Mi embarazo menarca
La pubertad suele darse entre los 8 y 13 años. Las hormonas del cuerpo de las niñas les producirán cambios físicos, como el aumento del volumen de sus senos. Sobre dos años después, aparecerá el primer período menstrual. La Menarquía..
Pues sí, hace 29 años que nací en esas benditas y maravillosas montañas donde me hice una maravillosa casa, totalmente aislada del pueblo de mis antepasados, pero a su lado, recoleta y con todo lo que necesito para pasar en ella mis días de descanso, de relax, de libertad absoluta y de poder gozar lo máximo posible con mis dos maravillosas hijas de 10 y 7 años, que ya están disfrutando del placer de jugar a papás y mamás con pollas de verdad que se les derraman en sus boquitas, coñitos, y culitos ¿serán las dos tan putas como su madre… o más? La verdad es que todas las madres, deseamos que nuestras hijas nos superen ¡pero siempre lo hacemos por su bien! ¿Verdad que sí amigas mías? Y por eso las pervierto y las hago follar a tope. Y la mayor ya lo hace por dinero.
Me llamo Sandra y no solo nací entre montañas un día de fines de Febrero ¡Piscis total!, sino que además, había en las calles más de medio metro de nieve. Solo que en lugar de nacer friolera, naci calentona, muy calentona ¡o quizá fui así para compensar el frío! Tenía un hermano casi 4 años mayor que yo, y que un malhadado día y con su acostumbrada copa de más, mi padre se pegó una leche con el coche y murieron los dos. Así que nos quedamos solas mi madre, Aurora, de 28 años y yo de 6. Y de la misma manera que mi tío Alfonso (de 56 años) ayudó a mi tía Pilar, prima hermana de mi madre, a encontrar «trabajo» en una ciudad importante a unos 20 km del pueblo, ayudó también a mi madre ¡la familia siempre es lo primero!
Pocas semanas después de la muerte de mi padre, mi tío, soltero empedernido y putero practicante, se vino a vivir a mi casa para consolar a mi pobre madre. Y hay que ver que bien lo hacía. Se pasaba todo el día pegado a ella, bueno ¡y las noches! Y se consolaban los dos porque mi madre también le buscaba. Mi tío me decía que estaba enseñándole cosas prácticas y preciosas a mi madre para encontrar un empleo “rentable”. Y mi madre me decía que el tío (que en realidad no era tío) le estaba enseñando mucho, que le daba gusto, mucho gusto aprender todo lo que él le enseñaba, y que gracias a sus enseñanzas «teóricas y prácticas», el futuro de mi madre y el mío, iba a ser maravilloso.
Cuando pasado un tiempo, los dos consideraron que mi madre ya sabía muy bien lo necesario para su trabajo y era una auténtica zorra ¡perdón… quiero decir experta!, la llevó a trabajar a la ciudad junto con su prima en la misma empresa. Como supe años después, la empresa era una depravada y muy bien reconocida casa de putas degeneradas dispuestas a hacer lo que sea, a cambio de dinero, y solo para muy buenos bolsillos y muchos vicios pervertidos ¡si lo sabré yo, que he trabajado también allí!
Mi tía Pilar, tenía una hija, Pilarín, 15 meses mayor que yo y estos juegos, entre nuestro tío y nosotras, se inician cuando yo tenía ya 7 años y Pilarín 8. Por decisión del tío (reconvertido en patriarca familiar y depredador sexual) y dado que mi casa era grande y él la reformó, las dos madres con sus hijas ¡y él!, nos pusimos a vivir juntas por comodidad. Y por comodidad y seguridad en la carretera ¡no pasara otra vez lo de mi padre y hermano!, las madres se quedaron a vivir en la ciudad desde los martes al domingo tarde. Y del domingo tarde al martes tarde, estaban con nosotras.
Las dos primas íbamos a la escuela y comíamos allí. Por la mañana, venía una vecina a recogernos para llevarnos al cole, limpiar la casa, comprar lo que nuestras madres, o el tío no tío le habían dicho, y por la tarde, quien nos recogía era el tío, era él quien jugaba con nosotras, nos bañaba sin dejarse nada de nuestros cuerpecitos sin lavar, y nos secaba con mucha paciencia, nos daba de cenar, nos ayudaba un poco con los deberes y nos acostaba. Naturalmente, nuestras madres estaban puntualmente informadas de sus avances “eróticos”, aunque nosotras no lo sabíamos.
