Mi hermana Isabel
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por meconfieso.
A mi madre no la volví a ver hasta que rondaba los de 17 años. Fue como conocer a una extraña, me presentó a mis hermanos producto de otra relación: Isabel de 14 años y Julián de 6 años, al inició me sentía muy emocionado de poder contar con una hermana, yo estaba sacando el último año de secundaria e Isabel estaba en 8 grado lo que se daba para que pasara horas tratándole de ayudar a mi hermana a hacer sus tareas de matemáticas.
Hasta ese momento no se me había cruzado por la mente tener algo que ver con mi hermana, la respetaba y la quería mucho con amor filial sin nada de malicia, pero el diablo es puerco como dicen y la malicia entro por donde menos lo esperaba; resulta que Isabel era como yo muy buena bailarina, una tarde que estábamos solos empezamos a bailar, primero demostrando nuestros dotes por separado y luego una canción romántica, Isabel es una morena casi mulata, de cuerpo fuerte y bien formado para esa época, unos pechos 32b, lo comprobé después que yo le regalaba lencería y yo era un joven blanco y de ojos claros.
Éramos el caldo perfecto para la atracción, podría decirse que Isabel era idéntica a mi madre y yo el vivo retrato de mi padre, nuevamente se dio la atracción esta vez en los hijos. Sin pensarlo y dejándome llevar por la emoción de la situación nos dimos un largo beso en la boca, sin decir nada, ella se dejó llevar al cabo de un momento se separó de mí y me dijo que no estaba bien que hiciéramos eso porque éramos hermanos. Le pedí disculpas sinceramente y le explique que no sabía que me había pasado.
El tiempo paso y este incidente quedo en el olvido pero fue entonces que Isabel ya no pasaba desapercibida por mí, la miraba con otros ojos, empecé a fijarme que tenía unos pechos bien paraditos y unas piernas muy bien formadas que terminaban en unas pantorrillas muy torneadas.
Poco a poco fui atreviéndome a buscar en su ropa sucia sus bragas, las olía y me excitaba grandemente con su olor. En una oportunidad me comento que sintió una especie de cosquilleo en su vientre cuando la bese, que no sabía lo que era esa sensación, como dos chicos curiosos empecé a tocarle su vientre y ella soltó un suspiro, me dijo que sentía unas palpitaciones esta vez en su vagina, cuando sentí ya la estaba besando nuevamente, tenía unos labios carnosos y bien sensibles pues suspiraba a cada beso que le daba, con los años entendí que era una mujer caliente que era capaz que llegar al orgasmo con solo besarla. Nuestros besos se hicieron cotidianos, estábamos descubriendo nuestra sexualidad juntos, ambos éramos unos inexpertos en cuestiones de romances y menos en sexo.
Los tocamientos empezaron luego, me inicie con sus bubis, nunca había tenido la oportunidad de tocarle los pechos a una mujer, eran grandes y duros algo que me volvía loco era ver que sus pezones se erectaban cuando se los tocaba y chupaba, al poco tiempo llego el momento de conocer su vulva, fue sin planearlo, estábamos solos en casa y sin haberlo hecho antes ni verlo en pornografía le quite sus bragas y al verla sentí la necesidad de acariciarla con mi boca, su sabor salobrego me excitaba aún más, ella jadeaba de placer, sentía como derramaba jugos calientes de su raja yo los chupaba sin dejar perder una sola gota, así tuvo su primer orgasmo. Siempre que había oportunidad nos besábamos y terminaba en su vulva, lamiendo aquella virginal raja escasamente poblada color moreno e interior rosado intenso, sin embargo no tenía valor de meterle un dedo, hasta un día que ella misma me comento que había despertado de un sueño erótico y se sintió bastante húmeda y decidió ella misma meterse el dedo índice. Para ese entonces estábamos bastante prendidos, practicábamos el felatio casi todos los días, a la menor oportunidad de encontrarnos solos en casa a pesar que vivíamos con otros familiares nos las arreglábamos, luego de su comentario de su sueño y que ella había introducido su dedo, me confeso que cuando niña un tío político de la familia la había introducido los dedos cuando contaba con ocho años cuando la mandaban a su casa de vacaciones y que temía que ya no era virgen.
Mi cabeza daba vueltas pensando que era mi oportunidad pero el temor a estar haciendo algo incorrecto me detenía. Una tarde que nos besamos empecé a acariciarle la vulva e introduje mi dedo índice en su vagina, sentí inmediatamente una fuerte contracción seguido de un suspiro profundo de parte de ella, se retiró y me dijo que por eso no quería comentarme que sospechaba que ya no era virgen. Sin embargo continuamos besándonos y metiéndole el dedo, tuvo un orgasmo fuerte podía sentir mi dedo atrapado fuertemente con sus contracciones, a pesar de estos episodios terminábamos solamente sobando mi pene fuera de su vulva, tenía miedo a un embarazo o a meterme en problemas serios, no quería hacerle daño, según mi criterio en esos tiempos la iba a dañar con hacerla mía.
