Mi hermanita me cogía la mano – II
-Sara, ¡coge a tu hermana de la mano y no la sueltes, no vaya a tener un accidente o un problema inesperado!.
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Ese fin de semana fue terrible para mí y también para mi hermanita. Ninguna de las dos follamos porque estábamos con nuestra madre y no podíamos ir al puticlub ni a la casona del tío Pascual. Además, yo tenía que ser entrenada para follar con Don Manuel el sábado siguiente y eso me ponía de los nervios porque quería quedar muy bien con él, para que volviese muchas veces y hablase muy bien de mí a sus amigos. Esas dos noches fueron horribles. No había forma de dormirme. En mi cabeza solo habían pollas y más pollas bien grandes, bien duras… hasta que en algún momento las pollas se convirtieron en ovejas, conté bastantes ovejas y me dormí. Pero al despertar el lunes, fui corriendo al cuarto de Sara, le di un beso en la boca y le dije lo muy feliz que era de poder hacerme puta y para un solo hombre, que decían que era vicioso ¡mejor! Eso es lo que yo quería, hombres tan viciosos como yo.
– ¡Sara, Paula… a desayunar que se os hace tarde! -las voces de las madres amadas-
Cuando terminamos el cole por la tarde, como siempre, Sara me dio la mano y se la cogí. Y desde hacía unos días, desde que yo perdí mi virginidad cogida de su mano, ese apretón de manos entre las dos era mucho más intenso, éramos ya dos hermanas inseparables de 8 y 12 años. Sara, de 12 años, ya era puta como sabéis y yo, Paula, de 8, me estaba entrenando sexualmente para serlo este fin de semana. Pascual y Paca nos estaban esperando, sobre todo a Sara que ya tenía un cliente para ella.
Lo que no me esperaba es que hubiesen ya regalos para mí y eso que no era mi cumple. Habían unos tops transparentes muy pequeños. Unas falditas cortitas que se pegaban a mi culo. Unas medias negras de rejilla pequeña que eran altas casi hasta el coño, y otras iguales hasta medio muslo y con unas gomas negras y rojas que apretaban para que no se cayesen ¡y unos zapatos rojos con tacones muy delgados de 5 cm… como mi hermana! ¡Iba a gastar ya ropa de puta con 8 años! Me lo probaron todo, hicieron una selección de cosas y me hicieron andar con esos zapatitos con tacones y casi me mato, pero Paca me cogió de la mano, como mi hermanita, y así cogida dimos vueltas al cuarto y al salón.
Mientras esperábamos a Pascual, Paca me estuvo masturbando y me corrí ¡para mí era fácil correrme y además me gustaba, me dejaba relajada! Nos estuvimos besando, nos acariciábamos y me dejó chupar de sus tetas como si mamase de verdad. Me fumé en esos ratos dos cigarrillos y cuando llegó Pascual me alegré mucho. Él era mi desvirgador, mi maestro y mi amigo. Se desnudó y se tendió a mi lado y me dijo:
– ¿Tú estás segura Paula que quieres ser puta y follar con Don Manuel? Porque Don Manuel es un pervertido, y cuando empieza a follarte no para hasta que no se agota y eso puede ser muy largo y su polla es más grande y gorda que la mía. Con él, su mujer, y sus amigos, puedes ganar mucho dinero, pero no solo es sexo lo que buscan, son otras muchas cosas. Con ellos serás otra clase de puta distinta a tu hermanita. Si eres capaz de aguantarles, harán de ti una niña viciosa, muy viciosa.
– Pascual, no la líes, con 8 años no sabe lo que le estás diciendo, fóllala, entrénala esta semana, dilata lo que puedas sus agujeros y deja que sea ella cuando termine el sábado con Don Manuel, quien decida seguir o no con él, porque lo que estoy segura, es que a él, Paula le va a gustar -dijo Paca- A esta cría le va el sexo vicioso.
