Mi esposa me ofreció a nuestra hija
Después de 19 años de matrimonio, mi mujer dió el paso sin retorno cuando atrapó a nuestra hija en nuestra vida sexual..
Mi nombre es Adam (todos los nombres de esta historia son ficticios), tengo 41 años, vivo con mi esposa Leticia de 40 y mi hija Lucía de 19. Mi mujer y yo siempre llevamos una sexualidad bastante abierta a probar cosas nuevas, nos gusta mucho hablar de nuestros intereses y los que nos es posible, los llevamos a cabo, lo más usual es el bondage, spank, sadomasoquismo y dominación, salvo ciertos casos, yo soy el dominante.
Nuestra relación comenzó en la universidad, ella me gustaba por que sus pechos enormes se robaron mi atención, era algo gordita por lo que sus tetas se veían aún más grandes y me volvían loco, me le acerqué solo por atracción por su cuerpo, pero pronto coincidimos y descubrimos que teníamos mucho en común, ella resultó ser una total pervertida y me fascinó, durante nuestro tiempo de novios descubrí que una de sus fantasías era tener una hija para su hombre, darle una pequeña putita, recuerdo que mi corazón estuvo agitado toda la tarde ante la idea, nunca dije nada pero me excitó mucho, pero dos años después, ella se embarazó y nació nuestra Lucía, para ese entonces tuvimos que casarnos por presión de nuestras familias, cuando me enteré que era una niña, me sentía ansioso, esperaba que ella volviera a mencionar su fantasía, pero no fue así.
Me olvidé del asunto y criar a mi hija sin verla como mujer no fue tan difícil, hubo más de una tarde que me masturbé fantaseando con que mi esposa cumplía su deseo y podía tenerlas, pero eventualmente lo superé, no fue difícil, mi Leti tenía un cuerpo de gordibuena tan sexy, adoraba follar su enorme culo y ver sus enormes tetas, además su estómago algo abultado me recordaba a su embarazo y también me gustaba, pero tuve la fortuna de probar también su cuerpo esbelto y delgado, nuestra hija comenzó a asistir a la preparatoria a sus 15 y mi mujer tuvo tiempo de ponerse en forma, lo mejor para mi es que su nueva figura le dio la confianza de bailarme y de seducirme de muchas otras maneras, sin embargo volvió a su complexión un poco más robusta en pocos meses.
Nunca sentí aburrimiento de mi mujer, aún tras tantos años, los dos buscábamos nuevas formas de disfrutar del otro y hacerlo disfrutar, sobre todo ella, siempre me daba sorpresas y hacía cosas nuevas por mi. Pero jamás me esperé que un día, hace 3 años, al regresar a casa, ella estuviera de rodillas, totalmente desnuda salvo por su collar con su nombre y el mío como dueño, lo primero que pensé al verla así fue que consiguió que Luci saliera o se quedara a dormir con sus amigas, caminé a ella sin decir nada, ella sabía lo que tenía que hacer, sacó mi pene ya duro del pantalón y lo colocó sobre su cara para empezar a lamer mis bolas, lo hizo por un buen rato, me gustaba que hiciera eso como un servicio, una muestra de sumisión, además, a ella le excitaba pero sobre todo le gustaba sentirse mía de esa forma, siempre dijo que para ella eso era una entrega muy íntima.
Después de un tiempo no tan largo, besó mi pene y se paró a mi lado y sonriendo me dijo que me tenía un regalo. Me gusta disfrutar de las cosas al momento, me gusta ser paciente para recibir toda la satisfacción en el momento, así que no pregunté nada, solo le dejé saber que estaba contento con un: «Gracias mi puta», no fueron solo palabras, la tomé del cuello con fuerza y azoté repetidamente su trasero por unos segundos, fueron solo 4 o 5 palmadas fuertes pero pude ver su cara de placer con cada una, se veía tan indecente que me calentó, me dieron ganas de seguir azotándola y follarla duro, pero siempre tuve un buen autocontrol, aunque ella aún así lograba sacarme de mis 5 sentidos repetidas veces.
Se abrazó a mi, pegó sus tetas desnudas a mi pecho y caminamos a nuestra habitación, estaba en un pasillo de arriba desde donde se podía ver la entrada en la que acababa de chupar mis testículos, justo afuera de la puerta alcancé a ver algunas gotas, me emocioné, pensé que ella había aceptado hacer algún trío con otra mujer, pero cuando abrió la puerta, nuestra hija estaba detrás, mirándome tímidamente, con pena, pero visiblemente excitada y nerviosa, mi pequeña hija de 16 años llevaba el mismo traje indecente que usó su madre, nada más que un camisón transparente blanco que dejaba ver su desnudez debajo de la tela, sus pezones eran un rosa mucho más claro que el rojizo de Leticia, sus pechos eran algo más pequeños pero quizá bastante grandes para su figura delgada de adolescente de 16, sus caderas anchas pese a su delgado cuerpo me llamaban a tomarla por ellas y darle duro, esa vista provocó que mi pene, que ya estaba afuera y erecto por lo que habíamos hecho mi mujer y yo, palpitara y rebotara ligeramente, mi Lucía estaba muy nerviosa para notarlo, pero Leti no lo dejó pasar. Tomó mi pene entre sus manos y le habló a mi hija con unas palabras que me excito solo de recordar: «Mira como pusiste a tu padre mi amor, tienes que ser una buena putita, ven, te enseñaré a chupársela»
Que buen relato, nada mejor que una esposa sumisa, ya quiero saber cómo continúa
Todas las madres deberían de preparar a sus hijas.
Totalmente de acuerdo
Ufff! que ralato tan rico!
Deseando la continuación del relato. Muy bien. Adelante