Mi hermanita Isita 2 parte
Una noche inolvidable junto a mi pequeña princesa .
Poco a poco Isita se fue recuperando de su primer orgasmo, su respiración se fue normalizando. Entonces se dió cuenta de lo que había hecho y se puso a llorar. Pensaba que mi mamá la regañaria si supiera que se había hecho pis en la mesa de la cocina. Yo la abrace con ternura y le dije que no le diría nada a mamá. La cargue y me la lleve al baño. Nunca antes la había cargado, ni cuando era bebé. Era tan liviana, como tener un peluchito en mis brazos. Sus nalguitas eran tan suavecitas.
—de verdad no le vas a decir a mamá? —me pregunto cómo con miedo, casi llorando.
—te lo juro mi amor, será nuestro secreto, pero tú tampoco le digas nada de lo que te hice está bien?
—lo juro —me dijo levantando su manito. Dios que manito tan pequeñita, no pude evitar pensar como se vería esa manito agarrando mi verga.
La puse en la tina y mientras llenaba el agua caliente le quité su blusita. Ella solo se dejaba ya que una niña de poco más de tres años no tiene pudor ni le avergüenza que la ven desnuda. La bañé con cuidado y ternura sintiendo la suave piel de cada parte de su cuerpo en especial ese rinconcito entre su piernas. Ella solo se reía mientras le acariciaba sus labios gorditos de su vaginita.
—me vas a hacer orinar otra vez —me dijo sonriendo.
—cuando mamá te limpia sientes igual?
—un poquito.
La seque, le puse su batita y me levanté, ya que estaba de rodillas. Tenía una erección durísima que levantaba mi pantalón y pensé que para comenzar no debía ocultarla de Isita. Note como ella vio con algo de curiosidad el bulto entre mis piernas, pero no dijo nada.
Se suponía que primero tenía que darle de comer y después bañarla, pensé que no habria problema con el orden hasta que note que Isita tenía tanto sueño que casi se dormía en la silla. Pensé que tenía mala suerte pero no importaba si estaba dormida o despierta, la tenía solo para mí.
Se durmió entre mis brazos mientras la cargaba y la metí a mi cuarto. Isita seguía con su bata de baño así que antes de rescostarla en mi cama la desnude fácil con lo livianita que era. La contemple como quien mira una obra de arte. Mi hermanita era hermosa, su piel blanquita, sin ningún pelito, sus piernas pequeñas pero rellenitas, su pechito plano con dos pezoncitos rosaditos que apenas sobresalían, sus piecitos diminutos con unos deditos que daban ganas de comerselos. Sus manitas eran tan tiernas, recordé como intentaba masturbarse ella solita usando esos deditos de bebé. Su boquita, oh esa boquita, ya quería que mi verga entrara en esa boquita.
Me acerque a ese cuerpito y comencé a aspirar su aroma, ese aroma de niña pequeña, como de sudor pero sin oler mal, sino más bien delicioso. Olí cu cabello, su cuello, sus axilas, sus piernitas y claro, el lugar más importante. Con cuidado le abrí sus piernitas pensando que despertaría, pero a esa edad las niñas duermen profundo. Casi que meto mi nariz dentro de esa cuquita rosadita. Ese olor medio ácido y humedo, como a pipi mezclado con sudor me embriagó, quería tener ese aroma en mi memoria para siempre. Entonces sin más dilación comencé a lamerla, a saborearla, me ayude con mis dedos a abrirle su tesorito con delicadeza y probé su interior, ese sabor saladito propio de una nenita es el cielo. No quería chuparla por temor a dejarle su pielcita roja, pero mi lengua siguió pasando por cada rincón. Encontré ese puntito de placer escondido entre sus labios, era tan pequeñito que apenas y podía manipularlo, pero pensé que mejor sería que Isita estuviera despierta cuando juguemos con su botoncito para que sepa cuánto podría gozar. Le di una última lamida y note como ella tuvo como un pequeño espasmo. Bese todo su cuerpito para después prepárarme para dormir. Pensé en llevarla a su cuarto, pero entonces pensé en que mi mamá no llegaría sino hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Así que me desnude y la acomode a mi lado para dormir juntos, no sin antes masturbarme cuidando que no le salpique nada.
Desperté a las seis de la mañana, por suerte Isita no había tenido ningún accidente durante la noche, la lleve a su cuarto, le puse un calzoncito y su pijama la recosté.
—todo bien? —me dijo mi mamá al llegar.
—genial —le respondí deseando que ya fuera de noche otra vez.
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