Y casi desde el primer día, empezó a acostarse con las dos juntas para que protegidas por él, no tuviésemos miedo, pero solo eso, dormir juntos y desnudos los tres, jugar a pelearnos entre los tres, abrazarnos, besarnos, y todo eso hasta que agotadas nos dormíamos. Pero pasados ya unos meses de juegos colectivos, empezó, cada noche a compartir su cama con una sola de nosotras ¡cómo ya no teníamos miedo y era tan cariñoso y amable!
Siempre nos abrazaba, nos besaba, casi siempre en la boca y en el coñito, y nos acariciaba por todas partes y nos dejaba jugar con su pilila ¡que se ponía muy grande y dura y nos daba un gustirrinín grande tocarla y hacerla crecer! No penséis mal, solo lo hacía porque nos quería mucho. Y precisamente por lo mucho que nos quería, mientras besaba nuestras boquitas y su lengua penetraba profundamente, su mano acariciaba maravillosamente nuestro coñito ¡y nos daba mucho gusto… pero mucho!
Esas noches que estábamos a solas con él, nos iba poco a poco enseñando a fumar, y hasta de vez en cuando nos dejaba fumar de sus puros y beber un poco de vino, porque para hacernos mayores y ser “trabajadoras sociales” como nuestras madres, teníamos que ser fumadoras, bebedoras y muchas cosas que él nos iba a enseñar poco a poco, sin prisas ¡éramos aún tan pequeñas!
Tal y como fue pasando el tiempo, porque el tiempo nunca está quieto, las cosas también fueron pasando con total naturalidad ¡solo jugábamos! Nuestros cuerpos se fueron desarrollando y deseando jugar con el tío, la confianza entre los tres era extrema y cuando el tío nos bañaba, enjabonaba y secaba nuestros siempre desnudos cuerpos, también él estaba completamente desnudo como nosotras, y tanto en el baño como en la cama, nos llamaba la atención el por qué unas veces su rabo se notaba pequeñito y colgando y otras veces enorme y tieso sin que nadie lo tocara ¡crecía mucho y se hacía duro!
Su peludo corpachón, cuanto más nos tocaba, más respiraba agitadamente al estar con nosotras, y cada día dedicaba más tiempo a secarnos al salir del baño y cada vez dedicaba más atención a nuestros agujeritos entre las piernas, el de delante y el de detrás, para que no entrase agua dentro, que estuviese bien seco, o a lo mejor, para comprobar que no había entrado ninguna piraña o cocodrilo o lo que queráis pensar. Con esa excusa, sus dedos y su lengua sí empezaron a entrar en los agujeros a tope «pero solo para ver que no pasaba nada» ¡y se le ponía mucho más dura la pililita!
Nosotras le tocábamos, acariciábamos y jugábamos con el bulto de su pierna y muchas veces nos asustaba cuando se estremecía, respiraba mal, y su bulto hacía cosas raras y ¡le salían unos chorros enormes como si fuese leche casi condensada! Luego respiraba profundamente, sonreía y se quedaba relajadísimo. Como yo era más lanzada que mi prima y ya empezaba a saber cosas de los hombres, porque prestaba mucha atención a lo que hablaban nuestras madres con él, además de fijarme en las pelis porno que nos empezaba a poner para enseñarnos, y un día le pregunté:
–Tío, ¿por qué tienes esos estremecimientos, se pone duro y se mueve todo tu bulto y luego escupe todo eso que parece leche espesa?
Y nuestro tío nos dijo:
–Es que tengo una pequeña enfermedad, pero si os la cuento, me tenéis que jurar que nunca se lo diréis a nadie. A vuestras madres tampoco. Imaginaos que si se enterasen que estoy enfermo, no me dejarían estar con vosotras ¿vosotras queréis que tito Alfonso esté con vosotras y podamos jugar? Pues tenéis que callaros y será nuestro secreto.
–Tío ¿y nosotras no podemos ayudarte? Porque cuando tiras la leche, te quedas más tranquilo y el bulto se hace más pequeño. Si yo puedo ayudarte a sacarte la leche, te guardaré el secreto y te lo juro por mi padre y mi hermano ¡que me muera si digo algo!
Mi prima, que era más tímida e introvertida y que estaba muy callada y pensativa, pero que tampoco era ya tonta del todo, dudó bastante antes de contestar y sin levantar los ojos del suelo, le contestó en voz muy baja:
–Yo tampoco diré nada.
Y al ver mi tío su cara y oír esa respuesta, le preguntó el por qué estaba así:
–Es que creo que me viene la regla y no me encuentro bien.