En mi mente sin explicación solo me atrevía a penetrarla por la cola, prepare un poco de vaselina, planee el momento, nos quedamos solos y la penetre por el ano, por la excesiva lubricación que había aplicado mi pene entro sin ninguna dificultad, la bombee por un momento y ambos explotamos en un fuerte orgasmo, el primer orgasmo de mi vida lo estaba teniendo con mi propia hermana, luego me comento que paso días con dolor en su cola pero que le había encantado. Nuestros encuentros siguieron como de costumbre, en la noche ella llegaba a mi cuarto a medianoche, se ponía encima de mi boca para que le lamiera la vulva y luego acababa recostaba al lado mío en posición de cucharita dándome la colita luego regresaba a su cama, así pasamos cerca de tres años, ella me decía que cuando cumpliera 18 años quería que lo hiciéramos por la vagina, ignoro porque me prometía eso, pero no dejaba que se la metiera por la vagina. Con el paso de los años me enamore de una vecina y la hice mi novia, Isabel sufrió mucho al saberlo y no volvió a dejarse tocar, yo le decía que era nuestra oportunidad de dejar de hacer lo que hacíamos que no era correcto nuestro amor pero ella no lo entendía.
Llego el tiempo en que yo me independicé rente un apartamento para soltero cuando tenía 25 años y ella 22, una vez llego a visitarme para recoger la ayuda que le proporcionaba para sus estudios, almorzamos juntos, nos tomamos un vino, le comente que le había comprado lencería como era mi costumbre, cuando se la entregue le dije que quería vérsela puesta, me dijo que me saliera de la habitación a lo que le respondí que no era necesario que yo conocía perfectamente su desnudes, accedió quizá desinhibida por el vino, se quitó la ropa, el sostén y la tanga, nos besamos apasionadamente y volvimos a las andadas, sin embargo no quiso darme su virginidad, la cogí por la cola en diversas posiciones que no habíamos practicado cuando jóvenes por temor a que nos descubrieran en la casa de mi madre
Esta vez estábamos solos en mi apartamento, disfrute sus pechos, su cuerpo, lamí su vagina durante horas esperando que me permitiera penetrarla, ella se dejaba llevar por cada orgasmo que le venía, solamente me decía que “quisiera que me la metieras pero no es correcto”, pasamos toda la tarde juntos, fue la última vez que accedió a mi lujuria por ella; después de este encuentro entro a una denominación religiosa, tiempo durante el cual yo la buscaba para poder tener sexo con ella pero ya no accedía, me comentaba que tenía novio y que había entendido que lo nuestro era imposible, que había entendido que era pecado y que mejor cada quien hiciera su vida con otra persona, sin embargo me comento que nunca olvidaría esos momentos inolvidables que pasamos juntos.
El primero en casarse fui yo, ella se casó cinco años después cuando cumplió 25 años con el que era su novio, me toco como hermano mayor entregarla en el altar, nunca tocamos el tema hasta en una oportunidad que le comente que a pesar que estaba casado con mi actual pareja no me llenaba como cuando lo hacía con ella, me respondió que a ella le pasaba lo mismo, que los dos éramos perfectamente compatibles en el sexo que su esposo no la satisfacía pero que era mejor dejar las cosas así.
Ahora estamos casi en los cincuenta años es madre de 3 hijos ya no es el mismo mujeron que me volvía loco a los 14 años, le he comentado que no quiero irme de este mundo sin tener la dicha de hacerla mía vaginalmente, tan siquiera una vez para que se me quite esta obsesión por ella, pero no quiere, está muy entregada a su religión y me dice que no quiere echar a perder su salvación por involucrarse con su hermano, a pesar que su marido la abandono por una mujer más joven, tiene cerca de 10 años de no tener sexo según me confeso pero que no quiere hacerlo conmigo. Cuando nos vemos evita verme a los ojos sabe que de hacerlo volveríamos a lo mismo y no quiere, yo no dejo de observarla con ojos de lujuria, se me cae la baba al verla caminar.
Las consecuencias de esta relación incestuosa podrían resumirse en el hecho que uno queda clavado con la relación, no he logrado sentir sexualmente con ninguna mujer lo que siento con mi hermana, ignoro si es psicológico o producto de haber sido la primera experiencia sexual como hombre; alguien por ahí comento que este tipo de relaciones solamente se dan en la pubertad por mera curiosidad y comparto esta teoría, son raras las relaciones de este tipo que perduran hasta la juventud, en mi caso las cosas se dieron por curiosidad también, nada fue planeado por ambas partes, quizá la que tuvo mayor precocidad fue mi hermana pues aunque yo era un poco mayor que ella no tenía experiencia en relaciones interpersonales. Tuvo que haber habido cierta atracción de parte de los dos, porque en mi vida se me ha ocurrido vivir otra experiencia igual con alguna sobrina u otro miembro de mi familia, quizá el hecho de haberla conocido a los catorce años permitió cierto grado de ausencia de convivencia que hace que el ser humano rechace este tipo de relaciones.
Mi familia sospecha que entre ambos hubo algo pero nadie puede asegurarlo porque nunca fuimos encontrados en el acto, sospecharon porque teníamos una relación bastante diferente, salíamos juntos al cine, le compraba lencería, era mi compañera de juegos, incluso yo le pague toda su formación profesional, prácticamente nos comportábamos como marido y mujer pero sin demostrarnos afectivamente nada frente a la familia, todos nuestros encuentros fueron en la intimidad de su cuarto o el mío, nunca la lleve a un motel, era muy inexperto para pensar en eso, si lo hubiera hecho quizá me hubiera metido en problemas, el hecho de no haber tenido mucho tiempo disponible para nuestros encuentros fue fundamental para no llegar a más.
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