Y gracias a Dios, eso fue lo que hizo Pascual, que ya me estaba volviendo loca con sus rollos y sin follarme. Me cogió en sus brazos y empezó a lamer y chupar mis pezones, con los dientes me los cogía y me los rascaba, el cuerpo me lo echaba para atrás y me lo subió de otra manera, y su boca empezó a chupar y lamer mi marcada vulva ¡y eso si me gustaba! Además como me había corrido antes, tendría otro sabor que esperaba le gustase.
Su lengua gruesa penetraba a veces dentro de mi coñito casi toda y le hacía dar vueltas que a mí me gustaban, aunque me daban un poco de risa porque me daba como cosquillas ¡pero me volví a correr! Y entonces Pascual, me dejó sobre la cama, separó mis piernas y sin pensarlo dos veces me la clavó a fondo ¡joder cabrón, que tengo 8 años! Me hizo daño pero yo pensé que como era tan estrecha, eso era lo mejor que me podía hacer. Y no fue tan suave como los otros días, ese día me follaba duro.
Estaba tumbado encima mío y pesaba mucho. Su polla entraba y salía con mucha rapidez y me frotaba duro en la entrada del coño, solo movía las caderas arriba y abajo y mis piernas empezaron a dormirse un poco ¡me tenía aprisionada! Mi coño se estaba estirando mucho por los lados, porque esa polla era grande (en realidad no era tan grande) y mi coño era nuevo, pero yo ya sabía que la mejor manera de tener un coño grande era usándolo, follando mucho. De repente empezó a besarme mucho y se corrió dentro de mí.
Me invitó a un chupito de licor y a otro cigarrillo y me dio la vuelta ¡qué manía tenéis los hombres de darnos por el culo a las mujeres! ¿Es que no tenéis los hombres bastante con los gays? Y encima hoy me puso muy poca crema. Me penetró y me dolió. Y bastante. Me la fue metiendo poco a poco, sin prisa, pero eso me dolía más. A veces la sacaba y la volvía a meter entera. Otras veces solo un poco, la volvía a sacar y a meter otra vez. Paca llegó para ver cómo íbamos y me dijo que mi hermana se estaba follando su tercer cliente. Me encendió un cigarrillo y me lo dio ¡y fue la primera vez que follando fumaba! Poco después, Pascual me llenaba el culo de su leche.
Mientras esperábamos a mi hermanita que terminase con sus clientes, me puse mis preciosos zapatos rojos tan altos y cogida de la mano de Paca volvía a pasear mientras el semen de Pascual caía por mis piernas al suelo desde mis dos agujeros. Querían que notase ese dulce sabor de la follada y sus placeres, pero yo no quería que se ensuciasen los zapatos tan bonitos. Dos veces me soltó de la mano, y la segunda parecía estar menos borracha y me aguantaba mejor sobre esos taconazos. Cuando llegó mi hermanita se los enseñé, me lavé, me vestí y nos fuimos a casa cogidas de la mano.
Y así estuvimos hasta el jueves que además de Pascual, me folló otro hombre desconocido. Y el viernes me folló Pascual y un hombre muy viejo pero con una polla gorda. Ese si que me hizo daño, porque su polla casi no cabía en mis agujeros y tuvo que hacer mucha fuerza para meterla en cada agujero ¡y lloré un poco! Y quedé con Paca y Pascual que al día siguiente iría pronto al puticlub para que me prepararan para Don Manuel. Y así lo hice.
A mi madre le solté un rollo de una amiga y mi hermanita, a pesar de sus ganas de follar mucho un sábado (un día de muchos clientes), se quedó en casa con mamá para cubrirme las espaldas ¡nos queremos mucho!
Esa tarde me bajaron a una habitación muy grande del sótano que estaba insonorizada por si gritaba mucho para que nadie me oyese. Estaba chuli, con muchos espejos y mucho color rojo de puta. Tenía un baño grande con bañera tipo piscina (semi-hundida), había una nevera más pequeña que la de mi casa, unas argollas en las paredes y unas vitrinas con cosas como látigos, y cajones grandes… La verdad es que no sabía para que era eso.