Tito Alfonso se la quedó mirando de arriba abajo detenidamente y también a mí. Y creo que por primera vez en mi vida, ya que nunca me había fijado ni en su cuerpo ni en el mío, me fijé en el cuerpo de mi prima… y en el mío. Era entonces un poco más alta que yo, algo más gordita que yo, sus tetitas ya se abrían como unas preciosas mandarinas y con unos pezones pequeños y delgados. Su entrepierna empezaba a poblarse por un césped castaño oscuro, y encima, a la muy cabrona le venía la regla ¡ya era mujer!
Por mi parte, mi cuerpo era ligeramente más delgado, mis tetitas un poco más pequeñas pero con unas enormes areolas y pezones gruesos. Mi madre me decía que iba a tener unas preciosas tetas de campeonato. Y en mi entrepierna, el césped estaba iniciando una primera floración. En los últimos meses, yo me estaba desarrollando a mayor velocidad que mi prima, tanto físicamente como mentalmente, razón por la que nuestro tío empezó a preferirme a mí y a dedicarme sus atenciones. Además, yo empezaba a no negarme a nada que desease el tío.
Supe, tiempo más tarde, que nuestro tío pensaba que si me conseguía a mí primero, conseguiría a mi prima sin problemas y también a alguna de nuestras amigas de clase, porque yo era como una capitana de nuestras amigas. Mi tío envió a su habitación a mi prima para atenderla luego por la regla, y se quedó conmigo en el baño y mientras empezaba a tocarse el bulto, me preguntó:
–¿Estás segura que lo que pase entre nosotros no lo sabrá nadie? ¡Muchas cosas tampoco las tiene que saber tu prima hasta que no te lo diga yo! Sobre todo, lo que hagamos tú y yo cuando estemos jugando los dos solos, en la habitación o en cualquier otro sitio. Porque quiero meterte este bulto dentro de tu coñito como en las pelis. Si quieres ser mujer mayor y especial, yo te puedo ayudar, pero tienes que aprender a guardar secretos, eres una mujer muy especial para mí y tienes que aprender a callar, porque los secretos, son cosas de las personas mayores. ¿Lo juras de verdad?
Yo no sé lo que contesté porque mientras mi tío hablaba, el bulto, ese dichoso y maldito bulto, lo tenía delante de mi ¡era más grande y grueso que mi brazo y por detrás, le colgaba una bolsa gruesa que pesaba como si estuviese llena de dinero! Además, tanto el bulto como la bolsa, estaban rodeados de un bosque de pelos enorme ¡me gustaba verlo!
Me quedé petrificada y sobre todo, cuando mi tío me cogió las manos, me lo hizo agarrar por el medio y bajando mis manos apartó hacia atrás la piel que cubría lo que había debajo y me dejó ver en la punta, una cabezota granate oscura que estaba toda mojada y con algunas cosas blancas que parecían escupitajos que se asomaban por el agujero de mear. Miré a mi tío a los ojos ¡y le sonreí! Deseaba ayudarle a jugar con eso y a que me lo metiese dentro… aunque no sé cómo porque mi agujero era muy pequeño.
Y mi tío acarició mis manitas y me dijo que desde ahora, al bulto lo llamase polla. Y sus manos cogieron las mías por encima, sin apretar, y lentamente empezó a moverlas arriba y abajo. Y a mí me divertía y me hacía gracia ver como esa cabezota que tenía esa polla, se iba tapando con la piel y se iba destapando, según donde estuviesen mis manos más cerca de su barriga o más cerca de la cabezota. Y al ver el tío como movía yo mis manos, apartó las suyas de encima de las mías y me dijo que lo hiciese yo sola, que lo hacía muy bien.
Y me sentí muy importante, muy especial. Mi tío me dejaba jugar con su polla y yo estaba segura que si lo hacía todo muy bien, mi tío me la metería ¡como en las pelis!, y me enseñaría más cosas. Además, el pobre estaba enfermito y yo podría, ayudada por mi prima, ayudarle a curarse. Es como si los tres jugásemos a «enfermos y enfermeras». Y todos sabemos que las enfermeras son muy importantes para curar a los enfermos. Pero pensando en todo eso, no pensé que esa polla empezaba a tener unas vibraciones en mis manos y de repente, esa polla y mi tío empezaron a estremecerse y a escupir una gran cantidad de leche que toda me llegaba a mí y se estrellaba contra mi cuerpo y mi cara.
