MI GENESIS SEXUAL, un curso intensivo de dos semanas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Acto 1
Tendría yo 9 o 10 años máximo cuando llego mi primo Mario a pasar unas vacaciones a mi casa, él vivía en el campo, tendría 14, de piel morena reseca por el sol, bastante extrovertido, un chico buena onda con el que se podía pasar el día sin aburrimiento. Se instaló en mi cuarto, según mis padres solo sería por un par de semanas.
A pesar de la diferencia de edades la pasábamos bien, él jugaba conmigo y me ayudaba a cuidar a mis dos pequeños hermanos pues mis papas trabajaban y llegaban hasta bien entrada la noche. No teníamos escuela, estábamos de vacaciones.
Un día Mario me pregunto si todavía tenía virgo el pico. No supe que decir, no sabía que era. El riéndose empezó a explicarme, me dijo que la palomita (nuestro pene) era para hacer feliz a las mujeres, que era para cogerlas, que se les metía en su cucharita (la vulva), que con ello se les hacia los niños.
– Pero ¿Se te para? – me pregunto-.
– No se
– A ver enséñamela
– No – dije sintiendo un no sé qué, sabía que no era correcto-
– Jajaja ¿Eres maricon?
En realidad no entendía lo que quería decirme, eran otros tiempos, era un niño inocente, de ciudad pero ignorante de esas cosas.
– ¡Vamos¡ ¡Sácatela¡
Y para animarme lo vi sacarse su buen pedazo de carne, no muy grande, grueso, negro y rodeado de pelos.
– Mira – me dijo – ¿Lo tienes así o más pequeño?
– ¡No¡ El mío esta mas chiquito ¿Por qué tienes pelos ahí?
– Porque ya soy hombre Jajaja.
– ¿Y cuando yo sea hombre voy a tener uno así?
– Sí – dijo -, pero debes empezar a sentirte hombre desde muy chiquito. Debes jalártela todos los días, desvirgarte. Sino no podrás coger niñas y ellas no le gustan los virgos.
– ¿Y cómo me quito el virgo?
– Ven te enseño – dijo mostrando por primera vez desde que lo conocía, esa mirada, esos ojos que aun hoy recuerdo, aunque no su cara -.
Como estábamos solos en casa me pidió que me bajara mis pantalones a las rodillas, luego me dijo que me acariciara mi pito como sobándolo, de un lado a otro, desde la punta hasta el tronco, que pusiera la mano en forma de “O” y que la deslizara, el mismo me escupió saliva para un mejor deslizamiento, mi pedacito de carne se empezó a poner durito. Mario Reía.
– ¡Jálate y has como si la estuvieras metiendo en un hoyo¡ ¿Qué sientes? ¿Te duele?
– Cosquillitas.
– Pélate la cabeza ¡Tienes que desvirgarte¡ Pon tu mano así – dijo colocándome el mismo mi manita – y trata de descapucharte de una vez-
– Pero me duele
– ¿Qué prefieres? ¿Estar virgo y que la niñas se rían de ti o ser un hombre como yo?
– Quiero ser hombre.
– Entonces jálatela de una buena vez ¿Quieres que te ayude?
– Si
– Bien. ¡Espérate¡ Déjame darte un besito para que sientas más bonito
Sin más preámbulos lo vi agacharse hasta quedar de rodillas frente a mi pajarito y de una vez tomo mi palomita y se la metió a la boca. Sus regordetes labios estaban calientitos, resbalosos. Su lengua jugaba con la punta y trataba de meterse por el hoyito donde meaba.
– ¿Te gusta?
– Siii
– Esta saladita. Tus huevos se te escondieron jajajaja ¿Dónde están tus huevitos?
– No seeee
– Te gusta verdad cabroncito
– Métela pues. Yo voy hacer que te hagas hombre
No sé cuánto estuvimos, pero entre más me la mamaba yo más rico sentía. Sus manos en mis nalguitas me empujaban hacia el como si tratara de tragarme.
– ¡Métela¡ Métela duro. Empuja. ¡Ponme las manos en mi cabeza y muéveme así – dijo moviéndose rítmicamente -.
