MI HERMANA Y yo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde siempre habíamos mostrado ambos una idéntica inteligencia sin demostrar ninguno alguna superioridad, y siempre nuestros rendimientos escolares habían estado marcados por una paridad equiparada, y siempre sobresaliendo en nuestros rendimientos superlativamente fantásticos.
Los años adolescentes llegaron, y mi hermana comenzó a exhibir una hermosura despampanantemente exuberante, mientras que yo, hermoso sí y fuerte y viril, comencé a estacionarme en un cuerpo no muy privilegiado, y hasta algo delgaducho y pequeño.
Éso, comenzó a afectarme sicológicamente, pues veía la extraordinaria exuberancia física de mi hermana, y yo.
pues no había acompañado esa suerte.
Mi hermosa hermana, comenzó a hacerme bromas al respecto, torturándome cada vez que quería, haciéndomelo ver.
-"¡Pero en rendimientos escolares y en inteligencia seguimos iguales!!!" -me defendía argumentando yo.
Pero un día, cuando nos entregan los resultados en el colegio, mi hermana superaba notoriamente mis promedios, siendo entonces, la primera vez que yo quedaba debajo de ella en tales aspectos.
Por mi cuerpo, corrió como una corriente eléctrica que me hizo sentir.
"cosas".
Mi hermana comenzó ahora a hacerme bromas también en ese sentido, y yo me propuse esforzarme a un máximo total para recuperar aquella paridad en nosotros, pero más me esforzaba, mi hermana mayores ventajas sobre mí iba cosechando una tras otra, y aquello comenzó a así ser como una debacle para mí, donde mi hermana iba poniéndose completamente encima mío.
Mamá, aún avivó más aquella "cosa" que adentro mío, estaba comenzando a eróticamente arder por lo que me estaba pasando con mi avasallante hermana hermosa, cuando así delante de ella me dijo:
-"Tu hermana te está empezando a poner bien entre sus patas.
ja,ja,ja,ja!"
Y con mi hermana nos miramos, y nos reímos, y mi hermana enseguida agregó a su sonrisa, una morisqueta y sacadita de lengua mirándome simpaticamente burlona.
Ambos, más nos reímos.
-"Esto no crean que va a durar así mucho! -repliqué- pues pronto volveré a ser lo que siempre fuí, y todavía la voy a superar!" -concluí.
Mamá y mi hermana, soltaron las carcajadas.
Crecientemente mi hermana comenzó a aumentar sus ventajas sobre mí en todo, en absolutamente todo, y en todo mi ser comenzó a encenderse algo así como una avasallante hoguera erótica donde una amor caliente por mi dominante hermana comenzó a volverme loco de calentura y deseo de entregarme a ella, dándome completamente por vencido ante ella en aquella ya perdida pugna sin sentido donde ella era infinitamente superior a mí, comencé súbitamente a adoptar ante ella una actitud de completa sumisión y un continuo modo servil ofreciéndome a ella de maneras hasta ridículas muchas veces, que la hacían hasta reírse de mí.
Sí: lo mío ante mi hermana no podía catalogarse como de "servicial".
Lo mío para con ella, era lisa y llanamente: SERVIL.
Me ofrecía para las cosas más insólitas.
Hacer lo que me pidiera fuese lo que fuese, cumplir todas sus órdenes, un día soltó la risa sin poder disimularlo, cuando me ofrecí para lavarle los pies.
Y mi hermana, comenzó a hacerme cosas, que antes no me hacía.
Por ejemplo: manosearme.
Pasaba a mi lado, y me agarraba los huevos.
Yo, soltaba las risas y chillaba "protestando", lo que le daba a ella aún más motivos para volver a hacérmelo, y más audazmente todavía.
Y una noche que estábamos solos y mi hermana había estado acosándome sin cesar todo el día, rendido de calenturas por ella le supliqué hasta llorando que hiciese lo que quisiese con mi cuerpo, que deseaba yo ardientemente ser su esclavo, y que si ella lo deseaba.
mi cuerpo era cosa para ella.
La cara de felicidad cochina que puso mi hermana mirándome, no podré jamás explicarla con palabras.
Se reía mirándome, y hasta se babeaba de felicidad.
-"¡Desnudate!" Fue su órden así diciéndome.
Al instante comencé a obedecerla, y quedé ante ella completamente desnudo y con mi verga empinada como un mástil de tan parada además de gordísima y dura, y mis huevos henchidos de tanta calentura y leche, que parecían querer reventarse los dos a un tiempo.