¿Y qué hacer yo? Pues no lo sabía, Mi tío se estremecía pero estaba callado. Y mi cuerpo estaba lleno de eso blanco que parecía leche espesa. Pero sin soltar yo su polla, Alfonso cogió con su dedo un poco de «eso» y me lo puso en la boca… y yo lo chupé, me lo metí en la boca y como él me dijo que lo tragara, pues me lo tragué. No era demasiado espesa, estaba calentita y un poco salada. Y tenía una cierta acidez, que tiempo más tarde, supe que era por fumar mi tío demasiados porros. Poco a poco fue cogiendo más leche con sus dedos y me tragué toda la que me puso en la boca.
Mi tío me preguntó qué me había parecido y si quería aprender más cosas. Por ejemplo, a tragarme toda esa leche directamente de la polla a la boca. Yo le dije que si, y entonces me acercó ese bulto que ahora llamaba polla a la boca y me dijo que lo chupara, y así limpiaría todo rastro de leche y facilitaría su cura. Y aunque me costaba mucho respirar con eso tan grande dentro de mi boquita y al mismo tiempo mover la lengua, lo debí hacer muy bien, porque mi tío empezó de nuevo a respirar fuerte y la polla empezó a crecer más otra vez, lo que aún me ahogaba más, y el tío decía cosas como:
–¡Qué buena mamona voy a hacer de ti… Que ganas tengo de correrme en tu boca y que te lo tragues todo… Ya verás como dentro de unas semanas podré correrme en tu coño… y más tarde en tu culo…!
Poco después me dijo que parase, y que esa misma noche y durante muchas noches más, dormiríamos juntos y que con sus dedos y la propia polla me iría haciendo más grande mi coñito para que dentro de poco tiempo él me pudiese meter todo eso en mi conejito y llenármelo de su leche varias veces al día ¡yo pensé que eso era imposible! Pero esa misma noche me puso una porno de niñas muy niñas en la tele y vi lo fácil que entraban pollas más grandes que la de mi tío, dentro del coño y del culo de las niñas que salían en esa porno ¡cuestión de practicar mucho! Y la deseé tener pronto dentro. Así la leche se quedaría dentro de mi coñito o en mi culo, y no me mancharía el cuerpo ni la ropa.
Esa noche, después de cenar, como Pilarin no se encontraba bien, pues se acostó y yo me quedé con el tío viendo la tele y le pedí que pusiese el porno de las niñas. Y no sé por qué, me quité las zapatillas y me subí al sofá desnuda… y de repente me tiré al cuello del tío y empecé a besarle en la boca que era muy grande para mí. Mi tío me cambió de lado y mientras me cogía con un brazo y nos comíamos a besos, con la otra mano empezó a masturbarme pero no como lo hacía antes cuando jugábamos, sino de verdad, como las chicas mayores y me metió dos dedos en mi coñito ¡y yo me sentía muy feliz… me sentía mayor!
Y me corrí dos veces, y como notaba como la polla de mi tío crecía, también le acariciaba ese bulto. Así él me acariciaba a mí y yo a él ¡es lo justo! Pero la respiración del tío empezó a crecer tanto o más que su polla, y en un momento, se levantó, me cogió en sus brazos y me llevó a su cama. Me dejó allí, se quitó los calzoncillos y las sandalias y se puso encima mío. Me miró y me dijo:
–Sandra, sé que te he dicho que te prepararía para dilatar tu coñito, pero me has calentado tanto que voy a follarte. Ya sé que no estás preparada del todo, sé que te voy a hacer daño, pero o te follo ahora o me muero ¿y tú no querrás que me muera ¿verdad?
Me sentó mal saber que se podía morir si no me follaba y yo misma me abrí de piernas y le sonreí. Pero cuando noté como su polla hacia fuerza para entrar en mi pequeño, virginal y estrecho coñito, y mi tío agarraba mis caderas para con la fuerza que hacía meterla hasta el fondo y que yo no me moviese, y a pesar de haberme corrido dos veces ¡grité como una loca porque nunca nada me había dolido tanto! Y lo único que conseguí fue asustarle, y hacer que mi prima se despertase y viniese a ver qué pasaba… y se quedó a mirar desde la puerta.
El tío volvió a poner su dura polla en la entrada de mi coñito, me tapó la boca, vi que levantaba su culo pero era para dejarse caer encima mío. Y no sé qué pasó porque me hizo tanto daño que me mareé mucho y casi me desmayé. Pero su polla entró hasta el fondo. Mi prima se asustó al ver esa polla clavada en mi coño y se fue corriendo a su habitación, y allí nos quedamos el tío y yo. Y su polla metida en mi agujero que ya nunca sería tan estrecho como antes. Ni virginal. Yo recuerdo que me puse a llorar porque me dolía más que si me arrancasen una pierna ¡o las dos!