Me hicieron unas coletas, me pusieron un tanguita negro, las medias de malla altas y los zapatos rojos que yo ya sabía andar sin caerme. El culo y el coño los tenía un poco inflamados de la follada del pollón del día anterior, y Paca me puso una crema antiinflamatoria pero muy poca, para que Don Manuel no la viese y se creyese que era lubrificante, ya que eso a él no le gustaba, él quería follar «en seco», para hacer daño al follar niñas. Tomé un chupito de anís, encendí un cigarrillo, y apenas lo hice entró Don Manuel. Me miró, me palpó todo lo que quiso, dio su aprobación y tanto Pascual como Paca salieron de la habitación y nos dejaron solos.
– Entonces Paula ¿quieres ser puta de verdad… o te gustaría más irte con tus amiguitas a jugar con muñecas?
– Mira Manolo (le hablé así, de Manolo) Yo he venido aquí para jugar con pollas de verdad y follar. Así que tú verás, has pagado para estar una hora follándome ¿eres maricón o esperas ayuda?
Y no. Ni era maricón ni esperaba ayuda. Ni tampoco esperaba que esta cría de malditos 8 años le hablase de esa manera… y la lié. Dejó de sonreír y empezó a desnudarse, y cuando se bajó los pantalones y calzoncillo ¡apareció la polla más monstruosa que imaginarme pudiese! Y no estaba tiesa, solo a medias. Y así como Pascual tenía la polla y los huevos afeitados y sin pelos, este cabrón tenía unos huevos más grandes que los que ponían las avestruces, y todo, polla y huevos, llenos de pelos negros con algunos ya con canas ¡era viejo!
Y yo me acerqué a él y le pregunté:
– ¿Y cómo quieres que me meta todo eso en mi boca? Y mi coño y mi culo son estrechos.
– Por eso voy a pagar por ti todo ese dinero que me han pedido y que espero lo valgas. Y no te preocupes de tus agujeros. De agrandar tu coño y tu culo me preocuparé yo desde ahora. Tú juega con la polla y la chupas, la lames y te le intentas meter todo lo que puedas. Y cuando yo me corra, abres la boca y te lo tragas todo.
Lo que pensé en ese momento es que yo, además de niña era una burra. Teniendo en mi casa una puta como mi hermanita y con toda su experiencia ¿por qué no le pregunté qué es lo que hacía con sus clientes y qué consejos me daba? Porque suponía que no todo era abrirse de piernas como con Pascual. Así que como buena puta que quería ser, me acerqué a Manolo y le cogí con las dos manos su pollón. Porque ya me diréis como se le puede coger a un hombre una polla casi de caballo con las manitas de una niña de 8 años. Y al cogerla, me di cuenta de lo que realmente era esa polla. O al menos creía saberlo. Era enorme, pero le sonreí y empecé a chuparla con mi lengua:
– ¡De rodillas puta, ponte de rodillas siempre para mamar mi polla! -me gritó-
Sin soltar esa polla, me puse de rodillas y un poco seria. Esto no era lo que yo pensaba ¡me estaba gritando! Y no sabía qué hacer, y entonces hice lo que creí más normal. Yo haría lo que me diese la gana y si no le gustaba, que me dijese qué era lo que quería que yo le hiciese ¿no le gustaba gritarme… pues eso?
Le fui lamiendo esa polla, intentaba meterla en la boca, incluso Manolo me separaba la mandíbula pero mis dientes rozaban su capullo y la saliva me caía de la boca. Y en uno de sus intentos ¡el capullo entró! Pero me tapaba la boca y casi no podía respirar. Y me acordé de lo que me hacía Paca, me metía los dedos de su mano en mi boca y me hacía respirar por la nariz. Y eso le gustó a Manolo. Y con mis manos jugaba con sus huevos y hasta me hizo meterle un dedo en su culo y luego otro ¿y para qué quería que le hiciese yo eso, si la puta era yo? ¡Joder con los clientes y sus manías! ¿Cuántos años tardaría yo en aprender todas esas cosas?