Casi por inercia empine mis pies para darle más duro, me empezó a gustar que mi primo respirara extraño, hablaría diferente y hasta temblara con mi pajarito en su boca. Pude ver como él también se estaba jalando el suyo, su mano derecha se había enroscado en su reata y se descubría ese parte brillosa como cabeza de calvo. Mario resoplaba cansado no sé por qué.
– ¡Métemela más adentro¡ ¡Métemela toda¡ Empujamelaaaa – alcanzo a decir – bufando y resoplando. Sus labios cubrían hasta mis huevitos, su lengua estaba más caliente.
Pude sentir su cuerpo tensarse, elevo sus ojos hacia mí y separándose pude ver como arreciaba el ritmo de su mano, de un momento a otro su manguera empezó a tirar grandes chorros de algo como baba, viscoso, blanco y de un olor para mi desconocido.
– AAAAAAHHHH Que rico. ¿Tú no has acabado verdad papito?
– No se
– ¿Qué sientes en tu verguita?
– Rico
– Pero no acabas todavía. Bueno será otro día, pero es necesario que te la peles de una buena vez para quede así. ¡Mira¡- dijo mostrándome su fea reata. Jálatela, así, así, de una buena vez. Ya ves – dijo al ver que mi capullo se había descubierto y un hilito de sangre se deslizaba entre mi manita. Ya no llores. ¿Qué sientes?
– Me duele. Me arde como chile.
– Tranquilo. Se te pasara. Ahora a buscar a la primera mujer que se va comer esa paloma jajajaja.
¿Qué te medirá? 10, 11… Que importa, ya te crecerá, será más rica y echara leche.
Acto 2
Paso una semana desde esa primera vez en que mi primo me enseño como quitarme el virgo y como buen maestro no dudo en darme clases de refuerzo a diario. Todos los días se tomó la molestia de pelarme mi verguita, darme una mamada – como él decía – y pajearse enfrente de mí, todo con el fin de prepararme para ser un hombre como él.
No sé como pero convenció a Sara mi vecinita de al lado. Ella es unos 2 años mayor que yo, 12 cuando mucho, algo gordita, más alta que yo, piel blanca y ojos risueños.
– Vamos primo. Hoy si te vas hacer hombre. Sara – dijo refiriéndose a mi vecina -, vas hacer lo que te dije. Quítate los calzones.
En un dos por tres estábamos desnudos ella y yo, mi primo parado a media habitación y nosotros en la cama de mis padres.
– Primero, tú Sara mámasela a Robert.
– ¿Cómo? –
Robert párate en la cama, tú de rodillas acá. Chupa como si fuera paleta, saca la lengua, échale saliva. Así, así….. Robert ¡tómala de la cabeza¡ y métesela toda, hasta el fondo. Así, así, bien. Aprenden rápido picaros… ¿Te gusta Robert? ¿Esta Rica Sara?
– Si
– ¿Te gusta Sara?
– Si
– Después te la va a mamar él y a ti. Vas a sentir tu primera verguita
Sara solo asintió con su cabecita y seguía metiéndose hasta el tronco de mi rabo, era rico pero la mamaba mejor mi primo. Aunque a fuerza de una semana de aprendizaje mi pene estaba a full de parado, mi cuerpo estaba excitado, sin saber porque sudaba como si estuviera trabajando como negro. Creo que mi inocencia yace rato había sido robada, me sentía hombre, con 9 o 10 pero entendía que lo que estaba haciendo era prohibido, que era rico, pero prohibido.
– Ahora mámasela tú a ella. Sarita ponte acá bien abiertita de tus piernas, que Robert te mame el chocho. Si, así. Ábrete bien, ábrete con tus dedos para que él pueda mamarte mejor. Así, así…
El chocho de Sara era gordito, sin pelos, algo como una lengua sobresalía de sus labios, blando y rico al gusto. Un embriagante olor se impregnaba en mi nariz.
– Mámasela bien, porque si no se la mamas bien a una mujer no la vas hacer feliz y te dejar. Hay que aprender a hacerles rico. ¿Te gusta Sara?
– Si
– Que sientes
– Cosquillas. La lengua de Robert está caliente.
– Bueno ahora quiero que cojan.
-Robert Súbete encima y le metes la verga.