El tío me cogía de las caderas, acariciaba mi cuerpo, me llenaba de besos e intentaba meter y sacar su polla de mi agujerito. Pero era tan estrecho que estaba como pegada a mis paredes de dentro. Así que lo que hizo fue dejarla dentro y masturbarse, y al verlo y encontrarme mejor, le pedí hacérselo yo. Me miró, le sonreí llorosa y me dejó masturbarle. Y unos minutos más tarde se volvió a estremecer y noté como dentro de mi coñito se abría como un grifo que me soltaba muchos chorros calientes y pegajosos… ¡y de repente, empezó a salir de mi agujerito gotas y más gotas de su leche que caía por mis piernas!
Pero cuando sacó su polla de dentro, nos reímos los dos porque lo que empezó a salir era un chorro enorme de leche pegajosa y que no era blanca, era sonrosada. Y no hizo falta que me dijese nada, yo misma supe que ya no era virgen, así que recogí con mis dedos esa leche con mi sangre virginal y me la bebí sin importarme su sabor ¡era mía… y estaba curando a mi tío!
Se quedó muy contento de cómo me comporté. Me lavó muy bien todo mi coño y culito, me puso una crema que era para curarme ¡y eso que el malito era él! Y me prometió que sería su chica especial desde esa noche. Y desde ese día me empezó a tratar de otra manera. Me dejaba fumar en casa siempre que quería. También me enseñó a fumar porros para colocarme. Además del vino en las comidas, empezó a darme chupitos de diversos licores fuertes para que me acostumbrase a sus sabores y me emborrachase “un poco”, todas las noches. Me enseñó a cortar sus puros y hasta me dejaba encendérselos y fumar un poco con ellos. Y todas las noches jugaba con mi coñito con sus dedos y cada dos o tres días me metía la cabezota de su polla en mi coñito, se masturbaba o lo masturbaba yo, y se corría dentro de mí.
No es que mi prima no se divirtiese con el tío Alfonso porque a veces volvíamos a dormir los tres juntos, y también a ella le empezaba a abrir el coñito con los dedos y cada día la masturbaba, es que yo era «su chica Bond» como él me llamaba. Y pocas semanas más tarde, no solo me metía en el coñito la cabezota de su polla, sino toda la polla entera que cabía en mi pequeño coñito donde entraba ya muy bien, me follaba y se corría con ella dentro de mi. Viendo que todo iba muy bien, mi tío empezó a jugar con el agujero de mi culo ¡y ahí sí que me dolía!
Y un día me dijo que yo iba a ser, desde ese día, su puta para siempre. Me iba a tratar como a una puta y me enseñaría a ser puta, y me trajo unos regalos. Unos zapatos rojos de 5 cm de tacón delgado. Unas medias negras que me llegaban casi hasta el coño con un elástico que se pegaba para no caerse. Y una tela negra que me ataba alrededor del cuello haciendo un lazo como pajarita. Y me dijo que desde ese momento tenía que ir así desnuda por la casa «porque ya era su puta». Y claro, tenía que enseñarme a ser tan puta como las niñas del porno que siempre iban desnudas porque pronto, otros hombres, se acostarían también conmigo. Y no se van a acostar contigo vestida. Yo tenía que saber provocarles para ponérsela bien dura.
Esa noche me folló de verdad con mi prima Pilarin a mi lado para que aprendiese, porque al día siguiente follaría con ella y se la metería entera, no solo el capullo. Fue precioso. El era mucho más grande que yo. Su boca, cuando me besaba cogía mis labios y casi la nariz. Su lengua era enorme para mi boca pero me gustaba ese tamaño, ese roce y ese sabor a mil cosas. Y cuando empezó a meter su polla en la cueva de mi conejito ¡me sentí morir de felicidad! Y me entregué totalmente a él. Verdaderamente quería ser su puta. Y si él quería que me acostase con otros hombres, siempre haría lo que él me mandase.
Sus labios jugaron con mi boca, con mis pezones. Sus dientes rascaban mi lengua y también mis pezones y al tirar de ellos me volvía loca de sensaciones. Me sentía muy importante ¡ya casi iba a hacer los 9 años! Notaba como su polla entraba ya muy bien dentro de mi, aunque no toda. Como yo era tan pequeña aún para mi tío, parte de su polla se quedaba fuera sin poder meterla ¡pero mi tío me pedía paciencia porque pronto me haría yo más grande y cabría toda! Me cogía fuerte de las caderas, le gustaba eso y también a mí, porque mi cuerpo se estaba más quieto mientras la polla se movía sin parar arriba y abajo… adentro y afuera.
