Mi fantasía se cumplió: segunda parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Por no sé cuanto tiempo me quedé en la habitación sin salir. De pronto escucho voces y risas en el pasillo. Mi puerta se comenzó a abrir lentamente y yo, acostado en la cama, me levanté aterrorizado. Mi conciencia no me dejaba tranquilo y por un momento creí que era mi fin, pero tan sólo resultó ser Mayte acompañada por Areli.
Ambas entraron serias a pesar de que momentos atras ellas reían en el pasillo.
—le conté a Areli— como cubetazo de hielo me cayeron las palabras de Mayte. El terror me invadió, no sabía que hacer. Me volví hacía la cama y me acosté bocabajo.
Mayte se me acercó por un costado y me puso la mano en la cabeza.
—lo siento, es que ella también a visto a mi hermano cuando se viste.
Mi mente divagaba hasta que ella dijó eso. Quisé decir algo y no supe qué. Parecía que ahí el niño era yo y no Mayte.
El silencio se apoderó de la habitación. No dije nada, no sabía que hacer, no la quería ni ver.
—tío Nico, no estes triste, no diré nada— Escuché esas palabras dulces y supe que era Areli, ya estaba junto a mí, parada al lado de Mayte.
Inmediatamente me giro y la veo ahí ante mis ojos a mi hermosa Areli. La culpa se me olvidó por completo cuando ví sus hermosos ojos negros, esos que me tienen tan enamorados de Areli.
—No digas nada Areli, y tú Mayte ya no le digas a nadie más, por favor. Me irá muy mal si cuentan eso—
—Sí tio— dijeron las dos.
Con todo y que me dijeron que callarían no me quedé nada tranquilo. Tenía la cara seria y las miraba a ambas, que a su vez se miraban y se reían.
—Areli quiere verte desnudo—dijó Mayte mientras se reía. Areli se sonrrojó y se quedó callada.
No saben el tomulto de sentimientos y emociones se hicieron presentes. Sentía miedo, pero a la vez alegría por pensar en que le gustaba a mi sobrina Areli. Sentía nerviosismo y exitación. Quería desprenderme la ropa de un solo tirón y abrazar a mi Areli. Traté de calmarme y de pensar que hacer. Sabía que eso pondría las cosas más feas si me descubrían, pero pensé en que si lo hice una vez y me meten a la carcel mejor que sea por dos veces, además de que Areli era la fuente de inspiración de todas mis masturbaciones.
—¿es en serio, Areli?— pregunté, ansioso por su respuesta.
—si—dijo Areli con una voz casi inaudible y moviendo la cabeza.
—Esta bien, pero tú Mayte no puedes ver de nuevo— dije, mirando a Mayte— te tienes que salir, pero promete que nunca le contarás a nadie.
—si, tio Nico, lo prometo.— Mayte se salió del cuarto y me quedé a solas con Areli.
Mi extasis era enorme, yo estaba a solas con la niñita de mis ojos, la que me provocaba fantasías a cada rato del día y que por las noches me hacía soñar los más hermosos sueño eroticos del mundo.
—tapate los ojos—le dije, y ella rapidamente lo hizo.
Me bajé el boxer y las bermudas al mismo tiempo sin siquiera desabrocharme el botón, el tiempo avanzaba y las ansias me exiguían apresurarme. Me quedé desnudo. Me acerqué a Areli y me quedé frente a ella.
—ya puedes ver— le dijé mientras tomaba sus manos y se las quitaba del rostro.
Sus bellos ojos expresaban una sorpresa eminente.
No dijo nada.
Aún tenía el pene flácido. Pero ya comenzaba a levantarse. Lo pusé a bailar para que se pusiera duro. Cuando lo hacía Areli sonreía como si se divirtiera viendolo bailar.
—tocame Areli— le pedí, ya muy desesparado.
Comenzó con su dedo a tocar mi pene, como lo hacen los niños.
No aguanté más y la abracé. Su cara quedó en mi abdomen pero alejada de mí pene.
—¿me quieres?—le pregunté.—desnudate también.
—no quiero— me dijo—tengo miedo.
El corazón se me partió. Quería verla desnuda pero no quería obligarla y lastimarla, la amo tanto que jamás la forzaría.
—¿me quieres?—volví a preguntar mientras me agachaba para mirarla.
—te quiero tio.—me dijo y le sonreí.