Las manos de Manolo acariciaban mi rostro. La boca me dolía de tanto tenerla abierta. Mi lengua hacía lo que podía para lamer esa polla porque estaba tan apretada dentro de mi boca, que mi lengua no podía pasar por todos sus lados. Y cuando pasado un buen rato notó Manolo que mis dientes empezaban a rozar demasiado su polla por mi cansancio, empezó a masturbarse con rapidez ¡claro, como solo tenía su capullo en mi boca lo podía hacer! Pero mi cabeza con todo ese meneo de su mano y su polla, no podía estar quieta. No solo iba adelante y atrás con su polla dentro de ella y mi miedo de morderla, sino que también se ladeaba, hasta que de repente ¡¡¡Buuuummmmm!!! Una enorme descarga de semen salió de su polla y se metió en mi garganta.
Bueno, no fue una descarga sino varias de leche menos espesa que la de Pascual, pero muy pegajosa y con un sabor raro (tiempo después supe que el sabor del semen cambia si tomas medicinas o drogas). Y lo de meterse en mi garganta ¡qué más hubiese querido yo! Pero no me lo podía tragar con el capullo metido en mi boca, así que lo saqué y me tragué todo lo que había en mi boca y tuve que sorber lo de mi nariz, porque allí también había. Y también se cayó parte de su leche por las comisuras de mis labios ¡joder, es que tengo una boca de mamona… pero de 8 años solo! Pero os prometo que a los 10 años ya me tragaba la polla entera. Ya os lo contaré.
Me levanté y me puse recta ante él, sonriendo siempre (siempre sonrío) y Manolo me miró y se echo a reír de verdad mientras me decía:
– Francamente Paula has estado de narices. Eres la niña más joven que nunca me la ha mamado y has sido de las mejores, por no decir la mejor. Y desde luego, la que más leche te has tragado. Ahora súbete a la cama que voy a agrandar tus agujeros.
Me quité los zapatos, me quité la tanga que no tapaba nada, pero no me quité las medias ¡el llevarlas puestas me hacía más puta! Pero lo que no me quité en absoluto fue el miedo. Un miedo enorme de que esa polla intentase meterse dentro de mi coño y de mi culo. Pero no os creáis que era miedo al dolor, NO. Era miedo a no ser útil a Manolo y que yo fracasase el primer día de puta. Si con Pascual me lo pasaba mal y le costaba mucho metérmela, y con el hombre del pollón de ayer tarde me lo pasé peor, con Manolo y su pollón tenía pánico a fracasar y me juré no llorar ni gritar doliese lo que doliese. Además yo había oído esos días pasados, que si Manolo se quedaba contento conmigo, me contrataría para hacerme viciosa ¡y eso es lo que yo quería… ser viciosa!
Manolo me cogió con sus manos y me volteó varias veces para mirarme los agujeros del coño y del culo. Incluso metió un dedo en mi coño y luego en mi culo y me dijo:
– Paula, puedes gritar todo lo que quieras porque eres muy estrecha y te voy a hacer daño, pero te voy a follar aunque sangres y te destroce. Tienes un no se qué, que me gusta. Tu cuerpo, tu sonrisa, tu belleza y ahora como has respondido de bien a la mamada. Si te portas bien, la semana que viene traeré a mi esposa y si nos gustas, serás nuestra puta privada y toda clase de perversiones serán realizadas contigo.
Os juro que no tenía ni idea de lo que quería decirme, pero ser la puta privada de una pareja de viejos de los dos sexos y encima enseñarme a ser viciosa, ¡era lo más! Y sonriendo le dije:
– ¿Prefieres follarme primero el culo?
Y si, el muy cabrón eligió mi culo. Me cogió en sus brazos y antes de darme cuenta empezó a besarme en la boca y como eso me gustaba mucho, le devolví todos los besos y metí mi lengua en su boca, y noté la enorme lengua suya dentro de la mía con un enorme sabor a sus puros. Rodeé con mis brazos su cuello y me estreché a él. Momentos después se separó de mí y mirándome a los ojos me dijo:
– ¡Eres maravillosa!