Me corrí, pero esa vez me corrí solo por el placer de sentir su polla como frotaba mi clítoris y paredes vaginales tan estrechas ¡ahora era más bonito correrse porque me corría sin tener que usar las manos! Solo con la penetración y el roce de la polla. Esa polla que era incansable penetrando dentro de mi. Yo misma elevaba lo que podía de mis caderas para que entrase más fuerte. Y pensaba que si yo era capaz de satisfacer los deseos sexuales de mi tío, también lo podría hacer con otros hombres. Realmente me estaba convirtiendo ya en su putita y me sentía muy especial. Pero también hoy me sentía un poco cansada. La corrida y todo el tiempo que llevábamos follando me cansaban, ya que el tío retardaba su corrida para follarme más tiempo. Y me volví a correr. Y mi prima Pilarin me dio otro beso en la boca ¡nos gustaba besarnos ahí y juntar las lenguas!
Pero lo más maravilloso fue notar como mi tío se corrió dentro de mi sin tocarle la polla ¡ya no hacía falta masturbarle para llenarme el coño con su leche! Ahora podía correrse follándome como se hace con una mujer mayor. Su descarga de semen me llenó de orgullo y de alegría. Y él se volvía loco besándome, mordiendo mis pezoncitos y estrechándome contra él. Cuando me dejó sobre la cama y se apartó, mi prima me dio medio vaso de vodka que me bebí y se tiró encima mío. Nos comimos a besos, nos masturbamos y nos quedamos dormidas. Nos gustábamos las dos. Y nos seguimos gustando…
Al día siguiente, Pilarin también dejó de ser virgen y también su coñito se llenó de leche espesa del tío. Y durante dos semanas, el tío nos follaba todas las tardes y las noches antes de quedarnos dormidas. Por las tardes, al llegar del cole nos follaba a las dos y nos daba unas pastillitas que nos ponían muy contentas, luego nos bañaba, luego nos ayudaba a hacer los deberes. Cuando los terminábamos, unas veces nos daba a fumar porros y otras veces sus puros, mientras nos abrazaba y nos masturbaba y al corrernos nos daba vodka, coñac, tequila y otros licores, luego nos daba la cena. Y al acostarnos, bastante drogatas y borrachas, nos volvía a follar ¡y nos dormíamos más a gusto!
Cuando más o menos pasaron esas dos semanas, el tío me volvió a decir lo especial que era yo y que deseaba abrirme el culito para que así yo pudiese follar por los dos agujeros. Y que pasaría lo mismo que con el coñito. Los primeros días me dolería pero luego el agujero se haría más grande y cabría toda su polla. Y volví a dormir con él y algunas noches mi prima también, y mirando aprendía. Mi tío engrasaba mi culo y luego con los dedos, los metía, los rotaba dentro de mi ano, cogía los lados del agujero y los estiraba para los lados y para arriba.
Sí que me hacía daño, porque con casi 9 años, el culo no está bien abierto aún, bueno, el coño tampoco pero me gustaba más. El primer día me hizo beber más licor del habitual y fumé un porro muy cargado, me llegó a meter 3 dedos juntos y casi no lloré. El segundo día me hizo beber más chupitos, otro porro bien cargado que me puso muy contenta y jugó un poco metiendo los dedos profundamente. Pero luego, como estaba borracha y medio drogata, sin avisarme metió su polla. Aunque como en las vueltas ciclistas, por etapas. Primero me metió el capullo, lo sacó, lo volvió a meter… y así varias veces. Y en una de ella cuando metió el capullo y algo más, se dejó caer encima mío y me clavó su polla hasta los cojones. Y al ver la cara que puse ¡hasta Pilarín gritó del daño que me hizo! Y una vez ya dentro, pues me dio más chupitos y me folló un buen rato ¡lo normal! Y me llenó los intestinos de leche pegajosa. Aunque estaba tan borracha que ni me enteré.
Al día siguiente, y así yo mientras me reponía de la inflamación de esa follada, la follada fue Pilarín. Pero como ella se emborrachó sola antes de venir a la cama, pues a ella se la metió en una sola etapa. La engrasó, le metió el capullo y se dejó caer ¡ya no éramos vírgenes por ningún agujero! Y alternaba los días para que nos recuperáramos. Y luego alternó los agujeros. La polla de nuestro tío por las tardes se metía y vaciaba en los coñitos y por las noches en los culitos. Como todos lo tenéis claro, si quieres ser puta te tienes que acostumbrar a todo. Y todo eran también los licores, los puros y los porros, que cada día nos gustaban más.