Deje su chocho y como si estuviera preparado congénitamente quise deleitarme con la vista de esa vulva que sería la primera con la mi pito tuviera contacto, Sara estaba abierta esperándome, sonreía coqueta y hasta ganosa, sus piernas en V se balanceaban de lado a lado, cuando me coloque entre ellas mi vecina misma busco que su cosita quedara lo más cerca de mi pitito. Se sentía caliente y empecé a rosarme en sus labios, luego colocaba la cabecita y empujaba, era rico, la culeaba como perro. Mario se había desnudado y sentado en una silla se pajeaba como degenerado mientras gritaba que siguiéramos, que le gustaba vernos coger.
– Así, así, métesela hasta el fondo.
Los jadeos de Mario llenaban la habitación, Sara y yo perdimos la concentración y aunque seguíamos culeándonos el deseo – si es que se le puede llamar así- había desaparecido. Fue entonces cuando mi primo me grito que yo ya había terminado, que ahora le tocaba a él. Me saco de la habitación y entrecerrando la puerta se fue a donde estaba Sara, no sé qué le dijo pero pude ver que ella estaba asustada.
– Bueno mi amor – dijo Mario – hoy me toca a mí. Ya que mi primo no te pudo desvirgar lo voy hacer yo.
– No, no – escuche decir a Sara – Usted la tiene muy grande.
– Y que no verga querías pues. Tranquila chiquita, en un momento serás toda una señorita. ¡Robert ¡Cierra la puerta y ve si viene alguien. Después te toca a ti.
En realidad no sé qué paso adentro, al principio solo oí gemidos de dolor, luego el sonido de la cama golpeando el piso, finalmente resoplidos de gusto y hasta maldiciones. El que rico era el común denominador.
A esa edad creo que fueron los 15 minutos más largos de mi vida. Escuche como todo quedo en calma, luego la voz de mi primo hablándome para preguntarme si todo estaba bien. Cuando abrió la puerta los vi aun desnudos, el junto a la cama y ella arreglándose sus ropas. Un charco de sangre manchaba las sabanas.
Sara parecía estar lastimada y sollozaba en voz baja. Una lágrima se dejó caer deslizándose por sus mejillas.
– ¿Vas a coger Robert?
– No, no.
– Ah bueno. Entonces vete Sara, será otro día – le dijo dándole una palmada en sus nalgas –
Mi vecina salió corriendo de la habitación, Mario me miro sonriendo para luego decirme que saldría por ahí a dar una vuelta, que regresaría tarde.
– Cuando regrese te enseñare otras cositas, ¿Vale?. No me tardo.
Acto 3
Fue hasta el día siguiente cuando Mario continuo con sus clases. Como siempre, me dio una buena chupada en mi pitito mientras se masturbaba.
– Sabes – me dijo como meditando -. Esa Sara es una llorona jajajaja, si fue ella misma quien me dijo que tenia ganas de tener sexo, comerse una buena paloma ¿Y que? La cojo y termina lloriqueando. Eso pa que aprendas que las mujeres son difíciles de tratar primo.
– Y tu ¿Le metiste todo ese picote? – pregunte inocentemente –
– Jajajaja Si. Pero es que los picos de los hombres son así, es lo normal. Ya te crecerá, ya veras.
Y a propósito. Tu tienes que buscar donde meterla eh, porque yo no voy a estar aquí todo el tiempo mamándotela. Busca a Sara, o cualquier otra de tus vecinas. Es mas, ahí tienes a Beatriz tu hermanita jajajaja. ¿Cuántos años tiene? ¿7, 8? Cógetela cabron. Si quieres yo te ayudo para que sea tu mujercita, pa que de una vez tengas donde desahogarte tus ganas ¿Te parece?
– No se ¿Crees que quiera?
– Pues no te digo que soy experto en mujeres jajajaja.
– ¿Quieres?
– Sip
Fue ese mismo después del almuerzo cuando Mario inicio “el juego”
– Oye Bea (Así llamaba a mi hermana, aunque esta se llamaba Beatriz) ¿Y tu porque no tienes piquito igual que Robert.
– Porque las niñas no tienen…
– ¿Y porque las niñas no tienen pues? – volvió a decir Mario siguiendo el juego –
– Porque las niñas tenemos cuquita
– ¿Cuquita? Y Esa cuquita ¿sabes para que es?
– Pa hacer pis
– ¿Pis? ¿Y solo eso?
– Si
– ¿Quieres que te enseñe un secreto?
