Mi cuñado me encuentra cogiendo a su hija
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Hola de nuevo. Esta vez tratare de relatar cuando mi cuñado me encontró cogiendo a mi sobrina, la cual era su hija. Esto fue lo que paso:
Me encontraba dándole verga en posición de perrito, ella sobre la cama y yo parado sobre el piso. Ambos completamente desnudos, sudorosos, gimiendo de manera descontrolada a sabiendas que nadie podía oírnos pues creíamos tener la casa solo para nosotros. – Cójame, que rico, ahhh ahhh ahhh – balbuceaba mientras movía deliciosamente sus caderas y mordiendo las sabanas.
Definitivamente mi sobrina, a pesar de tener tan solo 14 era fogosa y dada a tener orgasmos intensos. Era exigente y se trataba de complacer no tenía problemas, le gustaba el sexo. En los meses que llevábamos cogiendo habíamos experimentado cuanto se nos había ocurrido.
Yo estaba a punto de acabar, mis piernas y mi respiración me delataban y ella lo sabía. Rosa como buena conocedora había iniciado un movimiento que era para mí un delirio, apretaba su cuevita dándome la sensación de que me estaba ordeñando y empujaba sus caderas con fuerza hasta encontrarse con mis huevos, luego se desenchufaba casi de completo y repetía marcando el ritmo como buena putita que ya era.
Gemía a más no poder emitiendo ronquidos como de gatita en celo y me pedía que acabara dentro de ella. Acabemos juntos – me decía – casi a manera de súplica.
Le saque la verga para luego tirarme boca arriba en la cama no sin antes indicarle que quería que me cabalgara, sabía que era una de sus posiciones favoritas. Rápidamente se colocó a horcadas sobre mí y colocando mi polla en sus manos la llevo hasta su entrada. Se mantuvo un momento solo rosándose sus labios vaginales y su clítoris, cosa que le sacaba suspiros y le acalambraban las piernas. Luego se dejó caer de golpe colocando sus manos sobre mi pecho. – Que rica verga – casi grito.
Yo abajo con sus pechos al alcance de mi boca había comenzado a empujar suavemente mi tranca hacia sus extremidades, su estreches de vagina y su caliente chocho era un verdadero manjar para cada centímetro que avanzaba en cada metida de mi pedazo de carne en su interior.
Ella ya cabalgaba sosteniéndose en mis piernas mientras yo le marcaba el ritmo con mis manos en sus caderas. El ruido de nuestros cuerpos chocando y nuestros grititos de satisfacción era lo único que se escuchaba en la habitación. Era un oasis de placer.
Al unísono sentí las contracciones de nuestros cuerpos, Rosa se había tirado sobre mi como pedida en tiempo y espacio, me gritaba que estaba acabando, que sentía que se iba a morir, que sentía rico muy rico. Yo apretaba sus nalgas como queriendo que la punta de mi verga se fuera hasta lo más profundo de sus intestinos, fue entonces que lo vi. Ernesto mi cuñado estaba parado en la puerta, observando con su cara entre incredulidad y enojo. Sus ojos entrecerrados y su frente arrugada me decían que estaba a punto de gritar o volverse loco. Pero no me detuve o no pude detenerme, lance mi última estocada y grandes borbollones de semen salieron de mi verga para descargarse en el interior de mi sobrina. Había sido una acabada intensa, ella sobre mí besando suavemente mis labios y diciéndome que era un garañón en primavera jajajaja.
– Mi hija – le dije a Rosa -. Creo que nos vio tu papa, estaba en la puerta. Déjame ir a hablar con él. Vale
Me vestí para luego salir. Ernesto estaba fuera apoyado sobre el pasamanos que daba al patio de la casa.
– Puta ya la cagas – me recrimino – sin siquiera verme a los ojos.
– Mira Enano – así le llamamos -. Yo sé que está mal, y sé que no hay disculpa posible, pero lo hecho esta y pues…. Tú decides que hacer.
– ¿Desde cuándo te la estas cogiendo? Porque se ve que no es primera vez
– Mira, creo que eso ni importa….
– Igualita a la madre – suspiro -. Calientes las dos.
– Simon – masculle entre dientes -. ¿Qué vas hacer?
– Nada, con pegarle no remedio nada. Además se ve feliz cogiendo ¿Qué puedo hacer, dime?
– No se
– Tú sabes que tengo problemas con mi mujer, que estamos a punto de separarnos. Es todo un desmadre. Y todo por el puto sexo – dijo reflexionando -.
– Que pedo pues – dije ya más tranquilo -.
– Ah cuñado. Con Beatriz estamos a punto de separarnos, ella no quiere nada conmigo, nada de sexo. Y yo ¿Qué? Tengo que masturbarme teniendo mujer acá en la casa.
– Puta, esta cabron – dije -.
– Sí. Imagínate que te vi cogiendo con mi hija y no pude evitar el sentir cierta envidia de verte teniendo sexo. Hasta me empalme
– Jajaja No te creo.
– Sí. Te seguro que sin dudarlo tendría sexo con ella.
– Sabes, eso me da una idea, pero no te garantizo nada ok.
– Que pedo
– Déjame hablar con ella. Si acepta, pues vemos que pasa…
– Puta me da vergüenza
– Ya. Tu tranquilo. Ya hallare la manera de solucionarlo ok.
Regrese adentro. Rosa estaba ansiosa y pensativa esperando que hubiera sucedido afuera. La tranquilice y le dije que había arreglado con su papa.
– Mi hija – le pregunte -. Si te dijera que tu padre quiere cogerte ¿qué dirías?
– No sé – dijo entre dientes -, es que….
– Mira bebe. No es obligación, pero él me dijo que te vio y se excito viéndote coger conmigo. Dice que le pareces una mujercita caliente.
¿Qué dices?
– Me da pena.
– Bien. Por qué no lo piensas y luego me dices.
Salí del cuarto, Ernesto ya no se encontraba afuera y solo alcance a oír pequeños gemidos en su habitación. Deduje que se estaba masturbando.
En otra ocasión les comento que paso con mi cuñado y mi sobrina.
Lindo cuñado y cuando se sume el papá mejor