Y aunque Pilarin y yo no lo sabíamos, porque de esto no hablábamos con nuestras mamis los fines de semana para mantener el secreto de la enfermedad del tío, nuestras madres sabían cada día lo que el tío nos hacía, y así ellas comprobaban cada fin de semana que nosotras éramos felices, no nos quejábamos de nada, y que verdaderamente teníamos madera de putas, y hasta ya empezábamos a probar lo de la lluvia dorada y el beso negro.
Las semanas iban pasando, follábamos dos o tres veces cada día. Fumábamos cigarrillos, porros, y los puros del tío. Además unos días nos enseñaba a meternos en la nariz unos polvos blancos y otros días unas pastillas redondas más potentes que las anteriores que nos hacían flotar. Nos tomábamos muchos chupitos de licor cada día, cada uno de un licor distinto que nos emborrachaban bastante. Al ver que no vomitábamos muchas veces, aunque andábamos haciendo eses o nos íbamos al suelo, a veces nos follaba agarradas en el suelo, como a cuatro patas, y eso nos daba mucha risa. Y al acostarnos, con tanto alcohol y otras cosas dentro, nos entregábamos totalmente al tío y lo hacíamos muy feliz porque no nos negábamos a nada, ya nos dejábamos follar como mujeres mayores ¡y nos dormíamos sonriendo!
Pero… cuando ya se acercaba el fin de curso y las fiestas del pueblo, nuestras madres, como la cosa más normal del mundo, nos dijeron que el tío, a partir de entonces, nos iba a enseñar cosas nuevas y así fue. Nos enseñó a prepararnos y esnifar, unas rayitas de coca completas ¡pero solo los fines de semana! Y nos enseñó a prepararnos nosotras mismas, los porros más fuertes del pueblo ¡te colocaban de muerte! Dejó de ponernos chupitos y empezó a dejar las botellas de licor encima de la mesa para que bebiésemos todo lo que quisiéramos ¡y directamente de la botella!
Unos días antes de las fiestas, nuestras madres se tomaron un merecido descanso estival de «sus trabajos» en la ciudad ¡y por fin nos confesaron que eran putas, y que el tío nos había estado enseñando a serlo!, y nos enseñaron a mi prima y a mí lo que era el sexo entre mujeres ¡y en serio! Joder ¡eso si que nos gustó! Nos gustó tanto besarnos y follarnos a las dos, que Pilarín y yo dormíamos juntas para follarnos, y terminábamos agotadas de tantas corridas y de tanto meter y sacar las manos en los coños de las dos. Nos corríamos varias veces al día y en cualquier sitio ¡era chuli!
También empezaron a hacernos fumar más porros y a tragarnos el humo de los puros. A beber de varias botellas de licor distintas, Un vaso entero de vino en las cenas. A tomarnos por la nariz más polvos blancos y todos los días. Nos dieron más pastillas. Y con el colocón que llevábamos las dos, el tío se pasaba el día follándonos… y la noche.
Unos días después, el sábado por la mañana, nuestras queridas madres arreglaron nuestras habitaciones, las limpiaron bien y nos pusieron unas sábanas impermeables, o algo así. Pilarin y yo no sabíamos por qué, pero nos lo dijeron a la hora de comer ¡esa tarde vendrían unos señores para follarnos a las dos… nuestros primeros clientes! El tío estaba haciendo propaganda en los bares de lo putas que éramos. Y claro, con lo buenas que estábamos y tan niñas ¡se apuntaron todos los maduros del pueblo y de la comarca!
Entre el tío y las mamás habían decidido que ya nos podíamos meter a putas, porque éramos las putas más niñas de toda la comarca para follar y ganaríamos mucho dinero. Así aprovecharíamos la Feria de Ganado y las Fiestas del pueblo, para entrenarnos bien con los hombres, porque si lo hacíamos bien, nos iríamos todos a vivir a finales de Agosto a la ciudad, y una vez allí, iríamos al cole nuevo por las mañanas, y trabajaríamos por las tardes de putas, en un puticlub infantil ¡al lado de donde follaban nuestras madres!
Y aunque me hicieron para comer los macarrones al horno que tanto me gustaban, casi no los probé, pero me bebí todo el vino que me pusieron. Estaba nerviosa, porque no estaba muy segura de qué era eso de ser puta y de follarte un hombre y luego otro… y otro… El primer día mi mamá (y la de Pilarin en su habitación) nos dirían todo lo que teníamos que hacer con los primeros hombres, que eran amigos y clientes de muchos años de ellas, y no les importaba que estuviesen con nosotras para enseñarnos.
