Mi desvirgamiento
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estaba a punto de cumplir mis 12 años. Era la época de carnaval y habíamos planificado irnos a una playa caribeña conocida como Oricao. Estaba rodeada de cocoteros y sembradíos de cacao. Un delicioso río la cruzaba. El alojamiento de hacía en unas improvisadas cabañas de palma, divididas internamente con el mismo material. Mi madre invitó a su hermana y a su hijo Lucindo, un jovencito de 16 años, mal estudiante y muy agresivo.
Este trajo una pequeña carpa porque deseaba dormir a la orilla de la playa. El día pasó a orillas del mar, bañándonos en el y en el río que cruzaba la hacienda. Mi madre y su hermana entablaron conversación con dos tipos y sin dudas ya había algo entre ellos porque observaba la intimidad con la cual se acariciaban. Ya llegada la noche cenamos y Lucindo se despidió para ir a montar su carpa como había planificado. Mi tía le habló y Lucindo me invitó a pasar la noche con él, propuesta que apoyó mi madre. Hoy comprendo que la intención era pasar la noche con los personajes que habían conocido durante el día.
Ya en la carpa observé que apenas cabríamos los dos. Había una lona sobre el piso de arena y una delgada cobija para los dos. Ya instalados Lucindo encendió un cigarrillo y me propuso bañarnos. Le dije que no había traído el traje de baño pero me dijo que lo haríamos desnudos. Sentí vergüenza y para complacerle me bañé con el short. Regresé a la carpa y antes de que Lucindo llegara me quité el short mojado y me quedé solo con la franela, acostándome y cubriéndome con la cobija. Llegó mi primo desnudo. Se acostó e iniciamos una tonta conversación. Le dije que sentía frío a lo que respondió que pronto se me quitaría. Tomo mi mano y me pidió que le tocara algo que estaba muy caliente. Era su miembro. Estaba muy duro y verdaderamente se le sentía caliente. Me guiaba la mano y daba instrucciones. Tomé sus bolas. Muy pesadas pero suaves al tacto.
Quitó mi mano de su miembro y colocándome de medio lado pegó su vientre a mí. Sentí sus rizados pelos en mis nalgas y el miembro entre ellas. Un frotamiento continuo y caricias en mis tetillas me provocaron un extraño placer nunca antes sentido. Mi pequeño miembro estaba erecto y Lucindo me lo acarició con suavidad. Me pidió que me colocara encima de él y al hacerlo me introdujo el miembro en la boca. Chorreaba un líquido tibio, viscoso y salado. Me pasó la lengua por el ano y me hizo gemir. Me lo lamió a placer. Introdujo un dedo, luego dos y por último tres, abriéndo los dentro de mi abertura. Me hizo acostar de lado nuevamente y colocándose detrás de mí me fue penetrando lentamente hasta llegar al fondo. Me pidió no moverme y solo contraer mi orificio y apretar las nalgas para luego aflojarlas. ¡Que recuerdo más placentero!.Así estuvimos no se por cuanto tiempo.
Lentamente comenzó a sacarlo y meterlo sin extraerlo totalmente. Sentí convulsionar. Me acarició el miembro y sentí algo muy placentero. Me decía que estaba mas rico que una chica. Que era una delicia, que mi culo era caliente y apretado hasta que se tensó su cuerpo, me lo sacó y se desplazó hasta ponerlo en mi cara pidiéndome que lo chupara. Nada más abrir la boca cuando sentí un chorro de líquido caliente, muy espeso y salobre. Mantuvo su verga en mi boca hasta que se fue reduciendo. Quedamos dormidos hasta que la luz del día nos despertó Nuestras madres se acercaban a la pequeña carpa recordándonos que ya el desayuno estaba listo…
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