Me dio la vuelta, puso bajo mi barriga un almohadón grueso, se puso detrás y noté su capullo a la entrada de mi agujero negro. Me agarró de las caderas y mientras sus manos me atraían hacia él, su pollón empezó a hacer fuerza para meterse dentro de mí. Pero ni Manolo ni yo contábamos con un poderoso enemigo ¡mi cerebro! Él empujaba para meterla y mi cerebro empujaba mis músculos para que no la metiera. Y viendo que aquello era imposible, un no se qué interior me hizo pegar unas palmadas sobre la cama y Manolo preguntó:
– ¿Te estoy haciendo mucho daño?
– No, no es eso, lo estamos haciendo mal. Espera un poco y cuando dé una palmada empuja con fuerza.
Me quise relajar. Eso me lo enseñaron Paca y Pascual, que con los músculos relajados todo entra mejor. Di una palmada y Manolo empujó con fuerza, y aunque parezca increíble, todo su glande penetró ahora de una sola vez en mi culo. Con enorme velocidad, mi mano tapó mi boca porque jamás he sentido más dolor en mi vida. Era como si mil cuchillos penetraran a la vez en mi culo. Y no solo mil cuchillos, sino que esos malditos mil cuchillos estaban casi fundidos al rojo blanco. El dolor y el calor me marearon. El mareo relajó mi cerebro y ese relajo de mi cerebro lo aprovecho Manolo, con su infinita sabiduría y mala leche, para meterla en solo dos o tres empujones salvajes más.
El muy cabrón sabía como joder un culo y sobre todo un culo tan estrecho como el mío. Es impresionante notar como sus enormes cojones golpeaban mi coñito al estar tan metida su polla en mi culo. Y es impresionante notar como ese follador que te culea y encima presume de lo mucho que disfruta estando dentro de un culo tan pequeño, puede ser tan hijoputa, que encima te folle lentamente. No tenía prisa por correrse, porque aunque teóricamente había contratado una hora conmigo, Pascual se lo autorizaba todo a cambio de dinero.
Decir que mis músculos anales estaban al borde de romperse, era una broma, me provocó varias grietas y sangré. Pero yo era un objeto caro para Manolo y este quería gozar de lo que estaba pagando. Y me usaba a su gusto. Poco a poco, sin prisa alguna, sin importarle nada mi pequeño culo, su polla se movía arriba y abajo, abajo y arriba, frotando con fuerza mis músculos y mi estropeado y ardiente anillo anal. Yo estaba en mitad de una nube de dolor y en otra de más dolor. Mi desmadejado cuerpo se movía con las manos y la polla de mi follador, mientras le oía constantemente decir:
– ¡Qué buena eres… joder que estrecha eres y lo bien que la aprietas… qué puta más viciosa vamos a hacer de ti… en pocos meses tendrás los agujeros más usados de la ciudad… qué bien me lo estoy pasando!
Y debía estar pasándolo muy bien, porque el muy cabrón no solo hablaba constantemente de eso, si no que no tenía ninguna prisa en terminar de follarme el culo y aún le quedaba mi coño ¡menudo día de los dolores! Pero dicen que las niñas tenemos un Ángel de la Guarda aunque seamos putas, y vino en mi ayuda sin pedírselo yo -ni me acordé que podía estar ahí- y es que Manolo, ¡por fin! se corrió dentro de mi culo. Me cogió fuerte de las caderas, me levantó un poco el culo, me la clavó toda hasta el fondo y empezó a escupir semen casi en mi estómago. Sentía esas descargas muy dentro de mi. Mis oídos empezaron a zumbarme, mi cabeza como si flotase y mis brazos y piernas empezaron a pesar toneladas ¡y me dejó caer sobre la cama!, mientras su polla salía de mi culo con un ruido raro.