Antes de empezar a “trabajar” con los clientes que viniesen, nos dieron coca (esos polvos blancos) y varios chupitos, cada uno de un licor. Y entre cliente y cliente, más chupitos y cada dos clientes, más coca. De vez en cuando parábamos para limpiarnos de tanto semen y sudor, y fumarnos unos potentes porros ¡y eso que ya estábamos bastante borrachas del mucho vino de la comida!
Nuestras madres y el tío nos dijeron que detrás de un cliente entraba otro ¡Pero no cuantos! Y unas veces por el coño y otras (las menos) por el culo, esa tarde y noche entraron 11 hombres a la habitación, me follaron los 11 por donde pagaron, y me irritaron mucho el coño. Por culpa de la irritación del culo, me sentaba muy mal en las sillas y sillones ¡pero ya era puta y mi prima también… como nuestras madres! Nos limpiaron bien y nos pusieron cremas que eran refrescantes.
El domingo por la tarde como habían toros, solo vinieron 8 y así se me rebajó un poco la inflamación. Aunque el roce de las pollas con las partes inflamadas nos dolía de cojones. Ese día vino un señor que era el jefe de nuestras madres en el puticlub de la ciudad, y les dijo que Pilarin y yo no éramos lo suficientemente viciosas y que habíamos de ser putas más viciosas ¿y qué coño era eso? Pues lo supimos esa tarde-noche.
Teníamos que fumar porros potentes en cantidad para colocarnos. Mínimo cinco rayas de coca cada tarde-noche. Todo el vino que quisiéramos en las comidas y en las cenas. De chupitos de licores nada, todo el licor en vasos y todo el día. Desde anís hasta vodka pasando por coñac o tequila. En el club solo nos querían borrachas a tope y drogadas hasta los huevos arrastrándonos por el suelo y meadas por los clientes ¡viciosas y emputecidas! Sobre todo los fines de semana que no había cole. Y follando sin parar, porque hasta por las mañanas venían clientes para follarnos. El último día de la Feria de Ganado, me follaron 15 tipos ¡ni que yo fuese una cerda! Y encima, posiblemente por culpa de tantas folladas ¡me vino mi primera regla!
Mi madre me dijo que eso era cosa de la sexualidad desarrollada o avanzada o como se llame, y me dijo que cuando fuésemos a la ciudad me llevaría a su ginecóloga. Porque yo había entusiasmado a todos mis clientes, al follar muy bien a pesar de mi niñez y de mi inexperiencia, y nos iríamos a la ciudad. Nuevo pueblo, nueva casa, nuevo cole… y a seguir follando por las tardes (no todas por culpa del cole) pero los fines de semana a tope, tardes y noches. Y mientras duraron las fiestas sin la Feria, y seguimos en el pueblo unos días más, seguimos follando y ganando dinero.
Esos días marcaron mi vida. Estaba permanentemente colocada a tope, y me inicié de verdad en el consumo del alcohol y de las drogas sin importarme nada las cantidades que consumía. Me sentía feliz. Me sentía útil. Y más feliz me sentía al ser follada y tan follada. En esos días aprendí a rechazar el dolor de las irritaciones iniciales y a adorar ser follada duramente. Me gustaba ser follada con fuerza y por grandes pollas.
Unos días después, ya en la ciudad, me llevó a la ginecóloga. Me sentaron en un sillón de esos raros que en lugar de apoyabrazos tiene apoyapiernas, me espatarró la señora de la bata blanca más que cuando follaba. Me abrió el coño con unas pinzas raras, me miró por dentro, y de repente levanta la cabeza con una cara rara y le dice a mi madre:
–Joder Aurora ¡TU HIJA ESTÁ PREÑADA!
======
me encanta tu redaccion, excelente!!! Me gustaria mucho leer algun relato de tus nenas violadas, pero un poco mas salvaje, sin tanta dulzura de las nenas. Obvio con mucha droga encima, y que tu veas su sufrimiento, aunque por dentro lo disfrutes, con una buena dosis de violencia a las niñas. Gracias!!!
Papadenenas y Alejandra699 ¿y por qué no me escribís unas cartas y me explicáis lo que os gustaría hacer? Así conocería vuestros gustos, como sé los de otras personas que si me escriben.
Muchas gracias a vosotros y a todos los que me leen, me puntúan y me escriben. Ya estoy haciendo la 2ª parte de este relato.
Besos para tod@s
uffff kw rico
Siguiente parte