– ¿Que?
– Ven, pero llamemos a Robert. Se los enseñare a los dos. ¡Robert! Ven
Ok. Les voy a enseñar algo, pero es muy secreto. ¿Quieren saber? Pero óiganme los dos, esto no debe saberlo nadie, ni sus papas, nadie, ni sus amiguitos ¿de acuerdo?
– Sip – dijimos –
– Bien. Robert bájate tus pantalones, tu camisa, todo. Tu también Bea, quítate todo, todito. Calzoncito, vestido, todo. ¿Listos?
– Mario ¿Qué nos vamos a bañar? – pregunto Beatriz –
– Después. Ahora van aprender una cosa rica.
– Ya – dije con mi piquito al aire totalmente parado –
– ¿Ves Bea? Mira el pajarito de tu hermano. ¡Esta Enojado!
– ¿Por qué?
– No se. ¿Y tu cuquita esta enojada?
– No – dijo viéndose entre las piernitas –
– Veamos – dijo Mario sonriendo y con esos ojos de lujuria que yo le conocía – ¿Por qué esta enojado ese pico? Pico malo ¿Por qué estas enojado? Ah, ya se. Quiere que lo besen. ¿Quieres besarlo Bea?
– No – dijo como sorprendida, confusa –
– Bien. Entonces lo hare yo – dijo acercándose a la cama donde estábamos Beatriz y yo –
Se coloco junto al borde e inclinándose un poco acerco sus labios a mi pito, de una buena vez lo engullo todo mientras cerraba los ojos. Parecía excitado. Mi hermana observaba curiosa quizás aun sin entender la escena. Yo, ya disfrutaba de mi segunda dosis de mamada diaria.
Mario se metía la punta de mi pajarito mientras con su lengua daba vueltas circulares sobre la cabeza, de vez en cuando succionaba como queriendo sacarme las entrañas, con su mano derecha acariciaba mis bolitas y con la otras empujaba mis nalgas para darme ritmo, todo era rico, sincronizado, erótico. Beatriz seguía mirándonos sentada junto al respaldo de la cama.
– Ven mamita – le dijo Mario – ¿No quieres que te enseñe el secreto que te dije?
– Uju – dijo – ¿Por qué le besas el pico a Robert?
– Porque esta rico. Ven pruébalo, te dije que te iba a enseñar un secreto. Ven – dijo insistiendo – Si no te gusta paramos, sale.
Mi hermana se aproximo curiosa y fue el mismo Mario quien colocándole la mano sobre su espalda la atrajo hasta quedar a centímetros de mi palomita.
– Bésala niña mala – le dijo roncamente y lleno de lujuria –
Beatriz se topo a la punta de mi pitito pero no abrió su boca, se rosaba sobre el como palpando, como adivinado que sabor tendría aquello.
– Ábrela la boca – le dijo Mario – Así. Ahora tu Robert, ponle la mano acá y empuja despacio, no se la metas de una vez que se la vas hacer llegar a los pulmones.
No se porque pero la boca de mi hermana era distinta, torpe pero mas rica, mas jugosa, muy caliente y estrecha. Mis manos en su cabecita y mi culo meciéndose hacia ella debía ser el espectáculo mas lindo que jamás hubiera imaginado mi primo pues se había retirado para sentarse sobre el viejo sofá, se había quitado sus pantalones y ya se daba mano en su verga, resultaba erótico ver a Mario sentado completamente abierto bajando esos 14 centímetros desde la punta hasta el pegue de sus huevos, su rostro totalmente desencajado, sudoroso, sus ojos brillaban irradiando lujuria.
– Robert – dijo casi arrastrando las palabras – acuéstate boca arriba, tu Bea bésasela pero ponle tu manita y muévela de arriba abajo hasta descubrir la cabeza. Enséñale como Robert, que al mismo tiempo que te la bese que te la pele. Así, mira bea – dijo mostrándole su verga completamente pelada.
– Mi hermana no pudo ocultar un ligero sobresalto, había estado tan concentrada que no s había dado cuenta que Mario estaba totalmente desnudo de sus partes bajas y mas que estuviera jalándose esa enorme (para nosotros era grande ya que éramos unos chicos) verga, negra, venuda y gruesa.