Manolo estaba muy contento de mi. Hasta abrió una botella de cava de la nevera y se la empezó a beber «a morro» (directamente de la botella), yo le pedí algo fuerte y me dio una copa de coñac y yo me puse muy contenta ¡ya no era un chupito, sino una copa… como las putas mayores! Y claro, me la bebí. Y me fumé un cigarrillo. Y vi un poco de sangre en la sábana y como en el culo no tenemos himen y mi himen ya hacía tiempo que estaba roto, pues supuse que era del anillo anal. Y apenas terminé el cigarrillo, me cogió Manolo, me dio la vuelta para follarme el coño.
Y le sonreí. Yo siempre sonrío, soy así de gilipollas. Además, pensaba que al igual que con Pascual, su polla entraría más fácil en el coño que en el culo, pero no me acordé del daño que la tarde anterior me hizo el pollón del amigo de Pascual. Pero bueno…
Me separó las piernas, empezó a meter su glande y me decía lo mismo que en el culo:
– ¡Qué estrecha eres… cómo aprietan tus músculos… estás muy bien corrida…!
Y aunque os extrañe, no era el coño lo que me dolía al meterme su polla ¡era el culo! Estos malditos colchones son muy duros. Están hechos para putas con mucho peso, pero yo soy una niña y mi cuerpo se aplasta contra esa masa que se queda tiesa y claro, mi culo se aplastaba contra el duro colchón y más, con Manolo encima de mí y su polla empujando para abajo para follarme y aplastando así mis glúteos, y estos, al separarse, tiraban de las paredes de mi ano y de todos sus músculos. Porque Manolo quería follarme de verdad, y cuando me clavó su polla hasta donde pudo porque ya no me cabía más en mi cuevita, se dejó caer encima y solo movía sus caderas arriba y abajo. Y su pollón entraba y salía solo unos centímetros, pero con toda su fuerza y su peso.
Pero tuve suerte. Es cierto que me dolía mucho el coño y las paredes parecían romperse cada vez que este hijo de puta me la clavaba a fondo y estiraba de ellas, pero el dolor del culo amortiguaba este dolor y le sonreí. Y cuando vio que yo le sonreía, se puso como nervioso-enfadado-cabrón… y me follaba con más fuerza. Así, a mí me dolía más el culo, pero menos el coño. Y de repente, pasó algo que no me esperaba ¡empezó a besarme en la boca! Y yo le devolvía los besos y luego hablaba diciendo:
– ¡Qué lástima Paula que no seas hija nuestra… que niña más pervertida íbamos a hacer de ti… te preñaríamos en la primera regla… !
Yo no sabía que me quería decir y hasta pensé que el cava que se había bebido de la botella le había sentado mal. Pero lo supe semanas después.
Pero lo realmente increíble es que me estaba follando muy bien, me besaba mucho y sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo, a pellizcar mis pezoncitos ya crecidos. Y de repente me corrí. Era mi segunda corrida esa tarde, pero me corrí de gusto, de placer, con ganas. Sus caricias, sus besos, los pequeños pellizcos en mis pezones, acariciar mis caderas, brazos, rostro, mientras me besaba, meter su lengua dentro de mi boca y jugar con la mía… Fue algo totalmente desconocido para mí ¡y me gustó! Y yo empecé a devolverle esos abrazos y caricias.
Y ahora, el que se corrió fue él. De repente se abrazó a mí. O me abrazó intensamente. O las dos cosas, y su leche, por primera vez inundó mi coño. Y lo inundó de verdad ¡menuda cantidad de leche! Se salía por todas partes y eso que su gruesa polla taponaba mis paredes vaginales, pero se salía a presión. No sé si fueron tres o cuatro o cinco descargas de leche en mi coñito, pero no me cabía ni la primera. Y no me soltó, estaba apretado a mí y hasta me hacía un poco de daño. Y fui notando poco a poco, muy poco a poco, como su pollón empezaba a dejar de ser tan grueso, tan duro y tan grande. Pero costó bastante que se saliese de mi coñito y mientras tanto, él me abrazaba y me besaba lentamente.
De repente, la puerta del dormitorio se abrió y entraron Paca y Pascual, los dos sonrientes que le decían a mi amante y ya cliente:
– ¿Qué le ha parecido Don Manuel… le ha gustado la chiquilla?