—Está bien, no te desnudes.
No aguanté más y la besé en la boca de piquito. Ella no dijó nada y se sonrrojó. La volví a besar otra vez y otra vez de piquito. Ella comenzó a sonreír abiertamente.
—te quiero— le dije.
La comencé a acariciar y a hacerle cosquillas en el vientre y en la espalda. Ella se reía y yo continuaba.
La tomé por la cintura y la puse en la cama. Areli se sentó al borde de la cama y yo me puse de rodillas. Le acaricié las piernas con suavidad, metiendo de vez en cuando la mano en sus diminutos shorts mientras le decía que la quiero. Ella se puso sería, yo no podía dejar de mirar su dulce carita y de acariciarla.
—¿te puedo quitar tu ropa?— le pregunté ya muy desesperado.
No me contestaba nada. Continue acarciandola.
No parecía que sedería. Desesperado me puse de pie y acosté a Areli, levante su blusita y comencé a soplarle la barriga para que sonara como un pedo.
Ella se comenzó a reir y retorcerse. Aproveché y comencé a levantarle mas la blusa. Avanzaba progresivamente hacia sus pechitos para soplar ahí, Hasta que por fin llegué a uno y no sólo le soplaba también se lo mamaba. Ella parecía disfrutar eso y yo aun más.
—¿te gusta?— le pregunté.
—me da cosquillas— me dijo riendose.
Le saqué la blusa por completo y admiré su torso desnudo. Maravilla era su cuerpo, invitador al pecado a pesar de no tener pechos deserrollados.
La levante, la abracé y le dije: — te quiero.
Mi pene ya estaba a reventar, la exitación lubricaba mi pene como nunca, gritaba su deseo de penetrar carne viva. La besé en la boca pero esta vez utilicé mi lengua, ella no se despegó de mí, permaneció en el beso intentando hacer lo mismo con su lengua sin lograrlo. Puse mi mano en su nalga y la apreté con cariño.
—te quiero— no dejaba de decirselo cada vez que soltaba el beso para reanudarlo.
Puse la otra mano en la nalga libre y la apreté también. Le separé las nalgas y sentí su ano atraves de la ropa. No pude más y le bajé la ropa, shorts y calzón juntos. Su vulva era un hermoso paisaje al que no resistí sólo mirarlo y decidí poner mi mano ahí. Fue la gloria, casi y eyaculo del tremendo placer que me provocó pero apreté el culo y me controlé. Areli dejó de besarme y se quedó quieta, mirando mi mano. No decía nada y yo me dedicaba a acariciar su tierna vulva.
La baje de la cama y la puse a modo que me diera las nalgas. Me agaché a admirar su ano y su vagina. Que deleite. No evité las ganas y me puse a lamer su vulva y su ano. ¡Que deliciosa estaba! con todo y sabor a caca de su ano. Creo que eso me puso más loco porque me dedique a chuparle el ano. No sé si Areli disfrutaba como espero que haya disfrutado pero empujaba su cadera contra mi cara.
Era tiempo de tratar de penetrarla y decidí hacerlo primero con los dedos . Metí un dedo en su vagina y otro en su ano, ninguno entró mucho, sólo conseguí lastimarla. Le acaricié para que se calmara con la otra mano y me llevé a mi boca los dedos con los que intenté penetrarla para saborear su caca. ¡Que manjar! Lamentablemente supe que no debía, penetrarla porque le dolería demasiado. Resolví a poner mi pene entre sus nalgas para hacer una rusa. ¡como gozaba! Quería gritar ¡Areli! pero me resistí. Cambié mi pene de lugar para ponerlo entre sus piernas para sentir sus labios sobre mi pene. La fricción ahí parecía darle placer a ella también. No resistí más eyaculé gimiendo como loco. Giré a Areli y la besé de nuevo.
Me acosté con ella encima de mí en la cama y le acaricié por un buen rato sus nalgas.
—no dirás nada ¿verdad?
—no, te lo prometo tío Nico.
Despues de un rato le puse su ropa sin revisar si le había caido mi semen. Supongo que no porque no a pasado algo desde entonces. Yo por igual me vestí. Antes de salir del cuarto me agaché frente a ella y pasé mi mano el la boca como cerrando una cremallera y ella asintió y lo hizo también. La besé en la boca y luego en la frente y salimos de la habitación.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!