme le empecé a dar masaje y descubrirle el gorro de la cabeza. Sin pensarlo ahí estaba yo con un pie sobre el sanitario masturbándome. Ojalá y venga ya mi Anita – me dije – acelerando mis movimientos.
Tan distraído estaba, que no me di cuenta que Armando mi cuñado había entrado al negocio y estaba a la puerta del baño viéndome fijamente el paquete que aún estaba en mi mano. Vale aclarar que mi cuñadito es gay, tiene 15 años, estatura media, flaco, moreno, bastante guapo (Desperdició de hombre le decía yo a su hermana).
No hicieron falta palabras, bastó vernos a los ojos y ahí estaba mi cuñado con mi verga entre sus manos acariciándola mientras me decía que estaba más apetecible de lo que él pensaba. Que se la había imaginado tantas veces al haberse dado cuenta que me había cogido a Anita y a su mamá. Es tremenda está vergota – decía arrastrando sus palabras de manera lujuriosa -.
Sentir su boca húmeda y caliente cuando se atragantó con mi pene fue un éxtasis sexual, mamaba como todo un experto. Al tiempo que se introducía la verga con sus manos me acariciaba los huevos, cuando se la sacaba deslizaba su lengua por todo el rabo hasta llegar al tronco y me miraba. -¿Le gusta? – me preguntaba.
Armando se desnudó por completo, dejándome ver un cuerpo flacucho pero con unas nalgas apetecibles, paraditas. Su pene era como el de un niño de 10, muy chico. Mi cuñado parecía nervioso. Es que nunca me han metido una verga tan grande me dijo.
Lo coloqué con sus manos a la pared y me agache para darle lengua en toda la raja del culo, su agujero de entrada se contrajo como si hubiera sentido alguna descarga eléctrica. Armando gemía como si fuese el mejor de los gustos que había sentido, quizá para darme mayor libertad de movimiento levantó sus caderas casi hasta quedar de puntillas. -Que rico casi gritó. Esto me indicó que estaba listo y colocándose parado atrás de él me sostuve de sus caderas y empecé a restregarle la cabeza de mi vega en su entrada – Despacio – me pedía Armando – Despacio -. La verdad era el culito más apretado que había tenido que penetrar.
– Espera – le dije – te voy a echar saliva para que te resbale – y otra vez presione logrando meterle toda la cabeza, gemidos de dolor salieron de la boca de Armando. – ¿Que? ¿Te duele? – le pregunté. Mi cuñado me respondió con un si silencioso pues sólo movió su cabeza a manera de afirmación. Sin sacársela le di besitos por toda la espalda hasta llegar a su oreja. – Como la sientes – pregunté -. Está muy gruesa, me arde. – Te la sacó. Noo – dijo – aflojando un poco su cuerpo. Ok papacito – le dije – te la voy a dejar ir toda. Afloja corazón, que hay te va.
La estocada fue certera, mis manos en sus caderas y un sólo empujón. Sentí partirle el cupo hasta llegar hasta adentro. Mi cuñado nomas arqueo su espalda, un gemido intenso se le escapó de su boca. – Ummm Que rico – musito – No la vaya a sacar por favor – me pidió -.
Cuando sentí que su cuerpo se había acostumbrado empecé a clavarlo, poco a poco. Con empujones suaves primero, luego a medio ritmo hasta llegar a ensartarlo con todas mis fuerzas. Mi cuñado buscando una mejor posición se había aferrado del tanque del sanitario, a cada embestida él mismo trataba de que se le enterrara hasta el fondo. Aun estando en un baño ambos sudábamos.
– Déjame sentarme en la taza y te subes en mí – le dije –
Quedamos mejor. Yo sentado y Armando cabalgando enterrándose hasta el último centímetro. Gritaba como loca – métamela toda Papito. Que rico, deme más. Lo amo (Ni su hermana me decía así cuando la cogía). Mi acabada fue bestial, fueron sendos chorros de leche que procure dejarle en lo más profundo de sus vísceras. En pago me abrazo fuerte y buscando mi boca me beso de manera apasionada. Así nos quedamos un ratito, luego se desenchufo y tomando mi ver a entre sus manos volvió a decirme que era más grande de lo que había imaginado.
– Te puedo preguntar algo – le dije –
– Si
– Tengo entendido que ya habías tenido sexo.
Guardo silencio.
– Bien. Disculpa, es que….
– Mi papá me coge cuando anda borracho.
– Algo sabía.
– Pero no me gusta. No coge rico como usted, ni la tiene tan grande. Su vergota es el doble de la de papá.
Sonreí pensando que exageraba, ya que mi pene es normal, un tantito grueso pero normal.
– El de mi papá es como el mío, un poquito más grande.
– Si – dije viéndole el pene –
La verdad estaba chico. Máximo 12 cm.
– Y…… (Iba a continuar mi cuñado)
Era su hermana que llegaba, la puerta estaba abierta. Me traía mi café y algo de desayuno.
– Hola. ¿Esta acá? – gritó –
– Si belleza – dije abriendo la regadera. Me estaba bañando. Ahorita salgo….
Fue cuestión de segundos, un regaderazo para quitarme el olor a sexo y ahí estaba yo recibiendo a Anita, la niña de 17 hermana de Armando a quien me acababa de coger y que dejaba oculto en el baño.
– Hola amor – le dije dándole un beso en la boca.
Sabes que se me antoja – dije – Sexo. !!Quiero sexo!!
– Yo igual
Vale decir que Armando tuvo ingeniárselas para salir mientras me cogía a su hermana. Sabiendo que no sería la última que se comería lo que hoy era de su hermana.
Seguiré contando
si que contando