Mi hermana, mirándome.
se reía y apretaba los dientes y sacudía la cabeza cerrando los ojos de la dicha cochina que sentía.
Iba, a comenzar a disfrutarme haciéndome su esclavacho comenzando éso.
ahí mismito.
Con su dedo señaló sus pies, haciéndome ponerme ante ellos de rodillas, y comenzar a lamérselos, cosa que me lo hizo cumplir, decalzándose y colocando sobre mi rostro, sus plantas.
Sentada sobre una butaca y yo arrodillado y desnudo, comencé a lamerle las patas.
que estaban sudadas, y con olorcito a queso.
Mi felicidad, no podía ser mayor, y la de ella.
igual.
Nos mirábamos, y reíamos.
-"Mi esclavo!" me dijo.
-"Mi dueña!" le respondí.
Mientras arrodillado ahí ante ella le seguía lamiendo las plantas de los pies, mi hermana, cómodamente recostada en la butaca, alzaba los brazos riéndose festejando aquéllo.
Afuera una implacable tormenta con estruendosos truenos y relámpagos comenzaba a desatarse, y aquélo parecía avivar aún más mis calenturas hacia ella con esos deseos locos por entregarme sumiso y total, mientras ella sentía multiplicarse sus deseos por hacerme el centro de sus lujuriosas maneras de someterme a ella.
Y comenzó una desesnfrenada orgía dominante donde hacía ella lo que quería conmigo, y era yo un objeto rendido sometiéndome a ella a sus más absolutos deseos.
Con un fino cinto comenzó a azotarme desnudo, me montaba haciéndome llevarla sobre mis hombros haciéndome andar por toda aquella inmensa y antigua mansión que era nuestra casa herencia de nuestros antepasados gobernadores de provincia, y desnudo yo completamente y con mi exuberantísima hermana hermosa sobre mis hombros, la paseaba entre las luces de los relámpagos que entraban por las amplias ventanas en aquella oscuridad donde la electricidad se había interrumpido por la tormenta que había derribado árboles sobre el tendido de cables.
-"¡Arre caballo!!!" me decía mi hermana azotándome con el cinto, mientra con sus descalzas plantas atrapaba mi verga y me iba masturbando frenéticamente haciéndome sentir atroces cosquillas que me hacían corcobear desesperado y caliente mientras los primeros orgasmos ya me llegaban, y los primeros chorretazos de leche me empezaban a saltar por la empinada verga que con sus plantas masturbaba mi hermana.
La leche, saltaba y saltaba y los relámpagos alumbraban aquellos blancos chorros que en parábola inmensa hacían aquellas combas por el aire, y mi hermana largaba las carcajadas viéndolo.
Era, el comienzo.
El comienzo de una incestuosa relación donde mi sometimiento a ella sería absoluto, y donde la dominación que sobre mí ella en adelante ejercería con creciente manera, haciéndome conocer los masoquistas placeres de un varón entregarse a una dómina aunque ésta, fuere su propia hermana.
Luego de agotarme en ese modo de así montarme, haciéndome llevarla por toda la inmensa mansión y subiendo y bajando escaleras con ella en mis hombros, me hizo tenderme de espaldas sobre una cama donde comenzó a pisarme y caminar sobre mí y por fin.
comenzó a follarme en la más desvergonzada manera de cochar a un hermano follándoselo como una poseída por mil demonios.
Desnudo y caliente aunque con mi cuerpo completamente agotado por la monta que me había propinado, era por ella ahora bombeado de manera frenética subiendo y bajando encima mío cabalgándome en un mete saca total en aquel arriba-abajo donde su cuerpazo iba y venía encima mío subiendo y bajando meta y meta amasarme.
Me hizo luego de follarme bastante chuparle bien chupada la concha y el culo, y otra vez las patas y además las axilas y las tetas.
Fue ése el bautismo de amor entre ella y yo así siendo yo de ella su esclavo, y era ésa una cosa que seguiría entre nosotros con mi total aprobación y complicidad, y desplegando ella de ahí en adelante toda la más inmensa gama de nuevas cosas a hacerme, que yo sumisamnete aceptaría en incondicional manera absoluta.
Mi manera de andar siempre yo tras ella como un perrito fiel, era cosa que la hacía a ella reír, y habían veces en las cuales me ponía ante ella de rodillas y manos juntas así suplicante, para que me sometiera a alguna de esas sesiones de torturas a las que me sometía y las que debería tal vgez contar en alguna otra incursión testimonial por estos lares u otros, pues las cosas que aquí quedan en el tintero son varias, y no quiero andar abusando de la paciencia de los lectores.
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