El “juego” continuaba, Bea seguía prendida a mi pito dándome lengua, Mario se masturbaba y yo me retorcía de gusto, a indicación de mi primo ya le toqueteaba el chocho a mi hermana, cosa que a ella parecía gustarle pues con cierta maestría había abierto sus piernas dejándome toda su vulva a disposición de mis manos.
– Ya Robert – dijo mi primo – Súbetele. Bea – le dijo a ella -, acuéstate boca arriba y abre tus piernitas para que el pito de Robert se junte con tu cuquita ¿Verdad que sientes cosquillitas?
– Sip – dijo ella –
– Bien. Robert esta vez empuja fuerte hacia abajo. Ponle la cabeza en el hoyito y empuja
De rodillas entre las piernitas de mi hermanita me toque el pito, esta full erección. Me deje caer suavemente sobre ella y como Mario me había dicho le coloque la cabeza de pito en el chocho de Beatriz y empujaba, estaba caliente, muy mojada, me hacia sentir rico y cosquilleos en la punta, pero por más que trataba de metérsela no entraba. Parecíamos perritos dándole al movimiento, Bea completamente mojada de sudor y yo igual, Mario cansado y respiración exhausta, no pudo detenerse y sacarnos de concentración. Su Rugido de de perro en celo y su verga echando leche ocupo toda nuestra atención.
– Que tienes primo – dijo Bea preocupada –
– Nada guapa
– Echaste leche – dije yo – ¿Cuándo voy a echar yo?
– No se, por ahora esta ya esta bien sale. Váyanse a bañar que pronto vendrán sus papas y esto no se tiene que saber. ¿Recuerdan? Es nuestro secreto.
Rápidamente nos metimos mi hermana y yo al baño, nos duchamos como siempre lo habíamos hecho, pero algo nuevo nos envolvía. Sin quererlo mis ojos se deleitaban viendo sus cuerpo desnudo, ella de reojo no dejaba de ver mi pito.
– Ya se te aguado – me dijo –
– Es que tengo frio
– ¿Mañana me lo vas a volver a meter?
– Si. Si quieres te lo meto ahorita
– Ya chamacos – grito Mario desde afuera – Salgan y vístanse. Tendrán todo una vida para seguir haciéndolo.
La llegada de nuestros padres fue como siempre, charlaron un poco con nosotros, comieron y se fueron a descansar. Ya en mi cuarto junto a Mario, este me dijo:
– Oye Robert. Mañana me voy ¿Quieres que te la mame por ultima vez?
– Mañana te vas ¿Por qué?
– Tengo que irme ¿Te la mamo o no?
– Sip
– Pásate para mi cama
Ya junto a el pude saber que estaba desnudo, con su verga en la mano.
– Ven pa acá – me dijo – Me gusta tu verguita. Sabes una cosa, creo que tu y tu hermana se van a llevar muy bien. Cógela y mámale el chocho todos los días, métele la verga hazla tu puta.
– Un día regreso y la cogemos juntos. Por ahora cógeme a mi por la boca, súbete encima de mi y culeame como si quisieras metérsela a Beatriz hasta el fondo ummmm
Creo que esa fue mi primera noche de desvelo por sexo, Mario se masturbo como 5 veces y en todas ellas lo hizo mamándome el pito. Se fue al día siguiente tal como dijo, no sin antes reunirse con mi hermana y conmigo para encargarnos guardar el nuestro secreto.
– Bea – dijo – Desde hoy tendrás que encargarte del pito de Robert tu sola ¿Lo harás?
– Juju – dijo mi hermana moviendo su cabecita –
– Tu cabroncito ojala y cuando regrese no te has cogido a todas las niñas de por acá ¿Lo harás?
– Sip
– Bien, nos vemos – dijo agitando su mano
Mario no regreso a nuestra casa, pero desde ese día hicimos lo que nos había encargado. Casi a diario jugábamos y como siempre terminábamos desnudos, increíblemente pasaron tres años hasta que por fin penetre a Bea
Los relatos de putos casi nada me van, asi que excepto esa parte gay asquerosa, todo bien. Ya me mojó lindo la escena pedo.
Queria mas cogidas a ella, o que chupe mucho. Yo de buena vieja degenerada verde amaria hacerlo con el nene.
Todito lamido, chupado hasta los huevos, montado y deslechado como en el porno….. mmm