Don Manuel, Manolo para mí, me fue dejando sobre la cama, se fue levantando poco a poco sin dejar de mirarme a mí, se dirigió hacia su ropa en el armarito, sacó una cigarrera de piel de su chaqueta, cogió un puro, lo encendió ¡sin decir nada en todo este tiempo! Lo aspiró varias veces exhalando una gran columna de humo, me miró a mí y al ver que yo seguía sonriendo, también él me sonrió y le dijo a Pascual:
– Me la quedo. Prepárala para la semana que viene que vendré con mi mujer para que la conozca y entonces decidiremos su futuro. ¿Supongo que no habrá problemas para que mi esposa se la folle con uno de sus arneses y la vaya haciendo bisexual?
– Por supuesto que no Don Manuel ¡lo que Vds. deseen, como siempre! -dijo Pascual-
– No, rotundamente no Don Manuel, la niña ha recibido un castigo superior a lo previsto -dijo Paca- Su pene es muy grande y grueso y la niña necesita curarse, reponerse y más dilatación. Si hace Vd. el favor de esperar otra semana, yo le prometo que en esas dos semanas, su esposa y Vd. podrán comprobar cómo esta niña es lo que Vds. desean encontrar desde hace tiempo, su verdadero centro de atracción sexual infantil.
Se acercó Don Manuel a mí, acarició mi sonriente carita y se fijó en mis castigados coño y culo que le enseñaba Paca, solo dándome una pequeña vuelta a mi cuerpo. Los dos habían sangrado y bastante más mi culo, y me dijo:
– Espero Paula que no te haya roto nada importante y que te repongas pronto y bien. Ya verás como entre mi esposa y yo haremos de ti una puta muy pervertida. Serás muy pronto la puta de todo tu colegio, y con nosotros serás feliz y ganarás mucho dinero.
Se vistió y se marchó. Ni siquiera se duchó.
Paca se desvistió y se metió conmigo en la bañera. Me enjabonó muy bien y me limpió con mucho cariño todo mi cuerpo, y viendo como me movía yo cuando me limpiaba el coño, me masturbó muy lentamente, entre juegos y risas y me volví a correr. Nos besamos mucho rato y me gustaba lo que sentía yo en sus brazos. Después de secarme, me curó bien curada y me dijo que fuese al día siguiente aunque fuese domingo, que mis agujeros necesitaban «cariño». Casi no hablamos. Echaba de menos a mi hermanita porque me dolía mucho toda la entrepierna, la parte de arriba de los muslos y la de abajo de la barriga. Y me acordaba de lo mal que andaba ella cuando la follaban duro. Al menos, ella no se reiría ahora de mí.
Cuando ya estaba vestida, vino Pascual y me dio un sobre marrón, y al abrirlo vi que estaba lleno de billetes de 50€ y me dijo:
– Paula, te han follado muy fuerte y seguro que te han hecho mucho daño ¿estás segura que quieres seguir follando con Don Manuel siendo tan pequeña? Y además, aquí tienes todo el dinero que has ganado ¿quieres llevártelo tu a casa, o te los guardo yo junto con los de tu hermana y las otras niñas?
Le dije que sí con la cabeza. Cogí dos billetes para tabaco y refrescos y le devolví el resto para que me los guardase. Y como os dije en mi relato anterior, nunca nos ha robado nada. Le dijo a Paca que nos estaba esperando un taxi para que no me fuese andando tal y como estaba, y que le dijese a mi madre lo de siempre: «la niña se ha caído sentada mientras jugaba y le duele el culo, pero no pasa nada». Y así, mi madre, como otras madres, no sabrían aún que sus hijitas amadas ya eran putas.
Subimos al taxi y al sentarme y apretar el culo por el dolor, agarré de la mano a Paca.
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Libre95 = [email protected]
Espero Lances la continuación de la saga, me ha gustado mucho!!!!
Excelente. Se espera con expectación más capítulos.